Siguiendo con el guion del tostón de inicio de curso, a
continuación se proclama un Evangelio: Mt 7,7-11. Y sigue lo que tendría que
haber sido un comentario al Evangelio.
Este es
el Evangelio que nos pone hoy la Iglesia y que viene también en nuestra
ayuda.
Cuando
hemos proclamado el primer salmo esta mañana, que es la primera Palabra de Dios
que hemos pronunciado, decía: «Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu
nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu
fidelidad». Y yo siempre me acuerdo de cómo interpretaba Carmen este salmo,
desde el comienzo, que es una ausente presente aquí entre nosotros.
Y, por descontado, en el kikismo es más importante contar
batallitas de Carmen que comentar un Evangelio.
Ella
decía que la Iglesia primitiva hacía el examen de conciencia por la mañana: no
decía que lo hacía por la noche. Y ¿por qué? Porque por la mañana proclamaba la
misericordia de Dios, que es la oración. Esta misericordia de Dios no es una idea,
no es un concepto: es la misma persona de Jesucristo, el que hizo por nosotros
justicia, salvación. Entonces, en la oración que hacemos por la mañana, si
abrimos la Escritura nos ponemos de cara a Él. Y la oración nos ayuda porque ha
dicho el Evangelio: «Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá» para que el
Señor nos dé las cosas buenas. Y como todos sabemos muy bien: ¿qué es la cosa
buena? Pues es el Espíritu Santo que nos ayuda en el día a saber interpretar la
historia según la voluntad de Dios, aceptar los hechos, nos ayuda a glorificar
su nombre, a tantas cosas.
Y eso es todo lo que dice sobre el Evangelio. El resto, son
divagaciones sobres otros asuntos.
Por
tanto, hermanos, sin oración no hay vida cristiana, no es posible. Por eso, cuántas
veces, yo el primero, hacemos la oración con rutina. Pero es importante lo que
tú decías: ¡Abrir la Palabra! Y ella es la que conduce nuestros pasos. Y por la
noche proclamamos su fidelidad. Carmen decía -Espero interpretar bien lo que
ella decía y no me mande un mensaje desde el cielo diciendo: “Te lo estás
inventando tú”-. Pero es que yo lo que tengo sellado: que el examen de
conciencia entra en la Iglesia con los Jesuitas. Y se empieza a tener siempre
una relación de cómo me he portado, de cómo he actuado en el día. Y terminamos,
casi siempre, expidiéndonos un certificado de buena conducta: «¡La culpa la
tuvieron los demás!». Mientras que no es así. Según el espíritu de la Iglesia,
esta frase: «y por la noche proclamamos tu fidelidad», quiere decir que el
Señor nos ha ayudado.
Me pregunto si será casualidad que el “comentario al Evangelio”
sea una crítica negativa a los jesuitas -Por cierto, el Papa es jesuita-,
seguido de una batallita personal.
Con esta
actitud yo también quiero dar gracias al Señor por todo esto, como algunos me
habéis felicitado, sobre todo felicitemos al Señor por los 50 años de
presbítero itinerante ininterrumpidos. (Aplausos) No es por virtud, es obra del
Espíritu cuando hice un gesto en mi vida, que hice un acto de fe serio en el
Señor, renunciando a lo que me había parecido cuando después de la experiencia
de las barracas yo no me sentía de tirar adelante en el ministerio para nada.
Pero me fie de Dios porque había puesto un paréntesis al Señor en mi vida para
ordenarme: que era que yo no me veía cura de la mentalidad de aquel momento,
cura de pueblo y esas cositas. Y ese paréntesis me impedía ir adelante. Me fie
de Dios y dije: «Vale, sin condiciones. Y si me mandas a un pueblo a un pueblo
voy». El obispo después de ordenarme, después de la convivencia de Fuentes
cuando se hizo el equipo para América, me presenté a D. Maximino y le dije que
se había hecho un equipo y me preguntó quiénes eran el equipo. Yo empecé por
Carmelo y Dulce, que ya les conocía. Luego hablé de P. José María Garciandía. Y
de Buby no dije nada porque estaba esperando él también para entrar a hablar
con el obispo. Y le dije: «El otro soy yo». Me miraba, se reía, no me decía
nada. Y finalmente me dijo: «Muy bien, te doy permiso». Y luego los cinco o
seis obispos que he tenido hasta el día de hoy han confirmado la misión.
Imaginaros cómo no dar gracias al Señor subrayando cómo Dios es fiel a
cualquier cosita mínima que le damos, que es un acto de confianza en su amor,
cómo Dios lo premia y lo bendice con el cien por uno.
Oremos.
Menos mal que el “comentario al Evangelio” terminó.
La homilía del kikura se reduce a un compendio de batallitas personales o de la difunta. ¡Qué nivel!
ResponderEliminarNadie puede dar de lo que no tiene . O, como dicen en mi tierra: "De donde no hay, no se puede sacar".
Eliminar-sepul-
Dice: de cura y esas cositas.
ResponderEliminarSiempre despreciando al sacerdote de parroquia y sus actividades de pastoral en la parroquia.
Prefiero un sacerdote en la parroquia y no estos sacerdotes del CN que van confundiendo a la gente con sus predicaciones ambigüas, hasta mandando a pecar.
Me he dado cuenta en los últimos años, que la Iglesia Católica está perdida, al menos respecto a la iglesia que conocemos. El Kamino es una aberración, pero los obispos lo utilizan claramente como recurso fácil para la pérdida de clientes, sin importarles para nada lo que se hace o lo que se dice y aparte supone el aporte necesario de prevendas y capital para su poltrona. En España y en Italia es clarísima esa relación y en Sudamérica, por descontado, con toda la epidemia de sectas que hay es una secta legalizada que aporta dinero a los obispados y buena vida además de clientes a la iglesias que por otra parte si no quedaría totalmente vacías( independientemente de que sean un todo a parte) puesto que la dejadez al respecto de la Iglesia es evidente, en lo que a sus fieles se refiere.
ResponderEliminarLázaro