"Eres tan soberbio que te tiene que venir algo muy grave..."

 

No es nada inteligente retarme a traer citas de Kiko el de Palomeras, el de las manos sangrantes, el que firma lo que no pinta y reclama lo que no da sobre lo estupendo que puede ser que Dios te envíe un cáncer o algo peor.

No es sabio, porque pocas cosas más simples que localizar todo tipo de frases aberrantes y anticristianas en los discursos de Kiko.

A continuación, una muestra.

En 2003, en el V congreso de católicos y vida pública: «Los ídolos nos transforman en ciegos, en sordos, no escuchamos, no sabemos escuchar a Dios. El plan que Dios nos quiere hacer en la historia no nos interesa. Por ejemplo, un hombre está a punto de matarse, o se está condenando, o está lleno de soberbia y Dios permite un cáncer que le va a salvar, le va a llevar a una reflexión profunda sobre lo que está haciendo. Pero este hombre, como tiene el ídolo de la salud, por ejemplo, no acepta, no soporta, no escucha, está ciego, no soporta esta enfermedad».

Adviento 2006: «Si tenemos un cáncer de huesos que nos duele muchísimo, saber que esto Dios lo permite para que unidos al sufrimiento de Cristo podamos amar a toda la humanidad. Cuántos hermanos han tenido un cáncer tremendo y han aprendido en el dolor de ese cáncer a amar a Cristo; a amarlo profundamente; han comenzado a ser cristianos. (…) Por eso Dios, que tiene mucha misericordia contigo, a lo mejor te da un cáncer, o una enfermedad que te haga bajar del burro y conocer dónde estás».

Pascua 2008: «La misma vejez es una buena noticia porque te dice el Señor que no seas idiota, que no puedes apegarte aquí a las cosas. ¿Pero no ves que estás perdiendo el pelo y la vista y los ojos? ¿No ves que estás envejeciendo? ¿A qué te vas a comprar un chalet de millones si lo vas a tener que dejar dentro de poco? Si te va a venir una hernia, si tienes ya un cáncer, que tienes un bultito ahí más gordo que no sé qué… ¿A qué te quieres apegar aquí? ¿No te das cuenta que no hemos sido creados para vivir aquí?».

Cuaresma 2013: «Por eso dice la Iglesia: Mira ¡considérate el último y el peor de todos! No sea que te llegue algo muy grave, que te va a venir para salvarte porque eres tan soberbio que te tiene que venir algo muy grave, no solamente un cáncer, algo peor quizás. Estate atento, considérate el último y el peor de todos. No eres mejor que las prostitutas, ésas que están en la calle, o en la Casa de Campo pasando frío, te precederán a ti en el reino de los cielos. Porque esa mujer nunca escuchó a un catequista, jamás escuchó un kerigma».

Es fácil entender el mensaje, ¿no? El contexto es simple: Dios, que te quiere mucho y tiene mucha misericordia contigo, está empeñado en salvarte. Pero para ello es absolutamente imprescindible que tú conozcas tu realidad profunda, que admitas y asumas que eres un malvado, un soberbio, un egoísta, que eres esclavo de la concupiscencia y que instrumentalizas al otro, que es Cristo, en tu propio beneficio y para tus fines. En suma, que nunca has amado a nadie, que eres incapaz de amar tú, que te creías tan buenecito, tan santito, tan caritativo. ¿Entiendes?

Pero como eres duro de mollera y tienes un corazón de piedra, no te vale que te digan de palabra como eres en realidad -porque no se olvide que, aunque tú mismo no seas capaz de conocer de verdad y ver como eres en realidad, a Kiko no se le oculta nada y él sí conoce tu interior-. Entonces, si los avisos verbales no son eficaces contigo debido a la dureza de tu corazón, ¿qué hará diosito? Te tendrá que enviar una enfermedad, un cáncer –a ser posible muy doloroso- o algo peor para que tú, al ver peligrar tu vida, reacciones y des la razón a Kiko y reconozcas que era cierto todo lo que él decía, a ver si así diosito se compadece y te curas.

En suma, religiosidad natural. Ofrendas para conseguir la mirada benigna del diosito de turno.

El caso es que los kikotistas imitan a Kiko y no es inusual que salga de ellos el deseo de que alguno de sus catecúmenos reciba de diosito un cáncer o alguna otra enfermedad grave con el fin de que descubra que necesita la konversión, que no es tan bueno ni tan cristiano adulto como se cree.

No se olvide que los únicos que pueden dispensar certificados de adultez en la fe son los kikotistas. De modo que si alguno de ellos tiene un catecúmeno empecinado en su religiosidad natural y en sus maneras de beatorro de misa de 12, con sus prácticas de caridades y devociones y tal, es su obligación advertirle de que eso no es la fe kikótica adulterada. Diré más, incluso es su obligación advertirle que tal vez diosito tenga que mandarle una enfermedad grave para reconducirlo.

Otro ejemplo para ilustrar que para un kikotizado, desear al otro, que es Cristo, un cáncer o algo peor, es desear su konversión; es desear que diosito lo encuentre digno de “suplir lo que falta a la pasión de Cristo, como en un altar”.

Entrevista a la cadena EWTN: «El hombre que se encuentra con Jesucristo su vida se transforma, tiene dentro Vida eterna, la Vida inmortal, no nos morimos. Entonces, la vejez adquiere todo un carácter distinto, nos acerca a Jesucristo. La enfermedad: estamos con Cristo supliendo lo que falta a su Pasión, como en un altar. Con Él todo tiene un sentido diferente, todo está iluminado. Si el mundo supiera lo que significa Cristo, el amor de Dios mostrado en Cristo a toda la Humanidad».

Una cita más, del tostón de la traditio symboli, donde claramente dice que las enfermedades son un intento de diosito de hacer reaccionar al hombre: «Incluso el cáncer, incluso las enfermedades, hacen que el hombre se replantee por un momento, reconsidere: “¿Adónde vamos, quiénes somos?”. ¡Demos gracias al Señor por un momento! Agradezcamos al Señor que en su economía también pensó que haya terremotos, es decir, que haya cosas que el hombre no puede dominar. Eso hace que el hombre piense por un momento: ¿quién soy? ¿Adónde estamos yendo? (…) Quizás sea inútil, no sirva de nada, pero Dios lo ha intentado».

Y del mismo tostón, otra cita que resume bien la kikodoktrina sobre la enfermedad: «Gracias a Dios cada fe debe ser probada, porque ¡claro! si no se probara la fe, podríamos hacer mucho daño a la Iglesia, mucho daño en la vida. Por eso, el Señor se asegura de que venga una enfermedad, una prueba, para que se vea si lo que habíamos construido se colocó sobre la roca o en la arena».

Visto lo visto -o leído lo leído-, se comprende que Kiko y sus imitadores consideren el 2020 un año excepcionalmente providencial: enfermedad para todos, manifestación de diosito para todos. Lo que no se entiende tanto es que no estén todos deseosos de ser agraciados con el premio.