Una entrada precedente está dedicada a desmontar la presunta herencia que la Eucaristía tiene del seder judío, esta es similar, pero respecto de las fiestas de pesaj y la Pascua cristiana o, mejor dicho, la Semana Santa cristiana, que es el nombre correcto, aunque en Kikónides lo desconozcan y jamás lo usen, como tampoco usan misa ni cura como algo propio; la Semana Santa, la misa y los curas, que son unos clericalistas, son cosas de los religiosos naturales de misa de 12, lo de ellos, para que se aprecie que no es lo mismo, se llama triduo pascual, eucaristía y presbítero.
Para empezar a desmontar el kikomito de que el triduo pascual es heredero de las fiestas de pesaj, conviene subrayar la idea que cerraba la otra entrada: en el Cristianismo la Eucaristía está intrínsecamente ligada a la pasión y muerte de Cristo. Es más, con San Pablo (1Cor 11, 23-26), la Iglesia considera que es un mismo sacrificio el de la cruz y el de la Eucaristía, es decir, la Eucaristía no es una rememoración histórica como la cena del seder, sino que, como todo sacramento, realiza lo que representa: el sacrificio de Cristo en la cruz de una vez y por siempre.
Por eso la Eucaristía es sacrificio, aunque Carmen se revuelva en su tumba de categoría superior.
Y esto los primeros cristianos lo tuvieron muy claro, y la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, lo ha conservado a lo largo de los siglos.
¿Qué es lo que se sabe que hacían las primeras comunidades cristianas? Se reunían una vez a la semana, el dies domini, para leer las Escrituras, comprobar que se habían cumplido en Cristo y, sobre todo, para celebrar la Eucaristía. Desde el principio la organización de los cristianos gira en torno al dies domini, el día de la resurrección, el día del cumplimiento del plan de salvación de Dios, el día de la victoria.
Muchos de esos primeros cristianos eran judíos, pero su vida religiosa dejó de pivotar alrededor del sabbat y de las tradiciones de sus mayores para poner su centro en Cristo. ¿Qué hacían durante la semana de los ácimos?
Aquí hay que dar algunas explicaciones. La fiesta de los ácimos arrancaba con el seder, el 15 de Nisan (hay quien pone el arranque en el día de la preparación, el 14) y se prolongaba, en Israel, durante siete días, de los cuales los más importantes eran el primero (15 de Nisan), el último (21 de Nisan) y el sábado, cayese en el día que cayese. En esos tres días, los israelitas no podían hacer trabajos serviles, eran días para el Señor.
Entonces, si las primeras comunidades cristianas, procedentes del judaísmo y conocedoras de la reglamentación de las fiestas de pesaj, se hubiesen basado en estos rituales a la hora de conmemorar la Pascua de Cristo, lo suyo hubiese sido que respetasen los días importantes de pesaj, por lo menos el 15 y el 21, aunque sustituyesen el sabbat por el dies domini.
Pero no lo hicieron así.
Es cierto que al principio hubo dos tendencias: la que quienes situaban la Pascua siempre en domingo y la de quienes contaban desde el 14 de Nisan para situar la fecha de la celebración de la Pascua. La disparidad fue objeto de un concilio y lo que se decidió es que primaba el domingo, puesto que la antigua alianza estaba caduca y la Nueva había demostrado su eficacia en domingo, el día de la resurrección.
Por eso el Cristianismo celebra siempre el triduo pascual a partir de la tarde del Jueves Santo y hasta el Domingo de Resurrección, en lugar de ajustarse a las fechas de pesaj, porque su fuente no está en los rituales judíos, sino en la vida del Jesús histórico y en lo que Él dejó dicho que se hiciera en memoria suya.
Y también por eso el triduo pascual está reservado para reproducir y hacer presentes los hechos concretos de Jesús en esos mismos días. Los primeros cristianos, judíos casi todos, vieron que no era procedentes conservar los rituales de sus mayores, sino que convenía hacer memoria de los hechos de Jesús: la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial, y toda la Pasión -prendimiento, juicio, interrogatorios de unos y otros, flagelación, crucifixión, muerte y enterramiento- y como culmen la gran fiesta de la resurrección.
Esta es la fe de los cristianos, esta es su Pascua. Y no es heredera de lo que celebran los judíos en Nisán, solo es heredera de la promesa y del plan de salvación de Dios.
Y es una pena que en el CNC no lo sepan.
Los neocatecumenales, según las directrices de sus errados iniciadores y el consentimiento tácito de la Iglesia jerárquica, jamás celebran misa crismal. ¡Faltaría más! Ellos aseguran que la misa solo vale como 20 frente a la uka, que no es lo mismo porque vale 100, y así, el Jueves Santo, en lugar de sumarse a la celebración de la Verdadera Iglesia, se encierran en el gueto para practicar un lavatorio sacado de contexto, porque el lavatorio solo tiene sentido dentro de la Última Cena.
El evangelio de San Juan proclamado este Jueves Santo 2024 detalla que Jesús y sus amigos ya estaban sentados a la mesa y comiendo cuando él se quita el manto, toma jofaina y agua y se pone a lavarles los pies. No es un detalle baladí, porque tras el lavatorio, después de declarar que ellos ya están limpios y que solo les hacía falta lavarse los pies, parte y consagra el pan. Nadie podía acercarse a lo sagrado sin lavarse primero, pero el aseo era en función de lo sagrado que venía a continuación, no era un fin en sí mismo.
Quedarse en el lavatorio, como se hace en las comunidades neocatecumenales, es una mascarada.
Así también el Viernes Santo en lugar de sumarse ala gran asamblea de los cristianos, los neocatecumenales permanecen aislados tras puertas cerradas. Y la ceremonia de adoración a la Santa Cruz, que solo se hace un día al año, los neocatecumenales, en su obliguismo y al dictado de su sumo líder, lo transforma en una suerte de rito idolátrico de aceptación de la cruz personal de cada uno.
Y alguien podrá pensar que eso no tiene nada de malo. Pues se equivoca. El cristiano, el verdadero cristiano, solo adora a Dios, y si en Viernes Santo se prosterna ante la cruz de Cristo es precisamente por ser la cruz de Cristo, el árbol de la redención y de la salvación, pero si a esa cruz se le da el sentido de cruz personal de cada uno, entonces el signo de adoración está fuera de lugar y no es coherente ni admisible en un presunto cristiano (más información aquí).
Así que los neocatecumenales en lugar de juntarse con la gran asamblea de la Iglesia, se retiran a su gueto para deformar y trastocar la verdadera liturgia de adoración a Dios y convertirla en una fantochada, peor, porque inducen a la idolatría.
Y lo mismo en la gran vigilia pascual. Si la celebrasen con todos no podrían deformarla con el añadido de elementos judíos que no pertenecen a la Liturgia de la Iglesia, como la memez de las preguntitas de los niños, que podrían estar bien en cualquier otro momento, no en la gran Vigilia de la Pascua.
Es una pena, pero los neocatecumenales no celebran el triduo pascual, sino el tríduo kikil.
Por eso les va como les va y ninguno se convierte.