Segundo escrutinio (LIX)

RITO DE LA SAL

Monición al rito de la sal

«Ahora comienza la segunda parte de nuestro rito, el rito de la alianza de la sal, después que habéis expresado públicamente ante la Iglesia vuestro deseo de adheriros a Jesucristo, a Jesús de Nazaret, el siervo humilde, que fracasa, que carga sobre sí la realidad y también los pecados de los demás. Entonces, el Señor ahora quiere comenzar esta obra, porque será Él quien comenzará esta obra para que vosotros lleguéis a ser hijos de Dios, templos del Espíritu de Dios, un pueblo sacerdotal, un pueblo de dioses, la familia de Dios»

Eso del pueblo de dioses no es cristiano, ni católico, es totalmente pagano y supersticioso.

«Dios que se hace presente en el mundo a través de la humildad y el amor, el Señor debe quemar dentro de vosotros la maldad, y la sal tiene un poder maravilloso, quema las heridas como un fuego. Si tienes una herida y pones sal, quema, pero cura al mismo tiempo. Es un símbolo de muerte y de vida: mata y da vida, preserva de la corrupción. La sal: cuando tenemos una carne la salamos, y la corrupción no penetra. Entonces, tenéis que ser salados para preservaros de la corrupción del pecado y al mismo tiempo necesitáis ser curados interiormente por medio de la cruz de Jesucristo que hará esta obra de combate durante todo el tiempo de catecumenado, hermanos, para llevaros a la elección, al tiempo de la alabanza, la simplificación, la profunda sencillez que tuvo Nuestra Señora, la humilde Virgen de Nazaret, imagen de la Iglesia, imagen de cada uno de vosotros.»

Resumiendo: confíate a los fetiches, a las supersticiones sosas y saladas, crucifica la razón, paga, obedece, vuelve a pagar y jamás hagas obras de caridad ni de penitencia, así quedarás por siempre en una infantil religiosidad natural.

«Que ninguno de vosotros se asuste porque no siente nada o porque vea que alguien llora y siente. Lo que haremos aquí hoy es algo mucho más importante que sentir o no sentir, va más allá de esto. Y aquí alrededor de esta pequeña Iglesia, están todos los ángeles, todos los santos y la Santísima Virgen y San Juan el Bautista y todos los santos celestiales y todos los patrones, y están celebrando porque hay más celebración en el cielo por un solo un pecador que se arrepiente que por 99 que no necesitan penitencia.»

A lo mejor se engaña y cree que la chorrada de la sal tiene valor penitencial y exculpatorio. O a lo mejor se trata de que otros se engañen.

«Entonces, hermanos, ahora escucharemos una palabra brevísima, la palabra de la sal, la palabra del Apocalipsis que será seguida por el Evangelio de Mateo.

Lecturas: Ap. 2, 17; Mateo 5, 13-16

Ahora, hermanos, sobre estos cristales de sal, sobre estos guijarros blancos se dará una catequesis, se hará la Anáfora, una oración al Señor, como con el pan y el vino; es la oración del Bautismo, sobre la sal, pidiendo que el Espíritu Santo desciende sobre esta sal para convertirse en un sacramento, una signo, y para que opere en cada uno de vosotros lo que eso significa.»

Otra mentira, a ver si cuela, porque da igual que a la sal la vistan de seda, como a la mona, y le hagan pases mágicos por encima imitando la anáfora de la comunión, que sal se queda, sin poder, sin magia y, obviamente, sin ser sacramento de nada.

«Anáfora de la sal

Canto: "Amen" (en forma abreviada)

Brevísima kikotesis sobre la sal

A través de este sacramento, hermanos, a través de este signo, participaremos en la muerte y resurrección de Jesucristo, en forma de sal sacramental.»

Para que quede claro que no ha sido un error, repite la mentira de la sacralidad de la sal unas cuantas veces.

«La sal es lo que da sabor a todas las cosas, las cosas por el pecado han perdido su sabor, el mundo ha perdido su sabor, ha perdido su sentido. La patata hervida no tiene sentido, no tiene sabor, no sabe a nada. Ni siquiera sabemos que es patata, es algo insulso; la carne sin sal no sabe nada.»

La ignorancia suele ser atrevida. Kiko dice tonterías sobre la falta de sabor de los alimentos. Afortunadamente le han puesto a dieta baja en sodio y tal vez haya descubierto que todos los alimentos tienen sabor por sí mismos.

