sábado, 30 de julio de 2022

¿Capillita de categoría superior?

 

Este año el aniversario de la muerte de Carmen ha pasado bastante desapercibido, pese a todos los esfuerzos de las menguantes fuerzas kikas -valga la redundancia- por ponerlo de relieve.

En la página oficial del CNC han publicado pequeñas notas y trípticos sobre su infancia y juventud que no aportan nada nuevo, salvo el hecho de marcar una serie de lugares en Soria y Tudela como sitios carmelitanos. También han sacado un librito que al parecer es una recopilación de dichos del Papa Pío XII sobre la necesidad que el cristiano tiene de orar. Lo que tampoco es nada nuevo.

Quiero decir, cualquier Papa o santo del universo seguro que está a favor de la tesis de la necesidad de la oración para el cristiano. Lo absolutamente inesperado hubiese sido lo contrario. Así que no sé qué valor pueda tener dicha recopilación de citas, en el sentido de que habrá sido tarea fácil y que de ninguna forma se requerirían conocimientos ni sapiencia especiales para llevarla a cabo.

Cierto es que en algunos lugares del globo han tirado la casa por la ventana en su afán por recordar el óbito, aunque ahora les da por llamarlo el dies natalis, de Carmen.

Por ejemplo, Alejada aportó una información de Ventanilla (El Callao, Perú). 


 

https://www.facebook.com/elsaluz.escalantegaribay/videos/1810978715906367/

En las imágenes puede verse la gran gran pintura de Carmen que tapa parte del… ¿altar? ¿mesa? Lo podían haber puesto a un lado, como suele hacerse con el icono de la Virgen, pero se conoce que la categoría superior de Carmen no admite ser apartada a un rincón.

Con todo, las dimensiones de la reproducción no impiden observar que no hay candelabro sobre la… ¿mesa? ¿altar?, sino una cruz. Lo que es muy de agradecer.

Por supuesto, la presencia de una cruz de mesa hace que sea redundante la cruz de pie que hay junto al atril, pero eso es otra historia.

Tras el baile, algunos adoradores tocan la imagen y a continuación se santiguan

El caso es que lo que más me ha impactado de lo que he visto en recuerdo de la categoría superior de Carmen está en la domus Galilaeae.

La imagen, tomada a partir de un vídeo de poca calidad, no es buena, pero podéis apreciar al fondo algo así como una capillita o altarcito dedicado a… ella. Y esto, preparado en la sala de conferencias y tostones varios de la domus, lugar regido por kikopresbis, lugar que alberga un RM, no puede ser la tontería de unos laicos incultos, es la idolatría de unos kikos acérrimos.

 

(El vídeo -https://www.facebook.com/allimeveran/videos/415301947219554- está tomado durante la perekikación de las comunidades de EE.UU. por Israel).

jueves, 28 de julio de 2022

Traditio symboli (CXXXVII)

 

Decía que el Credo no es una fórmula, pero lo vivimos como una fórmula. ¡Imaginaos las experiencias tan potentes de Dios y de Jesucristo que tuvo San Pablo, para anunciarlo y proclamarlo con la facilidad de palabra que debió tener, él que se pasaba noches enteras hablando! Y, a pesar de ello, se somete con una frase que dice: “Os transmito lo que yo mismo he recibido”. Imaginad que la Iglesia está evangelizando, porque no evangelizan solo los apóstoles: la evangelización se hace a través de toda la Iglesia, que es la que evangeliza. No son solo los sacerdotes los que evangelizan, ni los itinerantes; es la Iglesia, el pueblo que evangeliza. Fue Israel, disperso entre las naciones, quien anunció que Dios existe y que está presente en la historia del hombre. 

Dudo que la confusión sea inocente. Israel no es la Iglesia. Israel, si por algo se caracteriza es por ser cerrado y no evidenciar ningún interés por la conversión de sus vecinos. La evangelización no es una actividad de Israel, es una actividad de la Iglesia de Cristo.

Es la Iglesia la que está llamada a evangelizar; somos nosotros los que tenemos el lenguaje, los problemas, estamos llamados a abrir la posibilidad de resurrección y de vida ante la esclavitud de la muerte. Imaginaos lo que era la Iglesia en evangelización sin haber escrito nada del Nuevo Testamento.

