martes, 15 de octubre de 2019

Tostón de inicio de curso 2019 (II)



Aquí arranca lo que el mamotreto de este año llama kerigma.
Yo tengo un ministerio que Dios me da y que me invita a realizar con vosotros. Por eso no tengo más remedio que anunciaros esta mañana el amor de Dios.
Kiko confunde sistemáticamente el sacerdocio de todo bautizado con el sacerdocio ministerial. Lo que él hace es atribuirse cometidos que corresponden al sacerdote ordenado, no al laico. Y encima es tan pobrecito que su diosito le obliga a hacer cosas que él no quería.
El Señor os invita a quererle, nos invita a amarle con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas; a amarlo a Él. Amar a Cristo, dicen los padres del desierto, es la única verdad, el resto es todo vanidad. Entonces, si esta convivencia nos ayuda a querer un poco más a Cristo, bendita sea, pues para eso hemos sido puestos en la Tierra, para que nos encontremos con el Señor y, habiéndonos encontrado con Él, escuchemos su voz, creamos en que de verdad ha subido a la cruz por todos nosotros y podamos recibir el perdón de los pecados y la vida inmortal. En esta convivencia recibiremos el perdón de los pecados y la vida inmortal habitará en nosotros, la vida misma de Dios.
Y sin necesidad de esa reunión, en el confesionario más cercano, sin tanta parafernalia y sin tanta bolsa, se puede recibir igual de bien o mejor todavía.
Para eso hemos sido creados, para que conozcamos a su Hijo Jesucristo y le queramos y aceptemos su oblación, y aceptando su oblación seamos liberados del fuego eterno de la condenación, seamos liberados del castigo que nos hemos merecido los hombres cuando nos hemos apartado de Dios. 
Nuestros antiguos padres pecaron contra Dios seducidos por el demonio, que les invitaba a rechazar a Dios y a hacerse dios ellos mismos, a hacerse dios de la historia. Y ser Dios les fascinó: «Sed como Dios. Seréis como dioses porque decidiréis por vosotros mismos el bien y el mal, nadie tendrá que deciros lo que está bien y lo que está mal: sed, rebelaos contra Dios». Y nuestros antiguos padres cayeron en esta trampa, que es una seducción. O sea, nos pone el demonio un señuelo delante: «¡Sed como Dios!». Y cayeron en esa trampa y rechazaron al Dios verdadero para seguir a un ídolo, que es la proyección de sí mismos como dioses. 
De alguna manera nosotros hemos sido salvados de este engaño.
¡Faltaría más! Vamos, que ellos no necesitan la resurrección de Cristo, porque son más chulos que un ocho y no les engaña nadie.
Y los que caen en este engaño se dañan, se condenan, porque matan a Dios en ellos y entran en el abismo infernal de las tinieblas exteriores. Pero nosotros, de alguna manera, hemos sido sacados de ahí y el Señor os ha mandado catequistas, hermanos que os ayuden, que también como vosotros, en otro tiempo, estaban sometidos a la soberbia y al mal. Pero fuimos rescatados por el Señor. Y nos ha invitado a que os ayudemos a vosotros, así como también vosotros sois invitados a ayudar a otros, de modo que se forme una cadena, una caravana de salvados, de hombres que caminan hacia el cielo realizando la misión para la cual fue creado este universo.
Dios creó la Tierra para que en ella habitase el hombre y para el hombre, de forma que puesto en esta Tierra pudiera encontrarse con Jesucristo y pudiera participar de su victoria sobre la muerte y el pecado.
El follón que lía es fino. A ver, Dios no creó una Tierra en la que ya existía la muerte, sino que la muerte entró por el pecado. Y el pecado no estaba en la creación de Dios, pero Kiko lo lía y parece que desde el principio la idea era que todos murieran salvo ellos, que se creen especiales.
Todos hemos sido pecadores, todos, pero el Señor tuvo misericordia de nosotros. Él es infinitamente Santo, infinitamente bueno. Y no le importó venir a salvar a los hombres cuando los hombres que habitaban la Tierra estaban separados de Dios. La Tierra estaba llena de violencias, de guerras, de lujurias, de dinero, de cosas horribles… Los hombres se explotan unos a otros, y así podemos ver cómo es la realidad en la que vivimos. 
Pero a nosotros Dios, por su gran amor y si infinita misericordia, nos pensó desde antes de la creación del mundo para que nos encontráramos con su Hijo, porque Dios nos ama. Dios es amor, Él nos quiere, nos quiere con un amor infinito. Tan grande es ese amor que Él mostró en la cruz de su Hijo, lleno de sufrimientos, en un suplicio de horror, el amor que nos tenía y que nos tiene, que es un amor que nos ha rescatado ya; Él quiere vivir en nosotros. Pues que esta convivencia, de verdad, nos lleve a que no vivamos más para nosotros mismos, sino que sea Él el que habite en nuestro corazón, en nuestra alma: «Ya no soy yo quien vive —dice S. Pablo—, es Cristo quien vive en mí». Esto es para todos nosotros. Si no, esta convivencia no sirve para nada, no sirve si no se da en nosotros este gran misterio del amor de Dios realizado en Jesucristo que nos hace participar de su gloria, de su victoria sobre la muerte, y que nos da a participar de su vida inmortal; algo verdaderamente grande. Y nos lleva a querernos: «Amaos, amaos unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis»; por eso es importantísimo el querernos. Pero como somos todos muy débiles y pecadores, pues el Señor nos ayuda con esta convivencia. 
Más importante que lo que yo os pueda decir, o el P. Mario o Ascensión, es lo que el Espíritu Santo selle en vuestro corazón mientras escucháis. ¿Qué es lo que tenemos que deciros? Pues el amor de Dios, que Dios nos quiere y nos está preparando para que actuemos en el mundo, para que lo ayudemos a Él a salvar otras almas que vayan con nosotros al cielo.
Parece ser que los más viejos del lugar llevan 50 años, y todavía están en la preparatoria… Más vale que Dios tenga otros ayudantes, porque lo que es estos, van a estrenar un cajón de pino antes de concluir su preparación.
Nos está preparando para una misión, una misión que nos otorga en la parroquia o fuera de la parroquia los que estáis en misión. A todos nos está preparando el Señor. No hay cosa más grande en el mundo que evangelizar: «Id y haced discípulos a todas las naciones: id, que yo estoy con vosotros». Como Jesucristo es el que ama a todos los hombres, a través de nosotros quiere ayudar a tanta gente; y lo estamos haciendo. Yo no me doy cuenta de la vida que llevo porque la lleva Él. Ahora estoy en esta convivencia y después pues no sé, no sé hasta cuándo el Señor me tendrá con Él y me tendrá anunciando el Evangelio y ayudándoos a vosotros. Porque Él pensó, antes de la creación del mundo, en unirnos, y que nosotros os ayudásemos en vuestra fe. Dentro de esa misión que nos ha confiado está esta convivencia. 
Lo que pasa es que diosito tuvo un despiste y, por eso, los profetas solo anunciaron a Jesucristo y se olvidaron de anunciar que luego vendría otro con la pretensión de ayudar en la fe a los demás a condición de servirle de por vida.

