viernes, 29 de mayo de 2020

Pentecostés 2020 (II)



PALABRAS DE KIKO PARA PENTECOSTÉS 2020

«La fiesta de Pentecostés era una fiesta para Israel que, después de haber salido de la esclavitud de Egipto, había recibido en el monte Sinaí la Torá, es decir, el libro de la Ley, que recoge los 5 primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La Torá es una palabra hebrea que significa ‘camino’, ‘ley’; esta Torá se resume en las dos tablas de la Ley, en los 10 mandamientos. Cuando Dios aparece sobre el monte Sinaí marca el camino de la vida, que es: “Escucha, Israel: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas”; y junto a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”: son las dos tablas que aparecen como lenguas de fuego que iban a posarse sobre la piedra».
¡Qué manía de llevar las cosas al judaísmo! En fin, a ver si soy capaz de desliarlo un poco. Lo de los judíos se llama Shavuot y era, en su origen, una fiesta agrícola. Sí, agrícola, nada que ver con la religión. Lo que sucedió es que en ese afán propio de la religiosidad natural, tan denostada por el kikismo, los sacerdotes o los levitas o los fariseos o todos ellos juntos, decidieron asociar esa fiesta de la recolección a la conmemoración de la entrega de las tablas de la ley en el Sinaí. Así se unían la religiosidad natural y el moralismo de dar las primicias a Dios, como marcaba la ley recibida, no fuera que diosito se enfadase y al año siguiente las cosechas no fuesen buenas.
 «Pero ya los profetas habían dicho que en el tiempo del Mesías, Dios no escribiría más sobre piedras su Ley, el camino de la felicidad y de la vida, sino que Dios mismo habría mandado su Espíritu sobre los hombres y este Espíritu habría escrito la Torá, el camino de la vida, en el corazón del hombre. Por eso, los hebreos se reúnen el día de Pentecostés para conmemorar la fiesta de la Torá, la fiesta de la Ley. Todos los hebreos se reúnen esta noche en Israel para celebrar la fiesta de la Torá, del rollo de la Ley, haciendo una procesión con el rollo. Los hebreos ponen en un armario en la sinagoga los rollos de la Torá, como nosotros ponemos la Biblia».
 En resumidas cuentas, cuando interesa, el moralismo y el clericalismo están bien y bonito.
«Cuando los apóstoles estaban celebrando en el Cenáculo, con la Virgen, la bajada del Señor sobre el Sinaí y la entrega de la Torá, sabéis que un viento impetuoso ha movido las ventanas y de repente han aparecido como lenguas de fuego sobre sus cabezas y ha descendido sobre ellos el Espíritu Santo, el Espíritu mismo de Dios, que es el autor en nosotros de todo bien.
El Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, nos hace amigos de Dios, nos hace santos, nos permite poder amar en la dimensión de Dios, como Dios ama. Nosotros hombres amamos de una forma limitada, porque por el miedo que tenemos a la muerte, cuando el otro con sus defectos nos hace mal, nos mata, no podemos amarlo, tenemos que hacer una violencia contra él: no le hablamos, le golpeamos, nos enfadamos, no podemos soportar que nos esté destruyendo. No podemos. Entonces la gente que se enfada, si están casados, se divorcian, porque no pueden tolerar esta prepotencia en su vida».
Esto es lo que pasa cuando el que no sabe se cree docto. La gente no se divorcia por un enfado, ni por dos, ni por veinte. El problema no son los enfados, que igual que vienen se van. Y me parece una insensatez banalizar un tema tan serio con un “como se han enfadado, se divorcian”.
«La gran novedad del cristianismo, que ha hecho Jesucristo, es que no se resiste al mal, sino que toma sobre sí los pecados y esto aparece como un tipo de amor nuevo, algo sorprendente. Nadie sabía que aquel hombre crucificado fuera el mismo Dios, que Él estaba tomando sobre sí el ser rechazado, lo acepta y va a morir en la cruz, y el mal que le están infligiendo, lo ofrece al Padre como rescate. El Padre ama mucho al Hijo y no puede ver que el Hijo sufra, pero el Hijo ofrece este sufrimiento por los mismos que le están matando, de forma que del rechazo, del pecado, Dios saca la salvación: el rechazo de Dios lo transforma en nuestra salvación».
Por favor, si alguien entiende que significa “el rechazo de Dios lo transforma en nuestra salvación”, que me lo explique, que no parece sino que cada pecador le hace un favor a Dios, al permitirle otorgar la salvación.
