Segundo escrutinio (LXXIII)

APÉNDICE

ALGUNOS DIÁLOGOS DE ESCRUTINIOS

«K: Antes del camino neocatecumenal, ¿en qué cosas ponías tu seguridad?

X: Ponía mi seguridad en mi posición, en un falso prestigio. Yo era un hombre que quería destacar mucho. En personalidad, en amistades, en dinero, en alcanzar una posición social lo más alta posible; en un golpe de suerte que me permitiera ocupar el lugar al que creía que tenía derecho. En todo, en el sexo, en cualquier cosa.

K: Es decir, básicamente confiabas en el prestigio, en el dinero, en poder encontrar en tu vida el lugar que querías para ti. ¿Has visto un cambio de dirección en el camino?

X: Sí, en estos años Dios se ha encargado de hacerme caer y de ponerme en la verdad, me ha mostrado que solo soy un cobarde que se busca en todo. Un vanidoso, un simplón; que soy un idiota que se cree inteligente, que soy inseguro por naturaleza. Pero bendigo a Dios porque esta iluminación me está acercando al amor.»

Estas son respuestas de libro. Hay que ponerse como un trapo, dejar claro que uno es lo “pedor” de todo, pero que gracias al camino, que es el ídolo sobre todo ídolo, se siente contento de seguir siendo lo “pedor”.

«K: Hoy, ¿en qué cosas pones todavía tu seguridad?

X: Hoy he descubierto una obra muy profunda y muy dolorosa que Dios está haciendo en mí, que en el fondo todavía creo que la vida me viene del dinero; me lo ha hecho ver en el hecho de que no soporto tener deudas. No acepto, en la profesión, tener que dejarme ayudar económicamente. Es decir, en mi vida el dinero sigue siendo una cosa muy importante.»

Suelen tener tan nulo discernimiento, que ninguno se da cuenta de que está poniendo su seguridad en el CNC.

«K: Segunda tentación: antes del camino, ¿qué no aceptabas de tu vida?

X: No aceptaba la incultura de mi madre, la pobreza y la falta de energía de mi padre. Mi padre lo está descubriendo en el camino. No aceptaba la injusticia social, porque me creía justo, aunque sabía que era un ladrón. No aceptaba el pecado de mi esposa ni de mis hijos. No aceptaba no ocupar un puesto mejor en la vida. No aceptaba que alguien me diera órdenes, aunque fingía obedecer. No aceptaba ser un hombre débil. Me cubría de cinismo e hipocresía, si no encontraba en casa lo que quería, lo buscaba fuera.

K: Hoy ¿has visto un cambio de dirección en el camino?

X: He visto claramente que soy un blasfemo que siempre he buscado mi vida. Que no puedo amar en Jesús. Que he traumatizado a mis hijos. Que nunca he estado bien con nadie. Juzgo a todos. Todo ha estado siempre en función mía. Soy un hombre que se busca en todo. Nunca he aceptado ser dominado por mi esposa y constantemente me he rebelado ante los acontecimientos que Dios me ha puesto, ya que no eran de mi gusto. Que envidio el coraje de mi esposa y la juzgo constantemente.

K: Incluso hoy ¿Qué cosas apenas puedes entender?, ¿qué no aceptas?

X: La catequesis de esta mañana me ha iluminado mucho porque he visto que era verdad el fariseísmo que hay en mí. También he cargado a los demás con pesos que yo no puedo llevar, filtro el mosquito y me trago el camello. Soy un fariseo que se esfuerza por cumplir la ley y me rebelo contra mi impotencia. Aunque he experimentado la gratuidad, no la puedo aceptar porque el moralismo no ha desaparecido de mí. También he descubierto que le pido a Dios que me haga cristiano, como si tuviera algún derecho. También he descubierto que no puedo rezar cuando quiero y esto me ha hecho rebelarme muchas veces. Soy un soberbio que tengo que sentarme todos los días en el trono de Dios. En definitiva, paso el día exigiendo a Dios que me cambie porque la cruz me escandaliza. Solo cuando pude entrar en el tiempo de Dios, y esto sucedió hace poco, en el shemá, vi lo ridículo que es esto; es decir, que tengo problemas que agrando, que me destruyen y me matan. Que soy un cómodo y un perezoso. Busco una vida que no es la que Dios me pone delante.

K: Tercera tentación: los ídolos del mundo. Para ti cuales son. Enuméralos.

X: Dinero, títulos, sexo, prestigio, poder, familia, salud, edad, raza...

