Tras la lectura y el cantito de rigor, hay un tiempo breve para que el presbi haga una exhortación. Pero para que no se le recalienten las neuronas o para que no se le ocurra decir algo contrario a las patochadas de los dos del trípode, el mamotreto deja claro que la exhortación debe ser la que hay en la catequesis -aquí la palabra está bien empleada- V de san Cirilo de Jerusalén.
Y a continuación llega el momento de la entrega del símbolo.
Y, como no, es Kiko quien se erige en maestro de ceremonias.
Primero hace una monición que se podía haber ahorrado:
Después de haber escuchado el Credo (Tres veces: "¿Crees en Dios Padre Todopoderoso?", "Creo", y se sumergía al catecúmeno. "¿Crees en Jesucristo su único Hijo...?" Y era sumergido de nuevo. "¿Crees en el Espíritu Santo?", "¡Creo!").
Otro que desbarra. Eso no es escuchar el Credo tres veces. Eso son las tres primeras fórmulas de un solo Credo que tiene unas cuantas fórmulas más.
Después de haber escuchado esto que es lo que tendréis que anunciar y predicar (no se puede omitir nada), a partir de este momento empezaréis a estudiarlo. Sabéis que hasta este momento el Credo, en la Iglesia primitiva, no era conocido por los catecúmenos; no sabían que había una formulación de la fe breve.
El abuelete Kiko y sus cuentos. Nadie recibía el bautismo sin conocer la fe a la que se sumaba. Los catecúmenos habían estudiado la doctrina ANTES del bautismo. Y eso de que la fórmula del Credo fuese un secreto es una historieta del amigo de los arcanos. No había ningún motivo para que fuese secreta cuando se había dedicado tiempo y esfuerzo a explicar en detalle a los catecúmenos cada elemento doctrinal condensado en el Credo.
Estaba prohibido escribirlo: era un tesoro para los cristianos, formaba parte del "arcano" de la Iglesia (como el Padre Nuestro) y no podían comunicárselo a un catecúmeno de una etapa inferior a la suya.
Otra trola. Los catecúmenos participaban de la proclamación de la palabra, es decir, de la lectura y explicación de los Evangelios. Sucede que el Padre Nuestro es parte de esos Evangelios que se leían, se meditaban y se explicaban. No se les ocultaba nada de los Evangelios a los catecúmenos. Aunque es obvio que a Kiko le hubiese encantado ocultar el Credo y también el Padre Nuestro a los kikos para que solo los descubriesen cuando a él le petase.
Toda la Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento, se resumía en este Credo. Hasta este momento nadie podía conocerlo. Este Credo os lo ha entregado hoy la Iglesia: guardadlo celosamente.
Así, con una frasecita de apariencia tonta, Kiko se cisca una vez más en la formación que ya traían los catecúmenos, y niega que tuviera validez. Da igual que ellos ya “hubieran recibido” y que conocieran desde hace años el Credo, según su sensibilidad eso no servía, solo a partir de ahora es válida la entrega. Porque él lo dice.
Antes de ir a predicar, la Iglesia os hará un "envío". Escuchemos una brevísima lectura que nos prepara para este “envío”; vamos a escuchar lo que dice S. Pablo al respecto.
Rom 10, 8-17
Sigue Kiko con su perorata tras la lectura:
Ahora hay un diálogo que la Iglesia, dentro del ritual, tiene con vosotros; si aceptáis ser enviados (ya os hemos visitado comunidad por comunidad) contesta: "Sí, aceptamos". Ahora, cuando yo os llame, os levantáis comunidad por comunidad y el Presidente os preguntará si aceptáis ser enviados por la Iglesia a predicar el Evangelio. Todos responderéis: "Sí, aceptamos". A quienes les hemos dicho de esperar no se levantan.
Lo que quiere decir Kiko con lo de “ya os hemos visitado comunidad por comunidad” es “ya hemos decidido nosotros quien está maduro para kikotizar y quien no”. En esta horrible pantomima la Iglesia solo es un convidado de piedra que no tiene voz ni voto.
Tampoco los catecúmenos tienen otra voz que la de su amo y señor. Es penoso.
PANTOMIMA del ENVÍO
Tras la pantomima se lee un Evangelio (Mt 10, 7-10; 12-42, el envío de Jesús a sus discípulos) y a continuación se consiente que el presidente dé una homilía. Lo siguiente es de nuevo Kiko en plan maestro de ceremonias, que figurar le gusta más que a un crío chico un chupete.
Ahora pasaremos al "envío" propiamente dicho, al exorcismo.
