Hace poco he leído algún comentario sobre ruptura de relaciones familiares propiciada por unos lorokistas. No es un asunto que me resulte desconocido, desgraciadamente. Al contrario, los lorokistas actúan con los katekúmenos como si uno de sus cometidos ineludibles fuese censurar las relaciones familiares de todos ellos y disponer cuales de ellas son conformes a los deseos de diosito y cuales hay que cortar de raíz.
Ante tal actitud conviene no olvidar nunca dos cosas.
La primera es que cuanto menos sepan de ti y de tu familia menos podrán inmiscuirse en asuntos que no les competen en absoluto. Es obvio que este punto se vuelve difícil si no imposible cuantos más miembros de la familia estén enganchados al consumo de kikotina, pero el fundamental es el siguiente.
La segunda cuestión es que ningún lorokista, presbikiko, o el mismísimo Kiko con su inmenso ego a cuestas tiene sobre ti otro poder que el que tú quieras darle. Para liberarnos murió y resucitó Cristo, no pueden encadenarte si tú no te dejas. No hagas oídos a sus amenazas y vaticinios de muerte, porque la maledicencia no viene del Espíritu de Dios, sino del maligno.
Dicho lo cual, quiero contar un hecho concreto de destrozo familiar que yo misma presencié.
Había en mi comunidad una señora, muy kika ella, muy kumplidora de todas las reglas y normas kikomunitarias. Esta mujer tenía una única hermana a la que estaba muy unida. Y esta hermana querida tenía dos hijos, chico y chica, que eran los sobrinos favoritos de la mujer de mi historia.
Sucedió que la sobrina se echó novia. Lo he escrito bien: se ennovió con otra mujer. Sucedió que pasaron algunos años y la sobrina y su novia decidieron regularizar su relación en el registro civil y celebrar el enlace por todo lo alto.
¡Qué disgusto para la tía!
Hacía años que sabía de la orientación sexual de su sobrina. Hacía años que sabía de su convivencia con otra mujer. No había hecho duelo ni alharacas hasta entonces, pero se encuentra ante una invitación a un festejo con motivo de la legitimación civil de esa convivencia de hecho y le entraron los sudores y, como buena kikina inmadura, infantilizada y sin pizca de discernimiento, acudió a los lorokistas para recibir instrucciones sobre qué hacer con su vida.
Conviene tener muy claro que los toros no se ven igual desde detrás de la barrera que delante de esta. Los lorokistas, bien parapetados detrás de la barrera, jamás tendrá la menor duda sobre la supuesta conveniencia de azuzar a matar a quien está tembloroso y afligido delante de la mentada barrera. Un lorokista jamás dudará en dictaminar que lo que diosito quiere es rigidez e inflexibilidad, porque se sabe a salvo de la lluvia de patadas en culo ajeno que va a provocar por su “orientación”.
Esto es importante. Los lorokistas no ignoran que seguir sus indicaciones va a provocar, de forma casi inevitable, fricciones y disgustos en familia ajena. Sencillamente no les importa, porque no es su familia, no son sus disgustos y no serán sus culos los pateados.
Y cuando sabes que tú te vas a ir de rositas y tu empatía es nula o negativa, resulta muy fácil imponer a otro que lo que diosito quiere es que des testimonio a tu familia, para que tus parientes puedan ver que tú pones a diosito por encima de todo y de todos, incluso de tu querida sobrina y de tu querida hermana. Ya sabes, te la tienes que jugar por diosito, porque si no haces lo que los lorokistas de ordenan, estarás negando a diosito ante los hombres y si niegas a diosito, él te negará a ti en el juicio final.
¿Ves que fácil es hacerte pensar que te juegas la vida eterna en un mal paso?
Por descontado, esta mujer no fue a la celebración de su sobrina. ¡No iba a jugarse la vida eterna por un festín con bogavante en compañía de la familia! Así que ofendió a la sobrina y a la hermana y a toda la familia y el único testimonio que les dio fue de kikotización aguda.
Sucedió tiempo después a una pareja de lorokistas de estos tan dados a saber lo que tienen que hacer los demás con su vida, que uno de sus mejores amigos los invitó a su enlace civil. Qué ironía que la pareja del amigo era de su mismo género, sexo y condición. Son cosas que pasan.
Pues bien, estos lorokistas no dudaron en acudir al evento de sus queridos amigos gais, zamparse el festín y felicitar efusivamente a la parejita.
¿Dónde quedó lo de dar testimonio, lo de poner a diosito por delante de todos, incluso si eso te lleva a enemistarte con tu propia familia, lo de pronunciarse por él -por diosito- ante los hombres? Ya os lo he dicho, cuando no hay barrera delante, los toros se ven muy grandes y muy fieros.
Y cuando no se tiene ni pizca de vergüenza, es fácil tapar con unos cuantos mantras la incoherencia. Así que dijeron que acudieron al bodorrio para no escandalizar, para que nadie pensase que se creían mejores, porque ya se sabe que son los últimos y los pedores, y para poner de relieve con un hecho concreto que hay que amar al pecador, aunque se deteste el pecado. En suma, que lo hicieron por puritito amor de su corazón y porque eso era lo que diosito quería de ellos, sin lugar a dudas.
Huelga decir que siguen frecuentando y teniendo amistad con estos gais, sobre todo en verano, porque sus amigos viven en un chalecito muy apañado con piscinita, lo que es muy de agradecer en la canícula. Peor que conste que el hecho de que los visiten en verano y con el traje de baño es para despistar, que los lorokistas a lo que van es a preocuparse y desgastarse por la konversión de esta parejita.
Y habrá quien se lo crea.
¿Y se sabe qué cara puso la kika que prefirió no asistir al enlace civil de su sobrina, para no condenarse al fuego eterno kikokumenal? Debe haberse quedado, cuando menos, ojiplática, aunque no creo que se atreviese si quiera a cuestionar la hipókrika decisión de sus zorrokistas, so pena de recibir otro rapapolvo.
ResponderEliminarEs increíble, pero cierto, que la capacidad para decir una cosa y hacer otra por parte de los zorrokistas, es tan solo semejante a la aceptación de tamaña hipocresía de parte de los kamigallinitas ciegas.
EliminarA veces, las menos, resulta en salida "ipso facto" porque coincida en momento de suma y sigue de despropósitos, pero la tendencia de haber crucificado la razón hace posible tragar ruedas de molino con la naturalidad del que se zampa una miga de pan.
Hacer pasar estos disloques por fe adulta sí que es un prodigio, de los pocos al alcance de la mentirosa bestia llamada Kamino, aunque eso sí, todos sus prodigios son de la misma naturaleza, mentirosa, claro. Los pobrecillos adeptos acaban de una u otra manera adoptando esa cualidad de la dualidad, la doblez, la hipocresía, es decir, que pueden decir una cosa, hacer otra contrapuesta totalmente, y pensar... bueno, no pensar ninguna, que eso viene del maligno.
¿Fe adulta? Te rilas, prima, te rilas!
-sepul-