Fíjate que esta es
una Palabra que se ha cumplido por completo: vino el Mesías, Jesús de Nazaret,
Hijo de Dios, Dios mismo, y se rieron en su cara cuando le escucharon. ¡Y era
Él! Y no lo reconocieron, porque ya estaba profetizado. Y esta Palabra que ya
fue profetizada también se cumple en cada cristiano. Y cuando Dios dice:
"Conviértete hoy, si es que hoy escuchas mi voz", ¡Conviértete hoy!
No puedes decir: "¡No, mañana!". Tú no eres Dios.
Y Kiko no es Dios para disponer
quien ha escuchado y quien, no.
Por eso, decían los
Padres del desierto, del siglo IV, discípulos del abad Antonio, que en el
corazón del cristiano late, susurra una voz que dice "¡Conviértete hoy,
conviértete hoy!". Todos los días murmura esto, como un agua que sale de
una fuente, así del corazón del cristiano sale una voz que dice: "¡Hoy,
conviértete hoy!" Hoy, ¿sabes? Hoy que estás aquí, en este lugar. El Señor
te ha traído aquí porque quiere que hoy te conviertas.
¡Qué pena que “el Señor, no
disponga que ya toca que se convierta Kiko! Le haría un gran favor a mucha
gente.
Es fácil convertirse
hoy, convertirse con la voz del amado, con la voz de la predicación, es muy
fácil. Es más difícil convertirse cuando no hay ninguna Palabra y solo hay un
hecho, un hecho concreto en el trabajo, con tus hijos, con tu esposa, un hecho
desagradable que te hace querer irritarte, pecar, escapar. ¿Y emana ese día una
voz del corazón? "Hoy conviértete. ¡No! No recurras a la violencia, no te
enojes porque hoy has de convertirte. ¡Hoy!". Siempre serás libre para enojarte,
para hacerte el loco o para decir: "¡Señor, ayúdame, ayúdame!" Y el
Señor te dice: "Sí. Acepta ser humillado. Pero ¿cómo? ¿Qué a ti no te puede
gritar nadie? Si a ti nadie te puede gritar: ¿quién eres? ¡El rey! ¿A ti no te
puede pasar nada malo? ¿Tú quién eres? ¿Quién eres en el mundo? ¿Qué monstruo
de orgullo eres? ¡Mira cuánto sufre la gente! Pero a ti no te puede pasar nada,
¿verdad? ¡Hoy conviértete!".
Evidentemente las comillas del
original deben ser porque Kiko le escribe los discursos a Dios, nadie vaya a
pensar que es que se inventa un diosito a su medida al que maneja como una
marioneta para que diga lo que él quiere.
Es un poco más
difícil, ¿no? Ese día esta Palabra te debe resonar desde adentro, pero hoy es
más fácil convertirse, ante el kerygma. Por eso mucha gente, hermanos, se
escandaliza de que vayáis por las casas para anunciar la conversión, porque no
entienden nada de la conversión; ellos creen que vais a hacer un juicio moral.
Hay personas que solo entienden las cosas moralmente, que van y dicen:
"¡Eres malo, eres malo!" ¡Pero no, no se trata de hacer ningún juicio
moral! Es una gracia que Dios te envíe un hermano o dos hermanos o tres, y te
digan: "Hermano, buenas noticias para ti, un feliz anuncio, un feliz
anuncio para ti: Dios te ama. Dios nos envía a ti hoy para decirte que es
posible abandonar la esclavitud, el pecado que no puedes dejar porque eres un
esclavo. Venimos a decirte: aquí llega el día de la liberación para ti, las
cadenas caerán solas, las cadenas que tú tienes caen. Ahora te es posible venir
con nosotros a una caravana y partir hacia una tierra nueva de libertad. Yo era
como tú".
Está claro, ¿no? No se trata de
invitar a nadie a participar en pastoral alguna de la parroquia, sino a sumarse
a una caravana que, casualmente, no llega a ninguna parte.
Pero, ¿qué es esto:
un moralismo? ¿Es esto un juicio? ¿Qué es esto? ¿Insultar a la gente? O es un
anuncio, un feliz anuncio, ¡algo nuevo y grandioso! Todos los que estáis
sentados, los itinerantes, los que están atrás, los sacerdotes, todos vosotros
sois convocados hoy por el Señor para una conversión, para una transformación.
