¿Discernimiento vocacional en los Redemptoris Mater?

 

Primero una noticia reciente tomada de aquí: «El Vaticano frena las ordenaciones en la diócesis de Fréjus-Toulon (Francia). Este mes de junio estaba previsto que se ordenaran seis diáconos y cuatro sacerdotes, pero, tras una visita del neocardenal arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, encargada por la Santa Sede, se ha decidido que se pospongan ‘sine die’. Así lo explica el propio obispo, Dominique Rey, en un comunicado fechado el 2 de junio.

¿La razón? Roma tiene dudas sobre la restructuración del seminario y su discernimiento a la hora de acoger a seminaristas».

Ignoro en qué consiste la reestructuración que Roma cuestiona; en cuanto a los seminaristas, lo que cuenta la prensa es que el obispo Rey acepta a todo el que llama a su puerta, sin importar que previamente haya sido rechazado en alguna otra diócesis, que proceda de una comunidad tradicionalista o que sea un inmigrante procedente de Hispanoamérica, que, según he leído, es el caso más usual... porque resulta que esa diócesis cuenta con un RM.

Esta política de puertas abiertas a todos ha convertido a la diócesis en una de las más fértiles de Francia, solo por detrás de París y Saint-Martin.

Hasta aquí la noticia.

Ahora alguien se puede preguntar ¿qué tiene que ver esto con el Camino Neocatecumenal?

Para empezar, la noticia dice que se han postpuestos las ordenaciones en la diócesis, todas, tanto del RM como del seminario de La Castille... 

Además, voy a tirar de hemeroteca para explicar el motivo por el que el triunvirato de jefazos vio la necesidad de unos seminarios donde se formasen presbis según el carisma neocatecumenal, y la política de aceptación de seminaristas que se lleva a cabo en el CNC:

La década de los años 80 fue el momento crucial en el que los mandamases del Camino Neocatecumenal, Carmen, Kiko y el Padre Mario, ante la falta de presbíteros para acompañar a los equipos itinerantes encargados de extender la kikotización, presentan a su Santidad Juan Pablo II, la idea de crear un seminario "diocesano" y "misionero".

En otras palabras: ante la realidad de que los obispos son reacios a dejar escapar a sus sacerdotes para que se dediquen a kikotizar en diócesis ajenas, lo que se propone es que las vocaciones que surjan dentro del CNC cursen los estudios para ser ordenados presbíteros en seminarios específicamente “misioneros”, entendiendo por “misioneros” que son preparados para ser parte de equipos kikos.

Así surgen los seminarios Redemptoris Mater que, según sus Estatutos y Regla de Vida, dependen del Obispo, los estudiantes reciben la misma formación teológica que los otros seminaristas de la diócesis, durante un año realizan el trabajo pastoral en las parroquias como diáconos y dos años más en la diócesis como presbíteros, antes de que el Obispo los pueda mandar en misión. También está escrito que si el Obispo tiene necesidad de ellos en su diócesis, puede incorporarlos donde desee, dado que son ordenados sin ninguna condición previa. Por supuesto, ello no impide que uno muy sensible se pille un cabreo monumental si un Obispo osa disponer de un solo presbikiko sin su consentimiento, pero eso es otra historia.

El caso es que una vez obtenido el permiso para crear seminarios “diocesanos” cuyos presbis se destinarían a la kikotización, que no a la evangelización del mundo, el siguiente paso era conseguir candidatos.

Dado el objetivo, es obvio que el gran requisito para ser admitido en uno de tales seminarios no es tanto la vocación sacerdotal como la adhesión inquebrantable al CNC.

Así sucedió que desde el principio fueron admitidos quienes habían sido rechazados en los seminarios diocesanos “normales”. Lo narra Josep Castells [miembro de una familia en misión en Perú en los tiempos de la implantación del RM del Callao]: «al principio eran entre (sic) treinta y dos “muchachos” de edades mayores de treinta años, porque al principio el seminario se llamó seminario de vocaciones adultas Juan Pablo II debido a muchos hermanos del Camino que sentían el llamado al presbiterado por su historia vocacional. Era su trayectoria personal lo que provocaba que –al acudir a los seminarios de Lima y del Callao- fuesen rechazados por su falta de estudios u otras situaciones personales alejadas del habitual perfil de los tradicionales seminaristas. Fue esta realidad la que motivó al equipo de itinerantes el formar a los sacerdotes desde otra perspectiva, la de que a través del Camino, la Comunidad, un hombre puede llegar a regenerarse. No que siempre has sido así y que nunca vas a cambiar, lo que a nosotros, en el camino, lo que nos ha llevado a delante es la seguridad, por la historia, de la misericordia de Dios, donde el hombre coge esta misericordia el hombre cambia. El hombre no puede cambiar por sí mismo, pero Dios si puede cambiar el corazón del hombre y si este hombre acepta, este puede ser sacerdote por mucho lo que haya sido anteriormente, porque puede ser santo, porque puede ser cristiano».

Se entiende sin dificultad. Lisa y llanamente lo que se dice es que da igual que el historial -la historia en jerga neocatecumenal- del candidato al sacerdocio presbiterado sea reprobable hasta decir basta, da igual su conducta o antecedentes, lo único que se le va a exigir es fidelidad al CNC. Solo eso basta. Es decir, puerta abierta para quienes busquen comida y cama y un medio seguro de obtener ingresos en el futuro.

Como es obvio, el CNC maquilla esa realidad para que suene más bonito, de modo que lo que ellos cuentan es que «la experiencia ha mostrado ["muestreo" basado en cero sesudos estudios] que la conjunción de la formación sacerdotal y de un itinerario de iniciación a la vida cristiana, tal como se lleva a cabo en el Camino Neocatecumenal, es de gran ayuda para la maduración psicológica, afectiva y humana de los candidatos al sacerdocio». En otras palabras, los demás seminarios solo forman intelectualmente, solo ellos ofrecen la maduración integral de la persona. Que sea falso no les importa, porque siguen diciendo:  «antes de ser sacerdotes, son cristianos, y en el camino de la fe aprenden la comunión, la obediencia, el sentido de la cruz, etc. Pero, sobre todo, ello permite asociarlos a la misión de la parroquia, ya que el Camino Neocatecumenal no es sino un tiempo de formación que tiene como finalidad la presencia en la parroquia de comunidades vivas, adultas en la fe y misioneras, unidas a su párroco y a su obispo».

Ahí queda eso. Los que viven en un gueto presumiendo de lo que carecen: de maduración psicológica, de comunión con el párroco y el obispo, de integración en la parroquia… Pero me estoy desviando y aún hay un aspecto más a destacar en la forma de funcionar de los RM.

Hasta aquí he hecho hincapié en que en un RM se admiten a candidatos claramente inadecuados y sin vocación sacerdotal, puesto que lo que buscan es vocación kika o, en su defecto, interés por asegurarse un modo de vida. El otro aspecto destacable es que tampoco se requiere en los candidatos un mínimo de capacidad para el estudio.

Salvar el escollo de los seminaristas eternos que no aprobaban una no fue fácil, pero en algunos lugares lo han resuelto, como en El Callao, donde montaron una “facultad de teología Redemptoris Mater” en la que se produce el milagro milagroso de categoría superior de que los que no saben nada aprueban.

Así que a ver para cuando una visita obispal a algún otro seminario Redemptoris Mater para valorar la adecuación de sus candidatos.