Se investiga a un kikotista

 

Esta es la noticia que trajo ayer Alejada:

«Un catequista de la parroquia de Santa Rita da Cascia, en Casalotti (Roma), podría ser procesado por violencia sexual sobre una menor. La Fiscalía solicitó su imputación y en marzo del año que vienen tendrá lugar la audiencia preliminar. Los hechos habrían comenzado en 2009 y se prolongaron durante casi cinco años. El autor de la presunta violencia sería un “líder espiritual” de la comunidad neocatecumenal. Según lo informado, los hechos -concretos y violentos- contra la menor se desarrollaban cuando el hombre, amigo de los padres, llevaba a la niña de regreso a casa, después de los encuentros espirituales.

La parroquia de Santa Rita de Cassia

 

Las investigaciones comenzaron a raíz de la denuncia de los padres de la adolescente. La niña calló durante años, porque sus padres eran parte de la misma comunidad neocatecumenal. Estos, al escuchar el testimonio de su hija, quedaron en estado de shock y al final acudieron a los carabinieri a presentar una denuncia. Luego comenzaron las investigaciones por parte de la Fiscalía, que verificó la historia de la niña y está convencida de su veracidad».

 

Terrible la noticia. Trato de ponerme en el lugar de esos padres, de tratar de imaginar cómo se sintieron cuando su hija se abre a ellos y les cuenta, tras años de silencio, que ese supuesto amigo y hermano de comunidad, tan querido, a quien tantas veces habrán tenido en casa, con quien habrán preparado y celebrado tantas reuniones, tantas alianzas, tantos tostones de esos que ellos llaman “pasos del señor” -omito la mayúscula porque mi respeto no va para su diosito-, era y es un embustero y un miserable que los ha engañado a ellos y a todos, que ha violentado y marcado a su hija, que ha pisoteado su amistad.

Trato de imaginarme lo que sería la situación para la hija. El hombre que abusa de ella es un kikotista y, para complicarlo más, supuesto amigo de sus padres. ¿A quién podría recurrir en busca de ayuda? ¿Quién la creería? Ella es una niña. Él es un adulto y además tiene el karisma de kikotista: lo que sale de su repulsiva boca es palabra de diosito, lo que hace con sus repelentes manos es porque diosito lo permite, tal vez, incluso lo propicia. Y un kikotista jamás se equivoca. Aunque ella no pueda entenderlo, le han dicho y machacado una y otra vez que quien obedece no se equivoca y que no sea soberbia y no quiera que diosito le explique sus designios, que ya los entenderá más adelante.

¿Qué hacer? ¿Qué puede hacer una niña sola ante una situación semejante? No me extraña que callara y aguantara.

En cuanto al kikotista, el falso amigo, el hermano traidor, ¿se sentirá contrito? ¿tendrá dolor de corazón por el mal causado? Se sabe que el kikismo predica que tú no puedes obrar el bien, no está en tus fuerzas ni en tu naturaleza. Y además, pretender obrar en contra de tus instintos y tu naturaleza es un moralismo insoportable, propio de religiosos naturales y beatorros de misa de 12. Y ellos huyen de ser como los beatorros. Un kikotista debe descender hasta lo más oscuro y tenebroso de sí mismo, descubrir todo el mal que hay en él, darse cuenta de hasta donde es capaz de llegar, constatar que no respeta nada, que no duda en burlarse de la amistad de sus queridos hermanos y dañar lo que ellos más quieren. Porque solo cuando se conozca empezará a ser verdaderamente kikiano.

Así que el kikotista no ha hecho nada contrario a su naturaleza ni a la doktrina que ha recibido y que él mismo transmite a otros. Él es así y quien tenga algo que reclamar, que se lo reclame a diosito, que ha permitido que pase lo que pase.

Y además, no se debe olvidar que el kikiano no denuncia (¡Ja! ¡Qué chiste!). No sería de extrañar que entre las comunidades de Santa Rita de Casia de Roma se señale con el dedo a la familia de la víctima y se les tache de justicieros y de no haberse enterado de nada. Porque, como ha comentado Malinche en la entrada precedente, hay una publicación en neocatecumenali en la que se exponen los razonamientos de un señor vicario kikotizado para echar tierra sobre los delitos de los amadísimos neohermanos y que no se haga justicia.

Uno es el consabido “¿quién eres tú para juzgar a tu hermano? ¿Acaso te crees mejor que él? Ten cuidado, no te tenga que venir un cáncer o algo peor para que te koviertas y asumas que eres el último y el peor de todos”. Otro es el argumento temporal: Tanto tiempo como ha pasado desde el pecado de tu amado hermano -que no olvides que no es peor que tú, sino todo lo contrario, aunque diosito haya permitido que alguno de sus pecadillos salga a la luz- ¿y vienes ahora a reclamárselo? ¿Qué te hace pensar que no esté arrepentidisisisisisísimo de lo que hizo? ¿Qué te hace pensar que diosito no le haya hecho pagar ya por sus actos? Lo que te pasa es que eres un soberbio y un incrédulo y pretendes ponerte en el lugar de diosito y ser tú quien disponga como ha de compensar por lo que hizo. ¡Como si tú fueras mejor que él! ¡Como si tú no pudieras caer en cosas aún perores! Has de saber que la justicia solo corresponde a diosito y que tú debes crucificar la razón y obedecer a tus mayores en la fe que te dicen que calles y no reclames justicia, no sea que diosito tenga que escarmentarte por querer usurpar su lugar.

Así es como son las cosas en Kikónides y, por lo mismo, me parece heroico lo que han hecho esta chica y estos padres: se están enfrentando al dragón a cara descubierta.

Toda mi admiración y mi respeto hacia ellos.