¿Quién diseña las iglesias modernas?

 

En las iglesias católicas es norma usual que haya una zona elevada sobre todas las demás. Es la zona reservada para el altar; y también para el sagrario, tanto si este está en otra capilla como si no, su lugar es en alto, visible para todos.

También la zona elevada destinada al altar alberga el sitial del sacerdote, que actúa en figura de Cristo.

Esa es la norma…, pero los hay que defienden una neo-estética que rompe y pisotea normas.

Un signo identitario de esta neo-estética son los colores chirriantes, blanco frío, rojo bermejo, azul eléctrico; otro es la escasa luz natural de los recintos; otro es que se suprimen los reclinatorios, y otro, quizá más interesante, es la relevancia y preponderancia que adquieren los sitiales, que se sitúan sensiblemente por encima del mismo altar.

Es más, si el lugar lo permite, también los bancos destinados a la asamblea se disponen en gradas, de tal forma que la misma asamblea queda por encima del nivel del altar.

En otras palabras, se redistribuye y altera el interior de la iglesia para que albergue un escenario y las bancadas destinadas a la audiencia. Así, la liturgia adquiere rango de espectáculo; el oficiante, de actor; y la asamblea de espectadores ávidos de emociones.

Un lugar así no invita al recogimiento ni al silencio, al contrario, pide cantos, música, palmas, ruido, baile, jolgorio. Pues merced a ello los asistentes no solo son espectadores de una representación, también son partícipes en la misma. Y esta conciencia de ser parte del espectáculo se acrecienta por el hecho -concretísimo- de que la disposición de la asamblea en filas enfrentadas favorece que la atención se reparta entre el escenario central y las bancadas situadas al otro lado de este.

Así también se dificulta el recogimiento. Fijarse en quien está o deja de estar en las filas de enfrente, cómo viste, cómo se mueve, si canta o no canta, si da palmas o no las da, se vuelve parte del evento.

En esta entrada, las fotografías muestran la neo-estética, pero intencionadamente he colado también un templo masónico y una sinagoga... ¿Alguien los distingue? Sí, gracias a la piscina, pero si no fuera por eso...

Dejando fuera las dos imágenes que no se corresponden con estropicios decorativos propiciados por el CNC, hay un rango común a todas las salas de usos múltiples de esta entrada: he buscado “parrokikas” porque tengo la impresión de que el entorno, el escenario, que decía una “investigadora” de categoría superior, es importante. Es decir, tengo la intuición de que el cambio decorativo no es en absoluto inofensivo ni inocente y que, al margen del discutible gusto estético, es elevadísimo el precio de desacralizar los lugares sagrados para convertirlos en salas de usos múltiples donde se presencian espectáculos variopintos. Parte de ese precio es la pérdida del silencio, de la oración, de la contemplación… y luego vienen los problemas y las crisis de los presbikikos (el 11 de mayo se publicaba que uno de los varios presbikikos investigados por abusos o conducta impropia o como le llamen ha sido condenado a más de siete años de cárcel).

P.D. Las imágenes son: de la gran sinagoga de Jerusalén, parroquia de San Pablo en Ibiza, San Antonio Abad en Cartagena, un salón masónico, parroquia de Santa Catalina Labouré de Madrid, catedral Nuestra Señora de Arabia de Bahrein, Santo Tomás de Venencia, La Asunción de Bogotá, Ángeles Custodios de Londres y Nuestra Señora del Tránsito de Madrid.

P.P.D. Y todavía se pueden encontrar fotografías peores, como la siguiente: Idolatría de categoría superior en Macerata, Italia.