Por eso es muy importante que vengamos con humildad y nos pongamos de rodillas ante Jesucristo presente en su Iglesia en la figura del ministro, del que administra los bienes eternos que nos da el Señor con la imposición de manos y el perdón de los pecados. Pues vayamos a Él contentos de poder rechazar el hombre viejo, el hombre del orgullo, de la soberbia, el hombre que busca el placer en todo, que se busca a sí mismo, que vive para él prisionero de la concupiscencia. Pero el Señor, que nos quiere a todos, nos ha traído aquí para perdonarnos los pecados.
Insisto, para acceder al perdón de los pecados no suele ser necesario irse a otra población o a otra provincia o a otro país. La Iglesia pone las cosas mucho más fáciles que los que no quieren ser un grupo más de la parroquia.
Y entonces, en esta celebración que haremos de la conversión, de la reconciliación, se hace aquí presente la cruz de su Hijo, la cruz de Jesucristo. Jesucristo crucificado es Dios mismo que estaba reconciliando al mundo consigo mediante su Sangre en un suplicio aterrador como era la crucifixión; Cristo se ofreció para que todos los que estamos aquí pudiéramos recibir, en esta convivencia, el perdón de todas nuestras faltas, de todos nuestros pecados, y pueda ser reconstruido en nuestro interior un hombre nuevo: el hombre Cristo Jesús habitando en nosotros lleno de humildad. 
Y sin estar en esa convivencia, también.
Sin humildad no hay nada de cristiano en nosotros; humildad. Que el perdón de los pecados nos conceda la humildad de Cristo, que nos conceda considerarnos los últimos y peores que los demás, que consideremos al otro superior a nosotros como dice S. Pablo, diciendo, por la fuerza y la iluminación del Espíritu Santo, que no merecemos estar aquí.
Ciertamente no se merecen semejante suplicio, por eso más les valdría no perder tanto tiempo.
Que nosotros no somos mejores que los miles y miles y miles de hombres que están en las cárceles, en cárceles de horror en África, en España, cárceles que están llenas de violencia y donde los hombres viven esclavos del mal, del demonio, odiando, matando, etc., igual que sucede en el mundo. Pero nosotros hemos sido rescatados del imperio del mal y de las tinieblas y hemos sido puestos en la luz de su amor que nos ilumina en esta convivencia.
Sí, sí, seguramente se les va a notar cuando vuelvan de la reunión que llaman convivencia, porque juzgarán y hablarán mal de todos con una humildad portentosa.
Por eso tenemos que estar muy agradecidos al Señor que nos quiere tanto, que nos ama, que está feliz de habitar en nosotros y de mostrar en nosotros su humildad, su infinita humildad, su infinito amor, haciendo de nosotros una vida de santidad siguiendo sus pasos.
Por eso: ánimo hermanos, demos gracias a Dios por esta convivencia, por su amor.
Yo en el nombre de Jesús os digo: convertíos a Él, rechazad vuestra vida y ofrecedle vuestros cuerpos para que habitando en vosotros su Espíritu Santo seáis cristianos, seáis otros Cristo, para que seamos todos cristianos y se muestre en nosotros, en nuestro cuerpo, el morir de Jesús; para que se vea en nuestro cuerpo la victoria de su resurrección, la fuerza de su resurrección. Él, que ha vencido la muerte y el pecado y vive para siempre, nos quiere hacer participar de su victoria sobre la muerte y nos da su Espíritu. 
La primera cosa que hace el Espíritu Santo en nosotros es que nos queramos unos a otros; que nos perdonemos si es que alguno tiene alguna queja de la mujer o del marido o del otro. Perdonaos mutuamente, consideraros los últimos y peor que los demás. «Amaos como yo os he amado. En este amor conocerán todos que sois mis discípulos». A esta gran misión nos llama el Señor: a mostrar en nosotros su presencia, su amor, su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Quiere habitar en nosotros verdaderamente. Su amor en nosotros nos hace santos, nos hace hijos de Dios mediante el Espíritu Santo. 
Por eso, ahora, nos prepararemos a una celebración de la reconciliación con Dios, una celebración del perdón, de su misericordia, para recibir de su amor, para recibir su Espíritu. 

