En EE.UU. parecen bastante perdidos sobre lo que es el Camino Neocatecumenal, por lo menos en Filadelfia hay quien publica que es “un movimiento que tiene como objetivo revitalizar la vida parroquial y fomentar la participación en la iglesia”.
Lo dicho, andan perdidos y no saben que los neocatecumenales tienen alergia a la vida parroquial, por aquello de no ser confundidos con religiosos de misa de 12, supongo.
Aún más, bajo una foto de la familia de José y Maribel Martín tomada en la parroquia de San Carlos Borromeo el 14 de diciembre de 2017, la periodista cuenta que “dos noches a la semana, José y Maribel Martín dejan a sus ocho hijos al cuidado de una niñera y caminan por las calles de la parroquia S. Carlos Borromeo en una misión para energizar la iglesia católica romana”.
Ya se sabe que caminar es un ejercicio muy sano y energizante.
“En un barrio del sur de Filadelfia, a un océano
de distancia de su lugar de nacimiento en Madrid, la pareja recorre hileras de bloques
de casas de ladrillo y llama a las puertas, ansiosa por difundir el Evangelio a
quienquiera que responda”. Dice, porque en el CNC a la repetición de mantras kikiles se le
llama “difundir el Evangelio”.
«Es una llamada del Señor», dijo José, quien ha hecho estas rondas durante más de tres años. «No hacemos proselitismo
en el sentido de decir “Ven y únete a nuestra iglesia”. Decimos, “Venimos de S.
Carlos y queremos traerte esta buena noticia: cómo Dios cambió mi vida"».
Por lo menos no mienten sobre lo que pretenden: nada de llevar a nadie a la Iglesia, solo hay interés por ampliar un grupo social que se reúne para contarse su vida.
La periodista sigue contando que “por invitación del arzobispo Charles J. Chaput en 2014, los Martin y otra familia misionera se establecieron en la Archidiócesis de Filadelfia para promover el Camino Neocatecumenal”.
Eso es hablar claro y decir la verdad sobre la “misión” de estas familias. Al fin y al cabo ellas viven de tal “misión”, de modo que si no promueven el CNC, se quedan sin sustento.
A continuación, la periodista da datos concretos sobre la presencia del CNC en la Archidiócesis de Filadelfia: “presente en una docena de parroquias, con un total de unos 300 seguidores. El primer grupo se formó hace 25 años. Las dos únicas parroquias con familias misioneras -S. Carlos y S. Miguel, ambas destrozadas por un funesto afán kikotizador- son también las únicas encomendadas a sacerdotes educados en el Camino".
En resumen, tras 25 años de kikotización, la media es de unos 25 neohermanos por parroquia. Conclusión: no se comen un colín. Para dejarlo más claro: ni en S. Carlos ni en S. Miguel había CNC ni falta que hacía, pero tan pronto como colocaron en ellas a presbis “educados en el Camino”, estos se apresuraron a pedir familias misioneras para kikotizar el entorno. Pero lo que el encargado de la Secretaría de Evangelización de la diócesis cuenta es que justo justo justo esas dos parroquias y no otras habían sufrido un descenso de asistencia -y más habrá con tales párrocos- así que allá que se enviaron a las dos familias misioneras que «conocen a los vecinos, interactúan de diferentes maneras, en la calle, en el supermercado, en un partido de fútbol de los niños. Pueden ir a un parque público y cantar».
Es interesante que en la Secretaría de Evangelización de la diócesis sean conscientes de que donde no van a interactuar es en la parroquia ni con los feligreses de misa de 12, es más, por algún motivo, a esos ni los saludan ni los quieren conocer ni el párroco presenta a los recién llegados a sus parroquianos, que en ocasiones lo son desde hace muchos años. ¿Para qué? Ni que los religiosos de misa de 12 fuesen merecedores de respeto o consideración. A ver si se entiende que el otro es Cristo, y a Cristo lo azotaron, escupieron y crucificaron.
