Este año, el anuncio publicitario de Adviento me ha llegado en audio y no es el anuncio original exhalado por Kiko en las mascarillas de sus kikotistas, sino el remedo de este a cargo de dos kikotistas más un par de salmistas que, francamente, galleaban menos que el gran gurú, pero también soltaban gallos.
…con todo esto de la coronavirus etcétera, pero veníamos contentos de haber recibido esta convivencia con Kiko, Ascensión y el padre Mario, y la hicimos en una situación mucho peor de lo que está aquí actualmente.
Muy bien, antes de empezar…
[Canto: Himno de Adviento]
Para empezar, después del himno, haremos una palabra del Evangelio, y espero que el Señor nos ayude, esta noche, a entrar en el tiempo de Adviento, un tiempo estupendo donde el Señor nos ayuda y nos invita a levantar la cabeza y ver adónde vamos, nuestro destino eterno, la vida eterna, la vida siempre con Él. Y por esto es importante, hermanos, que escuchemos esta noche.
No sé cómo has venido, cómo te encuentras aquí. Si después de la convivencia ya el Señor te robó lo que te ha dado, que te ha regalado. Espero que no, por lo menos no te haya robado el oído para escuchar.
El es el diosito neokatekumenal se complace en machacar y fastidiar a sus criaturas y lo mismo que te da, te lo quita solo para que no puedas escuchar y no te salves. Ya ves que fino es. Nada que ver con Dios, el de verdad, que no roba nada y te da la Vida Eterna.
Yo les confieso: vengo aquí sin ninguna gana, porque somos así. Soy pobrecito y soy como tú.
Esto es una prueba más de la visión de rayos X de los kikotistas. Todos sus juicios y condenas contra el amado prójimo, que es Cristo, no son tales, sino que con su bola de cristal saben todo de ti.
Tú, cuando tienes hacer una cosa, muchas veces no tienes ganas. El Señor dice: vete. Tú dices: ¡bah! No voy. Y después vas. Como el del Evangelio: “Que si voy”. Y después no va. “No voy a la viña”. Y después va. Estoy en esta situación esta noche y muchas veces, cuando tengo que hacer un anuncio, hablar…
Un anuncio publicitario, le ha faltado indicar.
A mí no me gusta hablar en público y el Señor me llamó, ¿me entiendes? Porque el Señor hace lo que Él quiere y llama a la persona que Él quiere; a Moisés, que era tartamudo. Tartamudo. No podía escoger a uno mejor y lo eligió a él. ¿No pudo escoger uno mejor, uno que sepa exponer bien, hablar bien…?, ¿por qué no?, ¿por qué me escoge? Y no me contesta, el astuto, y bueno, no me contesta y, de vez en cuando, me dice: Esto es tu orgullo. Tu orgullo.
Otra característica de diosito: o no sirve de nada porque no contesta, o solo sabe acusar… Ah, espera, ¿ese no era el acusador? ¿A ver si son el mismo?
Porque espero que tú tengas este diálogo, y que te diga el Señor, que hable, que hable en ti, que te diga, que te empuje, que vayas a escuchar. Y ahora, aunque nosotros hagamos una cosa pobre, el Señor te mande su Espíritu y venga a sellar en tu corazón la palabra que tú recibirás esta noche, porque la palabra no depende de quién la lleva. La palabra en sí tiene una fuerza enorme, una fuerza de vida enorme.
Aquí se mezclan dos cosas. Porque una cosa es el
Evangelio -o la palabra tomada del Evangelio, que parece que les gusta más- y
otra muy distinta es la sarta de naderías, vacuidades, errores garrafales y
chorradas que un kikotista suelta cada vez que abre la boca. Y sospecho que sea
a lo segundo a lo que se hace referencia con lo de “la palabra no depende de
quien la lleva”. Y francamente, pretender que lo que lleva uno cualquiera de
ellos, kikotistas de kikotilla, tiene una fuerza enorme, es mucho pretender y
da idea de lo humildes que son algunos.
Pues nos ponemos de pie. Escuchamos el Evangelio.
Lc 21, 5-19
[Nota. El último versículo, en la Biblia de Jerusalén dice: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Pero lo leído en el tostón publicitario fue: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas».]
Decía al comienzo que estoy contento de ver vuestras caras, de vuestra presencia aquí, porque aquí están presentes las comunidades más antiguas de ኩዌንካ y han recibido un anuncio: el Señor ha elegido, ha elegido, te ha llamado, te ha llamado porque quiere -dice san Pablo- derramar en vuestros corazones el Espíritu Santo, derramarlo, darlo plenamente.
