domingo, 31 de marzo de 2024

Kuentos kikos sobre la Pascua

 

Una entrada precedente está dedicada a desmontar la presunta herencia que la Eucaristía tiene del seder judío, esta es similar, pero respecto de las fiestas de pesaj y la Pascua cristiana o, mejor dicho, la Semana Santa cristiana, que es el nombre correcto, aunque en Kikónides lo desconozcan y jamás lo usen, como tampoco usan misa ni cura como algo propio; la Semana Santa, la misa y los curas, que son unos clericalistas, son cosas de los religiosos naturales de misa de 12, lo de ellos, para que se aprecie que no es lo mismo, se llama triduo pascual, eucaristía y presbítero.


  
Para empezar a desmontar el kikomito de que el triduo pascual es heredero de las fiestas de pesaj, conviene subrayar la idea que cerraba la otra entrada: en el Cristianismo la Eucaristía está intrínsecamente ligada a la pasión y muerte de Cristo. Es más, con San Pablo (1Cor 11, 23-26), la Iglesia considera que es un mismo sacrificio el de la cruz y el de la Eucaristía, es decir, la Eucaristía no es una rememoración histórica como la cena del seder, sino que, como todo sacramento, realiza lo que representa: el sacrificio de Cristo en la cruz de una vez y por siempre.

Por eso la Eucaristía es sacrificio, aunque Carmen se revuelva en su tumba de categoría superior.

Y esto los primeros cristianos lo tuvieron muy claro, y la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, lo ha conservado a lo largo de los siglos.

¿Qué es lo que se sabe que hacían las primeras comunidades cristianas? Se reunían una vez a la semana, el dies domini, para leer las Escrituras, comprobar que se habían cumplido en Cristo y, sobre todo, para celebrar la Eucaristía. Desde el principio la organización de los cristianos gira en torno al dies domini, el día de la resurrección, el día del cumplimiento del plan de salvación de Dios, el día de la victoria.

Muchos de esos primeros cristianos eran judíos, pero su vida religiosa dejó de pivotar alrededor del sabbat y de las tradiciones de sus mayores para poner su centro en Cristo. ¿Qué hacían durante la semana de los ácimos?

Aquí hay que dar algunas explicaciones. La fiesta de los ácimos arrancaba con el seder, el 15 de Nisan (hay quien pone el arranque en el día de la preparación, el 14) y se prolongaba, en Israel, durante siete días, de los cuales los más importantes eran el primero (15 de Nisan), el último (21 de Nisan) y el sábado, cayese en el día que cayese. En esos tres días, los israelitas no podían hacer trabajos serviles, eran días para el Señor.

Entonces, si las primeras comunidades cristianas, procedentes del judaísmo y conocedoras de la reglamentación de las fiestas de pesaj, se hubiesen basado en estos rituales a la hora de conmemorar la Pascua de Cristo, lo suyo hubiese sido que respetasen los días importantes de pesaj, por lo menos el 15 y el 21, aunque sustituyesen el sabbat por el dies domini.

Pero no lo hicieron así.

Es cierto que al principio hubo dos tendencias: la que quienes situaban la Pascua siempre en domingo y la de quienes contaban desde el 14 de Nisan para situar la fecha de la celebración de la Pascua. La disparidad fue objeto de un concilio y lo que se decidió es que primaba el domingo, puesto que la antigua alianza estaba caduca y la Nueva había demostrado su eficacia en domingo, el día de la resurrección.

Por eso el Cristianismo celebra siempre el triduo pascual a partir de la tarde del Jueves Santo y hasta el Domingo de Resurrección, en lugar de ajustarse a las fechas de pesaj, porque su fuente no está en los rituales judíos, sino en la vida del Jesús histórico y en lo que Él dejó dicho que se hiciera en memoria suya.

Y también por eso el triduo pascual está reservado para reproducir y hacer presentes los hechos concretos de Jesús en esos mismos días. Los primeros cristianos, judíos casi todos, vieron que no era procedentes conservar los rituales de sus mayores, sino que convenía hacer memoria de los hechos de Jesús: la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial, y toda la Pasión -prendimiento, juicio, interrogatorios de unos y otros, flagelación, crucifixión, muerte y enterramiento- y como culmen la gran fiesta de la resurrección.

