El pasado 25 de octubre del fantástico año 2021, la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) invistió como doctores HC al rabino David Shlomo Rosen y a Kiko Argüello. El motivo de la distinción es «poner en valor el encuentro que se ha dado entre dos personalidades, judío y cristiano, que han creído en este diálogo y han puesto su amistad al servicio del bien y la belleza».
Y también se aseguró que una muestra de «los importantes avances de los últimos tiempos en el diálogo judío-cristiano» de los que los neodoctores han sido protagonistas es nada menos que la paparrucha sinfónico-kikotética que hace sufrir a los oídos inocentes.
En suma, pájaros y flores.
Da la casualidad para nada casual de que en dicha universidad hay abundancia de alumnos y, en particular, de profesores aficionados a la kikotina (esto no lo digo yo, lo dice el rector, Daniel Sada), lo que da idea de la objetividad con que fue planteada y aprobada la propuesta de doctorado.
El caso es que el doctorado fue concedido y aceptado en un acto académico que tuvo lugar en el centro de deportes de la UFV ante más de mil personas.
Unos días antes, el 19 de octubre, Kiko había declarado que «El redescubrimiento de las raíces de nuestros hermanos mayores en la fe ha hecho nacer el amor al pueblo judío en los hermanos del Camino Neocatecumenal».
A mí, las declaraciones de amor de los neohermanos me hacen esbozar la sonrisa más irónica. Si pese a tanta palabra de Dios semanal no son capaces de amar a los religiosos de misa de doce, a los que ven y entre quienes conviven, ¿he de creerme que aman al pueblo judío, al que no ven y con quien no conviven?
Pues eso.
En el acto académico de investidura, Florentino Portero, director del Instituto de Política Internacional de la UFV y padrino del rabino David Shlomo Rosen, director de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Americano, expuso que su apadrinado entendió que «tras veinte siglos de profundo desencuentro se daban las circunstancias para tender puentes, pasando paulatinamente de la reconciliación a la fraternidad, desde un profundo y sincero respeto a las creencias de cada cual».
Pero lo cierto fue que, en su discurso, el rabino Rosen habló de reconciliación, no de fraternidad.
Luego fue el turno de Ángel Barahona, director del departamento de Humanidades de la UFV, neocatecúmeno y padrino de Kiko Argüello que dedicó su discurso al recordatorio de la historia del Camino Neocatecumenal, lo que no tenía nada que ver con el asunto de la investidura.
Y el colofón fue la intervención de Kiko, que se trabuca cuando lee y no lee bien, que empezó repitiendo letra por letra la misma declaración que lleva fecha del día 19 de octubre y prosiguió con el consabido cuentito de las chabolas de Palomeras. Es decir, su padrino se podía haber ahorrado el rollo porque Kiko repitió algo que nada tiene que ver con el motivo del doctorado.
Lo peor es que además trufó la historieta con mentiras: «Dios se ha servido de Carmen y de mí para llevar a cabo una obra de renovación de la Iglesia que no es nuestra: es un don del Espíritu Santo». Si fuera un don del Espíritu Santo no habría puertas cerradas ni textos secretos y heréticos en el CNC, pero los hay, luego Kiko miente o se engaña.
Otro tic muy kiko que no podía faltar en su discurso es el de juntar hechos que nada tienen que ver entre ellos como si hubiese una relación de causa-efecto:
«Una vez un ministro de Israel me preguntó de dónde les venía a los hermanos del Camino su amor por el pueblo judío. Creo que es importante explicarlo brevemente aquí.
Todos somos como Abraham, que sale de su tierra sin saber a dónde va: Dios elige a Abraham, le hace una promesa y la Palabra de Dios fecunda, da vida a la historia, la pone en marcha y Abraham debe continuar siguiendo al Señor. Así enseñamos a nuestros hermanos del Camino Neocatecumenal -porque todos somos hijos de Abraham- que éste es el camino de la fe: vivir día a día respondiendo a los acontecimientos de la historia, donde Dios se manifiesta. ¡Los hechos de la historia siempre nos sorprenden!».
¿Qué tiene que ver lo anterior con los judíos? Nada. Abraham era un arameo errante y politeísta.
A continuación, quizá en un intento de encontrar una relación inexistente entre judíos y neocatecumenales, aunque Kiko la extiende a la Iglesia, se pone a pintar el Armagedón según le conviene a él:
«Tenemos una batalla común que librar contra la bestia, la bestia que quiso Auschwitz, que sigue actuando en el mundo y que prepara un nuevo ataque contra la Iglesia y el pueblo judío, un terrible ataque de ateísmo, de negación de Dios. En esta batalla, en esta situación histórica en la que nos encontramos, creo que debemos ayudarnos mutuamente, cristianos y judíos, a estrechar profundamente nuestros lazos para hacer la voluntad de Dios, para redimir esta sociedad, para salvar la familia y la transmisión de la fe a los hijos».
¿Qué pasa con los musulmanes? ¿O los budistas? ¿O las “cienes y cienes” de confesiones religiosas que existen? No interesan. Para la película que monta Kiko la bestia solo va contra la Iglesia y el pueblo judío. ¿Por qué? Porque es lo que conviene a su historieta. Pero también los fieles de las otras confesiones buscan la voluntad de su Dios y están interesados en salvar la familia y la transmisión de su fe a los hijos, por lo que la omisión es un dislate… salvo que Satanás en persona le haya contado sus planes y estos sean solo contra la Iglesia y el pueblo judío, lo que pongo en duda. Sobre todo en lo que se refiere al pueblo judío, ya que supongo que Lucifer está muy satisfecho con su desprecio manifiesto hacia Cristo y su santa Madre.
Y el discursete sigue con el autobombo que le sale de dentro, porque no podía ser de otro modo.
En suma, no fui capaz de concluir la lectura, me indigesté mucho antes de llegar al final.