El argumento es falaz: los apóstoles habían comido y bebido con Jesús, no hablaban de oídas y, por eso mismo, no necesitaban escritos, contaban lo que habían vivido.

A los que nos preguntan: "¿Qué formación tienen estos catequistas?". Yo digo: "Lo que debes preguntar, lo que te debe preocupar es: ¿qué fe tienen estos catequistas?" Porque los apóstoles se propusieron evangelizar sin conocer las obras de Santo Tomás de Aquino ni de ninguna escuela teológica salmantina, sino con la experiencia de haber visto a Jesús resucitado. El que habían visto crucificado. ¡Imaginaos si interesa hoy que vosotros veáis resucitado a un muerto, si esto no interesa a nuestra generación del siglo XX! Jóvenes y viejos, hospitales, fábricas, políticos, americanos y rusos: ¡cómo no va a importar que sea verdad que el hombre verdaderamente resucita de la muerte! ¡Y la tierra tiene una salida y la humanidad está llamada a la resurrección y a la vida!

Ambas preguntas son importantes. La fe de los kikos es insuficiente puesto que son catecúmenos que no han alcanzado la madurez, por lo mismo es importantísimo saber en qué fe se están formando. Y resulta que esa fe es la idolatría a un buey.

Pensad en lo que digo: ¡una Iglesia evangelizadora que no tiene escritos! (Nosotros mismos a veces nos preocupamos por lo que predican los itinerantes, en Japón o en cualquier otro lugar) Más tarde la Iglesia primitiva formuló, y no por escrito sino por formulación oral y litúrgica, algunas frases, algunas cosas. Y en el centro de estas frases estaba lo que dice San Pablo, que es la transmisión del Credo, y es el más antiguo que se conoce: "Os transmito lo que a mi vez he recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y que resucitó de entre los muertos, según las Escrituras, que se apareció a este y a este otro, que dan testimonio". 

Por dos veces se resalta “según las Escrituras”. Es decir, la “primitiva Iglesia evangelizadora” -Carmen dixit- tuvo escrituras desde antes de su fundación y, por tanto, toda la tesis de Carmen es falsa. Y los apóstoles, por tanto, no solo tuvieron el privilegio de ser testigos presenciales, además conocían la tradición y las escrituras.

Este es el corazón de nuestro Credo, y debido a que no estaba escrito en la Iglesia primitiva había una serie de formulaciones en la liturgia antigua, mucho más antigua que el Evangelio, hecha incluso antes de que se escribiera el Evangelio; eran resúmenes de la evangelización. Por eso, nosotros, antes de que los itinerantes partan al extranjero, les hacemos proclamar el Credo como signo de comunión de lo que predicamos. Es decir, la Iglesia tuvo, desde un principio, la necesidad de tener un esqueleto, una síntesis mínima de lo que era el contenido de la fe, como Israel que tiene poquísimas cosas como el Credo ("Dios que te sacó de Egipto..."; "Abraham nuestro padre era un arameo errante..."), pero concretísimas.

A lo mejor engaña a quien no tenga ni idea, pero ¿qué religión tiene más cientos de miles de normas, leyes, preceptos, prescripciones, casos de aplicación y también de interpretaciones diversas y discusiones sobre cual es el primer mandamiento y cual el último? Nada menos concreto que el guirigay de leyes de Israel. Y todas por escrito.

Y estas formulaciones del Credo eran sobre todo para que una persona pudiera entrar en la Iglesia, después de que le había sido anunciado el Evangelio; tenía que hacer una confesión de boca (no se cree solo en el corazón), una profesión pública, externa. El Credo surge de estas confesiones en el Bautismo. Estas confesiones de fe son antiquísimas, no creáis que son fórmulas triviales.

Ahora, durante estos dos años, estudiaréis este Credo que os transmitimos hoy.

Lo procedente sería estudiarlo primero para saber y entender lo que se recibe, pero aquí se juega a los secretismos.

