Aquí arranca lo que el mamotreto de este año llama kerigma.
Yo tengo
un ministerio que Dios me da y que me invita a realizar con vosotros. Por eso
no tengo más remedio que anunciaros esta mañana el amor de Dios.
Kiko confunde sistemáticamente el sacerdocio de todo bautizado
con el sacerdocio ministerial. Lo que él hace es atribuirse cometidos que
corresponden al sacerdote ordenado, no al laico. Y encima es tan pobrecito que
su diosito le obliga a hacer cosas que él no quería.
El Señor
os invita a quererle, nos invita a amarle con todo nuestro corazón, con toda
nuestra alma y con todas nuestras fuerzas; a amarlo a Él. Amar a Cristo, dicen
los padres del desierto, es la única verdad, el resto es todo vanidad.
Entonces, si esta convivencia nos ayuda a querer un poco más a Cristo, bendita
sea, pues para eso hemos sido puestos en la Tierra, para que nos encontremos
con el Señor y, habiéndonos encontrado con Él, escuchemos su voz, creamos en
que de verdad ha subido a la cruz por todos nosotros y podamos recibir el
perdón de los pecados y la vida inmortal. En esta convivencia recibiremos el perdón de los pecados
y la vida inmortal habitará en nosotros, la vida misma de Dios.
Y sin necesidad de esa reunión, en el confesionario más cercano,
sin tanta parafernalia y sin tanta bolsa, se puede recibir igual de bien o
mejor todavía.
Para eso
hemos sido creados, para que conozcamos a su Hijo Jesucristo y le queramos y
aceptemos su oblación, y aceptando su oblación seamos liberados del fuego
eterno de la condenación, seamos liberados del castigo que nos hemos merecido
los hombres cuando nos hemos apartado de Dios.
Nuestros
antiguos padres pecaron contra Dios seducidos por el demonio, que les invitaba
a rechazar a Dios y a hacerse dios ellos mismos, a hacerse dios de la historia.
Y ser Dios les fascinó: «Sed como Dios. Seréis como dioses porque decidiréis
por vosotros mismos el bien y el mal, nadie tendrá que deciros lo que está bien
y lo que está mal: sed, rebelaos contra Dios». Y nuestros antiguos padres
cayeron en esta trampa, que es una seducción. O sea, nos pone el demonio un
señuelo delante: «¡Sed como Dios!». Y cayeron en esa trampa y rechazaron al
Dios verdadero para seguir a un ídolo, que es la proyección de sí mismos como
dioses.
¡Faltaría más! Vamos, que ellos no necesitan la resurrección de
Cristo, porque son más chulos que un ocho y no les engaña nadie.
Y los
que caen en este engaño se dañan, se condenan, porque matan a Dios en ellos y
entran en el abismo infernal de las tinieblas exteriores. Pero nosotros, de
alguna manera, hemos sido sacados de ahí y el Señor os ha mandado catequistas,
hermanos que os ayuden, que también como vosotros, en otro tiempo, estaban
sometidos a la soberbia y al mal. Pero fuimos rescatados por el Señor. Y nos ha
invitado a que os ayudemos a vosotros, así como también vosotros sois invitados
a ayudar a otros, de modo que se forme una cadena, una caravana de salvados, de
hombres que caminan hacia el cielo realizando la misión para la cual fue creado
este universo.
Dios
creó la Tierra para que en ella habitase el hombre y para el hombre, de forma
que puesto en esta Tierra pudiera encontrarse con Jesucristo y pudiera
participar de su victoria sobre la muerte y el pecado.
El follón que lía es fino. A ver, Dios no creó una Tierra en la
que ya existía la muerte, sino que la muerte entró por el pecado. Y el pecado
no estaba en la creación de Dios, pero Kiko lo lía y parece que desde el
principio la idea era que todos murieran salvo ellos, que se creen especiales.
Todos
hemos sido pecadores, todos, pero el Señor tuvo misericordia de nosotros. Él es
infinitamente Santo, infinitamente bueno. Y no le importó venir a salvar a los
hombres cuando los hombres que habitaban la Tierra estaban separados de Dios.
La Tierra estaba llena de violencias, de guerras, de lujurias, de dinero, de
cosas horribles… Los hombres se explotan unos a otros, y así podemos ver cómo
es la realidad en la que vivimos.
