Por
Catherine L’Ecuyer
¿Problema de conciencia, o preocupado por la
consecuencia que tiene en la opinión pública alguna incómoda víctima? Has de saber
que esa es la tuya. ¿Por qué? Pedir perdón sin reparar ahora se estila. Si, si,
entérate bien, se está poniendo de moda.
¿Tienes dudas? No las tengas. Vayamos por parte
y verás, que todo son ventajas.
¿El orgullo te lo impide? Venga, lánzate. No
tendrás que pisotear tu soberbia al reconocer que te equivocaste, porque todos
te alabarán por haber sido tan espléndido, sublime, magnánimo y humilde.
¿No puedes porque aún sientes odio hacia tu
víctima? No te preocupes de eso, porque es posible y factible pedir perdón
dejando a tu víctima en la más absoluta humillación. ¿Cómo? Basta con pedir
perdón sin reconocer el mal hecho, o sin intención de querer repararlo. O
exigiendo públicamente que las víctimas se olviden y perdonen haciendo borrón y
cuentas nuevas. No te olvides, rechazar el perdón, es muy feo. Además de haber
sufrido tu ofensa, ahondarás en sus heridas abiertas y tu víctima tendrá que
aguantar el estigma social de no acoger un perdón benevolente realizado por ti
de buena fe. Le reprocharán no “pasar página”, no “olvidar”; pasará por
desagradecido, vengativo, rencoroso y mezquino. La masa observadora, sin
piedad, nunca se lo perdonará, y pasará de víctima a ofensor. Y tú, de ofensor
a víctima.
¿Miedo a represalias o a consecuencias? No
temas, pero tampoco te entregues. Y si llevas pasamontañas, o rostro de
incrédulo indignado mientras te tratan de oportunista o de mentiroso, tampoco
hace falta que te los quites. No temas a la justicia, porque eso ahora no se
estila demasiado, lo que se lleva es la misericordia sin justicia. Alargarse y
escenificar lo harás, pero sólo para cumplir con las formas, por lo demás pide
perdón a secas. Ni falta hará la purga, o la consecuencia, nadie pedirá que
repares, y menos que expíes. Eso, de que para recibir la absolución no se puede
negar uno a la reparación, y eso de la medieval teoría de la expiación, es la
manía y obsesión de los que aún no pasaron por el periodo de la Ilustración.
Falta no hará que te declares culpable o inocente, ahora permite
auto-declararse impune la libertad entendida como indeterminación, siempre que
hayas dicho “perdón”.
¿No quisieras comprometerte a no reincidir, o
sentar un precedente? Eso tampoco debe preocuparte. Pero ojo, actúa con
inteligencia y estrategia siempre. Comunicados anónimos, colectivos o de
encapuchados, o declaraciones genéricas, en las que no salen ni nombres ni
apellidos. Tampoco se estila dar la cara, ahora todo se hace mediante carta
abierta, que leerá la masa observadora, que es la que realmente interesa
convencer de tu contrición tan sincera. No hará falta tocar a la puerta de la
víctima, o cruzar mirada con ella, para eso está la comunicación masiva. Puedes
usar el afirmativo genérico -“pido perdón por todo lo hecho”-, pero si te
resistes a ello, el condicional también está admitido -“pido perdón, si a
alguien he herido”. De tal manera que si te conviene reincidir, puedes incluso
decir que te referías a otra cosa cuando pediste perdón. Así, de ninguna manera
crees un precedente y no te comprometes nunca a nada. Y puedes volver a pedir
perdón todas las veces que quieras, porque la gente tampoco se acordará de que
lo hiciste una y otra vez. Y cuantas más veces repites la palabra “perdón”
mejor, así se vacía de todo contenido, perdiendo la connotación sagrada que
alguna vez tuvo.
¿Te preocupa que a la víctima no se le olvide
el daño que hiciste? ¿O que considere el borrón de cuentas frívolo e
irresponsable? Pero ¿qué más da lo que ella piense? Lo que cuenta es tu buena
fe e intención, y éstas nunca te faltaron. Incluso cuando hiciste daño, fueron
las circunstancias que te empujaron, nunca hubo mala intención. Y recuerda:
juegas con ventaja, porque la memoria colectiva siempre es muy corta, y se
cansa con facilidad de las quejas eternas y del desbordante dolor de las
víctimas. Siempre insatisfechas y tan pesadas. Nadie quiere líos o heridas
abiertas, todo sea para cerrarlas y para dejar a la masa observadora vivir en
paz. Recuerda, hay pocas cosas que no puedas conseguir en nombre del amor, de
la armonía o de la paz. O de “pasar página” o de lo que llaman “abrir nueva
etapa”. Toma buena nota de esas palabras, porque en materia tan delicada, lo
que cuenta son las formas.
