2.3 Regodeo
morboso en la situación de pecado anterior.
Es claro el aporte que representa la
experiencia del camino neocatecumenal para algunos; es el inicio de un proceso
de conversión que coloca la persona como punto de partida para la plena
transformación de criatura a saberse y reconocerse hijo de Dios y restablecer
la primigenia imagen y semejanza perdida por el pecado.
Lo objetable en este punto es el marcado
acento que ponen constantemente en su situación de pecado anterior. Si bien es
cierto que, como dice el Apóstol Pablo, donde abundó el pecado sobreabundó la
gracia hacen más hincapié en su estado previo al inicio del proceso de conversión
que en la gracia que Dios ha manifestado en ellos.
Nos encontramos ante un testimonio de forma
negativa: “Para que vean lo que Dios ha hecho en mí, sepan que yo era....” Esta
clase de testimonio viene expresado no sólo en las convocatorias a las
catequesis, sino que prácticamente en cada monición a la Palabra de Dios
proclamada en asamblea o al manifestar la resonancia de esa Palabra en la vida
personal, toman como punto de partida este elemento.
No es que ahora neguemos la validez de la
introspección pero el proceso es más complejo. Dios es más íntimo a nosotros
mismos que nuestra conciencia; pero al buscarlo en nuestro interior, cuando nos
sentimos despreciables, descubrimos la miseria y la basura que hay en nosotros;
el hombre debe trascenderse a sí mismo para encontrar en su interior la verdad.
Es en ese movimiento de salir de sí mismo a Dios donde podríamos decir que nos
vamos convirtiendo en cristianos.
Ahora bien, si quitamos de nuestros
neocatecúmenos esta forma de hablar prácticamente les vamos a dejar sin nada.
Toda la fuerza que hay en ellos se vendría abajo porque es su modo de expresar
la experiencia que han vivido. Sin embargo, deben ser educados a apreciar otras
realidades de la vida, sin olvidar que así como eran, pecadores, Dios les amó
hasta conducirlos a él.
2.4
Instrumentalización de los ecos y moniciones.
El rígido esquema de sus reuniones hace que
muchas veces no puedan expresar lo que sienten. Aunque para esto celebran una
convivencia al mes en donde se comparten las dudas y los temores y se procede a
la reconciliación en comunidad. Así que cuando encuentran la ocasión de decir
su parecer sobre algo particular utilizan los ecos y moniciones para expresar
sus sentimientos.
Es un logro del neocatecumenado que las
celebraciones sean preparadas a conciencia pero cuando las moniciones se
convierten en pequeñas homilías es desesperante; más aún, cuando el eco de la
Palabra de Dios en la vida de las personas es utilizado para lanzar indirectas
a los demás.
La situación es más grave cuando el grupo
considera que se debe a sus catequistas y los presbíteros no son considerados
en ningún momento.
2.5
Desorbitada convocación.
Es exagerado el número de veces que deben
reunirse: los iniciados son convocados para preparar la celebración de la
Palabra que realizan durante la semana con el estudio monotemático de los temas
desarrollados por Xavier León-Dufour en su "Vocabulario de Teología Bíblica"[1]; meditación de las lecturas la eucaristía que tiene
lugar en la vigilia del domingo, también se reúnen a preparar las lecturas que
tendrán lugar en la celebración de la palabra que realizan una vez por semana.
Es así que en el neocatecumenado podemos decir que de los siete días que tiene
la semana, cuatro son en meditación y estudio de las Escrituras.
A estos regulares días hay que añadir la
convivencia mensual que tiene lugar regularmente en domingo y también las
diversas convivencias que a lo largo del año van resultando por una cosa u
otra. Sin pecar de exageración y siendo considerados con ellos podemos decir
que pasan prácticamente la mitad del año reunidos en sus asuntos particulares.
La finalidad es buena, lo que está en duda es la utilidad y conveniencia de la excesiva dedicación a
sus temas particulares y los escasos frutos personales conseguidos.
3. Aspectos heréticos.
Es probable que de nuestra parte estemos
confundiendo los fines con el medio para alcanzar esos fines. No sabemos si por
mantener la integridad de un proceso que ya se dio (el bautismo) sean
sacrificados elementos esenciales no sólo de la liturgia sino de la misma fe.
A mi consulta se han presentado personas
del neocatecumenado para aclarar doctrinas y enseñanzas que en nada tienen que
ver con las señaladas en el catecismo de la Iglesia. Al ser cuestionadas sobre
dónde han oído semejantes cosas argumentan que así lo enseña o no lo enseña la
catequesis que da fulano... Ahora, sin internarnos en el laberinto de la
historia de la Iglesia apuntaremos hacia algunos elementos claramente
objetables dentro del neocatecumenado en cuanto al cuerpo doctrinal de la
Iglesia.
3.1
Neo-pelagianismo.
Al añadir el prefijo “neo” no sólo el
catecumenado toma nuevos aspectos sino que, en el caso que nos concierne,
también los peligros del pasado vienen a tener carta de actualidad.
No vamos a precisar sobre estos términos a
la perfección, sino que nos interesa hacer algunas observaciones particulares
sobre puntos de vital importancia en la integridad de la fe que muchas veces
son violentados por el “camino neocatecumenal”.
Pelagio ponía todo el empeño de la salvación
en lo que hiciera la persona humana. La gracia es nula y vacía si el recipiente
está roto y perdido.
3.1.1
Negación de la gracia bautismal ya recibida.