Esta es la fe de los cristianos, esta es su Pascua. Y no es heredera de lo que celebran los judíos en Nisán, solo es heredera de la promesa y del plan de salvación de Dios. 

Y es una pena que en el CNC no lo sepan.

Los neocatecumenales, según las directrices de sus errados iniciadores y el consentimiento tácito de la Iglesia jerárquica, jamás celebran misa crismal. ¡Faltaría más! Ellos aseguran que la misa solo vale como 20 frente a la uka, que no es lo mismo porque vale 100, y así, el Jueves Santo, en lugar de sumarse a la celebración de la Verdadera Iglesia, se encierran en el gueto para practicar un lavatorio sacado de contexto, porque el lavatorio solo tiene sentido dentro de la Última Cena.

 El evangelio de San Juan proclamado este Jueves Santo 2024 detalla que Jesús y sus amigos ya estaban sentados a la mesa y comiendo cuando él se quita el manto, toma jofaina y agua y se pone a lavarles los pies. No es un detalle baladí, porque tras el lavatorio, después de declarar que ellos ya están limpios y que solo les hacía falta lavarse los pies, parte y consagra el pan. Nadie podía acercarse a lo sagrado sin lavarse primero, pero el aseo era en función de lo sagrado que venía a continuación, no era un fin en sí mismo.

Quedarse en el lavatorio, como se hace en las comunidades neocatecumenales, es una mascarada.

Así también el Viernes Santo en lugar de sumarse ala gran asamblea de los cristianos, los neocatecumenales permanecen aislados tras puertas cerradas. Y la ceremonia de adoración a la Santa Cruz, que solo se hace un día al año, los neocatecumenales, en su obliguismo y al dictado de su sumo líder, lo transforma en una suerte de rito idolátrico de aceptación de la cruz personal de cada uno.

Y alguien podrá pensar que eso no tiene nada de malo. Pues se equivoca. El cristiano, el verdadero cristiano, solo adora a Dios, y si en Viernes Santo se prosterna ante la cruz de Cristo es precisamente por ser la cruz de Cristo, el árbol de la redención y de la salvación, pero si a esa cruz se le da el sentido de cruz personal de cada uno, entonces el signo de adoración está fuera de lugar y no es coherente ni admisible en un presunto cristiano (más información aquí).

Así que los neocatecumenales en lugar de juntarse con la gran asamblea de la Iglesia, se retiran a su gueto para deformar y trastocar la verdadera liturgia de adoración a Dios y convertirla en una fantochada, peor, porque inducen a la idolatría.

Y lo mismo en la gran vigilia pascual. Si la celebrasen con todos no podrían deformarla con el añadido de elementos judíos que no pertenecen a la Liturgia de la Iglesia, como la memez de las preguntitas de los niños, que podrían estar bien en cualquier otro momento, no en la gran Vigilia de la Pascua.

Es una pena, pero los neocatecumenales no celebran el triduo pascual, sino el tríduo kikil.

Por eso les va como les va y ninguno se convierte.


sábado, 30 de marzo de 2024

Las primeras...

 

«Primero fueron las mujeres, como rezan los Evangelios '...cuando todavía era oscuro'. Llegaron sin luz, sólo movidas, atraídas, impulsadas por el amor, arrastradas por el amor después de la muerte, que es un amor fuerte, con la pasión del dolor latiendo y amando al Crucificado, al Muerto, al Sepultado.


Iban con ungüentos, con perfumes, con bálsamos para su Cuerpo, con el temor y el temblor de repetir con el Yacente lo que hicieron ellas mismas o vieron hacer a otras: Ungir sus pies, perfumar su cabeza, besar sus manos, llorar a sus plantas y secarlas con su cabellera, mientras Él las miraba y las bendecía con sus ojos y sus labios, entonces llenos de gracia, ahora cerrados y yertos.

Iban sobrecogidas, cuando todavía no rompía el alba, con el rocío fino de la madrugada licuando su frescura sobre sus cabezas, confundiéndose con el brillo de sus lágrimas. Estremecidas por el frío de la brisa y conmovidas por la emoción del duelo.

