Los mimados hijos del Camino

 

Para sacar a la luz un aspecto más de la incoherencia kikil, he de empezar por remontarme al tostón de inicio de curso 1984-85, en concreto al rollo que soltó Kiko acerca de los hijos:

Septiembre 1984

Una palabra sobre los hijos. Nosotros no es que queramos que tengáis hijos porque sí. Un niño es un hijo de Dios. Se ha descubierto que hay un comercio con los fetos para la cosmética; en Italia ha sido un escándalo tremendo. ¿Por qué tirar la basura toda esta riqueza de hormonas y tal? Resulta que los vendían para hacer cremas y para todo ese comercio, algo espantoso. Aparte de esto, no sé dónde se va a llegar porque los abortos siguen creciendo, creciendo; es una cosa irracional, es una moda. También en este sentido la sociedad nos está engañando.

Una palabra sobre los hijos, dice, y se pone ha hablar de fetos abortados… ¿Qué le pasa al cerebro de este señor?

Con el primer hijo se crean unas relaciones afectivas dificilísimas, lo habéis visto todos. Con el hijo único se crean unos cordones umbilicales (por emplear un término psicológico), o sea unas relaciones neuróticas: -hijo mío! que si tose que si no tose, etc. porque tienes un hijo solo si se te muere... De forma que al final las relaciones que tú estableces con este niño te resultan cadenas, esclavitudes para tí (sic). Estás nervioso, no vives, estás pensando siempre en el niño.

Se nota que no tiene ni idea. Casi todas las especies, también los humanos, están biológicamente orientados a defender a sus crías, se vuelcan con ellas. Y no hay nada defectuoso ni neurótico ni insano en tal conducta. Es natural, saludable y, sin duda, establecido por Dios.

Y se cometen muchos errores en su educación, se le mima mucho. La raíz de la palabra "mimado" significa "estropeado".

No sé de dónde se ha sacado esa etimología, debe ser del idioma kikiano, porque en español, no hay raíz común.

Se le mimó, no se le enseñó a sufrir, no se le permitió sufrir y entonces el niño crece soberbio, no acepta que se le haga sufrir. Y cuando sufre rompe las cosas; soberbio. Mima a un niño y saldrá un delincuente -dice la Escritura. No lo corrijas, mímalo y te hará llorar.

Sin cita, claro. Porque no es una cita, es la interprekikación de a saber qué proverbio.

Nosotros hemos visto por ejemplo que muchos chicos que están en la cárcel tienen una relación con la madre tremenda, terrible; la madre le ha dado todas las cosas, quizás porque el padre era un borracho, un violento, y entonces la madre se volcó en el hijo lo destruyó.

Siempre hay que aprovechar para meterse con las mujeres y ponerlas en su lugar: son unas malvadas destructoras. Pero lo que más me admira es el uso de la bola de cristal para conocer las intimidades de esos “muchos chicos que están en la cárcel”. El objetivo, obvio, es amedrentar. ¿Qué madre se atreverá a hacerle un mimo a su hijo si pende sobre ella el vaticinio feroz de que con su conducta lo va a destruir?

Aquí una madre destruyendo al hijo

Con el primero se cometen muchos errores. Con el segundo también, pero un poco menos; ya no puedes dedicar toda la vida ese niño. Primero porque también el otro está exigiendo que le quieras, con lo cual odia al primero y todo ese follón. Con el tercero... bueno, cuando se tienen dos pasar al tercero es un drama: -si ya soy histérica con estos dos, ¡con tres me muero! Hacen este razonamiento que es falso. Precisamente la experiencia demuestra lo contrario. ¿Por qué estás histérica? Porque no sabes establecer relaciones libres, te identificas con el sufrimiento y no hay cosa peor que identificarse con el sufrimiento de un hijo; entonces ya se acabó.

El que tengas un tercero, y un cuarto, y un quinto te obliga a que tienes indefectiblemente, matemáticamente, científicamente, llámalo como quieras, en la medida en que tienes que dedicarte a los otros el cordón umbilical que tienes con el primero se va adelgazando y va siendo menos cadena, menos esclavitud y las relaciones con el primero comienzan ser más normales, con lo cual el niño comienza a ser más normal y menos loco. O sea que el haber tenido cinco ha repercutido sobre el primero enormemente; si solo hubieras tenido uno hubiera continuado esta enfermedad, le habrías hecho polvo. Gracias a Dios que has tenido un tercero o un cuarto; eso ya lo sabéis vosotros.