13 comentarios:

  1. La misma perorata desde hace 50 años y nada ha cambiado, ni lo hará. Solo los bolsillos y, sobre todo, el ego del jefe, que se han ido inflando hasta llegar a límites insospechados. Pero igual de "pedor" que siempre.

    Total, de lo que se trata es de tener poder y dinerito para aliviar esas ansias de mangonear y de conseguir lo que se quiere. Lo demás, sobra.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con Alejada. Pero tengo que resaltar esto que Gloria ha puesto:

    “Lo que pasa es que diosito tuvo un despiste y, por eso, los profetas solo anunciaron a Jesucristo y se olvidaron de anunciar que luego vendría otro con la pretensión de ayudar en la fe a los demás a condición de servirle de por vida.”

    Como diríamos en mi rancho, doña Gloria C Mamó. 😊

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  3. La misma mierda de siempre.....jodeeeer qué pereeeeeza tener que fumarse oootra "convikiko".

    Los mismos mantras desde hace 50 años. "El señor te ha puesto esta convi para salvarte" "Eres un privilegiado por estar aquí mientras tus amigos de fuera se están muriendo hoy por no estar aquí", "Yo (gracias kiko no sé que haría sin tí) te traigo esta convi para convertirte, Yo te traigo al señor"..... En fin, las mismas mamandurrias de siempre.

    PD: I.C.

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  4. Bien, Kiko dice:

    "Que nosotros no somos mejores que los miles y miles y miles de hombres que están en las cárceles, en cárceles de horror en África, en España, cárceles que están llenas de violencia y donde los hombres viven esclavos del mal, del demonio, odiando, matando, etc."