K: ¿Has sido esclavo de estos ídolos antes del camino?

X: De todos ellos absolutamente.

K: ¿Has experimentado alguna victoria concreta que puedas explicar como debida a este camino, sobre cualquiera de estos ídolos?»

Porque hay algunos, muy clericales, que todavía creen que la Gracia viene de Dios.

«X: Solo en relación al sexo. Sin ningún esfuerzo, el Señor me ha permitido ver a las mujeres como hermanas, con ojos limpios, y ha desaparecido o se ha camuflado (no sé, porque en el fondo son las mismas) mi obsesión sexual. Lo estoy descubriendo hoy, mañana no lo sé.

K: Todavía hoy, ¿de qué ídolos te sientes esclavo?

X: Bien, excepto del sexo, por misericordia de Dios, de todos los demás.

K: (pregunta a la esposa) Veamos, me gustaría preguntarte, delante de todos los hermanos, aquí públicamente, si crees una cosa: si tu marido ha tenido verdaderamente un principio de conversión, gracias al cristianismo. Si está cambiando de mentalidad. Y tú, que ves su comportamiento en casa, puedes testimoniarlo. Si hay pruebas y hechos concretos de que tu marido, gracias al encuentro con Jesucristo que ha tenido en este camino, tiene reacciones distintas que no habría tenido antes.»

Quede claro: si Dios se hace el encontradizo en la parroquia, en unos ejercicios espirituales, paseando por el parque o comprando el pan, vale 0.

«X: Sí.

K: puedes sentarte (Ahora pregunta al presbítero de la comunidad).

P: He conocido a X desde el año 70 y puedo testimoniar que es otro distinto, completamente cambiado.

K: Un momento. Tú como presbítero puedes testimoniar... Primero, ha hecho el camino en su parte técnica, ha hecho los temas, ¿ha venido a la comunidad?»

¡Ah, el ídolo del CNC y del trípode!

«P: Sí.

K: Independientemente de esto. Tú, como presbítero, y como lo conocías desde antes, ¿puedes decir que ha habido un cambio en él, un principio de conversión?

P: Absolutamente.

K: Puedes sentarte. Ahora quiero saber de la comunidad, sinceramente, si alguno de vosotros conocéis un hecho que sea cristiano, que vaya en su favor, o cualquier hecho que no sea cristiano, que sea escandaloso, que se pueda decir negativo, si alguien cree que puede decir algo, puede hablar.

C: Pienso que en su favor...

Kiko: No, nada de juicios que te parezcan a ti. Hechos.

C: Las dificultades que ha tenido muy serias debido a una enfermedad en su familia, cómo ha podido superarlas.

K: ¿Te has probado con el dinero?

X: Creía que sí, pero he visto que no porque lo que hice fue para justificarme, me construía mucho, pero no me servía para bendecir a Dios porque me estaba buscando a mí mismo, si podía dar algo, me sentía muy orgulloso.

K: Veamos: ¿en este momento quieres entrar al catecumenado?

X: Sí.

K: El Señor quiere hacer una alianza contigo. Se llama la Alianza de la Sal. En esta alianza el Señor se compromete, jura por la sangre de su Hijo Jesucristo introducirte en la Tierra Prometida, es decir, hacerte un cristiano.»

Es decir, hay cristianos de categoría superior a los que diosito sirve y hace juramentos con sangre y luego cristianos de verdad, de los que creen en Dios.

«No en tu fuerza, sino por su propia fuerza. Pero para que el Señor pueda actuar necesita tan solo una cosa; que estés de acuerdo en destruir los ídolos en los que te apoyaste hasta hoy. Porque el Señor te respeta, es un caballero y no puede actuar en nosotros si no lo dejamos. Para que él pueda actuar, antes de entrar a conquistar la Tierra Prometida con Josué, lo hemos visto en el shemá, el Señor nos pide que lo tengamos como el único Dios para hacer una alianza con él. Entonces Él se encargará de vencer a todos tus enemigos. Tienes una serie de enemigos, que son la ira, la lujuria, los siete pecados mortales, las siete naciones que nos dominan y el Señor los destruirá. Cuando te diga: "Ahora puedes atacar". Antes no podías. Cuando Él te diga: "Al anatema", tú no retrocedas, no tengas compasión de ellos. Verás que yo te doy la fuerza y ​​sin ningún esfuerzo puedes vencer a estos enemigos.»

Es que diosito y Kiko son uno.