«Vosotros sois la sal de la tierra, hermanos, y el mundo ha perdido su sentido. Tantos arquitectos que hacen casas se suicidan porque ¿para qué sirven tantas casas? Tantos ingenieros, tantos científicos, tantos artistas que yo conozco, amigos míos que se pegaron un tiro. ¿Qué sentido tiene el arte si no hay amor, qué sentido tiene el arte, qué sentido tiene la vida, por qué hacer hijos si solo existe la muerte?»

Se entiende, ¿no? Es el mensaje apocalíptico de siempre: no hay vida ni esperanza fuera de Kikónides, porque lo dice él. Y si te vas, te suicidarás como esos amigos suyos.

«Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros debéis dar sabor, es decir, dar sentido a todas las realidades sociales. ¿Y cuál es este sentido? ¿Qué da sentido a toda la realidad creada? ¡Cristo! Es Cristo crucificado. El amor de Dios, la misericordia, el no juzgar, el hacerse pecado por los demás es la verdadera misericordia, es dejarse matar por los pecados de los demás sin juzgar. Esto es el amor, este hecho. Si tenemos este amor, entonces podemos morir y también podemos ser torturados, incluso podemos sufrir los pecados de los demás, si este amor es verdadero, si hay amor de verdad en el mundo, hermanos, vengan a nosotros la enfermedad, que no importa, si realmente está Dios, si hay amor. Esto está esperando esta generación, que alguien muestre que el amor existe.

Bueno, hermanos, recibiréis esta sal, este cristal que quema, que degustaréis. Ponéis las manos como en la comunión, la derecha debajo de la izquierda, en forma de cruz, hacéis una cruz con las manos donde se colocará esta piedra blanca, esta piedrita, y después contemplarás esta piedra blanca, símbolo de vosotros mismos, símbolo de Cristo que se dejó destruir para darnos vida.

Esta sal, en tu boca, se dejará destruir para darte vida, para salarte, para darte el sabor. Sin sal, los hombres no pueden vivir, no podemos vivir.»

Igual que sin agua, sin vitaminas, sin hierro… Como alguien pruebe a vivir sólo de sal, se va a morir. Pero nadie se inventa el sacramento de la vitamina D ni del ácido fólico, pongo por caso.

«Sabéis que en África, donde hace mucho calor, los hombres deben comer sal. La sal vale mucho más que el oro, mucho más, porque el hombre sin sal no puede vivir. Aquí la sal, como pan, es un signo. Se deja matar para darte vida. Pero al mismo tiempo, la sal te hará toser, te hará daño; tienes que chuparlo poco a poco en la boca, no escupirlo, deja que te duela un poco, escuece un poco en la boca, pero después te dejará la boca suave, símbolo de la cruz. Cuando viene a tu vida, se ve muy mal, pero siempre te deja algo bueno. Es lo opuesto al pecado: como el fruto del árbol del jardín, que aparentemente se ve hermoso, pero luego te deja con la vida amargada y destruida. Dios ha venido para ayudarte, te ha purificado, hace cosas maravillosas, te santifica con un signo, un sacramento. A esto San Agustín lo llamó el sacramento de los catecúmenos.»

No soy experta en la materia. Pero por lo que yo he leído, S. Agustín llama sacramento preparatorio o de catecúmenos a los exorcismos que se practican en el Bautismo, no a un pedrolo de sal. Quien pueda aportar hechos concretos sobre el tema, que lo haga.

«Entonces, hermanos, recibidlo con devoción y luego cuando se os diga: "He aquí la sal de la sabiduría", respondéis: "Amén". Responder a Amen a esta sal, comerla significa que aceptáis ser cristianos, comenzáis a ser cristianos, comenzáis a aceptar ser esta sal. Ser sal con tu suegra, en el trabajo, con tu esposa, con tu cuñada, un poquito, el Señor te ayudará: no te asustes, el Señor hará esto.»

Porque en el kikismo nadie empieza a ser cristiano por el Bautismo, no, eso es cosa de religiosos naturales y de la pastoral sacramental de la parroquia, que no salva y está llena de curas cuya fe no interesa a nadie.

«Canto: "El mismo Dios" (durante la distribución de la sal)

Presidente: Esta es la sal de la Alianza de Nuestro Dios, sal de la Sabiduría; que ella nos guarde para la vida eterna.

Asamblea: ¡Amén!

(Terminado el rito folclórico-pseudomágico, se invita a la gente a la reunión del día siguiente para la catequesis sobre el camino y se van todos a un restaurante para un gran banquete).