Consideraciones kikas sobre los sacerdotes

Tal y como advirtió Alejada en un comentario, el blog neocatecumenali sigue desgranando poco a poco lo que dio de sí la reunión de inicio del curso 2020-2021. 

Llevan varias entradas dedicadas a dicha reunión habida en el Puerto San Jorge en octubre. Han dedicado una entrada a las disposiciones de los mandamases para tratar de hacer frente al grave problema de la adición a la pornografía de muchos de sus miembros.

¿Recordáis cuando Kiko aseguraba que todos fornican, adulteran, abortan y se suicidan salvo los jóvenes neocatecumenales?

«Os aseguro que cuando hemos tenido el encuentro con las familias en misión, familias que han venido de Asia, de Japón, de China, y las que han venido de Alemania, veis chicas guapísimas, con 16 o 17 años, las vemos fuertes, han vencido al maligno. No tienen Facebook, no van a los night-clubs, no van a bailar[1]. En su clase son las únicas chicas católicas, no abortan, son vírgenes, son fuertes: han vencido al maligno en medio de un mundo totalmente contrario; pero la compañera de clase de 17 años ha cometido ya tres abortos. No es fácil hoy ser joven. Nuestros jóvenes son fuertes y han vencido al maligno: "os escribo a vosotros jóvenes porque sois fuertes y habéis vencido al maligno". Era maravilloso ver a los chicos contentos. En la última convivencia de familias, más de 1000 familias, era un espectáculo ver a los hijos, todos chicos jóvenes, entusiastas, aplaudían constantemente porque por fin los habíamos invitado con sus padres a una convivencia. Y son fuertes, no viven en el pecado, viven con sus padres y no faltan nunca a los (sic) Laudes del domingo por la mañana[2]» (propaganda Adviento 2010).

Bueno, pues han tenido que pasar años, pero la obstinada realidad les ha hecho darse cuenta -a él, a los otros del trípode, a los 72 cefas y a cuantos los rodean-, de que estaban equivocados, confundidos o engañados.

No solo eso. Resulta que el problema de la adición a la pornografía entre miembros del CNc no solo afecta a jóvenes inexpertos de fe poco kikotizada, sino también a presbis salidos de los variopintos RM, a kikotistas de barbas recortadas, a salmistas, a responsables de comunidad… En suma, afecta a personas de toda edad, raza, nacionalidad, kikorisma y condición. Y tan graves son algunos de los casos, que la cúpula de los cefas está alarmada.

Otra entrada la dedicaron a la encuesta de este año, esa tan sosa y aburrida de la que CruxSancta ya se hizo eco.

En esta ocasión, neocatecumenali dedica una entrada a comentar una intervención de una kikotista asistente a la reunión megakika. Al parecer, se trataba de que algunos de los presentes comentaran su experiencia sobre cómo habían vivido el tiempo de confinamiento por la pandemia. Pero lo cierto es que esta kikotista en particular tuvo una intervención marcada por su consideración de que los presbis neokikos son pobres seres inmaduros e incapaces de sobreponerse a las acechanzas del maligno. Es más, los considera bastante necios y lerdos… Lo peor es que sospecho que ella sepa mejor que yo cómo son los presbis que salen de los RM.

Del testimonio de un catequista itinerante en la reunión de inicio del curso 2020/21:

«Hubo confinamiento y nos encontramos sin poder salir, no podíamos tener los sacramentos, la comunidad, las iglesias estaban cerradas, como si fuera una nube negra alrededor. En los Estados Unidos nos llamaron muchas parejas, incluso recién casadas, que querían separarse, los sacerdotes se consideraban no esenciales, la gente volvía al alcohol, a las drogas, con muchísimas depresiones».

Ya es mala suerte que estuviesen todos encerraditos en sus casas menos los distribuidores de drogas y de alcohol, ¿no? En fin, cosas que solo les pasan a los neocatecumenales.

«En este no saber qué hacer y no poder salir -se cerraron los vuelos- un día nos preguntamos qué podríamos hacer y dijimos: "Antes de nada, pensemos en los sacerdotes". Nuestros sacerdotes considerados inservibles. No tienen familia, no tienen trabajo, no tienen nada, están confinados viendo la televisión, pueden caer en la pornografía y el alcohol. ¡Tenemos que hacer algo!».

En mi parroquia, con confinamiento y sin él, los sacerdotes no dejaron de atender a cuantos se acercaban por la iglesia y la casa parroquial, acudían a visitar a los feligreses, iban a los hospitales… Pero si se da el caso de un presbi que viva única y exclusivamente para hacer lo que digan los kikotistas, y estos se quedan metiditos en su casita bien confinados, ese presbi se muere de asco. Pero el problema no es la pandemia, es que el presbi no ha edificado su vida sobre la roca.

«Así que los reunimos por Zoom y les dijimos: “Sois indispensables, porque no se puede dejar a las ovejas sin sacramentos; por lo tanto, piensa en las posibilidades que tengáis, dentro de las reglas, de hacer algo"».

