Correcciones a un "borriquillo" de Kiko

 

Hace poco, un borriquillo (término kiko-amoroso para referirse a un neohermano) fanático defensor del kikismo soltó la siguiente memez en un comentario:

«La Iglesia tiene muchos movimientos y el Camino es uno más de ellos.
No existe ningún documento ni Papa que lo haya desautorizado. La aprobación de los estatutos prueba su realidad y vigencia por mucho que os moleste. Argumentar si estos se cumplen o no cambia nada, y es ridículo plantear semejante argumento. Es lo que tiene el fariseismo (sic): conoceis (otro sic) muy bien la ley y la exigís al resto, pero estais (más sic) a años luz de cumplirla».

 

Si Carmen aún viviera, le podría haber dado un soponcio de categoría superior que se la hubiera llevado al otro barrio: el borriquillo alega que el Camino solo es uno más entre los muchos movimientos que tiene la Iglesia. Uno de ellos. Y ni siquiera uno que destaque para bien, sino todo lo contrario.

Se acabó lo de la iniciación cristiana y demás parrafadas bonitas pero carentes de realidad. El CN solo es un movimiento. Y los movimientos no salvan, no dan la vida eterna, no perduran, no poseen el Espíritu Santo.

Sigue el borriquillo con la cantinela de que ningún documento ni Papa ha desautorizado a ese movimiento perfectamente prescindible porque es como otros muchos, con la diferencia de que otros tienen verdaderos frutos en la Iglesia.

Lo primero es rigurosamente falso. Existen muchos documentos que desautorizan y/o critican la praxis del CN. Los más famosos quizá sean los de el padre Enrico Zoffoli, pero hay muchos otros. Sin ánimo de ser exhaustiva, mencionaré unos cuantos: del cardenal Raymond Burke, del cardenal Medina Estévez, del obispo Schneider de Astana, del obispo Campbell de Lancaster, de la Conferencia Episcopal de Japón en pleno, del obispo Sanguineti de Brescia, del patriarcado latino de Jerusalén, del obispo Luna Tobar de Cuenca, del padre Gino Conti, del padre Elio Marighetto, del padre Ariel S. Levi di Gualdo, de Daniel Lifschitz ex itinerante y colaborador personal de Kiko, de un nutrido grupo de feligreses de El Callao… 

Por otra parte, me suena que ni el vaticano ni los Papas habidos han tenido un rato para condenar tajantemente el genocidio que se cometió en la América anglosajona, o la quema de brujas,... Quiero pensar que la ausencia de condena expresa no implica una aceptación tácita, aunque es obvio que para el borriquillo kiko, sí, puesto que jamás ha habido tampoco una aprobación del CNC, la ha habido de sus estatutos. Incumplidísimos, por cierto.

En cuanto al gran amor de los Papas, merecen mención especial las correcciones que les impuso Juan Pablo II, que jamás han sido obedecidas por el CNC, así como las correcciones del cardenal Arinze y las que les hizo Benedicto XVI, el de las puntillitas y los zapatitos rojos, que también cayeron en saco roto, sin olvidar que la opinión de Francisco es que el CNC debe atenerse en todo a los estatutos.

Así que también es rigurosamente falso que el que se cumplan o no los estatutos es una nadería. No lo es. Una y otra vez la Iglesia a través de sus Papas y sus dicasterios le ha dicho al movimiento -uno más entre muchos- CNC que su lugar, su misión y su cometido está marcado por los estatutos. Y una y otra vez el CNC se limpia los bajos con lo que le dice la Iglesia.

Esta es la realidad y ningún anónimo me va a impedir contarla. Por lo menos hasta ahora no me lo han podido impedir, y mira que llevan años detrás de ello.

Y así llego a la memez sobre el conocimiento de la ley. 

Declaro solemnemente que me enorgullezco de conocer la doctrina de mi Iglesia. Es más, declaro no creer en una “fe” que no se sustente en el conocimiento de la doctrina. 

Un kiko haciendo el fariseo

Aclarado lo cual, no entiendo qué estropicio puede haber en la mente de alguien que considera fariseísmo del malo, del improcedente, el que alguien tenga un conocimiento claro de la doctrina y sea capaz de corregir con ella las actitudes -praxis y hechos concretos, para que se me entienda- de otros que dicen ser cristianos, pero se ciscan con alegría en dicha doctrina.

Ciertamente debe tener un gran daño moral y una profundísima oscuridad interior la persona que no entiende que un creyente debe conocer la doctrina que cree y ser capaz de reconocer cuando otro “creyente” no la respeta. Y actuar así no es fariseísmo, es coherencia, que es algo de lo que suelen carecer los dañados por la kikotina.