Eso sí, cuando pidas perdón, has de hacerlo con
aflicción. Aquel dolor que siente el que ofende y que pide remisión sin tener
ninguna intención de reparación. Y diles como te sientes al pedir disculpa,
habla de vergüenza, dolor y pena. De la tuya, no de la suya, para que se vea
que la tuya es tan grande, o casi, como la suya. Para que se ponga de
manifiesto el empate. Y para que todos entiendan que, para pedir perdón, has
sido muy, pero muy valiente.
Ante el absurdo y la impotencia, a veces solo
queda la ironía. Pero intentemos por un momento cambiar de registro. No
eduquemos nunca a nuestros hijos como si el “perdón” fuese un término mágico.
La justicia herida no satisfecha es una herida abierta cuyo dolor sigue fermentándose
secretamente. Es como agua que se hace camino por las fisuras de la historia. Y
sus grietas acaban en conflictos y en guerras. Educar en el perdón es educar
para la paz. Explicar que perdonar no siempre conlleva olvidar, porque el duelo
también es necesario. El perdón es algo sagrado, y pedirlo sin arrepentimiento,
banalizando el dolor y el daño cometido, o sin intención de compensación, es lo
mismo que matar, violar, o calumniar de nuevo. Demos a nuestros hijos ejemplos
nobles y valientes, enseñándoles con nuestra vida, a acercarse a la víctima
ofendida dando la cara y con la rodilla doblada. Con el arrepentimiento propio
del que emprende el arduo camino hacía la reparación y la enmienda. Y si la
injusticia cometida conlleva consecuencias irreparables en la vida de las
víctimas, que la actitud sea la de reparar con nuestras vidas, nunca con
palabras huecas. Porque no existe misericordia sin justicia. Solo la justicia
satisfecha invita humildemente al perdón, y únicamente bajo esa condición
podemos pretender que el tiempo cure las heridas y sane la memoria. Así, no
solo nos conformaremos con la mediocre postura de “vivir en paz”, aplaudiendo
la ausencia de conflicto; aspiraremos a estar verdaderamente en paz, con los
demás y con uno mismo.
pufff, excelente texto.
ResponderEliminarEn el kamino, todo debe ser publico. Así tambien el perdonar a alguien debe ser publico, porque lo único que importa es lo que opine el publico, y no el arrepentimiento sincero y verdadero.
Esa mania de hacer todo publico en el kamino, en komunidad es diabolica. La iglesia católica por el contrario, nos enseña que lo único que importa es el estado de nuestra alma desde lso ojos de dios, y no desde lso ojos de los hombres. Pero en el kamino solo importa la opinion de la plebe, que siempre es necia y falsa.
Este artículo me recuerda a un hecho que jamás he entendido:
- A ofende a B.
- A pide perdon a B por la ofensa.
- B debe perdonar a A, si no le perdona, B (el ofendido) termina siendo el malo.
¿que diantres?, quien ofende no debe pedir perdon, el ofensor no debe reclamar que el ofendido le perdone. Sino que el ofensor es el que debe RECONOCER SU CULPA Y REPARAR LOS DAÑOS.
No hay nada mas maléfico que pedir perdon a la víctima, el ofensor debe reparar su mal ejercido, y la víctima le perdonará si quiere.
Pedir perdón es obligar a otro a que sea ofendido una y otra vez, no pasa nada, te puedo ofender siempre que luego te pida y exiga que me perdones y pases de largo mis ofensas.
Oh te ha perdido perdón,d ebes perdonarle. ¿de verdad? ¿porque me diga con gesto compungido teatral perdon yo debo pasar de largo el mal que hizo en mí?
Mañana te jodo la vida, y pasado te pido perdon. Voy y te exigo que no tomes represalias por el mal que tehice, sé misericordioso y no tengas en cuenta el mal que te hice poruqe he reconocido que hice mal.
pfff
Pensé que el texto venía al pelo vista la violencia verbal con que cierto presbi, coreado por sus amiguitos, defiende su presunta inocencia frente a evidencias clarísimas.
EliminarEl texto es perfecto. También para describir al gurú que enseña tan, pero tan mal a sus inicuos adeptos.
EliminarLeamos a K -again-
"Toda pretensión de justicia viene del demonio ".
VS una frase acertada del texto de la entrada
"Porque no existe misericordia sin justicia."
¿Qué? ¿Podemos decir que estos tipos que se las dan de cristianos adultos, no pasan más que por hipócritas integrales?
Llevamos siglos por el blog diciendo lo mismo....¿Y quién escucha?...
Sólo me recuerdan (los kaminantes) a aquellos de los que Jesús dijo algo así como qué Ni les importó que les tocasen la flauta, ni les entonaran endechas..... indolentes. Pasaron de todo, y de todos, en especial de aquellos que sufrieron.
¿kristianos qué? ¿Me lo explican, plis?
-sepul-
antes iran los fariseos al cielo que kiko y sus secuaces.
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