El párrafo precedente convierte a los presbis en meros funcionarios. No interesan como seres humanos ni se preocupan por ellos como hermanos, solo los quieren para que sirvan a las ovejas, no sean que se alejen del redil de la comunidad. Y además muestra a unos funcionarios muy inútiles que se quedan manos sobre mano sin hacer nada hasta que los jefes -unos laicos, no el Obispo-, les dicen lo que tienen que hacer. 

«Para los presbíteros ha sido un Pentecostés. Salían todos los días a celebrar con las familias y, de este modo, han ayudado a los hermanos hasta la Pascua, cuando llegó vuestra carta que decía de reunirnos por familias».

Es decir, son inútiles sin iniciativa propia pero tan tan obedientes a los dictados ajenos que confunden Pentecostés -la venida del Espíritu Santo- con el sometimiento a unos kikotistas.

«Luego Trump abrió diciendo que podían reunirse en familia hasta diez personas. Llamamos a Kiko y le preguntamos si podíamos decirles a las comunidades que celebraran en grupos de diez en las casas. ¡Si, adelante! Entonces, comenzaron a celebrar las comunidades en grupos de diez en las casas».

Aquí hay una trampa evidente (y, tal vez, sabiendo que era trampa, primero consultaron al sumo gurú): no es lo mismo permitir reuniones familiares de hasta diez personas, que aprovecharlo para juntar a diez personas sin lazos familiares en una misma casa. Y la trampa no forma parte del mensaje evangélico.

«La Pascua fue bellísima. Han celebrado en las casas, los sacerdotes han celebrado la Eucaristía con ellos cuando se ha podido, han bautizado a los niños, han celebrado la Pascua con normalidad. Después de Pascua continuaron así hasta Pentecostés».

A ver si lo entiendo. ¿La normalidad es preparar y ejecutar kikolarres en casa, haya o no haya presbi de por medio? Sospecho que para ellos la normalidad es que se haga trasnochar a los niños, que haya mucho canto y pandereta, bailoteo, comilona… El Sacramento es un aditivo sin más, y su ausencia no les iba a estropear el kikolarre.

«Muchas comunidades continuaron con Zoom, pero ahora ya se han abierto y pueden reunirse hasta cuarenta o cincuenta personas. Vemos que es un poco difícil cambiar de Zoom a la comunidad de nuevo, porque muchos se han acomodado un poco mientras estaban en casa, pero ¡Zoom no da los sacramentos! Esto es algo que debemos ver ahora».

¿Ver ahora? ¿Antes, no? En suma, mucho Pentecostés, mucho Pentecostés, pero los presbis han dejado de hacer visitas domiciliarias en cuanto han podido -o en cuanto se lo han ordenado-. Y debe ser que esta kikotista no sabe que los sacramentos se dan en la Iglesia, sin necesidad de comunidad. A lo mejor, esos que se “han acomodado” en realidad han vuelto a la Iglesia.

«Cuando llegó el momento de hacer el envío de dos en dos, preguntamos si podíamos hacerlo. Un albergue nos dio capacidad para trescientas personas y enviamos a los chicos por todos los Estados Unidos, de dos en dos. Dividimos la convivencia en varios lugares para enviarlos, porque era más fácil enviarlos desde diferentes áreas, y ha sido estupendo, han tenido experiencias fantásticas. Por ejemplo, encontraron sacerdotes desesperados, decididos a colgar la sotana, y los animaron; incluso los musulmanes abrieron la mezquita. Hemos tenido cosas fantásticas».

¡Qué responsable eso de enviar chicos por todo EE.UU. a hacer kikadas en plena pandemia! No creo que sirva para medir el “grado de resurrección” de nadie, pero sí para valorar la falta de sentido común de algunos. Y claro, tal sinsentido no hay quien lo venda si no aseguran que han salvado a cienes de nórdicas que querían tirarse del ferry, cienes de suicidas que les abrieron la puerta con la soga en la mano y demás kikoflautadas.

Pues esto no es todo. A continuación, el blog italiano refiere lo que califica de “otro engaño vergonzoso de nivel internacional de itinerantes” para Kiko: 

«El efecto de esta pandemia ha sido también que en los países más clericales, como las Antillas francesas o la Guayana francesa, los sacerdotes se han dado cuenta de que no podían hacer nada más, que les era imposible hacer nada. En cambio, en las familias donde el Camino había madurado, estas familias pudieron hacer celebraciones domésticas sin los presbíteros».

Un desatino tras otro. Años de itinerancia kikótica para soltar juicios contra los países, contra los sacerdotes e incluso contra los mismos kikopresbis, a los que declaran prescindibles.

Estos desatinos, concluye la hermana kikotista, son «el fruto de 50 años de Camino, del hecho de que hemos obedecido a Kiko. Nuestros hijos han recibido verdaderamente gratis lo que nos ha sido transmitido, lo que vosotros nos habéis transmitido en 50 años. Por eso, Kiko, te agradecemos infinitamente todo esto».

Y Dios ni está ni se le espera en la vida de esta kikotista.

¡Qué pena! Por ella y por sus hijos.

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[1] Eso, mejor que no bailen al acabar la misa, no vaya a ser que el maligno aproveche el baile para atacar.

[2] Faltaría más: no se les deja elegir en la libertad de los hijos de Dios, sino que se los fuerza a participar en las Laudes.