Esta entrada no pretende ser un solucionario porque no tengo respuestas ni recetas mágicas, soy quiero contar mi experiencia sobre parejas en las que una de las partes no camina y la otra sí.
No es una historia con final feliz, pero son hechos concretos con nombres y apellidos que, por motivos obvios, no voy a proporcionar.
En cualquier grupo coercitivo y en el CNC hay una premisa básica a la hora de emparejarse: huir de quienes no son del grupo. Y para darle más peso a esta premisa siempre encuentran la manera de meter a Dios en el ajo con afirmaciones según las cuales Dios sabe mejor que tú lo que necesitas, pero tienes que estar dispuesto a sacrificar a Isaac si quieres que Él se muestre magnánimo contigo y te colme de bendiciones.Así, con gesto de venir directamente de la presencia de Dios, como si se hubiesen tomado con Él unas cañitas y recibido instrucciones sobre ti, los neocatecúmenos te asegurarán que Dios está poniendo a prueba tu fidelidad. La prueba, invariablemente, es que la parte no caminante haga las kikotesis y entre en el camino. Si pasa por el aro es que el gran Manitú, digo, que diosito ha hablado y ha dicho que adelante con el noviazgo, pero si por el contrario el afectado dice que no, es que ese noviazgo no viene de Manit… de diosito.
Tan fácil como eso. El algodón no engaña y la prueba no tiene vuelta de hoja, o el aro o el anatema.
Y lo del anatema no es un eufemismo.
Lo de “sacrificar a tu Isaac” no ha de quedar en mera intención, como con Abraham, sino que hay que llevarlo a término so pena de que diosito decida escarmentarte.
Aquellos noviazgos que tratan de seguir adelante cuando la parte pagana o religiosa natural -los neocatecúmenos se creen con derecho a juzgar y murmurar de todos- no ha pasado por el aro, se encuentran con la oposición de toda la familia de la parte catecúmena, que no están por la labor de incurrir en las iras de diosito por mostrarse tibios en su deber de advertir sobre la obligación -porque en los grupos coercitivos hay muchas obligaciones- de sacrificar al dichoso Isaac.
Tal proceder responde a su adoctrinamiento y condicionamiento: nada puede ser más importante que el ídolo al que dedican su vida, Dios solo es la excusa, en realidad ellos sirven a un ídolo insaciable a través del trípode, de los diezmos, de los garantes, de las convivencias, de las alianzas en las que gastan mucha saliva sin cambiar nada, en las salidas por las plazas a hacer bulla y en cuantas kikadas se le ocurran al gran gurú.
Viven para el CNC, el ritmo que impone el ídolo es muy fuerte y nadie de fuera lo soporta porque las imposiciones, obligaciones, normas, moralismos y perendengues afectan a todos los ámbitos de la familia: nada más levantarse hay que rezar las laudes sí o sí, porque luego te preguntan y lo tienes que contar y porque no sea que diosito se enfade si no lo haces y te mande un cáncer o pinches una rueda del coche; no se puede comer sin bendecir con la charanga que impone el grupo; no se puede hacer una planificación familiar, pues ese asunto lo lleva diosito; no se puede poner el trabajo, ni la familia ni la salud por encima de la comunidad y sus muchas actividades; hay que tener la casa propia abierta para la comunidad, para que se reúnan en ella hasta las tantas de la noche y servirles de cena lo mejor de lo mejor; hay que estar siempre dispuesto a abandonar a los hijos al cuidado de niñatas -por lo común no son niñatos sino niñatas- mal preparadas para acudir a las obligaciones de la comunidad; hay que aceptar que la verdadera familia es la comunidad, antes que la biológica; hay que vender los bienes y dar el diezmo de todo y con más motivo si no llegas a fin de mes…
La rigidez neocatecumenal impacta en todos los ámbitos de la convivencia y la hacen muy difícil porque se produce un abandono de la parte caminante hacia la parte no caminante: quien camina siempre tiene algo que hacer con su comunidad. El lunes toca preparar, el martes hay palabra, el jueves hay reunión de salmistas, el viernes hay escrute hasta las tantas, el sábado hay uka y el domingo, convivencia. Para la pareja ajena al CNC solo quedan las migajas.
Y que no se le ocurra protestar, porque como haya discusión la amorosa familia de la parte caminante se aprestará a sacar tajada del asunto: “Ya te advertimos que este noviazgo no era de Dios”, “que otra cosa puedes esperar de un religioso natural”, “no nos entiende porque está engañado por el demonio”, “nunca vas a poder ser feliz con una persona así”, “qué más necesitas para darte cuenta de que esa persona no es para ti”…¡Son tan amorosos! Siempre dispuestos a poner zancadillas con tal de servir a su amo y señor.
Pero no lo hacen por maldad natural, a menos en muchos casos no es ese el motivo. Lo hacen porque están condicionados y manipulados para responder y reaccionar así. Además al tratarse de un reflejo condicionado les sale solo, sin pensar ni meditar que lo que largan son “papanatadas”, lo repetirán una y otra vez sin remordimiento y sin descanso, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año si es necesario, a semejanza de su gurú que repite los mismos mantras una y otra vez porque sabe -como saben los grupos coercitivos- que así el cerebro se adormila, abandona la actitud crítica y las consignas van calando poco a poco.
Además la dinámica del CNC -como la de los grupos coercitivos- juega a favor de los entrometidos que nada tendrían que opinar sobre una relación ajena, porque la comunidad impone que todos sus miembros se abran y mes tras mes -para eso están las convivencias de mes- cuenten ante todos como les va la vida, como están con la comunidad y con la familia, si hay algo que les dificulte el caminar… Todos los temas importantes han de salir en la “rueda de experiencias”, porque de lo contrario se decreta que la persona que calla tiene un demonio mudo y se actúa en consecuencia, lo que significa que antes o después los kikotistas son informados y llaman a capítulo al callado.
Y eso es muy serio, porque los kikotistas del CNC se creen con derecho y autoridad para someter al tercer grado y para disponer si un noviazgo debe cesar de inmediato e incluso para decidir con quien se puede mantener amistad y con quien no, que es algo que (¿casualmente?) también se estila en los grupos coercitivos.Así que el tema del noviazgo “con uno de fuera” suele salir en la comunidad pese a que uno de los implicados no esté presente y no pueda defenderse -ya se sabe que el cristiano no se defiende y que los kikianos no desdeñan el murmurar a espaldas de los ausentes-. Si la parte kika es astuta procurará no mencionar jamás las discusiones que tenga con su pareja, porque como se le ocurra comentar que está triste porque ha discutido, la comunidad aprovechará para meter la cuchara y convencerla de que la raíz de todos los problemas es la dura cerviz de la otra parte y su negativa a entrar en una comunidad.
De nuevo es la estrategia de la gota que horada la roca: se insiste una y otra vez tantas veces y tan de continuo como se pueda hasta que la parte kika interiorice que la raíz del problema es que la otra parte no camina y que jamás podrán ser felices si no logra que entre en el Camino.
A partir de ese momento, esa tierna y dulce parte kika se convertirá en una manipuladora dispuesta a casi todo para conseguir que la parte no kika se “konvierta”, puesto que se juega el futuro y la felicidad si no lo logra.
Por eso es tan tan difícil que el noviazgo entre un kiko y una persona normal prospere.