viernes, 23 de octubre de 2020

Papa Francisco: No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta

 

Antes que nada, mi agradecimiento a Sepul y Meripe por la entrada precedente, que programé para su publicación sin contar con ellos. 

Lo cierto es que me despisté y no tenía preparado nada para el miércoles. Es que con tanto confinamiento, teletrabajo y horas y más horas en casa me ha dado por los cambios y las reformas (¿soy la única u os pasa también a los demás?). Hemos reorganizado tres habitaciones y el salón. Y una vez lanzados, hemos desmontado por completo dos de los armarios empotrados y ahora estamos diseñado sus interiores. Total, que con tanto mover muebles de un lado a otro y cambiar cosas de sitio me falta tiempo para las entradas.

El miércoles la providencial -y excelente- entrada de Meripe y Sepul salvó la situación. Y esta vez va a ser -de nuevo- una entrada fusilada del blog neocatecumenali.

Se trata de la encuesta de la reunión publicitaria del providencial año 2020. 



Para ser sincera, me ha decepcionado la encuestita de marras, muy sosa para un año tan providencial, se conoce que los jefazos ya no están para muchos trotes ni para mucha inspiración.

Algo que no puede faltar en la encuesta es una introducción tomada de algún discurso o escrito más o menos reciente del Papa. Esta vez, el discurso elegido fue pronunciado por Francisco el 27 de marzo. Es evidente que no iban a reproducirlo entero en la introducción a la chorrada, pero es una pena que censurasen precisamente todas las llamadas del Papa a la unidad.

El discurso es el siguiente (resaltado en rojo lo omitido en la reunión kika).

 

MOMENTO EXTRAORDINARIO DE ORACIÓN
EN TIEMPOS DE EPIDEMIA

PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE

FRANCISCO

Atrio de la Baslica de San Pedro
Viernes, 27 de marzo de 2020

 

«Al anochecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. [Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos].

[Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40)].

[Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados].

[La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad].

[Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos].

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos]. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en permanecer siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos haces una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). [Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras].

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere].

[El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza].

[Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza].

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7)].

 

Y estas son las dos preguntas del cuestionario de la reunioncita de inicio de curso 2020:

1.   ¿En qué consiste exactamente el combate que el Señor te presenta hoy? Di hechos concretos.

2.   ¿Qué has experimentado en las celebraciones domésticas en el tiempo de confinamiento?

 

Los hay que se empeñan en seguir remando solos.

 

13 comentarios:

  1. Será interesante leer la así llamada "catequesis", que suelen presentar una vez que se ha agotado el recurso de la puesta en común de todos los grupos...on line. Sospecho que tal catequesis recogerá el por qué de las omisiones que , KALKULADAMENTE, han hecho del texto original del Papa Francisco. Amanecerá y veremos.

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  2. Siempre es lo mismo con el cn, ellos no soportan que los cuenten dentro de la misma Iglesia Católica!!!!
    Hacen todo por su cuenta y en descomunión con la Iglesia, citan discursos del Papa Francisco solamente para aparentar unión con la Iglesia pero nada más, la señal es que manipulan los discurso os del Papa y no los citan en su totalidad, lo. mismo hacen con la Palabra de Dios le dan su propia interpretación según sus caprichos.

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  3. Los kikorros jamás van aceptar remar juntos con los beatorros rezanderas de misa de 12 (como ellos les llaman y se burlan de todo parroquiano que no este dentro del neo-invento)

    Es indignante ver a los kikorros en la parroquia como desprecian a las personas que hacen parte de los otros grupos apostólicos. Ellos siempre insisten que el camino es para pecadores y no para buenazos religiosos que hacen obras de caridad (a ver que dirán ahora de Carlo Acutis??) mucho menos van a prestar oídos a lo que el Papa indica de remar ju tos y llamar a la unidad de la Iglesia Católica, lo más repulsivo de estos canallas torcidos es ver con qué total descaro así como manipulan la Palabra de Dios también manipulan los discursos del Papa, como en esta ocasión.
    Definitivamente el CNC es un grupo pseudocatólico y pseudocristiano muy astuto infiltrado en la Iglesia Católica.

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  4. HIPOCRESIA TOTAL DEL CAMINO NEOCATECUMENAL.

    Claro que para ganar adeptos entonces cambian sin vergüenza el discurso y predican que solo te perderás y que solo se salvará quien esté en comunidad

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  5. Joer, son torticeros a más no poder manipulando y tergiversando todo. Es increíble cómo son capaces de retorcer un excelente discurso del papa Francisco y dejándolo en dos párrafos parecer que va con ellos. Claro está que así llevan más de 50 años cogiendo solo lo que les interesa en sus fines manipulatorios...como en los famosos "escritos de la palabra" o las "lecturas al azar"...

    Son, la verdad, dignos de estudio ( pero de psiquiatría).

    Lázaro

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  6. Yo me fui de comunidad hace 1 año, me condenaré?

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    1. ¿Te condena por ello Jesucristo? No.
      Entonces nadie más puede condenarte.

      Condenado estabas mientras estabas ahí dentro. Eso sí es una carga pesada infame.

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  7. Para el cn no hay conversión jamás, que con 30 años de itinerario el kikocura sigue predicando lo mismo a una comunidad de 30 años

    "Hoy vemos nuestra incapacidad para amar al otro, vemos nuestra incapacidad de hacer el bien, de cambiar, pero no pasa nada Dios nos quiere así malvados y pecadores"

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    1. Anónimo 10:56....lo que sucede es que estos bellacos kikorros le han obedecido muy bien a lo que reza el Kerigmazo que se inventaron en el CNC, antes de soltar el rollo del Kerigmazo lo primero que indican es (ánimo no hay que cambiar vida, el Cristianismo es ser lo que se es!!)

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  8. No os olvidéis que para los kikotistas la definición de la palabra conversión es creer en todo lo que ellos os dicen.

    PELIGRO CON ESTE GRUPO PSEUDOCATÓLICO Y PSEUDOCRISTIANO.

    -Matrimonio de catequistas expulsados por cuestionar las aberraciones e irregularidades en praxis, ideologías y doctrinas del CN.

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  9. Cartel de la catequesis del CNC de mi parroquia. "A TI que sufres, que temes a la enfermedad y a la muerte..."

    Me ha llegado casualmente también una publicidad de reiki, otra realidad sectaria. Está dirigida a quienes sufren por cualquier causa.

    No es casualidad

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  10. De Acutis sabía que saldrían a decir que no es Santo... Pues no tubo la gracia de tener una Comuni... Y así lo hicieron!! Jajaja le dí en el clavo!!

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  11. Pues yo no conozco kiko que no me diga que Carlo Acutis no sea santo ni que así lo digan desde sus parroquias... y no son una ni dos... son más y desde todas anuncian lo mismo y muestran que el chico es un ejemplo más de santidad, como lo defiende la Iglesia.

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