Si no vas a la comunidad, eres de esos que niegan la resurrección (y II)

 

En resumidas cuentas, si Dios está con los kikotistas, si Dios habla a través de ellos -que es algo que pueden afirmar categóricamente puesto que disponen de la famosa y prodigiosa bola de cristal que les permite conocer las intenciones del mismo Dios-, si son emisarios de la voluntad expresa de Dios para los demás, quien se oponga a ellos demuestra haber sido engañado por el demoño.

Es de cajón.

Y con un endemoñao no se negocia. La única receta valida es darle duro para que se corrija y se arrepienta o, al menos, para que no contamine a otros.

Pero hay algo más. Quien habla en nombre de Dios -eso dicen ellos-, no solo es infalible -y, en consecuencia, es el único que posee la receta de la salvación-; también goza de impunidad absoluta. Por eso un kikotista jamás pide perdón.

Impunidad, porque quien no esté conforme que reclame a Dios. Impunidad, porque si la obstinada realidad demuestra que el kikotista ha desbarrado y sus augurios no se han cumplido, dirá que el responsable es el sufrido neocatecúmeno, porque su impiedad y/o falta de fe es la que ha provocado el desaguisado. O empleará el comodín de que es Dios quien dispone que las cosas sean como son. Por ejemplo, como dijo Ascen en el tostón del año pasado: «Estamos viendo cómo el Señor está purificando la Iglesia con cosas que parecen escándalos pero que es el Señor el que está detrás de esta historia purificando y salvando a su Iglesia». Ahí queda eso.

Pero hay que saber mezclar bien la Buena Nueva -el anuncio de que Cristo ha tomado sobre sí tus pecados, ha entrado en la muerte, la ha vencido y ha retornado victorioso para ofrecerte a ti, a ti personalmente, la salvación-, con las imposiciones kikóticas. 

Eso es lo que viene a continuación en el tostón de Julio: Puesto que en el kikismo son ellos quienes dispensan certificados de adultez en la fe, sucede que no te salva ni diosito a menos que cumplas con las cienes y cienes de normas kikas.

«Hermanos, este virus tiene la importancia que tiene. Dios lo ha permitido. Entonces ¿cómo tenemos que vivir? (…) ¿huyendo de la muerte? ¿huyendo de Jesucristo que ha entrado Él en la muerte? Porque si yo huyo de la muerte, huyo de Jesucristo, porque Él ha entrado en la muerte».

«Ahora ¿por qué tengo tanto miedo? Pues porque nos hemos separado del Señor».

«No podemos vivir de esta forma, porque entonces ¿qué le estamos diciendo al mundo? Pues que no hay resurrección, porque yo tengo miedo a morirme. Eso significa que No. Hay. Resurrección».

«Si yo defiendo mi vida, si yo dejo de creer en la resurrección, si yo entro en esta mentalidad del mundo de que me tengo que defender de todo lo que me quita la vida, estáis perdidos».

¿Te queda claro? Solo puedes hacer una cosa para salvarte: crucifica tu razón, niega a Dios y sigue solo a tu kikotista.

Espero que ya todos estéis convencidos de que la salvación viene de Kiko y la imparten los kikotistas a quien quieren y como quieren. Pero por si a alguien le queda alguna duda, resumo a continuación la intervención de Isabel, la esposa de Julio, que explica a su audiencia que no ha dudado en subir a un avión y viajar a una zona especialmente golpeada por la pandemia (Madrid) para tener el gozo de ver y escuchar a sus kikotistas. No lo ha hecho por Dios ni por su santísima madre, para ella son más importantes Kiko y Mario, que son quienes la consuelan y le quitan la muerte óntica que lleva dentro.

«A mí lo que más me ha ayudado de esta convivencia que he vivido ha sido ver a mis catequistas, verlos mayores, desgastándose, han venido desde Italia a Madrid para que yo reciba esa palabra de conversión, para que la podamos transmitir a vosotros, para que seamos todos consolados y seamos arrancados de la muerte que tenemos dentro».

«La única manera de que tu salgas del miedo en que vives, es que recibas lo que hemos recibido nosotros porque otros se han arriesgado».

Ya sabes: repetir como loros la palabrería mágica de Kiko es lo que te va a curar el miedo. Han caído en la superstición más primitiva.

Además insiste en ello:

«¿Qué os queremos decir con esto? Pues que acudáis adonde se da el Espíritu Santo. Si ahora se puede hacerlo presencial, eso es porque ahí está el Espíritu Santo. Están nuestros hermanos, nuestros queridos hermanos de comunidad de los que tanto protestamos, que a veces tanto juzgamos, pero que es una maravilla lo que el Señor está haciendo en las comunidades, el amor entre los hermanos, algo extraordinario. No permitamos que el demonio nos arranque este don de poder reunirnos».

«¿Por qué no vas tú a la comunidad? ¿Qué mantiene tu vida? Interesantísimo esto. ¿Qué mantiene mi vida? A lo mejor tú te creías que la mantenía el Señor, y el Señor ahora ha permitido esta situación y empezamos a descubrir que no nos viene tanta vida del Señor. Quizá estamos mucho más atados a los ídolos de lo que nos creíamos. Quizá el dinero sigue siendo nuestro dios».

«Acudir a la convivencia es la conversión. Y ¿qué es la conversión? Es salir con vida eterna dentro y poder vivir lo que el Señor nos manda».

Para información de despistados -en especial de kikotistas, que están todos muy despistados-, donde está el Espíritu Santo es en la Iglesia. Y dejar el CNC no es permitirle nada al demonio ni ser esclavo de los ídolos, porque conviene no olvidar que la comunidad no salva, solo la Iglesia es sacramento de salvación, y ninguna konvivencia puede otorgar vida eterna.

Pero Isabel va más allá, porque no podía faltar la amenaza de que no solo te dañas a ti mismo, sino que además destruyes a tu familia si no obedeces sus consignas:

«Plantéate: qué estás transmitiendo a tus hijos. ¿No estarás transmitiéndoles un miedo atroz? Que van a quedar bloqueados para el resto de su existencia, porque han vivido durante muchos meses mucho miedo en su casa. Plantéatelo».

El colofón lo pone el padre Modesto, que está de adorno durante todo el vídeo, sin reaccionar a ninguna de las barbaridades que sueltan los kikotistas, y antes de dar la bendición de despedida, decide “dar una palabra”. ¿Para qué? ¿Para aclarar algo? No, para declarar que lo único que le hace levitar es su comunidad. En él no parece haber interés ni hacia Dios ni hacia nadie, salvo hacia el ídolo de la comunidad que dejó en Santander.

«Es así de estupendo, sobre todo poder celebrar con mi comunidad».

«Es estupendo poder estar con la comunidad, celebrar con los hermanos, vivir la convivencia con Kiko, Mario y Ascen».

«Ha sido magnífico, muy entusiasta, pero sobre todo por estar con los hermanos».

En esto consiste el kikismo: tú no importas, solo importa el ídolo.