Abrazar la premisa luterana —y herética— de que el hombre no es responsable de sus malas acciones, puesto que no las puede evitar, tiene serias consecuencias sobre la doctrina de la Redención, la confesión, la Misa como sacrificio y la naturaleza misma de la Iglesia, por nombrar solo algunas.
Por empezar por lo más obvio: si no hay responsabilidad en el mal que se comete, tampoco hay culpa; si no hay culpa -digan lo que digan los curas clericalistas, que lo que buscan es que se llene el cepillo de la parroquia-, tampoco hay pecado; si no hay pecado, ¿para qué confesarse?
Carmen atacaba mucho la confesión sacramental. Según ella eso de confesarse para obtener el perdón de los pecados es un dislate. Primero porque nada que haga el ser humano puede ofender a Dios, dicen los kikos; segundo porque sostienen que nada sucede sin que Dios lo quiera, por lo que todo mal ha sido previamente aprobado en el misterioso plan de Dios, y tercero porque tus hechos concretos no tienen ninguna trascendencia ¿o acaso te pensabas que tus acciones podían alterar los planes de Dios? Pues no.
«El Cristianismo dice que todos estamos ya juzgados, y que la sentencia sobre todos los pecados se ha hecho en la Cruz de Jesucristo, que ha perdonado a todos. Dios ya ha juzgado los pecados de los hombres; ¿sabes cuál fue el veredicto de Dios para aquel que te robó millones y te dejó en la calle, y para aquellos que te hicieron tanto mal? El perdón y la misericordia» (mamotreto I, tercer día).
Entonces, ¿para qué confesarse?
De hecho, muchos neohermanos solo se acercan a la confesión las dos o tres veces al año que hay penitencial para la comunidad, porque no tiene gracia postrarse de hinojos en un confesionario con un cura que no entiende que todos tus pecados han sido programados y proyectados por Dios antes de la Creación.
Pero el punto es: ¿qué sentido tiene confesarse, si dice el kikismo que ya estamos perdonados todos? Que faltaría más que no lo estuviésemos cuando los pecados fueron ideados por Dios, permitidos por Dios y sobre ellos el ejecutor no tiene ninguna posibilidad de decisión, porque no actúa así por su voluntad, como ya se ha dicho.
Pues decía Carmen que el sentido de la confesión es la conversión. Es decir, no se trata de pedir perdón a Dios por las ofensas cometidas, ¡qué tontería!, se trata de que el ser humano descubra su realidad, porque por culpa de haber sido educado en una sociedad muy moralista todos piensan que para ser aceptados y amados por los demás han de ocultar su verdadero ser, han de fingir que son buenos y que sus obras son buenas.
En suma, la confesión es una catarsis, es un desprenderse del maquillaje, las pestañas postizas, las extensiones de pelo y demás parafernalia y dejar que los demás vean lo que es real. Por eso Carmen y Kiko insisten en que lo importante es sacarlo todo a la luz en la comunidad y después, si acaso, la confesión sacramental por cumplir el rito, pero para ellos lo importante es contarlo todo ante la asamblea.
De hecho, para ellos la asamblea es incluso más importante que el Sacramento de la Eucaristía:
«Entonces hay una asamblea que se reúne. No se concibe, de ningún modo un ritual individual. Los judíos no pueden hacer Pascua si no son al menos once como grupo familiar. Porque el sacramento no es solo el pan y el vino, sino también la asamblea; la Iglesia entera que proclama la Eucaristía. No puede haber una Eucaristía sin la asamblea que la proclama … No hay Eucaristía sin asamblea. Es una asamblea entera quien celebra la fiesta de la Eucaristía; porque la Eucaristía es la exaltación de la asamblea humana en comunión; porque el lugar preciso en que se manifiesta que Dios ha actuado es en esta Iglesia creada, en esta comunión. Es de esta asamblea que brota la Eucaristía» (mamotreto I, convivencia).
El origen del entuerto está en que Carmen y Kiko no creen que la Misa es una celebración sacrificial, puesto que si el ser humano no es culpable de nada y, en consecuencia, Dios no lo puede condenar, ¿qué falta hace un sacrificio redentor? Ninguna.
