Glosario de términos neokikomenales (parte 11)

 

Nueva entrada sobre el glosario de terminos neokikomenales que, para que no se olvide, son términos corrientes a los que los adictos dan un significado retorcido y distinto al que corresponde en correcto español.

Pues bien, entre dichos términos está la pamplina de:

¡Todo es gratis!
Sabido es que el CNC es un fraude muuuuy caro. Es fraude porque engatusan a la gente con el mantra de que ellos vienen en nombre del Obispo y no hablan por su cuenta sino por cuenta de otro que los ha elegido para acrecentarles la fe hasta que adquieran discernimiento, que es cuando se puede hablar de fe adulta.

La triste realidad es que por más años y años y años que pasen, los captados siguen siendo unos bebitos que necesitan a los lorokistas para que les interpreten la vida porque ellos siguen carentes de discernimiento y de fe y además cada dos por tres se encuentra con una bolsa -negra, para más señas- que hay que llenar para contentar a diosito, no sea que se enfade y les mande un cáncer o algo peor.

Y no solo eso. También hay que pagar niñeras con quien dejar a los hijos mientras ellos pierden el tiempo en kikolarres, y hay que adquirir el ajuar de la comunidad, porque resulta que no se puede creer en la fe adult-erad-a sin la fanfarria y la estetikika impuesta por el divo, y más adelante hay que preparar unas cenorras y unas mariscadas que indigesten a todo el personal y hay que pagar viajecitos a los lorokistas…

Total, un pastón. Un pastón mensual, continuo, interminable, insaciable que no tiene fin, pero tiene un inicio en el momento en que los lorokistas ordenan y mandan a la comunidad:

Pruébate con los bienes
Te dirán dos cosas al respecto: que la renuncia a los bienes es lo fácil -lo que significa que más adelante te apretarán aún más- y que es im-pres-cin-di-ble, es decir, que nadie nadie nadie puede llegar a ser un verdadero cristiano adult-erad-o si no se ha probado con los bienes.

Y eso es muy significativo, porque Kiko jamás se ha desprendido de nada -ahí está su casa-cueva de Altakikomira para demostrarlo. Y lo mismo puede decirse de Carmen. Aún más, puede decirse que cuanto más se desprenden los demás, más fondos llegan al camino que no lleva a ningún sitio bueno y más puros puede fumarse uno muy sensible -con permiso del médico, que no está por la labor de dárselo-.

Pero a cualquier otro quisque se le exige en pago de peajes y si no se abonan no se pasa.

Por tanto, tiene que haber un procedimiento para comprobar la veracidad de los desprendimientos:

¡Di hechos concretos, hermano!
En el Camino se dicen hechos concretos, hay que aterrizar la palabra en la propia historia, hay que contar vivencias y dar pelos y señales. Nunca jamás debe importarte que lo que cuentes implique a terceras personas que no van a poder defender su buen nombre. Tú di hechos concretos que demuestren que la kikotina cala tus huesos y cuando te pregunten de qué te has desprendido y cuánto dinero tienes en el cielo, contesta o que quieren oír o te darán hasta en el carnet de identidad.

Y si has contado cosas sabrosas de esas que alimentan el morbo de los lorokistas, te dirán eso de:

¡Ánimo, hermano! Que Dios te ama como eres
Es una frase que se reserva para los últimos y los peores. Ánimo, no te preocupes. En Kikónides es necesario reconocer que no está a tu alcance obrar el bien, que es imposible para ti amar al otro, en suma, que no es verdad que seas hijo de Dios. Solo los que reconocen ser abyectos e inmundos, los que se regodean su pecado y lo proclaman a voces en la asamblea para regocijo de todos son aquellos a quienes diosito quiere tan y como son.

En cambio, los buenecitos, los que vienen de la misa de doce y tienes sus devocioncitas y sus obritas de caridad, son repulsivos a diosito y tienen que ser apaleados y transformados, pero:

¡No te resistas al mal!
Como se te ocurra plantarles cara a los lorokistas, proclamarán ser perseguidos y te acusarán de estar endemoniado. Porque para una mente kikotizada tú no tienes derecho a defender la verdad frente a unos lorokistas errados, pero ellos sí que se retuercen como serpientes y se resisten y te acusan. ¿Incoherente? Por una vez, no, porque no los confrontas con el mal, sino con la verdad. ¿Entiendes? A lo que ellos se resisten como gato panza arriba no es al mal, si no a la luz de la verdad, porque son hijos de su padre, que era mentiroso desde el principio.

En Kikónides, lo de no te resistas al mal se emplea junto con obedece a tus kikotistas y con la más perversa aseveración de que es diosito quien quiere ese suceso malo en tu historia y, en consecuencia, resistirte a ese mal es resistirte a Dios.

En primer lugar, nadie tiene por qué someter su discernimiento y su libre albedrío al de unos mendas que no están capacitados ni formados para guiar a nadie. En segundo lugar, Dios -el de verdad- jamás es el origen ni la justificación para un mal. Otra cosa es lo que haga diosito, el que envía cánceres y pandemias según algunos. Así que tú sabrás si quieres seguir a Dios o a diosito.

En Kikónides siguen a diosito, obviamente, porque no conocen al verdadero Dios.

Y eso conduce a los pobres kikotizados a un enorme sufrimiento, porque todos llevamos dentro la impronta de Dios, la capacidad de reconocer y distinguir de forma innata lo que es bueno, y también su opuesto. Y la praxis del CNC, que intentan ocultar bajo la excusa del arcano, muchas veces entra en conflicto con dicha impronta. En particular, cuando hay terceros afectados. Suele suceder cuando te imponen que la comunidad y sus kikolarres ha de estar por encima de tu pareja, de tus hijos, de tus padres y de tu propia vida.

En situaciones así, suele ser la mujer la que más se resiste. Para ese caso, los lorokistas tienen una frase lapidaria:

¡Eres una neurótica!

O más completo: Eres una neurótica afectiva

Acabaron contigo, apedreada hasta la muerte. Han sentenciado que eres tú, con tus neuras, la que te vas a cargar tu matrimonio y a tus hijos, la que les haces la vida imposible, la que les impides crecer, la que no entiende lo que diosito quiere. En consecuencia, tras esa frase está el decreto de que tu marido no debe escucharte a ti, sino solo a ellos, solo a los lorokistas hay que obedecer por encima de todo, incluso por encima del matrimonio. De esta forma muchos matrimonios y muchas parejas han caído en crisis terribles, pero los lorokistas jamás se dan por aludidos, se agarran a sus mantras y auguran que el remedio es entregar la vida a la comunidad, porque solo así el camino salvará ese matrimonio.

Y así es como muchas familias kikotizadas se alienan para sobrevivir a una convivencia en la que los cónyuges no se escuchan ni se respetan -por eso se consideran enemigos, por eso les resulta tan fácil proclamar que no son capaces de amar al otro-, solo se han resignado a representar los papeles impuestos por los lorokistas para así conseguir un poco de paz doméstica sin gritos ni algaradas.

Y a eso tan triste que no es vivir una vida plena, sino arrastrarse conforme a los distados de otros, le llaman pasar al otro. No han entendido que no se trata de fusionarse ni de obligarse a imitar a nadie porque cada uno somos único e irrepetible, que de lo que se trata es de vivir para Dios, no para unos caraduras vividores.