Pero a
nosotros Dios, por su gran amor y si infinita misericordia, nos pensó desde
antes de la creación del mundo para que nos encontráramos con su Hijo, porque
Dios nos ama. Dios es amor, Él nos quiere, nos quiere con un amor infinito. Tan
grande es ese amor que Él mostró en la cruz de su Hijo, lleno de sufrimientos,
en un suplicio de horror, el amor que nos tenía y que nos tiene, que es un amor
que nos ha rescatado ya; Él quiere vivir en nosotros. Pues que esta
convivencia, de verdad, nos lleve a que no vivamos más para nosotros mismos,
sino que sea Él el que habite en nuestro corazón, en nuestra alma: «Ya no soy
yo quien vive —dice S. Pablo—, es Cristo quien vive en mí». Esto es para todos
nosotros. Si no, esta convivencia no sirve para nada, no sirve si no se da en
nosotros este gran misterio del amor de Dios realizado en Jesucristo que nos
hace participar de su gloria, de su victoria sobre la muerte, y que nos da a
participar de su vida inmortal; algo verdaderamente grande. Y nos lleva a
querernos: «Amaos, amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán
todos que sois mis discípulos: si os amáis»; por eso es importantísimo el
querernos. Pero como somos todos muy débiles y pecadores, pues el Señor nos
ayuda con esta convivencia.
Más
importante que lo que yo os pueda decir, o el P. Mario o Ascensión, es lo que
el Espíritu Santo selle en vuestro corazón mientras escucháis. ¿Qué es lo que
tenemos que deciros? Pues el amor de Dios, que Dios nos quiere y nos está preparando para que
actuemos en el mundo, para que lo ayudemos a Él a salvar otras almas que vayan
con nosotros al cielo.
Parece ser que los más viejos del lugar llevan 50 años, y
todavía están en la preparatoria… Más vale que Dios tenga otros ayudantes,
porque lo que es estos, van a estrenar un cajón de pino antes de concluir su
preparación.
Nos está
preparando para una misión, una misión que nos otorga en la parroquia o fuera
de la parroquia los que estáis en misión. A todos nos está preparando el Señor.
No hay cosa más grande en el mundo que evangelizar: «Id y haced discípulos a
todas las naciones: id, que yo estoy con vosotros». Como Jesucristo es el que
ama a todos los hombres, a través de nosotros quiere ayudar a tanta gente; y lo
estamos haciendo. Yo no me doy cuenta de la vida que llevo porque la lleva Él.
Ahora estoy en esta convivencia y después pues no sé, no sé hasta cuándo el
Señor me tendrá con Él y me tendrá anunciando el Evangelio y ayudándoos a
vosotros. Porque Él pensó, antes de la creación del mundo, en unirnos, y que
nosotros os ayudásemos en vuestra fe. Dentro de esa misión que nos ha confiado
está esta convivencia.
Lo que pasa es que diosito tuvo un despiste y, por eso, los
profetas solo anunciaron a Jesucristo y se olvidaron de anunciar que luego vendría
otro con la pretensión de ayudar en la fe a los demás a condición de servirle
de por vida.
Por eso
es muy importante que vengamos con humildad y nos pongamos de rodillas ante
Jesucristo presente en su Iglesia en la figura del ministro, del que administra
los bienes eternos que nos da el Señor con la imposición de manos y el perdón
de los pecados. Pues vayamos a Él contentos de poder rechazar el hombre viejo,
el hombre del orgullo, de la soberbia, el hombre que busca el placer en todo,
que se busca a sí mismo, que vive para él prisionero de la concupiscencia. Pero
el Señor, que nos quiere a todos, nos ha traído aquí para perdonarnos los
pecados.
Insisto, para acceder al perdón de los pecados no suele ser
necesario irse a otra población o a otra provincia o a otro país. La Iglesia
pone las cosas mucho más fáciles que los que no quieren ser un grupo más de la
parroquia.
Y
entonces, en esta celebración que haremos de la conversión, de la
reconciliación, se hace aquí presente la cruz de su Hijo, la cruz de
Jesucristo. Jesucristo crucificado es Dios mismo que estaba reconciliando al
mundo consigo mediante su Sangre en un suplicio aterrador como era la
crucifixión; Cristo se
ofreció para que todos los que estamos aquí pudiéramos recibir, en esta
convivencia, el perdón de todas nuestras faltas, de todos nuestros
pecados, y pueda ser reconstruido en nuestro interior un hombre nuevo: el
hombre Cristo Jesús habitando en nosotros lleno de humildad.