¿Veis? No se trata de que tengáis hijos porque sí, se trata de que como no tengas por lo menos cuatro, te cargas al primero, que lo dice Kiko que no tiene ni idea de hijos ni de su crianza.

El primogénito tiene que aprender que su mamá no es suya; es del segundo, del tercero, le guste o no, llore o patalee. Algo muy importante que hemos aprendido todos. Los hermanos te enseñan que existen los demás, que existe el prójimo y que el prójimo te canta las cuarenta; no puedes coger las cosas porque el otro va y se lo dice a la mamá, la mamá se lo dice al papá y el papá te riñe.

Esta es la familia dividida del Kikismo, una familia en la que la única presente y responsable de todo -y que se carga a los hijos salvo que obedezca al projeta- es la mujer, una familia en la que el padre ausente solo aparece para reñir y regañar. En suma, doy gracias a Dios porque mi familia nunca ha sido así.

Pues bien, el caso es que una vez refrescada la falaz y feroz doktrina kika sobre las madres neuróticas, los padres que no hacen nada salvo gruñir y los hijos destruidos, aporto la traducción de parte de una entrada del blog italiano sobre una reunión de jóvenes estadounidenses en la domus Galilaeae habida el pasado julio.

Dice así:

Aquí está el debut del catequista del CNC responsable de los Estados Unidos. 

«El hecho de que estéis aquí es un milagro. Visitamos a las comunidades en octubre y nos pedían que sus hijos, que sois vosotros, tuvieran una experiencia en Tierra Santa. En ese momento todavía había requisitos de vacunas, PCR... y dijimos: si caen todas las limitaciones, haremos la peregrinación. ¡Y han desaparecido! (Aplausos).

También es un milagro porque cuesta mucho dinero venir aquí y la gente piensa, sobre todo los sacerdotes y los obispos: ¡Ah, el Camino tiene mucho dinero! Me acuerdo de uno con doce hijos que iba a limpiar oficinas por la noche...
No, el milagro es que habéis movido el culo para conseguir dinero, y muchos padres han hipotecado la casa para mandaros aquí... Yo sé de varios que lo han hecho».
De repente, en un instante, en un pestañear de ojos, al toque de las guitarras desafinadas, se le da la vuelta a la tortilla y se convierte en bueno y saludable mimar al hijo, consentirlo, incluso hipotecar la propia casa con tal de que el niñito no sufra y pueda ir con sus amiguitos a una pasada de viaje por Israel.

«Muchos padres han hipotecado la casa para mandaros aquí», dice Gennarini. «Yo sé de varios que lo han hecho», asegura muy ufano.

¡Qué padres tan fenómenos!

Y el responsable del CNC en EE.UU. en lugar de explicar que si está de Dios ya aparecerá el dinero o el medio de realizar tal viaje, es decir, en lugar de confiar en la providencia divina, se muestra contento de que haya gente que no duda en sumir a la familia en la precariedad con tal de satisfacer en antojito del niñito mimado. O de los niñitos consentidos.

«¡Es un milagro! ¡Hemos quemamos todo este dinero y le hemos sacado el dedo medio al demonio! ¿Verdad? Despreciar el dinero es una cosa fundamental. En el segundo escrutinio somos invitados a despreciar el dinero. Nunca tomes una decisión en función del dinero, nunca. La decisión está tomada si es voluntad de Dios. Si es voluntad de Dios, Él te ayudará. Nunca tomes una decisión porque tienes dinero o no. En ese sentido, esto es una victoria sobre el demonio».

Todo sea por el kikismo.

Lo importante es saber explicarlo bien, por eso, en lugar de reconocer que solo hacen sacrificios al becerro de oro, como los religiosos naturales, lo adornan y lo convierten en una lucha contra el demonio. Claro, porque al demonio le duele que no veas que una familia hipoteque su vivienda.

¡Pobres neocatecumenales! Pensaba que era imposible que me dieran todavía más pena. Me equivocaba.