Del mamotreto de los dichos de Carmen (VI)

 

Hay cosas peores que los follones que Carmen se monta consigo misma al hablar del designio de Dios en la Creación, de su obra maestra -realizada a su imagen y semejanza y, en consecuencia, creada para vivir en relación con el otro y dotada de libre albedrío-, o de la imposibilidad de que la Ciencia demuestre la existencia de Dios, que, sin embargo, se manifiesta una y otra vez en lugares escogidos -decorados- por medio de unos relatos carentes de historicidad que ella presenta como fidedignos e históricos hechos concretos.

En concreto, un tema abordado con insistencia en el que Carmen muestra ambivalencia, inconsistencia e incoherencia a raudales es el de “la palabra”, en jerga kikótica, “la Palabra”.

Para Carmen la única palabra válida es la que se lleva el viento

El primer punto desequilibrado hasta el desquiciamiento en la teoría carmenalicia de “la Palabra” se refiere al medio que la transmite. Me explico: para Carmen el poder y la fuerza de “la Palabra” parece no estar en su significado, en lo que expresa, ni tampoco en el hecho de ser Revelación de Dios, soplo del Espíritu de Dios. No. Lo fundamental para ella es si “la palabra” está escrita o si es oral.

Cualquiera que conozca un poquito el Camino Neocatecumenal sabe de su obsesión por lo que llaman “la escucha” y también la transmisión oral, o la tradición oral. Que la escritura hay sido durante siglos la mejor opción para preservar los mensajes con su frescura original, sin tergiversaciones a Carmen en particular y a los kikos en general se la refanfinfla. Ellos siempre dirán que la fe viene por el oído, no por la vista.

Así que según los dichos carmelitanos de poco sirve leer “la Palabra”, por más que sea Revelación divina, lo que hay que hacer es escuchar. Pero no escuchar cualquier cosa, claro, escuchar lo que emitan las laringes escogidas de unos muy cucos y también muy kikos.

Ello lleva a Carmen a la necesidad de despotricar sin piedad contra todo lo que sea palabra escrita a la misma vez que defiende la importancia de la palabra que ella en concreto y otros que a ella le parecen bien dan a los demás.

¿A que ya se entiende por donde va? Carmen trata por todos los medios de negar la posibilidad de que se pueda alcanzar la fe adulta a través del estudio de los textos revelados, cuanto más ignorante sea la audiencia mejor, pues más fácil se hace convencerla de que Dios habla por su boca y solo por su boca y la de aquellos que ella diga.

A continuación una selección de dichos carmenalicios con diatribas contra la palabra escrita:

«A Dios no se le puede contener en un libro. Hacen toda una reinterpretación, por ejemplo, ellos dicen: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. ¿Es que son tres dioses distintos? Dicen: porque para cada uno es el Dios único y cada uno es único en su relación con Dios» (Mamotreto de dichos de Carmen, p. 530).

«La historia y los hechos, y los hechos superan en tal grandeza todo lo escrito que por eso Dios no ha escrito, ni Jesucristo ha escrito nada, pero sí que hay unas intervenciones impresionantes de las que hoy mismo nosotros somos su actualización, su presencia, la presencia de Dios que nos convoca y nos reúne en esta sala» (Ibid., p. 151).

«Las Escrituras han nacido para la celebración, no para la Gregoriana [Se refiere a la universidad gregoriana]» (Ibid., p. 464).

La observación precedente deja claro que Dios ha debido comunicarse personalmente con Carmen para despotricar contra los que estudian teología sin entender que lo que Él quiere es que compongan cantos a partir de la Escritura y salten y bailen en corro al son de los mismos.

Otra cita en la que insiste en que formarse y aprender la doctrina de la Iglesia es contrario al kikismo, porque a ella le va la gente que escucha en kiko-ritos sin tener ni idea de la recta interpretación de lo oído:

«El Concilio ha puesto la palabra en setenta lenguas. Pero para escuchar esta Palabra no se necesita ir a la Gregoriana, se necesita la liturgia, porque Dios se ha comprometido con el culto, con la liturgia, y ha hecho un templo en Jerusalén, ha hecho una serie de cosas para estar Él presente… Dios habla en la liturgia. La gregoriana y las universidades explican cosas, también las teologías han sido muy famosas, y la metafísica, porque cogían cositas de la Palabra, instrumentalizaban la Palabra y la aplicaban. Pero es distinto, esa Palabra no es para coger trocitos sino para que ella hable. Y para que ella hable tienes que ponerte en relación con Dios, que es la oración» (Ibid., p. 564).

Es más, puesto que Carmen se considera depositaria de la recta interpretación de la palabra, no duda en explicar que el error de intentar entenderla sin hacer las kikotesis y, por tanto, desconectados del folklore kikofestivo, es similar al que cometieron los protestantes:

«Con toda la Revelación que ha hecho Dios en la historia, no cabría [se refiere a la imposibilidad de que la letra escrita exprese toda la Revelación, lo que es un dogma carmenalicio]. ¿Y dónde se ha plastificado más? En las liturgias vividas por el pueblo. Y las liturgias más importantes, las fiestas [se refiere a las fiestas judías, claro]. Toda esta exegesis bíblica de los protestantes que la han hecho desconectada de la vida, porque no podían aceptar ni a Roma ni a la Tradición, son como digo yo siempre que están diseccionando muertos. Porque la palabra de Dios es vida, es fiesta» (Ibid., p. 346).

«Pues todos estos nuestros queridos protestantes, desde Lutero, que no aceptaron a Roma y por lo tanto, la tradición de la Iglesia y se hicieron independientes, han estudiado muchas cosas de las Escrituras, y han hecho investigaciones muy buenas y fuertes. Pero claro, metiéndose nada más que con el libro y “tierra tierra” [quizá Carmen se refiere al afán de evitar toda referencia a la Tradición y al Magisterio para acudir únicamente a la Escritura y a los lugares arqueológicos] con los sitios, y las arqueologías y las interpretaciones, han hecho mil hipótesis posibles y han perdido lo que es la fuerza de la tradición. Porque las Escrituras son nada, son esqueleto. Y así, lo han diseccionado y han dicho muchas cosas» (Ibid., p. 365).

Y una vez preparado el terreno, se lanza a fondo con el estoque:

«Este tipo de exegesis racionalista protestante ha llegado, no solamente al mundo entero sino a la Gregoriana, y a mí y, muchos curas que estáis por aquí, habéis estudiado muchas cosas de esto» (Ibid., p. 368).

Así desautoriza a los curas que saben lo que dicen y hablan conforme a la verdadera doctrina y magisterio de la Iglesia.

Y para no alargarlo más, dejo para otra entrada la continuación de la tesis carmelitana sobre “la palabra”.