    Pero lo anterior no se da en las comunidades, todo lo contrario, los responsables sobre todo, desprecian a todos los grupos de la parroquia y aprovechan cada oportunidad para decir que el Camino va a salvar a la parroquia, dicen que ellos sí están convertidos, pero dentro de cada comunidad lo que se ve es rivalidad y odios, por ejemplo en comunidades de 25 años eso es lo que se ve, pero lo viven muy solapadamente, los hermanos de las comunidades más antiguas les dicen a los de las comunidades más jóvenes que ahora todo es color rosa pero que ya los quieren ver más adelante a ver si todo sigue igual y se ríen muy irónicamente!!!!!

    Oye Kiko esto es lo verdaderamente sucede con las comunidades, despierta, y otras cosas peores.

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  5. ¡Qué tostonazo de kerigma, si es que esto se le parece algo al autentico Kerigma que predicaban los Santos!

    Ahora os paso un link muy interesante, que aunque no tiene nada que ver con el CN, sí va incluido dentro de ese desmadre que tenemos en la Iglesia Católica. Merece la pena que lo escuchéis y saquéis vuestras conclusiones.

    https://www.youtube.com/watch?v=17CWoKEFmuU&t=2s


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  6. https://www.archisevilla.org/convivencias-de-inicio-de-curso-en-el-camino-neocatecumenal/?fbclid=IwAR3lOt8Zy6X9ygDQcV-n1iowpJsWflbjcSs1nZVe0X8zE9cjfdnv0a730Y0

    ¡Ahí ahí anunciando a bombo y platillo las Convikikos!

    PD: I.C.

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    1. Ahí nombran a un tal Lucio García, que aparece en el listado de los 72. Imagino que es el patanegra de Sevilla.

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    2. El kikotista principal de Andalucía...

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    3. ¡Nada menos que el capo de la zona!

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  7. "Pero nosotros, de alguna manera, hemos sido sacados de ahí y el Señor os ha mandado catequistas, hermanos que os ayuden, que también como vosotros, en otro tiempo, estaban sometidos a la soberbia y al mal. "


    Es de suponer que Kiko se refiere a los catequistas del CNC o "kikoquistas". Porque los otros...

    "Nos está preparando para una misión, una misión que nos otorga en la parroquia"

    A ver si es verdad

    "consideraros los últimos y peor que los demás".

    ¡No iba a dejar de decir esto!

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    1. Ojalá sus mismos kikoquistas lo escucharan, porque cuando llegan de visita con sus comunidades, llegan con sus ínfulas de superioridad, ni saludan, llegan tarde, etc.

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  8. Comparto con Rodrigo la agudeza de los comentarios de Gloria (¡Felicitaciones!).

    Sin embargo, llama la atención que esta gente necesiten que alguien más (Krazy Argüello) se lo diga. ¿Acaso no se enteran de que eso es gracia, de que no se necesitan konvivencias ni diezmos para ello? No deja de ser un poco simoniaco la propuesta de kiko, que para encontrar lo que Dios da y ofrece gratis tenga que mediar una konvivencia con su consabido coste?

    Por eso siempre me ha gustado Dietrich Bonhoeffer. Para los que comparten en comunidad, su pequeño libro de “Vida en Comunidad”. Y para conocer que el precio de la Gracia (nada que ver con el diezmo ni con bolsillos o bolsas negras) es el seguimiento a Jesús de Nazareth y en esto los kikos parecen no entender nada, pues cambian la gloria de Dios por la de un buey que fuma hierbas. ¿Cómo dice Jeremías (17, 5-10)? “"Maldito quien confía en el hombre…” Y ¿de qué va el Salmo 1?

    Para los interesados en desasnarse, ahí les dejo estos enlaces:
    https://www.academia.edu/5825438/Dietrich_Bonhoeffer_-_VIDA_EN_COMUNIDAD
    https://www.academia.edu/7459887/EL_precio_de_la_gracia_-_Dietrich_Bonhoeffer
    https://archive.org/details/DietrichBonhoefferElPrecioDeLaGracia/page/n1

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    1. Es curioso que el mismo Kiko recomienda este libro en el mamotreto de primer escrutinio, pero parece que nadie lo sigue

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Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.