¡Conviértete, dice
el Señor, y cree en la Buena Noticia! ¿Qué significa convertirse? Creer en el
anuncio. Esta mañana. Dios ha realizado para vosotros una serie de gracias, no
sé qué cantidad, no sé cuántas gracias, dones gratuitos, dones gratuitos que el
Señor quiere daros para vuestra salvación, para construir en vosotros el hombre
nuevo; esto es una gracia: ¡No podemos dejarlo pasar! Una gracia extra, un don
gratuito que necesitas, necesitas de este don. No puedes decir: "No, no me
gusta esto, es para esos otros, yo no necesito esta gracia". ¿Tú qué sabes?
Es como un hombre enfermo que dice que no necesita la medicina que quiere darle
el médico: "¿Pero cómo? ¡Si no lo toma, fíjate cuánto puede
arriesgar!".
No os dejéis liar con tanta
palabrería vana. Hay medios y hay fines, hay instrumentos y hay medicinas. Y un
instrumento inútil que pretende ser en sí mismo la medicina, es una gran
mentira. La medicina solo la tiene la Iglesia.
Hermanos, todos
necesitamos de esta gracia, yo doy gracias al Señor por lo que me está dando
para mí, para vosotros, para Carmen, para mí, para todos, para estos sacerdotes
que están aquí, para los itinerantes, para los párrocos que han venido aquí,
para todos hoy es una gracia. ¿Por qué? Porque es la Palabra de Dios la que nos
convoca; nos une a todos nuestra debilidad, el pecado es común a todos
nosotros, nuestros problemas, nuestros problemas son comunes a todos nosotros,
y por esto el Señor hace brillar su luz en medio de todos nosotros.
Pues bien, como dice
la renovación que el Concilio Vaticano II ha hecho sobre la penitencia, la
conversión, lo primero que dice es que se hace presente la Palabra que convoca y
que llama a conversión; ¡y que el pueblo responda a esta conversión dejándose
convertirse, dejándose convertir! Haciendo alianza, dejando el pecado: porque
esta Palabra te anuncia, te dice que es posible dejar el pecado. Entonces, para
poder convertirnos a la luz de esta Palabra, escucharemos el kerygma que San
Pedro nos predica hoy a nosotros. En este kerygma hay una palabra muy
importante para nosotros, dice la razón por la cual Dios ha querido salvar al
mundo a través de la predicación, Dios ha querido salvar a los hombres a través
de la predicación. Por esto debes, debemos ir a predicar, ¡todos! Esto es lo
que dijo Carmen, maravilloso, que ahora Dios está convocando a un pueblo, ¡un
pueblo!
En España, estamos
impresionados de ver que han pasado del franquismo -del fascismo, si lo prefieres-
a un cierto tipo de socialismo mitificado, el pueblo, por el bien del pueblo, el
pueblo. Y con el pueblo, el pueblo, el pueblo, te arruinan la casa, los campos
y todo, te quitan todo. ¡El bien del pueblo! Y con eso te machacan: "¡El
bien del pueblo! ¿La Iglesia? ¡Para nada!".
No sé de qué va la película del
socialismo que arruina y se lleva todo. Será que su familia perdió posición y
que, tan burgués como ha sido siempre, el chico se frustró y no lo aceptó.
¿El pueblo es el
mito? es curioso. Pero es curioso también esto porque es cierto que Dios hoy
está convocando a un pueblo con vosotros. ¿Un pueblo? Un pueblo salvado, no más
gente excepcional, personas excepcionales, el pueblo, como dijo Carmen.
A por acá, un presbi del RM nos predicó un domingo que hay sacrificarse y esforzarse por la salvación y al próximo domingo otro presbi del RM nos predicó que la obra es de Dios y que los esfuerzos no valen de nada, que somos pecadores y ya está.
ResponderEliminarAl salir de la euca muchos si no todos no pudimos evitar comparar las dos predicaciones.
Esto es de locos! El Espíritu Santo habla un domingo dice negro y a los ocho días dice blanco.
Solo siembran la confusión.
No es el único lugar donde se da esa contradicción, todos confundidos, que hacer, unos katequistas predican una doctrina y otros otra. Unos dicen arrodillados cuando esteis con el pueblo y otros dicen quedaos de pie.
ResponderEliminarel primero predica algo catolico, el segundo algo kikiano, en realidad, protestantismo.
ResponderEliminarel catolico sabe que la cruz es salvifica, el sufrimento es el camino de la redencion.
El protestante sabe que cristo sufrio por todos y que por eso no tenemos que sacrificarnos, sino vivir a tope y disfrutar de esta vida.
No hay quién hable esto con El Obispo del lugar????
ResponderEliminar