Eran tres, como tres luceros en la noche, tres Marías antes del alba, más lucientes cuanto más oscuro.

No eran la Madre, pero iban como madres de un mismo Hijo, el corazón en la boca y el alma herida. No eran la esposa, pero caminaban al barrunto de un amor empeñado en más amor. Eran llorosas doncellas con lámparas ardientes y ungüentos fragantes. Eran madres con bálsamos de dulce olor y pechos de interno dolor.

Fueron esperadas por Ángeles. Recibieron una anunciación celeste, temerosas también, como la Virgen Madre de la Anunciación primera. Se les anunció la gloria como a los pastores de Belén, con luz y un alborozo nuevo que sus mentes embeleñadas por el dolor de la Pasión no entendieron al momento.

 

-"... De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: '¡Alegraos!'. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de Él."».


+T

Publicado por Terzio aquí


Feliz Pascua de Resurrección

 

viernes, 29 de marzo de 2024

Kuentos kikos sobre la Eucaristía

 

Desde el surgimiento del Cristianismo, algo que identifica a los cristianos es que se juntan una vez a la semana, un día concreto, el primero de la semana, que ellos empezaron a denominar «el día del Señor» (dies domini).

La Liturgia católica, que es única y común para toda la Iglesia (y quien no la respeta se sale de la catolicidad para entrar en lo sectario), nace de lo que hacían los primeros cristianos en su reunión dominical.

El Cristianismo gira alrededor de ese núcleo: la resurrección de Cristo es su fundamento, su centro, su fuerza, su razón. Y la Iglesia de entonces, de ahora y de todos los tiempos bebe de ese acontecimiento y se organiza y ordena en función de ello.

No podría ser de otro modo.

Cristo es nuestra Luz.

Pero hay quien actúa como aquellos que poniendo la mano en el arado miran hacia atrás (Lc 9,62), pues solo así se entiende su afán por referirlo todo a una alianza caduca que quedó anulada por la Nueva.

Hay dos modalidades de tales amigos de lo caduco. La primera, muy influenciada por los dichos carmelitanos de las kikotesis iniciales, sostiene que para entender la Eucaristía bien bien de verdad, es necesario e imprescindible empaparse de la tradición judía del seder de pesaj; y la segunda, que es una variación de la primera, asegura que no se puede entender la Pascua cristiana bien bien de verdad sin conocer a fondo la pascua judía (pesaj).

Pero cuando se rasca un poco para averiguar qué es lo que saben sobre pesaj los que tanto insisten con ella, se descubre que, una vez más, solo son loros adiestrados y que saber saber lo que se dice saber, más bien poco.

Así, los que aseguran que la Eucaristía tiene su fundamento en el seder judío solo tienen un argumento: el pan ácimo y las copas de vino rituales. En cambio, argumentos a favor de las apabullantes diferencias entre ambos hay montones. Y el primero y principal de todos es que en el seder el pan, por muy ácimo que sea, solo es pan, antes, durante y después de ser comido con o sin acompañamiento de hierbas amargas y no sé qué otras comidas rituales; y el vino, tinto, rosado o blanco (no sé si hay instrucciones sobre el color), solo es vino, antes, durante y después de ser bebido.

Por supuesto, los defensores de lo caduco esgrimen que la Eucaristía -y también el sacerdocio ministerial- fue instituida durante un seder pascual.

Bueno, pudiera ser que la Última Cena se celebrase el primer día de los ácimos, es decir, en la noche del seder de pesaj, el 14 del mes de Nisan. En cuyo caso, la crucifixión tuvo lugar el 15 de Nisan.

Lo que se sabe por los Evangelios es que la cena se produjo poco antes del juicio y la muerte de Jesús, que fue un viernes, y que su resurrección fue antes del amanecer del domingo. Se sabe también que tuvo lugar en primavera y más concretamente en la semana de los ácimos, por otro nombre, la semana de pesaj, la pascua judía.

Entonces, suponiendo que la Última Cena fue la celebración del seder por parte de Jesús y de sus discípulos, lo que se desprende de los relatos evangélicos es la falta de interés de estos por respetar las tradiciones de sus mayores:

¿Juntarse con la familia para la cena? Ni hablar, ellos estaban entre amigos, pero no con la familia.