Para que te fíes de alguno. Tanto insistir en que el envío estaba en ese diálogo entre la Iglesia y el catecúmeno -en el que ninguno de los dos tenía voz ni voto para decidir nada- y ahora se saca de la manga que no, que la Iglesia no es quién para decidir lo que es un envío, que para eso está él que ahora dispone que en el exorcismo es donde se produce el envío (ya puse que lo de antes era una pantomima).
En el orden que queráis (los presbíteros se pondrán aquí delante) os acercáis a un presbítero, decís vuestro nombre y os ponéis de rodillas. El presbítero hará un exorcismo, no imprecatorio sino deprecatorio, como está en el ritual. No es para instar, para clamar al demonio, sino para pedirle a Dios que aleje de vosotros al demonio, porque se supone que el espíritu del demonio no está en vosotros, que ya vivís en gracia y que venís aquí con el Espíritu Santo. Se le pide al Señor que quite de vosotros al demonio que os puede llevar al error, que os puede llevar a la duda, os puede impedir cualquier obra de Dios, creando en vosotros la incredulidad. El demonio puede deciros de repente: “¿Qué estás haciendo? ¡Estás haciendo el idiota! Pero ¿qué estás haciendo por las casas?”. El demonio nos puede tentar, por eso la Iglesia os da la ayuda necesaria.
Ya sabes: si en algún momento te das cuenta de que ir por las casas para predicar el kikismo no es sano, que te salte el recuerdo de que el gran farsante dice que lo que te sucede es que el demonio te engaña. Pero hay un fallo en su razonamiento. Si esa duda te asalta después del exorcismo de la Iglesia… ¿no será que el engaño se produjo antes? ¿No será que el exorcismo te está permitiendo ver la procedencia del verdadero engaño?
Una vez hecho el exorcismo deprecatorio que es eficaz, pidiéndolo a Dios, entonces imponiendo las manos sobre vosotros el sacerdote invocará al Espíritu Santo para que confirme en vosotros la palabra de fe en la Iglesia, para que este Espíritu os ayude a hablar, para que no habléis en vano sino con aquel poder y gracia con que Cristo ha liberado al mundo. Creed verdaderamente esto, que se realizará la bendición que se os da. Primero se hará sobre los presbíteros, y después os acercáis los demás.
Y no puedo evitar pensar, ¿qué justifica privar a determinadas personas de un exorcismo tan beneficioso como que consiste en pedir a Dios que mantenga apartado al demonio del exorcizado? ¿qué justifica privar a esas determinadas personas de una imposición de manos con la que comunicar el Espíritu Santo?
No veo ninguna justificación. Afortunadamente esas personas pueden acudir al sacerdote en confesión y obtener los mismos beneficios sin tener que dar explicaciones a nadie.
Así con el exorcismo y la imposición de manos y cantos y preces y más cantos y la paz y una bendición final, acaba el tinglado.
El Papa reforma el Opus Dei y "le resta poder e independencia" dentro de la Iglesia.
ResponderEliminarhttps://www.google.com/amp/s/www.aciprensa.com/amp/noticias/hoy-entra-en-vigor-reforma-del-opus-dei-ordenada-por-el-papa-francisco-46721
Anda, anda...
Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar
EliminarCon toda la perorata del charlatán al cual no importa el fondo sino la forma, Don K mete la lectura de Rom. 10, 8-17. Y claro, se le "olvidan" los versículos que acaban el capítulo:
ResponderEliminarROM 10: 20
"Isaías, a su vez, se atreve a decir: Fui hallado de quienes no me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mi."
ROM 10: 21
"Mas a Israel dice: Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde."
El problema subyace en que los que se las dan de maestros no llegan ni a aprendices, por la sencilla razón de que pretenden anunciar a Jesús y se obstinan en no conocerlo.
Es absurdo establecer concursos de cristianos, a ver quien sabe más, a ver quien cumple criterios de cristianismo, de fidelidad, de obediencias y ritos, de normitas y moralismos.... en esas lides los katekistas llevan ventaja clara. Según ellos mismos, claro.
Lo que sucede es que la cruda realidad contradice de todas todas su verborrea. Y coloca a este resto de iluminados en el versículo citado más arriba, a saber:
"Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde."
Es lamentable que no se den cuenta de que: "a quien más se le dio, más se le pedirá".
Kiko se ha inventado una religión a su torpe medida, y si solamente la practicase él, pues vale, pero se empeñó en guiar a muchos, y eso comporta hacerse responsable de los propios hechos y palabras.
Aparte de apreciar sobremanera doktorados, apariencias, y demás zarandajas ¿Alguien vio alguna vez a Kiko, o sus lugartenientes, responsabilizarse de sus errores?... Ah, se me olvidaba, ellos jamás se equivocan.... y aquellos que les obedecen tampoco pueden errar......¡Qué pena! Qué pena tanta soberbia.
-sepul-