John McIntyre |
Los feligreses de siempre de S. Carlos, negros
pero no tontos, se quejaron de que el recién llegado presbi Esteban Granyak «comenzó
de inmediato a cambiar las cosas mostrándose insensible con lo que ya estaba en
la parroquia y desconsiderado con las preocupaciones de los feligreses». Se
realizaron cambios a gusto de unos pocos que se reunían a puerta cerrada, sin
dar ninguna explicación y sin contar con nadie.
También se despidió a miembros del personal -hay que colocar a los amigos-, se modificó
el presbiterio para que fuese más kiko y se reservaron salas y locales del
complejo parroquial para uso especifico y exclusivo de los que se juntaban a
escondidas tras puertas cerradas, los neocatecumenos. En resumen, se asaltó el terreno
y fue sometido al típico pillaje neokiko.
Pero McIntyre, muy satisfecho con los diezmos, no quiso implicarse y se sacudió
el problema asegurando que Granyak -el presbi párroco que se sirve de la
parroquia a la que no sirve- se había reunido con una delegación de feligreses
para abordar «cualquier paso en falso que haya cometido».
Eso fue en 2018.
Ahora bien, al ser preguntado sobre los frutos del CNC -recuérdese que McIntyre los conoce desde hace 25 años- dijo que la arquidiócesis aún no ha podido evaluar definitivamente el impacto del Camino porque "es un proceso largo de construcción de comunidad". En palabras llanas CERO.
En vista de que el secretario de Evangelización considera normal no saber si
una herramienta es válida tras 25 años de experimento, la periodista repitió la
pregunta al “misionero” laico José Martín, quien salió por
peteneras y explicó que entró al Camino en su adolescencia, devastado por la muerte
de su madre. Y que ahora está devolviendo el favor -al CNC, no a Dios ni a la
Iglesia-. Antes de Filadelfia, su familia y él estuvieron
en Denver y aprovechó para soltar el consabido «ha sido difícil dejar todo
atrás, nuestra casa, trabajo, amigos. Pero el Señor nos ha dado el
ciento por uno».
Sospecho un error en esa frase final y que a
quien está agradecido es al señor del CNC, no al Señor.
En cuanto a los frutos, se negó a dar una cifra alegando desconocimiento, lo
que prueba nulo celo evangelizador, puesto que no le importa saber si la
herramienta funciona o si es un fracaso o peor, una engañifla, pero dijo: «Cuando
vas a una casa y alguien está peleando y les das una palabra que les ayuda, tal
vez no vengan a misa, pero han sido ayudados».
Y cuando vas a una iglesia que no te pertenece y la destrozas sin respeto ni
consideración hacia sus feligreses, todos ellos han sido dañados.
Hipócrita que busca pajas en ojo ajeno y no ve la viga del suyo.
En 2020, año providencial, la diócesis de Filadelfia tienen un nuevo arzobispo, uno que se ha sacudido a McIntyre para escuchar personalmente las quejas de los fieles cuyo cuidado pastoral le ha sido encomendado. Que Dios lo guíe.
Noticia original aquí.
Es evidente, la missio ad gentes es para promover nada más que el cnc y hacerlo con el dinero de las archidiócesis.
ResponderEliminarMuy astutamente hacen que las personas crean que van a revitalizar la Parroquia pero después se ven los frutos.....
ResponderEliminarLa famosa "missio ad gentes" del Kkamino, no es más que un invento más del Maicito para apuntalar su invento ante el inminente derrumbe. Durante años y años los incautos discípulos creen que cuando acaben el Kkamino y vistan de blanco, levitarán y su vida será celestial en la tierra, tras estar ya convertidos del todo y siendo kristianos adultikos ya no necesitarán iglesia alguna.
ResponderEliminar¿Qué pasa en realidad?...pues nada, acaban, se visten de pasmarotes en determinados actos y sus vida sigue siendo la misma mierda pero, más viejos.
Muchos, al principio, cuando Donkikón aún no tenía guión establecido, se fueron por peteneras del invento como el que acaba la universidad...dado esto y por miedo a que está costumbre se extendiera y pudiera afectar a otro niveles inferiores, Kiko se inventó esto (tergiversando el significado original), como "prácticas" del grado de adultez conseguido.
Lázaro