En la Eucaristía ellos ven un banquete y es obvio que no tiene sentido una fiesta y un banquete sin invitados. Así, en la uka kikiana la asamblea no acude a bendecir y postrarse ante su Dios, sino que actúan como invitados que reclaman ser alimentados y entretenidos por el anfitrión, que se convierte en su servidor.
Y por eso mismo ridiculizan la adoración del Santísimo Sacramento: «Yo siempre digo a los Sacramentales, que han construido un tabernáculo inmenso: si Jesucristo hubiera querido la Eucaristía para alojarse allí, se hubiera hecho presente en una piedra que no se estropea» (mamotreto I, convivencia).
Este cúmulo de errores y herejías hacen imprescindible que las reuniones de las comunidades sean a puerta cerrada, lejos de oídos "forasteros" que podrían escandalizarse.
Pero no solo cierran la puerta a los de fuera. La misa en el CNC es intrínsecamente aislacionista. Cada comunidad se encierra en una sala.
Sabido es que los primeros cristianos se reunían todos juntos. En cada población había una sola asamblea en la que participaban todos los creyentes, tanto si eran catecúmenos como si acababan de recibir el Bautismo o si llevaban años. Cristo no fundó un sistema de castas donde los de un nivel de desarrollo espiritual se juntan a margen de los de otros niveles. El Camino miente o se engaña cuando se compara con las primeras comunidades cristianas y además está en oposición directa a la Iglesia que es una y universal y la unidad de la Iglesia invalida la afirmación de que las misas cerradas y paralelas están justificadas porque las personas no “katekizadas” en el Camino no entenderían y podrían ofenderse. La Iglesia es una y la misa es válida para todos los cristianos y no hay en ella nada ofensivo ni incomprensible.
Después de hacer parte por más de 10 años del camino una de las cosas que siempre nos llamó la atención fueron las frases de cajón que usan, dentro de las muchas frases de cajón que usan los kikos para justificar sus errores y hasta herejías y salirse por la tangente está esa de: "dios ha visto bien". Causa desconcierto como justifican todo el mal con esa frase, "dios" ha visto bien, inclusive pecar....y hacerle el mal al otro que es Cristo, dicen ellos: "dios" ha visto bien que hayan pecados, "dios" ha visto bien que haya maldad etc etc, tal sofisma y doctrina ambigüa kikiana/carmeliana está haciendo estragos a la sana doctrina Cristiana/Católica. Tanta es la apología que hacen al pecado y a la maldad que muy tranquilamente y sin el más mínimo escrúpulo su inventor Kiko Argüello deseo en público y con una libertad descarada la muerte del Papa Benedicto XVI porque les estaba empezando a hacer correcciones. Por ejemplo nunca olvidaremos aquella reunión con los supuestos catequistas donde mi esposa le hacía ver a una hermana el mal que está le hacia y lo mucho que la hacía sufrir, a lo que los catequistas salieron en defensa de la agresora y alimentándole su pecado, le dijeron a mi esposa: ("dios ha visto bien" que esta hermana sea tu Judas, y aquí todos tendréis que ser el Judas de alguien).
ResponderEliminarPueden imaginar las consecuencias de tan retorcidas enseñanzas?
"Por eso Carmen y Kiko insisten en que lo importante es sacarlo todo a la luz en la comunidad y después, si acaso, la confesión sacramental por cumplir el rito, pero para ellos lo importante es contarlo todo ante la asamblea."
ResponderEliminarSi claro está, es por eso que en sus eukas cuentan en los ecos con lujo de detalles todos los pecados que han cometido durante la semana, haciendo énfasis en los pecados sexuales, lo único que les hace falta es que aplaudan después de esos aberrantes ecos, y ganas de hacerlo, os aseguro no les falta.
Acá lo más delicado es que hay niños escuchando los ecos de los adultos, donde estos expresan hasta con orgullo los pecados cometidos desde el domingo anterior, y lo que decis me costa, se centran de una manera enferma en los pecados sexuales entrando en detalles vergonzosos.
ResponderEliminarY tienen tan nulo discernimiento que todavía no se explican por qué hay tanto adicto a la pornografía en las comunidades.
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