"Pekados" para kikos

 

Voy a poner un fragmento más del anuncio publicitario de Adviento de hace 14 años en el que Kiko suelta uno de esos mantras falsos pero que tanto éxito tienen entre los adictos a la kikotina. He escrito ya sobre este asunto, pero como no recuerdo haber citado las palabras exactas del gurú de los mantras fraudulentos, vuelvo a ello.

 

«Ahora hemos tenido una convivencia de itinerantes en Italia donde os aseguro que este rocío que hay en el cielo… porque Dios es amor, hermanos, y en el cielo hay comunión entre todos los santos; sentir amor de los unos a los otros, es el cielo, porque Dios es amor, el que no ama está en el infierno.

Hemos vistos de pronto que este rocío de amor que hay en el cielo entre los santos, descendió a nuestra convivencia y el último día que estábamos en la “merkabá” para salir a todas partes, hubo una comunión de amor que nos quedamos todos sorprendidos, el amor que sentíamos los unos hacia los otros.

No sé si habéis experimentado alguna vez esta comunión de amor, que es el cielo, que es la paz, cuando dice la Iglesia: daos el beso santo de la paz. Es la comunión. No sé si habéis sentido algún día cuando estabais en Israel, o quizá en una Eucaristía, quizá en una Pascua, si habéis sentido esa comunión, es el cielo. Porque Dios es amor. La primera encíclica que ha hecho este Papa: “Deus charitas est” Dios es amor, de esto vamos a hablar hoy. Por eso dice Jesucristo un imperativo: “¡Amaos!” Nos ha dado un solo mandamiento. Dice Jesucristo: “Este es el mandamiento mío, que os améis”. Yo no sé si habéis logrado amaros la comunidad, si de verdad os queréis».

Así que no te ha mandado hacer el trípode por encima de tu propia familia, ni llenar bolsas, ni obedecer, ni mucho menos no usar internet para buscar información. El único mandamiento es el amor, por más que alguno quiera someterte a su voluntad so pretexto de que si no lo haces, te vas derechito al infierno.

Y a continuación, el mantra:

«Para amarse hay que conocerse, por eso es imposible que la comunidad sea muy grande. Como no se puede amar sin conocerse, si tú le dices a una persona que escriba en una página las personas que él conoce: dónde viven, dónde trabajan, cuántos hijos tiene… no llega ni a 30. La comunidad no puede ser muy grande, si uno se enferma como no lo conozco, ni sé dónde vive, no lo podré visitar, no podré hacer un acto de amor, y como Cristo ha dicho que hagamos actos de amor, ha dicho “Amaos”, no podemos amarnos en abstracto».

Y como no conoces al otro, no ves en él a Cristo. No encuentras nunca a Cristo en el otro. Por eso no te conviertes nunca, por eso el camino no acaba nunca, por eso tantas horas de metacrilato y tanto sometimiento obediente a los kikotistas y tantas bolsas no sirven de nada.

Y ¿cómo va a conocer el mundo que tú eres cristiano si eres incapaz de amar al otro, si no das signos de tener dentro resurrección y vida eterna?, que decía el kikotista de Puerto Rico.

En el kikismo, la “solución”, tan errada como ellos, es que el mundo entre en el CNC. Así, cuando el mundo tenga su comunidad, pequeñita y tal, se dará el amorcito pequeñito y tal entre ellos. Un amor de cuentecito de hadas que no tiene en cuenta al otro que no es parte de la comunidad ni del CNC.

No te dejes engañar. Es MENTIRA que necesites conocer con quien se acuesta y como se acuesta y qué pecados tiene el otro para poder amarlo. Porque en realidad a esa información mezquina y grosera es a la que se refieren los kikotistas cuando hablan de conocer al otro: a las intimidades que averiguan bajo coacción y manipulación de los que son interrogados.

El verdadero amor es el que reconoce en cualquiera a una criatura de Dios. El verdadero amor no procede del conocimiento de los hechos concretos íntimos y privados del otro, sino del reconocimiento de la huella de Dios en esa persona. Por eso no coacciona ni manipula ni interroga ni le importan los pecados ajenos ni las intimidades conyugales. El verdadero amor es respetuoso.