Y sin estar en esa convivencia, también.
Sin
humildad no hay nada de cristiano en nosotros; humildad. Que el perdón de los
pecados nos conceda la humildad de Cristo, que nos conceda considerarnos los
últimos y peores que los demás, que consideremos al otro superior a nosotros
como dice S. Pablo, diciendo, por la fuerza y la iluminación del Espíritu
Santo, que no merecemos estar aquí.
Ciertamente no se merecen semejante suplicio, por eso más les
valdría no perder tanto tiempo.
Que
nosotros no somos mejores que los miles y miles y miles de hombres que están en
las cárceles, en cárceles de horror en África, en España, cárceles que están
llenas de violencia y donde los hombres viven esclavos del mal, del demonio,
odiando, matando, etc., igual que sucede en el mundo. Pero nosotros hemos sido
rescatados del imperio del mal y de las tinieblas y hemos sido puestos en la
luz de su amor que nos ilumina en esta convivencia.
Sí, sí, seguramente se les va a notar cuando vuelvan de la reunión
que llaman convivencia, porque juzgarán y hablarán mal de todos con una humildad
portentosa.
Por eso
tenemos que estar muy agradecidos al Señor que nos quiere tanto, que nos ama,
que está feliz de habitar en nosotros y de mostrar en nosotros su humildad, su
infinita humildad, su infinito amor, haciendo de nosotros una vida de santidad
siguiendo sus pasos.
Por eso:
ánimo hermanos, demos gracias a Dios por esta convivencia, por su amor.
Yo en el
nombre de Jesús os digo: convertíos a Él, rechazad vuestra vida y ofrecedle
vuestros cuerpos para que habitando en vosotros su Espíritu Santo seáis
cristianos, seáis otros Cristo, para que seamos todos cristianos y se muestre
en nosotros, en nuestro cuerpo, el morir de Jesús; para que se vea en nuestro
cuerpo la victoria de su resurrección, la fuerza de su resurrección. Él, que ha
vencido la muerte y el pecado y vive para siempre, nos quiere hacer participar
de su victoria sobre la muerte y nos da su Espíritu.
La
primera cosa que hace el Espíritu Santo en nosotros es que nos queramos unos a
otros; que nos perdonemos si es que alguno tiene alguna queja de la mujer o del
marido o del otro. Perdonaos mutuamente, consideraros los últimos y peor que
los demás. «Amaos como yo os he amado. En este amor conocerán todos que sois
mis discípulos». A esta gran misión nos llama el Señor: a mostrar en nosotros
su presencia, su amor, su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Quiere
habitar en nosotros verdaderamente. Su amor en nosotros nos hace santos, nos
hace hijos de Dios mediante el Espíritu Santo.
Por eso,
ahora, nos prepararemos a una celebración de la reconciliación con Dios, una
celebración del perdón, de su misericordia, para recibir de su amor, para
recibir su Espíritu.
La misma perorata desde hace 50 años y nada ha cambiado, ni lo hará. Solo los bolsillos y, sobre todo, el ego del jefe, que se han ido inflando hasta llegar a límites insospechados. Pero igual de "pedor" que siempre.
ResponderEliminarTotal, de lo que se trata es de tener poder y dinerito para aliviar esas ansias de mangonear y de conseguir lo que se quiere. Lo demás, sobra.
Estoy totalmente de acuerdo con Alejada. Pero tengo que resaltar esto que Gloria ha puesto:
ResponderEliminar“Lo que pasa es que diosito tuvo un despiste y, por eso, los profetas solo anunciaron a Jesucristo y se olvidaron de anunciar que luego vendría otro con la pretensión de ayudar en la fe a los demás a condición de servirle de por vida.”
Como diríamos en mi rancho, doña Gloria C Mamó. 😊
La misma mierda de siempre.....jodeeeer qué pereeeeeza tener que fumarse oootra "convikiko".
ResponderEliminarLos mismos mantras desde hace 50 años. "El señor te ha puesto esta convi para salvarte" "Eres un privilegiado por estar aquí mientras tus amigos de fuera se están muriendo hoy por no estar aquí", "Yo (gracias kiko no sé que haría sin tí) te traigo esta convi para convertirte, Yo te traigo al señor"..... En fin, las mismas mamandurrias de siempre.
PD: I.C.
