La idea de esta entrada está tomada de aquí.
Obras espirituales de misericordia, según enseña su padre a los neocatecumenales.
Catecismo: Enseñar al que no sabe
Kikismo: El que no sabe guía.
El Camino pretende ser un itinerario de crecimiento en la fe para quienes ya están bautizados, pero sucede que los presbis, que un poquito más de formación en tales asuntos deben tener, no son quienes están al frente de dicha formación. Por el contrario, en la estructura jerárquica del CNC, los presbis son neocatecúmenos como todos los demás, sujetos a los mismos pasos, las mismas reglas, los mismos escruticios y estropicios, las mismas bolsas negras y sablazos y con el mismo rigor se les exige el sometimiento a los dictámenes de los loros de repetición.
Ello es así porque donde el CNC dice “crecimiento en la fe”, lo que busca en realidad es el aprendizaje, la interiorización, la vivencia y la conversión clónica al ideario y los mensajes contenidos en los mamotretos. Eso es lo único que cuenta: conocer a fondo el pensamiento de los dos iniciadores, la de categoría superior y el que gusta de firmar lo que no pinta, y asumirlo como dogma de vida. Y sucede que cuanto más ignorante sea el loro sobre la verdadera doctrina de la Iglesia y su Magisterio, más convincente resulta el fatuo discurso de los mamotretos.
Por eso, los presbis están llamados a desaprender lo que sea que hayan aprendido en sus años de estudio y en el ejercicio de su magisterio para abrazar los errores del kikismo. Y por eso los que no saben son los que casi siempre están al frente, como guías ciegos.
Catecismo: Aconsejar a quien lo necesita
Kikismo: Inducir la imperiosa necesidad de consejo.
En el Camino se enseña a cultivar la duda. Puede parecer una tontería, o incluso algo conveniente. ¿Acaso no es procedente poner en duda la perspicacia y la inteligencia de uno mismo? Lo políticamente correcto es estar abierto a otras posibilidades, ya se sabe, el vaso medio lleno o medio vacío, según el punto de vista.
En el CNC lo que se aprende es que un neocatecúmeno no está maduro, preparado ni capacitado para captar la voluntad de Dios en los acontecimientos que Él dispone precisamente para que el catecúmeno se plantee qué será lo que Dios quiere decirle con lo que le pasa en la vida.
Es por ello que el neocatecúmeno no puede ennoviarse con quien le dé la gana sin escuchar primero el dictamen de sus lorokistas. Ellos han sido enviados a su vida para dar voz a Dios, dado que el neocatecúmeno no puede escucharla por sí mismo, pues es tan infantil que moriría de la impresión.
De lo anterior se deduce también que todos los de fuera andan por el mundo como pollos sin cabeza, pues solo en el Camino se posee la recta interpretación de la voluntad de señor y se conocen todas las respuestas a los grandes interrogantes de la vida.
Así pues, la obra de misericordia neokika es convencer al catecúmenos de que no puede por sí solo acertar con lo que Dios quiere, sino que ha de dejar que sean los lorokistas, cual ángeles sin alas, quienes lo guíen a lo largo de toda su vida. En otras palabras, ha de vivir sometido y obediente a la voluntad de los lorokistas como si fuese la voluntad del mismo Dios.
Se tenía que decir. Y se ha dicho.
Catecismo: Corregir al que yerra
Kikismo: Amonestar al que no cae.
En el CNC, el pecado es fundamental e imprescindible para que se dé la conversión y la Gracia.
En principio, pudiera parecer que lo que se proclama en el Camino es que es necesario que cada uno se conozca a sí mismo profundamente, que se sea consciente de lo que anida en el corazón, de los anhelos, los deseos, las miserias y la podredumbre interior, porque solo si se conoce podrá buscarse remedio y rehabilitación. Si alguien no sabe que está enfermo, no busca cura para su mal; es, por tanto, necesario conocer el mal para ponerle remedio.
Pero lo que sostiene el CNC es que es necesario pecar y seguir pecando para adquirir el convencimiento de ser los últimos y los peores de todos, y así no incurrir en el feo vicio de juzgar a los demás y creerse mejores que ellos. No solo eso, sucede también que el pecado no es algo elegido, sino algo que Dios manda y permite para la conversión de los catecúmenos. En consecuencia, no tiene sentido rehuir del pecado, que es una evidencia de que aún se está en camino y no se ha alcanzado la conversión final, porque cuando Dios quiera ya otorgará al catecúmeno el dejar de pecar sin esfuerzo alguno.
Y mientras se espera a que Dios acontezca y borre los pecados, sucede que no tiene el menor sentido avergonzarse y mantenerlos en secreto, por el contrario, si es Dios quien los permite y los permite en favor del que peca, lo que hay que hacer es contarlos en la comunidad, para regocijo y edificación de todos. Por ello, escandalizarse de los pecados de los demás se convierte el algo mucho peor y mucho más reprobable que los propios pecados. Por ello la comunidad no amonesta a quien confiesa un adulterio, sino al cónyuge ultrajado que osa manifestar su disgusto, porque en el fondo, lo que está manifestando es que se cree mejor que el adúltero y por eso lo juzga y lo condena.