Pero Kiko debe tener un trauma infantil o juvenil no digerido y un grave desconocimiento de lo que es el amor y, por eso, catorce años después, en el anuncio publicitario del providencial año 2020, sigue pontificando con recetas erradas y amenazas vacuas, es suma, sigue en sus trece de que sin roce, sin trifulcas y sin sillas voladoras no puede haber amor. Por eso, toda su obsesión, incluso en tiempo de pandemia, es que sus huestes se reúnan, que se reúnan dónde sea y cómo sea, pero que se junten:

«Mirad el Espíritu Santo está deseando que nos reunamos para que se manifieste lo que es Él, que es el amor de los unos a los otros.

«El Espíritu Santo se alegra cuando nos reunimos porque se puede manifestar queriéndonos. Está dentro de nosotros y nos damos los unos a los otros».

«Es nuestra misión querernos, querernos, reunirnos en comunidad».

Punto 1. Pretender conocer las intenciones del Espíritu Santo es una temeridad. 

Punto 2. Pretender que el Espíritu Santo no puede hacer nada si unos necios no se reunen es peor que una temeridad. Es demostrar un apabullante desconocimiento de la doctrina de la Iglesia Católica. Santa Teresita es patrona de las misiones sin haber pisado ninguna misión. Porque el Espíritu Santo puede manifestarse sin reuniones tontas. 

Debe haber muchísima gente que aprovecha la coyuntura del providencial año 2020 para no pisar la comunidad, y por eso Kiko acaba de descubrir que la gran misión del CNC es reunirse a calentar metacrilato en comunidad.

Claro, el mensaje es tan banal que lo adorna asegurando que lo que dice no lo dice él, sino que viene de otro:

«Dice san Pablo: es cristo quien vive en mí y mi vivir es Cristo. Esto es una palabra para todos nosotros, que podamos todos decir con san Pablo mi vivir es Cristo, vivo en el para Él y por Él, mi vida es Cristo. Es algo fantástico. También puedo decirlo yo: mi vivir es Cristo y estoy aquí porque Él me lo ha dicho: ¡Háblales! Yo estoy contigo. No tengas miedo. Yo estoy contigo, no tengas miedo de nada. La muerte ha sido vencida por la victoria. Yo he vencido la muerte. He resucitado de la muerte».

Pero la pretensión de que Kiko habla en nombre de otro, que es Cristo, es un engaño, porque Él no dice mentira. Y Kiko suelta una tras otra: cuando pretende saber lo que quiere el Espíritu Santo, cuando pretende ser la voz de Cristo, cuando se inventa pekados...

«Por eso faltar a la comunidad es un pecado grave, los que, decía san Pablo, abandonan la asamblea. No. Nosotros formamos una comunidad cristiana y esa comunidad es un testimonio al mundo, un testimonio de amor».

Lo más grave es que la falta de preparación y de discernimiento de los kikotistas los lleva a propalar las mentiras como si fuesen verdades inmutables y a repetirlas una y otra vez, hasta que adqieren la categoría de mantras kikiles.

Así que el providencial año 2020 ha provisto de un nuevo mantra para las comunidades: «Faltar a la comunidad es un pecado grave».

Y no ven pecado en desatender a la familia por ir a la comunidad. No ven pecado en no ayudar a los padres ancianos por estar en las cosas de la comunidad. No ven pecado en dar a la comunidad antes que asegurar el sostenimiento de los suyos. No ven pecado en poner a la comunidad por encima de su matrimonio.  No ven pecado en traicionar al cónyuge contando en la comunidad aquello que solo pertenece al matrimonio.

¿Qué clase de moralidad es la de esta gente? 

El único mandamiento es el Amor. 

Amar a Dios y amar al prójimo. No existe el mandamiento de amar a la comunidad, porque eso es una idolatría.

Esta es la verdad. Así que, si queréis un consejo, no hagáis lo que ellos hacen ni creáis lo que ellos dicen, porque son como los escribas y fariseos a quienes Jesús llama hipócritas y de quienes dice que cuelan el mosquito y se tragan el camello (el capítulo 23 de Mateo no tiene desperdicio en cuanto descripción de kikotistas).