¿Contar batallitas educativas a los niños? Como no estaban con la familia no había niños.

¿Cenar ceñidos los lomos, calzados para salir, con el bastón en la mano y tal? Mejor recostados entre cojines, es más cómodo.

¿Comer apresuradamente? Para nada, cena tranquila y sobremesa larga.

¿Veis? O bien Jesús cambió y desbarató lo que se hacía en el seder judío o bien esa cena no fue la del seder. En uno u otro caso, lo que resalta es que Jesús no se basó en el seder para instituir la Eucaristía, por lo que echar la vista atrás revela falta de discernimiento.

Y que lo que hizo esa noche en esa cena fue algo totalmente nuevo, ajeno y distinto del seder, la Iglesia lo entendió desde el principio, por eso rememora de esa cena elementos que no existen en los rituales judíos de pesaj: el lavatorio y, por supuesto, la Eucaristía y el sacerdocio ministerial.

Pero he insinuado ya que la Última Cena pudo no coincidir con la fecha del seder de pesaj. Pudo ser antes, un día antes en concreto, el 13 de Nisan.

Como los días se contaban desde la caída del sol de la víspera hasta el anochecer siguiente, eso significa que con el ocaso del 13 de Nisan daba comienzo el día de la preparación de la gran fiesta de los ácimos, es decir, a partir de esa noche tenía que desaparecer cualquier rastro de levadura en las casas. Y en el pan, claro. Pero no era la noche de las hierbas amargas, las cuatro copas de vino con discursos históricos, el asiento vacío reservado para Elías, ni el cordero asado.

¿Hay alguna razón -crucifica la razón, hermano- para pensar que la institución de la Eucaristía no tuviese lugar durante el seder judío? Sí.

La razón está en el Evangelio de San Juan y en el ceremonial religioso del 14 de Nisan.

En el relato del juicio contra Jesús, San Juan dice «llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua» (Jn 18,28), lo que sitúa el juicio antes del seder, no después. Y al narrar la crucifixión, dice «era el día de la preparación de la Pascua» (Jn, 19,31), es decir, 14 de Nisan.

El otro argumento es que según el relato del Éxodo (Ex 12) el 10 de Nisán cada familia debía elegir un cordero sin mancha ni tacha que se guardaba hasta el día 14, fecha en que se volvía a comprobar que no hubiese ninguna imperfección en el animal antes de sacrificarlo por la tarde; a continuación era asado y debía ser comido por entero ese mismo día. No podía sobrar nada y si sobraba, se quemaba, no se podía aprovechar para otro día. Esto era así porque con la sangre y la carne de ese cordero se sellaba la Alianza antigua entre Dios y su pueblo.

Entonces, lo que dicen los estudiosos es que lo mismo que las familias judías elegían un cordero el día 10, los sumos sacerdotes decidieron ese día que Jesús (que llegó a Jerusalén seis días antes de la pascua y empezó a hacerse notar) debía morir y desde entonces buscaban una ocasión para prenderlo, ocasión que propició la traición de Judas en las primeras horas del día 14.

A continuación vino el juicio, en el que sacerdotes y ancianos del sanedrín examinaron al reo sin encontrar en él falta ni tacha hasta que vieron la ocasión de acusarlo de blasfemo, nada menos.

Entonces soliviantaron al pueblo para presionar al gobernador romano y conseguir la condena a muerte del blasfemo, que es crucificado por decisión popular y muere sobre la hora nona… que es la hora a la que la ley fija el sacrificio del cordero de seder.

Es decir, mientras el sumo sacerdote, revestido con sus mejores galas, sacrifica -porque es un sacrificio- al cordero sin mancha y recoge su sangre para rociar con ella las puertas, Jesús muere despojado de todo, hasta de su sangre.

Por eso los cristianos identificaron a Jesús con el verdadero cordero sin mancha.

Y por eso yerran quienes niegan carmelitanamente la dimensión sacrificial de la Eucaristía. La dimensión de la cruz no tiene sentido sin la dimensión sacrificial.