«Cristo dice al Padre: “¡Padre, no les tengas en cuenta este pecado! ¡Perdónales! te ofrezco mi sufrimiento, mi muerte en rescate por ellos, pero tú perdónales!”. Este amor sublime que aparece sobre la tierra y que antes no existía en nuestro planeta, Dios ha querido dárnoslo. Este amor en el fondo es el cumplimiento de la Torá, porque la Torá había profetizado ya este amor, había anunciado ya que esto es la felicidad, la vida eterna. Dios es esto».
Da la impresión de que algún grupo judaizante pague a Kiko para que les haga propaganda. El caso es que es posible que el diosito de Kiko sea la torá: todo moralismo, imposición, puños, esfuerzo, normas, castigos, diezmos, obligaciones… La ley no engaña, es clarísima: cúmplela en tus fuerzas y vivirás. Pero en la ley no hay misericordia ni Gracia, por eso la torá no es Dios. Y volver a la antigua alianza en la fiesta de Pentecostés no sé si es una chochez o una diablura.
 «Nosotros, en esta noche, esperamos que Dios nos dé este amor, porque si no tienes este amor -cuando el otro, por ejemplo, en tu casa tu hermano te hace algo, toma algo que es tuyo y tú no tienes paciencia, no eres capaz de no resistirse al mal, nosotros no somos corderos- pero si tienes este amor es distinto. Dice San Pablo que los cristianos son todos los días como ovejas llevadas al matadero, es decir, que todos los días nos encontramos con acontecimientos, con hechos pequeños o grandes en los cuales tenemos que ofrecer nuestro cuello como una oveja en el matadero. Si hoy hemos tenido un litigio, algún problema, para amar al otro hemos tenido que morir a nosotros mismos.  
Nosotros no podemos amar sin el Espíritu, para amar tenemos necesidad del Espíritu Santo. ¿Por qué podemos tener este amor? Porque el Espíritu Santo nos da la victoria sobre la muerte, el misterio Pascual se realiza en nosotros. Dice San Pablo que “cuando nosotros morimos el otro recibe la vida, llevando siempre en nuestro cuerpo el morir de Jesús”, la forma de morir de Cristo, la cruz, para que se vea en nosotros que Cristo está vivo. Si Cristo no viviera en nosotros no podríamos aceptar ser matados todos los días.  
La cruz de Cristo es la forma de amor por la que Cristo está vivo y resucitado, ha subido al cielo, porque Él ha amado así. No es con un esfuerzo nuestro, con nuestros puños como podemos tener este Espíritu, sino que todos esperamos que Dios nos dé este amor que nos hace santos. Ésta es la santidad, amar así es la santidad: el Espíritu nos hace santos, hace de nuestra vida una liturgia. Esta noche no podemos ser cristianos sin alimentar, sin recibir el Espíritu Santo. Y el Espíritu Santo lo podemos perder. El Espíritu Santo es un caballero, digamos así, es muy educado, muy bueno, basta que tú, en tu libertad, quieras portarte mal y Él te deja libre, tu casa se queda vacía, te vuelves colérico, enfadado, porque el Espíritu Santo no puede participar de nuestras maldades.  
Esto es un problema grande en nuestra vida, por eso nuestra vida es una cosa muy seria, porque somos libres y podemos condenarnos. El Espíritu Santo no nos quita la libertad, absolutamente, es más te hace todavía más libre para pecar, para hacer el mal. En cualquier momento podemos hacer cosas horribles, en nuestra libertad. Pero para eso El Espíritu Santo viene con sus dones, el don de la sabiduría para tener discernimiento y poder descubrir las trampas del demonio. A todos nosotros el demonio nos puede engañar, dándonos sobre todo la descomunión, que en el fondo nos hace dudar de que Dios nos ame, tomando ocasión de los sufrimientos de la cruz. Toma la cruz y le da una luz oscura, mientras que el Espíritu Santo ilumina nuestra cruz, la hace gloriosa. El don de inteligencia y de ciencia para entender quiénes somos y dónde vamos, el don de consejo para poder hacer la voluntad de Dios, el don de piedad para poder tener gusto por las cosas de Dios, tener amor a Dios. Sin el don de la piedad, la liturgia te parece un aburrimiento. Piedad significa amor a las cosas santas, a las cosas divinas, un amor que nos viene dado desde el cielo. El pecado te quita el gusto por las cosas divinas, porque te lleva a amar al mundo. El don de fortaleza y de temor de Dios, el santo temor, es decir, entender que somos libres y que podemos pecar gravemente. El don de temor te da horror al pecado. Nosotros tenemos estos dones del cielo, el Espíritu Santo viene con los dones necesarios para nuestra salvación».   