Debe ser que en el Kikismo, diosito reparte el ES con cuentagotas, y solo se lo da plenamente a quien Kiko diga.
Para que ese Espíritu Santo le dé a cada uno el deseo de reunirse con los hermanos y amarlos.
Esto lo explica todo. Dado que para un kiko es imposible amar al otro y que el otro siempre es su peor enemigo y el otro siempre es el que le hace el daño más horroroso, necesita toneladas de ES solo para desear amar a ese otro.
Jesucristo ha dicho: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Y tú tienes una maravilla, a ti te ha llamado en una comunidad donde este amor, este Espíritu Santo, que está en tu corazón, que has recibido en tu bautismo, este Espíritu Santo te ayude, se manifieste, amando los hermanos.
Se entiende mejor planteado al revés: Si el ES estuviese presente, no volarían sillas en cada konvi. Pero lo que se manifiesta en la comunidad es la ausencia del ES.
Hay muchas personas que van a la iglesia. Son católicos, cristianos, van a la iglesia, viven la liturgia, el sacramento… Están solos. No tienen oportunidad de manifestar este Espíritu Santo que tienen dentro amando al hermano.
Se referirá a los habitantes de la casa deshabitada. Porque los demás no necesitan una comunidad de sillas voladoras para ser capaces de amar al prójimo. Y mucho menos el ES necesita que estés en una comunidad para manifestarse en ti.
Y a ti el Señor te ha dado una comunidad. Estupendo. Te ha dado el amor para poderlo dar exactamente como Dios. Dios… El amor de Dios es difusivo no… no… no se lo tiene para sí, tiene que darlo, tiene que entregarlo y lo entrega totalmente. Lo vemos en Cristo Jesús, Viendo a Cristo, vemos al Padre, podemos ver a Dios.
Paso de la chorrada de que solo ellos, los muy kikos, son llamados al amor difusivo. ¡Cómo si el amor no fuese SIEMPRE difusivo! Lo peor es la mentira del diosito que “te ha dado” la comunidad. Dios no es culpable del CNC, pero si tan seguros están los kikotistas de que es cosa suya, que lo demuestren. Que lo prueben, que aporten pruebas de la autoría divina. No pueden, porque es mentira.
¿Cómo es Dios? En la cruz de Cristo se ve cómo es Dios, como este tipo de amor, un amor que se dona totalmente. Y aquí lo hemos experimentado: cómo te ha amado a ti, cómo me ha amado a mí, cuando éramos malvados y pecadores, cuando estamos sin fuerzas, cuando no teníamos la capacidad, cuando estamos en contra de Él -yo por lo menos-.
Yo, con 22 años, estaba en contra de la Iglesia. Había estudiado donde los curas y me lo sabía todo y no quería saber nada de esto. Y Dios ha venido con su misericordia. Él ha venido con un truco, con un truco…
Os cuento un momento. Yo estaba enamorado una chica. Ella estaba a 200 km de mi ciudad. Me trasladé a esta ciudad por esta chica, y resulta que mi futuro suegro era bastante… era un poco alemán, muy duro: Puedes ver a la chica solo lunes y jueves de 7 a 11 de la noche. Y resulta que estamos saliendo y un día me dice: “Mira el lunes y jueves voy a una charla que darán sobre cómo se renueva la Iglesia”. “Y ¿a qué hora empieza?”. “A las ocho y media y termina a las diez”. Dije: “¿Cómo? Si de siete a once estamos nosotros”. Dice: “Pero yo acompaño a mi mamá y voy”.
Bueno, yo las primeras tres veces estuve afuera, esperando. Y después dije: “¡Que cretino! Pasa adentro y por menos estás con ella, estúpido”. Y así entré yo a escuchar las catequesis. Quiso Dios que yo escuchara sin querer escuchar, porque lo que me interesaba a mí era estar con mi enamorada, no escuchar.
No. Dios no obliga a escuchar a quien no quiere escuchar. Dios no se impone. A diferencia de otros, Dios respeta el libre albedrío.
Y a un individuo como este, que no hila dos frases sin soltar alguna burrada, nombran kikotista. Porque cuanto más bruto y más ignorante, mejor, ya que de lo que se trata es de repetir como loro las kikadas de otro.