Si no hay una afirmación positiva de esta
negación, al menos es asumida como punto de partida a la hora de iniciar el
proceso neocatecumenal. En la práctica se viene a decir que el bautismo ya recibido ha quedado
en nada por la incomprensión de la persona, por eso, al iniciar el
proceso neocatecumenal se asume como punto de partida que si bien la persona está
bautizada ese bautismo carece de valor y como consecuencia entramos al
siguiente punto.
3.1.2
Cierto planteamiento de rebautización por inmersión en el Jordán, si es
posible, hecho por el Papa.
Uno de los grandes anhelos del
neocatecumenado no es tanto proceder a la renovación del bautismo en la noche
pascual sino poder llegar a realizar esta renovación en las mismas aguas del río
Jordán y más todavía si quien preside la ceremonia es el Santo Padre.
Es cierto que esto no es definido con
claridad por los interesados pero en cierto modo es apuntado por los que están en
el proceso neocatecumenal.
3.1.3
Tendencia judaizante en la revalorización de símbolos judíos sin trascendencia
cristiana.
Nos encontramos nuevamente frente a
aquellos judaizantes que persiguieron a Pablo y cuyos problemas fueron
resueltos en el primer concilio de Jerusalén (Hechos, 15.). La revalorización
de aspectos procedentes del judaísmo con el sólo hecho que proceden de allí
hace que muchas veces se presten a confusión discusiones ya superadas en el
pasado.
Entre los elementos revalorizados
encontramos el sábado, como nuevo día para la celebración eucarística. Ya no se
trata tanto del sábado como día disponible por el presbítero para celebrar cómodamente
la eucaristía particular sino que han llegado a la excusa del domingo. Los
neocatecúmenos que participan regularmente en la eucaristía sabatina se excusan
muy fácilmente de participar en las celebraciones dominicales con el resto de
la comunidad.
Otro de los elementos revalorizados es el
pan ácimo. La receta exclusiva y única de la que hacen uso para la elaboración
del pan eucarístico hace que algunos aspectos de la eucaristía, sin pecar de
escrupulosidad, sean puestos en tela de juicio. Algunas veces se peca por
exceso y otras, por defecto del debido respeto que merece el Sacramento.
El vino preferido para las celebraciones
eucarísticas es un vino aprobado por las sinagogas judías como vino “kosher”. La
integridad y pureza del vino pone en duda su validez para las celebraciones
eucarísticas.
El uso de la menorah quiere destacar el
sentido pascual de la eucaristía, pero la excesiva acentuación de este aspecto
hace que los demás sean minusvalorados.
El diseño del altar y el adornarlos con
flores durante la cuaresma hace perder de vista el sentido de la liturgia
propia abierta a la reconciliación del universo con Dios en cuyo caso queda
reducida exclusivamente para los “iniciados”.
Partiendo de una crítica catequesis contra
la “iglesia sacramentalista” llegan
a convertirse en una “iglesia ritualista” donde el rito es más importante que
el sacramento y se pone todo el acento no en las cosas sino en el modo de hacer
las cosas observándose, de esa manera, cierta rigidez en la distribución
de los elementos que muchas veces van contra los principios de las leyes físicas.
Así como deben guardar la distribución de la sede-ambón-altar muchas veces
sacrifican el concepto de espacio proporcionado y conveniente para la celebración.
En todos estos puntos son inflexibles no
por conveniencia del presbítero sino por indicación del catequista.
3.1.4 Pretensión de superioridad en la fe
porque "conocen" más que los demás.
Se observa cierta pretensión de
superioridad y hasta cierto punto la consideración de superiores con respecto
al resto de la iglesia por la única razón de que son más conocedores de temas
teológicos.
Afirmaciones temerarias sobre la fe de los
demás son pronunciadas sin muchos miramientos. Ellos sí tienen fe; la tienen
ahora desde que empezaron “a caminar” pero antes no la tenían, ellos no son
como los que van a la iglesia los domingos para... La humildad y otros valores
evangélicos no son asumidos como propios tal vez porque no han llegado a esa
etapa del “camino”.
Es de temer que el minucioso examen de la neo-doktrina y de sus efectos propuesto por Malinche haya funcionado para el troll “Olé, olé y olé” como un garrote apretando progresivamente. No se escucha más, meramente porque no tiene ningún argumento que oponer.
ResponderEliminarEl agobio físico y la ritualización son trucos de todas las sectas. La permanente sensación de estar atrasado en el cumplimiento de tropecientas obligaciones mantiene la culpabilidad y la ritualización absorbe la atención. El agobio acaba con la facultad de juicio crítico.
En cuanto a conocer más, es cierto que saben más que muchos pero, en general, saben únicamente repetir lo que les han metido. La muy ignorante katekista Mónica nos dio muestras con su patética katekesis del perdón al enemigo. Sin embargo, aprendimos en la aventura que Mónica, para evitar enfermedades mentales, folla, y folla, y folla…
Y en cuanto a la pequeña debilidad de creerse los únicos detentores de la «fe auténtica», hay que verlo principalmente como la compensación de sus sacrificios a favor de la kausa. La mera idea de que la Iglesia no fue capaz de resolver sus problemas existenciales porque la Iglesia habría perdido los ingredientes de la verdadera fe, el todo justificado por el clericalismo desde Constantino, es muy efectiva. Cuánto más enorme la supuesta misión, más disparado el orgullo. No quita que la captación empieza como siempre por un baño de «amor», absolutamente interesado, claro.
El formato de las notas de Malinche conviene muy bien a la prevención. Permite una toma de contacto con las derivas de la secta fácil a la vez que bastante comprensiva. Es de agradecer su publicación.