El Camino empeora

Estos días se ha comentado repetidamente en el blog que el CNC es una herramienta válida para empeorar a las personas.

Los kikotistas, por descontado, lo expresan de otra forma: ellos afirman que lo que sucede es que en la comunidad, conforme caminas y te tomas en serio las directrices que ellos te marcan, descubres que has estado engañado toda tu vida, te creías buenecito, pero vas palpando, con la ayuda de la kikotina y de los kikotistas, que de bueno no tienes nada, que de ti no sale nada bueno porque eres malo y cada día que pasa te das cuenta de que más malo eres.

En resumen: el camino es una herramienta válida para hacer peores a quienes se acercan por allí.

Los kikotistas se apresurarán a asegurar que esa maldad es toda tuya, que ya la tenías dentro de antes, desde siempre, que es tu naturaleza la que, por fin, empiezas a vislumbrar gracias a que ellos te han liberado, porque hasta entonces habías vivido en la negación de ti mismo, de tu yo real, para no verte tal y como eres. Porque inconscientemente siempre has sabido que nadie podría quererte tal y como tú eres en verdad, y por eso fingías ser buenecito e incluso te lo llegaste a creer.

En suma, que cuando ellos, los muy kikotistas, te explicaron que Dios te ama tal y como eres, con todo tu saco de pecados a cuestas, te empezaron a liberar de tu pesada máscara, porque también has de saber que fingir a todas horas, todos los días, ser buenecito y majo cuando eres todo lo contrario es un trabajo agotador que poco a poco te destruía por dentro y por eso nunca has sido feliz. Pues claro, mientras no te aceptes a ti mismo tal y como eres, tal y como Dios te hizo, tal y como Dios te ama, no podrás ser feliz.

Así que el primer paso hacia tu felicidad futura -ojo, porque nunca jamás la alcanzarás en el CNC-, es que descubras tu realidad, tu verdadero ser, con toda tu maldad intrínseca, con tu incapacidad para amar y pasar a otro, y que cada pequeño paso que des, cada descubrimiento sobre tu pérfida realidad, lo compartas con la comunidad.

Porque los kikotistas también te dirán que la comunidad es un lugar mágico donde todos van a amarte tal y como eres, pero para poder amarte tienen que conocerte, conocer a tu yo verdadero, al que es malísimo de la muerte. Así que no te dejes engañar por el maligno que intentará que calles y larga por la boca todas las maldades cometidas e ideadas.

Pero hay algo más.

Date cuenta de que el hecho -concreto- de que unos kikotistas muy ignorantes se afanen en asegurar que todo el mundo es peor y que es de todo punto imprescindible reconocer esa maldad personal y dar públicamente cuenta de ella para poder convertirse en un kikiano adulto -ellos lo llaman cristiano adulto, pero que mientan es prueba de su propia maldad-, ni te obliga ni tiene por qué convencerte para seguirles el juego.

Por eso no tiene nada de casual que el primer escruticidio tenga por objetivo que tú reveles tu cruz. Ya sabes, tiene que ser algo personal, una china en tu zapato que te duela con cada paso, no puedes decir que tu cruz es el hambre en el mundo o la existencia de guerras, no, ha de ser algo que afecte a tu vida: que eres feo, que eres pobre, que no tienes novio, que no tienes hijos o que tienes demasiados, que no aguantas a tu padre o a tu hermano mayor… Tú sabrás, pero si es algo que implica a otros, mejor, más les gustará.

Los kikotistas, que van por delante de ti en el Camino -lo que significa que son mucho más malos que tú-, necesitan algo que te duela y que no puedas controlar, que no esté en tus manos resolver, para utilizarlo como palanca contra ti, contra quien eres tú antes de convertirte en un kikotizado. Te dirán que ellos y solo ellos tiene la receta mágica para que tu cruz sea gloriosa, para que tu cruz sea salvación para ti y para esta generación y el mundo entero.

Pero no te dejes engañar, no les creas. Recuerda que ellos son muy kikos, es decir, han sido muy empeorados, son muy pedores, y de ellos solo sale la maldad y la mentira. Lo que no significa que sean conscientes de que engañan y manipulan; lo hacen, pero tal vez lo hagan inconscientemente, manipulados a su vez por quien les vendió la falsa receta.

Y por si la pretensión de que solo ellos están en posesión de la fórmula mágica que necesitas para ser feliz y vencer tu cruz -que no te aplaste, sino que te edifique- no es suficiente, no faltará el ataque y el pitorreo contra la verdadera Iglesia, no sea que te dé por volver a ella y te cures.

Así, te dirán que en la Iglesia todos son unos beatorros meapilas y moralistas de esos que todo lo basan en sus puños y que el moralismo no es cristiano y no sirve de nada. Porque no se trata de que te esfuerces -¡Dios no lo permita!- por hacer el bien, se trata de que salga de ti de forma natural. Eso es. Cuando Dios quiera, a su debido tiempo, Él hará que el bien y la bondad broten de ti de forma natural, y mientras tanto afanarte por hacer lo que Dios todavía no ha dispuesto para ti es una prueba clarísima de soberbia y de que no aceptas la voluntad de Dios en tu vida.

En consecuencia, obra según tus instintos, que ya hará Dios que tus instintos sean buenísimos cuando Él quiera. Pero antes tienes que palpar que realmente eres peor de lo que pensabas para que cuando salga de ti algo bueno reconozcas sin posibilidad de la menor duda que no eres tú quien obra ese bien, sino Cristo que mora en ti.

Y así es como hacen te ti, que no eras tan malo, un ser muy empeorado, un pedor entre los pedores, pues te han dicho que lo que debes hacer para agradar a Dios es someterte a tus instintos sin intentar ni por el forro imitar a Cristo, que sería algo fuera de tu alcance y prueba de que sigues siendo un beatorro moralista.