Sigo con la tesis doctoral que estudia el fenómeno de los grupos religiosos desde el punto de vista de su posible impacto social. Este estudioso pululó por los carismáticos, las comunidades de base, los neocatecumenales y algunos otros.
En concreto, respecto al CNC su conclusión no fue optimista ni positiva.
Para empezar, y es algo que no he encontrado en ningún otro estudio y que me parece muy procedente, este sociólogo enfrenta lo que caracterizó al CNC en su origen, según el relato de los iniciadores, con lo que lo caracteriza en la actualidad.
Y de tal enfrentamiento se deduce que el CNC de hoy ha renegado de lo que era su naturaleza original.
El autor lo resume en los siguientes aspectos:
1. ESPONTANEIDAD
La experiencia neocatecumenal en las casuchas de Palomeras no seguía un ritual ni una normativa rígida, por el contrario, los participantes hacían gala de frescura y espontaneidad en las reuniones.
En la actualidad, la rigidez manda, no queda espacio para la imaginación y la creatividad. Todo (la estética, la distribución, el mobiliario, el contenido de las reuniones, el papel de los participantes) está minuciosa y rígidamente estructurado.
2. ESTRATOS SOCIALES
Las comunidades neocatecumenales nacieron entre los pobres y con los pobres.
Hoy, no están presentes en los suburbios, ni sus miembros son proletarios. Han crecido, por el contrario, en la clase media.
3. OBJETIVO
El Camino quiere ser, según sus promotores, una restauración del catecumenado que instituyó la Iglesia primitiva. Razón por la que su lugar apropiado es la parroquia.
Pero su pretensión es contradictoria con el hecho -concreto- de que está orientado a gente ya bautizada.
Este último punto es crucial puesto que los dirigentes o responsables máximos del Camino sostienen que éste ES la Iglesia en su vertiente catecumenal. Es decir, de forma implícita niegan la validez del verdadero catecumenado, el que se orienta a los no bautizados, y también niegan la eficacia de la formación doctrinal y moral que reciben a posteriori quienes han sido bautizados en su infancia.
Aún más claro: según ellos, la Iglesia perdió el catecumenado hace siglos y solo lo ha recuperado en la medida en que el CNC se ha introducido en las parroquias. Y puesto que tal premisa es objetivamente falsa, solo puede concluirse que los dirigentes del Camino están en un error muy muy gordo.
Suscita, por tanto, seria inquietud que quienes incurren en error tan garrafal pretendan que su misión en esta vida es suscitar la fe verdadera, adulta y consecuente con el Bautismo en quienes carecen de ella.
Y aquí hay otro aspecto discrepante entre lo que era el Camino en sus orígenes en Palomeras y lo que es ahora:
4. DESTINATARIOS
Las personas objeto de neocatequización serían lógicamente personas que no tienen fe y las que viven un cristianismo rutinario o como simple fenómeno cultural. Es decir, si se trata de evangelizar, deben quedar excluidas aquellas personas que en base a su instrucción, adhesión y comportamiento tienen conciencia de pertenecer vitalmente a la Iglesia.
Pero según los dirigentes neocatecumenales todos precisan ser neoevangelizados, no solo quienes no tienen fe o viven un cristianismo cultural, también quienes se creen y se llaman cristianos porque, según los neocatecumenales, se denominan así infundadamente, sin razón.
Lo más preocupante de este punto es que requiere convencer a quienes sí son cristianos de que su fe es irreal o está muerta. Y si para conseguirlo hay que entrometerse en el fuero interno o herir la sensibilidad de la víctima o aprovecharse de sus dificultades cotidianas, se hace.
En conclusión, en la actualidad, el CNC no es ni puede ser una herramienta de evangelización ni está al servicio de nada más que de sí mismo, es un ente totalitario que devora a aquellos que le abren la puerta.