Por tal razón, también, la comunidad está llamada a amonestar con amor a quien nunca cuenta pecados, puesto que o bien aún está ciego o bien tiene un demonio mudo que le impide reconocer la verdad de sus pecados. Sea cual sea la opción correcta, es obvio que la comunidad debe poner fin a la situación, bien sea con un exorcismo o invitando a pecar al que no conoce sus pecados, porque solo así se podrá dar en este hermano la conversión.
Catecismo: Perdonar las ofensas
Kikismo: Pedir perdón al que ofende.
En el Camino se insiste mucho muchísimo en que siempre hay que perdonar. En particular, se avisa una y otra vez acerca de que la murmuración y el juicio destruyen la comunidad. Y eso es lo que les preocupa, claro.
En consecuencia, cuando hay fricciones entre hermanos de comunidad, jamás se animará a ir al fondo del asunto, jamás se podrá el foco en saber qué injusticia se ha cometido; casualmente, no importará el hecho concreto y de ninguna manera se señalará al causante, sino que toda la maquinaria apuntará hacia el ofendido: porque el problema no la ofensa ni la injusticia, el problema es que alguien ose empeñarse en que se le haga justicia y se repare el daño causado. Ese es el verdadero problema.
Es lógico, puesto que muchas muchas veces quien ofende y provoca la injusticia es un loro de repetición, de modo que siempre -salvo que el perjudicado sea un pata negra- se le pedirán cuentas al ofendido por su pretensión de recibir justicia.
Se le tildará de justiciero, de engañado, de endemoniado y será a esta persona a quien se le reclame pedir perdón a su ofensor, por haber osado tener en cuenta la ofensa, por estar tan ciego que no ha caído en que él es capaz de cosas mucho perores, porque debería saber que es Dios quien ha movido a su ofensor a actuar como ha actuado a fin de que el perjudicado descubra la dureza de su corazón de piedra que reclama justicia y se resiste al mal en lugar de aceptar que se merece mucho más porque es el último y el peor de todos.
Y el ofensor se va de rositas.
Catecismo: Consolar al triste
Kikismo: Desesperar al triste.
Quede claro de una vez: el Camino no es para la caridad y esas cositas de poca monta que interesan a los alienados que se conforman con una vidita chata y fían su felicidad a la nómina fija, el pisito, la parejita de hijos, el cochecito y el partido de futbol en el bar. Los neocatecúmenos saben que hay otra vida, que es la que importa, y que en esta tu cónyuge es tu enemigo, tus hijos te destruyen y no puedes soportar al otro porque amenaza tu comodidad burguesa…
Esto es así y hay que asumirlo. Tu esposo, tu esposa es tu enemigo, y no te van a decir otra cosa solo para consolarte, te van a poner en la verdad. Tu hijo, tu hija es tu ídolo porque eres una madre toda sentimental que lo has malcriado y lo has destruido, y no te van a engañar con falsos consuelos, te van a explicar con claridad como la culpa de todo la tienes tú y tu nociva afectividad. Y así con todo, hasta que entiendas como son las cosas y te conviertas de corazón.
Catecismo: Sufrir con paciencia los defectos de los demás
Kikismo: Exigir paciencia a los demás con los defectos propios.
Este se aplica en especial sobre los de fuera.
Puesto que en el Camino están convencidos de que no hay que esforzarse por corregir los defectos propios -ya que el esfuerzo es un moralismo y Dios está en contra del moralismo, porque no hay nada más distante de la verdadera conversión que el moralismo-, es evidente que se exigirá a todos mostrar paciencia con los defectos hasta que Dios considere llegado el momento de eliminarlos sin más, sin esfuerzo y gratis total.
Hay que tener en cuenta que puesto que esos defectos son permitidos e incluso inducidos por Dios para que el catecúmeno no se engría, no mostrar la debida paciencia con ellos equivale a cuestionar las disposiciones de Dios hasta llegar a pensar que Dios se equivoca y que podría hacer las cosas un poquito mejor.
Dentro de la comunidad ello da lugar a juicios y murmuraciones y ya se ha comentado cómo está estipulado que se haga frente a tales conflictos.
Cuando es gente de fuera del Camino quien sufre los defectos de los neocatecúmenos, lo que conviene es reclamarles paciencia, sin más. Los de fuera no están para sutilezas ni pueden entender que se ponga a la comunidad por encima de los hijos y de los padres y de la familia entera. Y no merece la pena intentar explicárselo. Basta con ponerse en un plano de superioridad moral y traer a colación que María eligió la parte mejor y dejó a Marta todas las tareas domésticas.
Pues eso.
Catecismo: Rezar a Dios por todos
Kikismo: Renegar ante Dios de todos.
Primero una aclaración. Cuando fallece un neocatecúmeno, sobre todo si es de los de palma y túnica blanca, ellos dan por hecho que sube al cielo sin escala en el purgatorio ni zarandajas de religiosos de misa de doce. Conque poco motivo hay para rezar por quien ya consideran en el cielo.
En cuanto a los vivos, lo que se estila entre los caminantes es poner a caer de un burro a cualquiera que no opine como ellos para terminar con un “la paz. Rezaré por ti”. Es por ello que sus oraciones por otros son alegaciones en contra de esos otros en las que piden a su dios que esos otros sean debidamente escarmentados, para que puedan reconocer sus errores y reconocer también quien tuvo razón.
Ellos son así, tienen mentalidad de críos chicos.