Bien, Kiko dice:
ResponderEliminar"Que nosotros no somos mejores que los miles y miles y miles de hombres que están en las cárceles, en cárceles de horror en África, en España, cárceles que están llenas de violencia y donde los hombres viven esclavos del mal, del demonio, odiando, matando, etc."
Pero lo anterior no se da en las comunidades, todo lo contrario, los responsables sobre todo, desprecian a todos los grupos de la parroquia y aprovechan cada oportunidad para decir que el Camino va a salvar a la parroquia, dicen que ellos sí están convertidos, pero dentro de cada comunidad lo que se ve es rivalidad y odios, por ejemplo en comunidades de 25 años eso es lo que se ve, pero lo viven muy solapadamente, los hermanos de las comunidades más antiguas les dicen a los de las comunidades más jóvenes que ahora todo es color rosa pero que ya los quieren ver más adelante a ver si todo sigue igual y se ríen muy irónicamente!!!!!
Oye Kiko esto es lo verdaderamente sucede con las comunidades, despierta, y otras cosas peores.
¡Qué tostonazo de kerigma, si es que esto se le parece algo al autentico Kerigma que predicaban los Santos!
ResponderEliminarAhora os paso un link muy interesante, que aunque no tiene nada que ver con el CN, sí va incluido dentro de ese desmadre que tenemos en la Iglesia Católica. Merece la pena que lo escuchéis y saquéis vuestras conclusiones.
https://www.youtube.com/watch?v=17CWoKEFmuU&t=2s
https://www.archisevilla.org/convivencias-de-inicio-de-curso-en-el-camino-neocatecumenal/?fbclid=IwAR3lOt8Zy6X9ygDQcV-n1iowpJsWflbjcSs1nZVe0X8zE9cjfdnv0a730Y0
ResponderEliminar¡Ahí ahí anunciando a bombo y platillo las Convikikos!
PD: I.C.
Ahí nombran a un tal Lucio García, que aparece en el listado de los 72. Imagino que es el patanegra de Sevilla.
EliminarEl kikotista principal de Andalucía...
Eliminar¡Nada menos que el capo de la zona!
Eliminar"Pero nosotros, de alguna manera, hemos sido sacados de ahí y el Señor os ha mandado catequistas, hermanos que os ayuden, que también como vosotros, en otro tiempo, estaban sometidos a la soberbia y al mal. "
ResponderEliminarEs de suponer que Kiko se refiere a los catequistas del CNC o "kikoquistas". Porque los otros...
"Nos está preparando para una misión, una misión que nos otorga en la parroquia"
A ver si es verdad
"consideraros los últimos y peor que los demás".
¡No iba a dejar de decir esto!
Ojalá sus mismos kikoquistas lo escucharan, porque cuando llegan de visita con sus comunidades, llegan con sus ínfulas de superioridad, ni saludan, llegan tarde, etc.
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ResponderEliminarComparto con Rodrigo la agudeza de los comentarios de Gloria (¡Felicitaciones!).
Sin embargo, llama la atención que esta gente necesiten que alguien más (Krazy Argüello) se lo diga. ¿Acaso no se enteran de que eso es gracia, de que no se necesitan konvivencias ni diezmos para ello? No deja de ser un poco simoniaco la propuesta de kiko, que para encontrar lo que Dios da y ofrece gratis tenga que mediar una konvivencia con su consabido coste?
Por eso siempre me ha gustado Dietrich Bonhoeffer. Para los que comparten en comunidad, su pequeño libro de “Vida en Comunidad”. Y para conocer que el precio de la Gracia (nada que ver con el diezmo ni con bolsillos o bolsas negras) es el seguimiento a Jesús de Nazareth y en esto los kikos parecen no entender nada, pues cambian la gloria de Dios por la de un buey que fuma hierbas. ¿Cómo dice Jeremías (17, 5-10)? “"Maldito quien confía en el hombre…” Y ¿de qué va el Salmo 1?
Para los interesados en desasnarse, ahí les dejo estos enlaces:
https://www.academia.edu/5825438/Dietrich_Bonhoeffer_-_VIDA_EN_COMUNIDAD
https://www.academia.edu/7459887/EL_precio_de_la_gracia_-_Dietrich_Bonhoeffer
https://archive.org/details/DietrichBonhoefferElPrecioDeLaGracia/page/n1
Es curioso que el mismo Kiko recomienda este libro en el mamotreto de primer escrutinio, pero parece que nadie lo sigue
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