4. Otros puntos críticos.
En
el trato al “camino neocatecumenal” se pueden observar algunos puntos críticos
que precisan aclaración de su parte. ¿Cómo es posible entender ese atentado
contra la liturgia, el gloria “reservado” para adviento y el credo ausente en
sus celebraciones?
Muchas
veces se observa cierta primacía del catequista o equipo de catequistas sobre
los presbíteros que no son del movimiento e incluso, algunas veces, sobre el
obispo.
Es
loable su participación en las jornadas de juventud que ha convocado el Santo
Padre en estos últimos años pero la capitalización de estos eventos eclesiales,
como Denver, Santiago de Compostela, Loretto y otros, como si el Papa los
convocara exclusivamente a ellos muestra su interés por asumir cierto
protagonismo en la Iglesia.
Ante
cualquier diferencia y llamada de atención cuestionan la autoridad de la
jerarquía local argumentando que tienen “uno de los pocos breves pontificio que
se han dado en la historia de la Iglesia” refiriéndose a la carta dirigida por
el Santo Padre al vicepresidente del Consejo Pontificio para los laicos, Monseñor
Paul Josef Cordes. Que en esta carta el Santo Padre “reconozca el Camino
Neocatecumenal como un itinerario de formación católica válida para la sociedad
y para los tiempos de hoy” no significa necesariamente que sea el único
itinerario de formación católica válido. El hecho de disponer de este documento
no significa que puedan ignorar la autoridad local invocando un criterio de
autoridad superior. Es cierto que esta obra para la Nueva Evangelización debe
hacerse según las líneas propuestas por los iniciadores (precisamente sobre lo
que no hay nada escrito y que se ha ido transmitiendo oralmente por los años)
pero también “en el espíritu de servicio al ordinario del lugar, en comunión
con él, en el contexto de la unidad de la Iglesia particular con la Iglesia
universal”[1].
A
nuestro despacho han llegado muchas quejas acerca del trato humano dispensado
por los catequistas a los fieles de la comunidad. Esto puede ser debido a la
transculturización que se realiza en el reencuentro de dos culturas: elementos
propios de la cultura hispana son asumidos como símbolos del movimiento:
progresar en el camino es progresar en la autoespañolización. La cultura de
referencia es la del catequista y no la de los catequizandos. De ahí que sea lógico
proceder a hacer las cosas como se hacen en España y procurar el sometimiento
por temor e incluso el insulto a la autoridad del catequista.
5. Una discusión pendiente.
Este
problema puede ser expresado en estos términos: la tensión que hay entre la
fidelidad al carisma fundacional y la necesidad de institucionalización.
En
la obra de Ricardo Blazquez a la que nos referimos arriba se observan ciertas
contradicciones: “Las comunidades neocatecumenales no son un movimiento apostólico.
Los movimientos apostólicos son, por definición, especializados por ámbitos
sociales, por edades, por tareas...”[2] No encontramos en ningún lugar de su obra quién dijo esta definición.
Pensamos que estamos ante una definición proporcionada por el mismo “camino
neocatecumenal”.
En
otro lugar Blazquez vuelve a señalar: “Por otra parte, el camino neocatecumenal
no es un movimiento apostólico, cuya identidad aparece en la correlación entre
fe cristiana y el ambiente social del grupo específico...”[3]. Y, a pesar de esa marcada insistencia en no considerar al camino
neocatecumenal como un movimiento apostólico, unas cuantas páginas atrás dice:
“El Sínodo Episcopal, celebrado el mes de octubre último en Roma, sobre la
vocación y misión de los laicos, trató también acerca del discernimiento de los
llamados «nuevos movimientos eclesiales», entre los que se encuentra el «camino
neocatecumenal» “[4].
Si
es que se quiere y pretende ser fiel a la experiencia de improvisación que marcó
los inicios del movimiento en Palomeras Altas de Madrid y se quiere acentuar
más el aspecto carismático del camino neocatecumenal se debería pensar en la
imposibilidad de extrapolar experiencias que surgieron en lugares concretos y
determinados sin perder la originalidad en su génesis.
Por
otra parte, no hay nada que haga pensar que el camino neocatecumenal no sea un movimiento
más en la marcha de los acontecimientos eclesiales de hoy día. En todo este
trabajo hemos procurado no referirnos a ellos como movimiento reservando para
este momento nuestra conclusión. Si en verdad el camino neocatecumenal quiere
ser una experiencia válida para la sociedad de hoy día y permanecer por los años
debe admitir la necesidad de dar carácter institucional al carisma recibido. De
lo contrario, el mismo carisma corre el riesgo de perderse en la arbitraria
interpretación de los mismos que lo predican.[5]
Los
manuales de sociología definen la institución como “la mayor esfera de vida
social organizada a fin de satisfacer las necesidades humanas básicas”[6]. “Institución es más o menos una estructura estable de estatutos y reglas
destinadas a satisfacer las necesidades básicas de la gente en una sociedad.” [7] Por esto, vemos la necesidad de que el movimiento neocatecumenal pase
por un proceso de institucionalización que permita clarificar sus puntos, su
doctrina y su predicación.