Se llama "apostólico" porque -aunque la fórmula tal como está se remonta al siglo V- su origen es muy antiguo: se encuentra entre los credos de la Iglesia de Roma para la ceremonia del Bautismo que también incluye, sin embargo, tradiciones mucho más antiguas, todas contenidas en el Nuevo Testamento. El Credo Apostólico es el más simple de todos. La Iglesia Oriental también tuvo otras formulaciones, pero en el fondo son siempre lo mismo. También está el Credo que decimos en la Misa, que tiene más florituras y más cosas porque tuvo que luchar contra las herejías del tiempo.

Ahora vamos a escuchar esta Palabra de San Pablo, que la Iglesia nos transmite hoy. Os digo que no es una fórmula, sino una transmisión de fe. Porque este Credo no es nada como una fórmula, lo que necesita es un cuerpo, una carne en la que encarnarse, hoy, porque Dios transmite la fe a través de un pueblo y no de un escrito. Hoy somos la carne en la que este Credo se hará realidad de fe. El Señor nos conceda que esto sea en nosotros conocimiento, vida y resurrección, esperanza de Vida Eterna. Somos la carne que encarnará esta fórmula en esta generación.

Pero sin que tú hagas nada, ¿eh? No te esfuerces que la encarnación ha de producirse magikikamente o si no, no se producirá.

Lectura: 1 Cor 15, 1-8

 

martes, 26 de julio de 2022

Pastoral kika de Confirmación (y VI)

 

Lo siguiente que viene en el panfleto -cuya redacción en nada recuerda a los dichos en itañolo de los iniciadores- es el detalle de cada una de las sesiones durante los tres años de deformación y algunas más para lo que llaman “año 0”.

Así, para el “año 0”, es decir, desde que tiene lugar la Primera Comunión hasta el final del curso, por lo que es poco probable que nadie ajeno al CNC se apunte, lo que viene estipulado en el panfleto es que la primera sesión es para que «los catequistas dan su experiencia de vida a la luz de la fe, sin exagerar, teniendo en cuenta la edad de los niños. Luego se presentan los chicos, que han de explicar cómo está compuesta su propia familia». Ya se sabe: cuántas madres, cuantos padres, cuántos hermanos, cuántos abortos, cuántos intentos de suicidio… Esas cositas que todo el mundo debe contar cuando se presenta.

Las demás reuniones se dedican a las figuras de algunas matriarcas: Sara, Rebeca, Raquel, Lía y, si hiciese falta más munición, se dice que se siga con Abraham, Isaac y Jacob. En suma, cualquier cosa antes que dedicar una hora a la Virgen María o a Santa Ana o a Santa Isabel, no sea que los tomen por beatorros de misa de 12.

Las indicaciones para el año 1, con niños de diez años, son las siguientes:

La primera reunión (encuentro le dicen, que queda más fino) se invita a las familias y se hace un ágape. Es el cebo que oculta el gancho del anzuelo.

En la segunda sesión «se inicia una exposición sobre la historia de la salvación, para luego abordar los Diez Mandamientos que constituyen el núcleo central del programa de primer año. Se habla de la Creación, de Adán y Eva, del origen del pecado, señalando a los niños la condición del hombre después del pecado y su necesidad de reconciliarse con Dios».

Es decir, se trata de deformar la formación que los chicos hayan recibido antes de la Primera Comunión.

Así, para la tercera sesión «se retoma el discurso del pecado y se trata del Sacramento de la Penitencia. Probablemente los chicos no se confiesan desde el día de la primera comunión. Es una oportunidad para explicar las dos formas de celebración: una penitencial como la haremos nosotros y la forma abreviada que se hace en los confesionarios de la iglesia».

Sucede que lo único que es Sacramento es “la forma abreviada”, con o sin confesionario. Lo demás solo es adorno, escenario y espectáculo. ¿Explicarán a los chicos que lo único que de verdad cuenta es el Sacramento?

El cuarto día lo dedican a una penitencial de esas que tiene mucho folclore pero ni es más eficaz ni mejor ni preferible. Pero acaban con un ágape, para engatusar a los chicos.

La quinta sesión se dedica al diluvio, la torre de Babel y Abraham. «En este punto es necesario que los niños actualicen las Escrituras en su vida y que no vean los hechos narrados como ajenos a ellos. La experiencia enseña que no es fácil: depende de la inventiva de los catequistas alcanzar este objetivo». Es decir, a partir de ahora habrá interrogatorios para que los chicos enlacen la historia del arameo anciano y sin hijos con su vida, inventándose lo que se tengan que inventar.

