Ogniqualvolta

 

No deja de extrañarme que los papeles y documentos más señalados del Camino Neocatecumenal estén plagados de imprecisiones, fallos y errores de bulto. Casualidad no puede ser, porque la casualidad no existe para el creyente, así que algo debe significar y querer decir tanto yerro garrafal.

En esta ocasión, voy a hacer notar algunos fallos de uno de los documentos más manidos y citados por los estamentos neocatecumenales: la Ogniqualvolta.

 

Para quien no lo sepa, Ogni qualvolta -nombre que procede de las dos primeras palabras del texto en italiano- es la carta aquella en la que Juan Pablo II, tras una serie de justificaciones, dejaba claro que reconocía la existencia del Camino Neocatecumenal.

 

Y punto.

Solo eso: no por iniciativa propia, sino a instancias de un tercero -de Kiko según se dice aquí (ver al final de la página 3)-, el 30 de agosto de 1990, es decir, han pasado algo más de dos décadas desde el nacimiento oficial del Camino, el Papa envía una carta al entonces encargado “ad personam” del apostolado de las comunidades neocatecumenales, carta en la que hacía saber a sus hermanos en el episcopado que sí, que se daba por enterado de la existencia de eso que se empeñaba en no ser un movimiento ni una asociación, en contra de las palabras del mismo Papa, por cierto.

 

La carta, por tanto, no parte del Papa y además no se dirige al CNC -que sería lo suyo si contuviese una aprobación, como falsean algunos-, sino al obispo Paul Josef Cordes, vicepresidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

Y aquí, en el destinatario, está la primera cosa rara.

La carta está publicada en italiano, español e inglés. En las versiones italiana e inglesa se indica, que el destinatario no solo es el encargado -lo fue desde 1980 hasta 1995- del apostolado de las comunidades neocatecumenales, sino que es el vicepresidente del Pontificio Consejo para los Laicos, que es cargo de mayor enjundia…, pero en la versión en español, misteriosamente, el obispo Cordes no es nada para el Pontificio Consejo para los Laicos, es decir, no figura en la carta su cargo en dicho Consejo.

Sorprendente.

 

Luego, casi al final de la carta, es donde aparece el párrafo que tantos neocatecumenales citan. Y citan mal.

Resalto la palabra clave en la frase más famosa para el sendero luminiscente:

«habiendo visto la documentación por Vd. presentada:

acogiendo a la petición que se me ha dirigido, reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy».

Aquí en italiano: «avendo preso visione della documentazione da Lei presentata : accogliendo la richiesta rivoltami, riconosco il Cammino Neocatecumenale come un itinerario di formazione cattolica, valida per la società e per i tempi odierni».

En inglés, por razones obvias, no se puede apreciar ese maravilloso femenino que indica que la validez para la sociedad y para los tiempos de hoy hace referencia a la formación católica, no al itinerario.

Es decir, Juan Pablo II jamás reconoció que cierto itinerario fuese válido para la sociedad y para los tiempos de hoy. Lo que reconoció es que la formación católica es válida para esta sociedad y estos tiempos y que el CNC es un itinerario de formación católica (eso le hicieron creer).

Por tanto, lo que Juan Pablo II declara es que la validez para la sociedad y para los tiempos de hoy recae en la formación católica y solo en la formación católica, no en el itinerario en sí.

Pero esto, que es verdad, debe de lastimar la sensibilidad de alguno, por lo que deforman la carta en un necio intento de transformar la palabra escrita en una falsa aprobación de todo, todo y todo que solo existe en algunas mentes kikotizadas.

Pero aún hay más.

 

Juan Pablo II desea que los obispos “valoricen y ayuden” a esta obra, a condición de que ella esté “al servicio del obispo y en comunión con él y en el contexto de la unidad de la Iglesia”.

Es obvio que no podía ser de otro modo, por más que a algunos les rechinen los dientes, se retuerzan y se inventen persecuciones.

 

Y no es menos interesante la nota al final de la carta:

«La intención del Santo Padre al reconocer el Camino Neocatecumenal como un proceso efectivo de formación católica, no es dar instrucciones vinculantes a los Ordinarios locales, sino solo alentarlos a considerar cuidadosamente a las Comunidades Neocatecumenales. Sin embargo, deja a juicio de los Ordinarios actuar según las necesidades pastorales de sus propias diócesis».

Es decir: plena libertad para que el obispo que lo estime conveniente les cierre la puerta de la diócesis en las narices. O dicho de otro modo: no está endemoniado el obispo que decida que el CNC sobra en su diócesis.

Y de nuevo vuelve a ser curioso que esa nota figura en la versión en italiano y en inglés, pero por motivos inextricables se ha perdido y esfumado en la versión en español.

¿Por qué será que el error y la ocultación no se separan del Camino Neocatecumenal?