[1] Juan Pablo II, Carta al vicepresidente
del Consejo Pontificio para los Laicos, encargado ad personam para el
Apostolado de las Comunidades Neocatecumenales.
[3] BLAZQUEZ, Ricardo. o. c. pág 92.
[4] BLAZQUEZ, Ricardo. o. c. pág. 88.
[5]Hay una fuerte contradicción entre
la experiencia original y la experiencia actual. Desconocemos cuáles han sido
las razones para que las cosas hayan llegado a estos extremos. En Madrid,
España, el movimiento se inicia en un barrio de la periferia de la capital
española, entre los abandonados y marginados de la sociedad. ¿Cómo podemos
entender hoy día que para sus reuniones, convivencias o escrutinios en vez de
utilizar programadamente los recursos de la Iglesia local utilicen los
servicios de hoteles de cinco estrellas? ¿Cómo se entiende que hablemos de
pobreza a los más pobres de nuestras ciudades (hispanos) reuniéndolos en el
Grand Hotel?
[6] MACIONIS, John J. “Sociology”
5 Ed. Simon & Schuster Co. New Jersey, 1995, pag. 115
[7]KORNBLUM, William. “Sociology
in a changing world” 3rd. Ed. Harcourt Brace College Publishers, Texas,
1988, pag. 111.
En el seno de la Iglesia Católica han proliferado las sectas. Sí, por muy mal que suene, son sectas. Sectas y punto. Lo digo con dolor de corazón, sin ira, pero con contundencia porque no puedo evitar creerlo al ser evidente hasta el escándalo.
ResponderEliminarY sencillamente me duele tanto porque formo parte de la Iglesia Católica. Ella me ha guiado durante toda mi vida. Sin embargo lo que percibo, con respecto a ciertas comunidades, no lo veo coherente con el evangelio y me llena de dudas. Dudas que afectan, sobre todo, al futuro de mis hijos: Ante la expansiva secularización ¿Podrán crecer y madurar en una fe bien entendida que esté arropada por una comunidad?
Por una comunidad parroquial me refiero, natural y católica, porque para nada estoy dispuesto a permitir que, al no tener opción, entren en una comunidad Neocatecumenal o en un grupo donde se les prive de la sana libertad para elegir el camino que el Señor les sugiere. Nunca me perdonaría que, en cambio, se les fuerce a seguir el camino que les trace un fulano que dice ser catequista, director espiritual, o el santo neo-Moisés de Palomares.
Yo, sobre todo, deseo que mis hijos se puedan enfrentar a la vida de forma responsable y madura; que la fe les alumbre en un caminar autónomo y que no les suponga ser como eternos niñitos obedientes, tutelados por padrastros malhumorados; proteccionistas, prohibitivos y manipuladores. Capaz de romperles la vida, por creerla un nocivo juguete.
No, No quiero que su trabajo o sustento dependa de estos tipos, por muy dichosos, elitistas y bendecidos que parezcan. No quiero que mis hijos dependan emocionalmente, socialmente y económicamente de un grupito que en cualquier momento les pueda chantajear con un mobbing bien diseñado. No deseo que el “grupo elegido” más los catequistas, el consiliario y la delegación diocesana conozca su intimidad como si esta fuera un puñetero asunto de interés público. Y que todos los atropellos imaginables sean simplemente justificados y tolerados por un "Dios lo quiere así" o "Es la voluntad de Dios"
No. Me negaré y si hace falta utilizaré las uñas y los dientes; por mucha aprobación, interés, connivencia o simpatía que les tengan algunos jerarcas eclesiales. Y, desde luego, si me cruzo con algún pastorcillo del rebaño no dudaré en decírselo: tenga usted cuidado con los lobos, sobre todo con los que pululan, cerquita de las ovejas, dentro del redil.
Para olé, olé y olé, y de paso a jose:
ResponderEliminarNo te contesté antes por dos razones, una, para evitar el spoiler del final y la otra, porque hace muchos años alguien que aprecio me dio un consejo muy útil: “No discutas con un tonto que la gente se confunde”.
Ahí tienes dos respuestas de la Iglesia. La primera en tus famosos y vilipendiados estatutos. Como te darás cuenta, la institucionalización del knk es a la fuerza. No les queda otro camino si de verdad quieren sobrevivir un par de años más allá de la muerte de kiko. En esto la Iglesia, la que ustedes tanto denigran, la de los religiosos naturales de misa de 12, les hace un favor. La otra, está en “Gaudete et exsultate” de Francisco. Te aconsejo que la leas para que la encuentres (no me da la gana darte el dato preciso) y, de paso, te desasnes un poco, que falta te hace.
"El hecho de disponer de este documento no significa que puedan ignorar la autoridad local invocando un criterio de autoridad superior".
ResponderEliminarAutoridad, superior, categoría superior... complejo de superioridad