Año de gracia sin kikotesis

 

Quiero empezar recordando la “profecía” de uno muy sensible que se lo tiene muy creído:

«En Roma les profeticé un año lleno de Espíritu Santo y de gracia, para la Iglesia y para vosotros, bueno, pues también aquí lo digo para vosotros. Si soy verdaderamente un profeta, os profetizo que el Señor quiere que el 2021 sea un año de gracia, de bondad, de gloria para el Señor, para tu familia, para tu comunidad y para el Camino, por eso tenéis que abandonaros completamente a la acción del Espíritu Santo» (del tostón en tiempo de Adviento, en El Escorial - Madrid)

No tengas miedo y no pekes, que faltar es pekado grave

Me parece muy importante que todos los kikotistas recuerden esa “profecía” ahora que tantos de ellos se quejan y se lamentan porque la situación -¿o será la voluntad de Dios?- no les dejan tener las sesiones de kikadas para jóvenes y adultos.

Hay sitios donde o bien se saltan las indicaciones de las autoridades y hacen lo que les sale de la barba o tal vez sea que vivan dentro de una burbuja libre de virus. No lo sé. Pero en la mayoría de los lugares, resulta que los párrocos se muestran más bien proclives a evitar problemas y cumplir la normativa impuesta por la situación de pandemia que a jugársela por mor de unas kikotesis a las que saben que no van a acudir más que una docena de chavales, si llegan a tantos, y muchos de ellos obligados por sus “libérrimos” padres temerosos de caer en pekado grave si no fuerzan el libre albedrío de sus hijos.

En Madrid, la situación es tal que como describo a continuación: hay barrios confinados, lo que significa que se pide a la ciudadanía que no salgan ni entren a los mismos salvo caso de necesidad, y se vigilan las idas y venidas de vehículos por dichos barrios cerrados -se hacía antes de la gran nevada que ha conseguido de forma natural que todos dejemos los coches aparcados-.

Por supuesto, las iglesias de esos barrios confinados permanecen abiertas, aunque con las pertinentes restricciones de aforo. Pero están abiertas para los parroquianos... Se da la circunstancia de que los neocatecumenales pocas veces son parroquianos de la parroquia que fagocitan, sino que suelen vivir bastante apartados de ella.

En otras palabras, para muchos de ellos no caer en grave pekado implica saltarse a la torera las restricciones de movilidad y entrar o salir o pasar por zonas confitadas, digo, confinadas. Y llevar consigo a su progenie, quiéralo esta o no.

Ante esta situación, muchos párrocos, como digo, se han plantado y han pedido a los alarmados pekadores que se dejen de kikadas y de trayectos innecesarios. Algunos directamente han prohibido que se anuncien y se realicen sesiones de kikadas para jóvenes y adultos mientras dure el confinamiento zonal.

Un año de gloria para el Señor.

Y no quiero dejar pasar la oportunidad de dejar constancia de que, por primera vez, he encontrado una invitación a las kikotesis que no viene con la monserga de los alejados y tal, sino que reconoce a las claras que las tales kikotesis está orientadas para pescar dentro de la propia Iglesia. «Profundización en la fe», lo llaman.

Me reiría si no fuera porque los kikotistas procuran tirar tan tan hondo -tan profundizado, dirían ellos- a todo el que pillan que muchos no vuelven a levantarse.

 

 

P.D. Aquí otra prueba de incumplimiento del protocolo anti-Covid19: Todos a chupar del mismo cáliz con el beneplácito de los kikísimos residentes en la domus Galilaeae. 

Quien quiera visionarlo, que se dé prisa. Retirarán el vídeo pronto, porque están muy pendientes de este blog. Casi más que de los caprichos del sensible.