El sexto “encuentro” se dedica a Moisés y Egipto -con preguntas a los chicos-; el séptimo, al éxodo por el desierto; el octavo, a la alianza y el decálogo; el noveno, al primer mandamiento; el décimo, al segundo mandamiento; etc. Y siempre, en todas las sesiones, los chicos serán interrogados.

El esquema del segundo año es similar. En la primera sesión se hace un ágape engatusador, en la segunda se hace que los chicos cuenten sus vacaciones, la tercera se dedica a la tierra prometida y «debe introducirse este año y precisamente en este punto el concepto de la reconciliación con Dios, en el sentido de que estar en la Tierra Prometida significa estar en gracia de Dios, de ahí la importancia del sacramento de la reconciliación». Y la cuarta sesión es la de la penitencial con mucha charanga pero sin un ápice más de eficacia que en el confesionario.

Luego se sigue con los demás temas que las comunidades preparan durante su larguísimo deambular sin llegar a ninguna parte: David y el reino, los profetas, el exilio y los artículos del Credo.

En este punto se procede de la siguiente manera: Se proclama, por ejemplo: "Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra". A continuación se pregunta a cada chico: ¿Por qué crees en Dios Padre? No vale no contestar. Después los ponen a escrutar. Y por último es un catequista quien responde a la pregunta "¿Por qué crees en Dios?" dando su experiencia: que antes se emborrachaba y se iba de putas todos los fines de semana y que ahora lo hace poquito, en fin, ese tipo de cosas que tanto gusta contar a los kikotistas, haya o no niños delante.

El tercer año arranca, una vez más, con el consabido ágape para camelarse al personal. Las siguientes sesiones (“encuentros” en Kikónides) se dedican a los artículos del Padre Nuestro, que es algo que también hacen las comunidades en su largo peregrinar a ninguna parte. La novena sesión tiene por título “Misión de la Iglesia: sal, luz y fermento”. La décima, “los signos de la fe en la Iglesia: el amor y la unidad”. Y lo dicen unos que no se suman a la Iglesia ni así se lo ordene el Papa.

Undécima sesión: Bautismo. Duodécima: Penitencia. Decimotercera: Eucaristía. Decimocuarta: Orden sacerdotal. Decimoquinta: se visita un seminario, no uno cualquiera, tiene que ser un RM. Y si no lo hay, que viajen a otra ciudad. Decimosexta: Matrimonio. Decimoséptima: Unción de enfermos.

Y después, tendría lugar la Confirmación de los confirmandos. Pero aquí han decidido que como todo lo anterior no es suficiente es preciso antes llevarse a los chicos a una convivencia de fin de semana, en suma, llevárselos a una “encerrona padre” en la que no falta ninguna kikada: lucernario, encuestita, kerigma a voces, bailecito pitufo, etc.

La encuesta es la siguiente:

«1ª pregunta: Subraya algunos momentos de la Historia de la Salvación en los que te parece que la acción del Espíritu Santo se manifiesta más.

2ª pregunta: ¿Qué es el Espíritu Santo? ¿Qué da? ¿Necesitas este Espíritu? ¿Por qué?

3ª pregunta: Con el Espíritu Santo nace la Iglesia que testimonia con su propia vida la obra de salvación que realizó Jesucristo. En la Confirmación, se da el Espíritu Santo que completa tu Bautismo. Con el Bautismo se os ha dado la naturaleza divina, que os hace santos, que os hace hijos de Dios, que os hace hombres nuevos. En concreto, ¿en qué hechos de la vida cotidiana crees que manifiestas esta vida divina?»

La barbaridad de que el Bautismo no está completo debe ser herética. Y la ocasión de interrogar y hurgar en temas personales que no falte, claro.

 

Y para colmo aquí no acaba nada, pues tras la confirmación, se inventan la postconfirmación para mantener bien sujetos a los posibles captados. El planfleto explica que la novedad de la postconfirmación consiste en llevar alguna vez a los chicos a una residencia de ancianos, pero ellos no deben saberlo por adelantado, ha de ser arcano arcanísimo.