5 comentarios:

  1. Eso de “Palabras” suena tan mesiánico, como si quisiera compararse con la de Dios. Pura pretensión que va de la mano con la blasfemia. ¡Como para decir que son cristianos! ¿Cuánto cuesta decir que es un simple mensaje? ¿Acaso temen que maten al mensajero? No es para tanto.

    Pero de ahí a citar entre comillas, como si fuera texto de la Sagrada Escritura, lo que no es, poniendo en boca de Pablo lo que nunca ha dicho, se ve claramente la impostura de esas malditas enseñanzas que se pretenden pasar por santas en el knk: “cuando nosotros morimos el otro recibe la vida, llevando siempre en nuestro cuerpo el morir de Jesús”.

    Si se busca en Google la frase, se verá que sólo aparece en este blog. Si se le quitan las comillas, no es más que un pinche canto del knk, donde tergiversan el texto de 2 Cor 4, 6-12. ¡Vamos! Un poquitito de respeto, kiko. Que de lo que dice el texto a lo que citas hay un gran salto que demuestra su mentira. Si el doctorado que conseguiste en una caja de cereales no te ayuda, al menos procura alfabetizarte y aprende a leer.

    La teología pneumática que se expone considera la presencia del Espíritu de una manera puntual. Eso es una aberración. Y me parece que por ahí anda la cuestión cuando en la Escritura se habla de blasfemia contra el Espíritu Santo. Estas “palabras” sólo sirven para una cosa: para tapar el excusado.

    Por eso mismo, porque ni siquiera vale la pena rebatir algo que no tiene sentido, porque este discurso carece de lógica y coherencia, no me animo a seguir comentándolo.


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    1. Lo que dice Malinche es verdad! Hay una contradicción tras otra en este texto: primero dice que "el Espíritu Santo no puede participar de nuestras maldades", luego dice que el ES te hace libre y "todavía más libre para pecar", y unas líneas más abajo que el ES "te da horror al pecado". El pecado no es sinónimo de libertad, es esclavitud! El estado natural del ser humano es la gracia, su naturaleza está herida por el pecado original, por eso es que tiende a la concupiscencia y necesita de la asistencia del Espíritu Santo para obrar el bien y hacer la voluntad de Dios. Las de-formaciones del cnc están salpicadas de herejías y blasfemias! Que Dios les conceda ver el error y repararlo!!

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  2. “El Espíritu Santo nos hace libres para pecar”

    Justamente es lo contrario a lo que dice el catecismo de la Iglesia católica. En el catecismo (n.1742) dice: Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.

    «Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad» (Domingo XXXII del Tiempo ordinario, Colecta: Misal Romano).





    “el Espíritu Santo lo podemos perder”



    En el n.698 de, catecismo “El sello es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien "Dios ha marcado con su sello" (Jn 6, 27) y el Padre nos marca también en él con su sello (2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30). Como la imagen del sello [sphragis] indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teológicas para expresar el "carácter" imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.”



    Por ello, podemos actuar contra Dios pero su presencia en nosotros no desaparecerá totalmente nunca. Podemos sofocarlo pero no matarlo. “el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La comunión con el Espíritu Santo (2 Co 13, 13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.” catecismo 734.

    Para ser libres nos liberó Cristo (Gal 5,1)

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  3. En una red social de kikos ya han publicado la arkanísima carta con el tostón que la acompaña. Y, como siempre, no falta el bobo que protesta por verla publicada al alcance de cualquiera, como si fuese la primera vez:


    Dice uno:
    "Hermanos no entren en tribulación y escandalo, sea quien haya subido las cartas , por una parte estabn, ps no todos tenemos la facilidad de poder de descargar estos documentos, si sabemos que no se debe , pero en esta situación todo se vale , ánimos hermanos a vivir la vigilia de pentecostés!!"

    Le contestan:
    "No, no se vale todo; nuestros catequistas saben como hacernos llegar las palabras, comenzando con nuestros iniciadores del camino. Bien no entremos en tribulación, pero no se vale todo!
    Es un sin sentido!"

    Pues la llevan clara, más ahora que el amo ha dado su beneplácito a internet.

    https://www.facebook.com/1780465148940036/posts/2661406637512545/

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    1. Cuanto me alegro de que se publique en algún otro sitio. Así se puede comprobar que lo publicado aquí es literal hasta la última coma (de hecho no me he molestado en corregir las que faltan en el original).

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Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.