Traditio symboli (XXXVI)

Sábado por la tarde (de la Traditio hecha en España en 1982)

Introducción a la encuesta (Kiko)

Veréis que lo que hay que hacer es exactamente lo que escuchamos ayer, respondiendo las mismas preguntas que le hacen al ciego. Ya el Papa Juan Pablo II cuando estuvo en la parroquia de Mártires Canadienses nos dijo que este itinerario de fe se encuentra en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.

Traducción del kikoñés -idioma engañoso- a la realidad: lo que el Papa dijo es que el camino de la fe pasa por los Evangelios y los Hechos. Luego vino un aprovechado y trató de apropiarse de lo que no tiene: credibilidad.

Os hemos dicho que los Evangelios reúnen la praxis de evangelización de la Iglesia primitiva.

Pues os han dicho una estupidez -además de una mentira más-, porque no es de la Iglesia primitiva, es de la Iglesia de siempre, porque su cabeza no puede dejar de ser Cristo.

Si recuerdas, al ciego de nacimiento -después de haberse lavado en el estanque de Siloe, que significa "Enviado"- le preguntan: "¿Eres este ciego?" porque no creen que sea el ciego. Y tiene que decir: "Sí, soy yo", porque discutían entre ellos.

La Iglesia os envía por medio del camino Neocatecumenal -esperamos que sea el Obispo (o un delegado del Obispo) de vuestra diócesis como lo hemos hecho con otras comunidades: en Roma vino el cardenal Poletti, en Barcelona vino el cardenal Jubany.

Y luego se dieron cuenta de que no había frutos y los obispos dejaron de presentarse en las traditio. En 2019 tal vez el único obispo de todo el territorio nacional que acudió a una traditio fue el de Jaén… Y él iba para ver el nuevo centro neocatecumenal “diocesano” y se encontró con eso.

La iglesia os envía y os da la misión de ir a anunciar el Evangelio por las casas. El primer problema que encontrará es que la gente no se cree que hayáis sido ciegos: al ver que predicáis el Evangelio, ya sois buenísimos para ellos y con esto se ha terminado todo, ya no hay ningún testimonio de fe. Como eres tan bueno tienes que alimentarte por separado, eres diferente, eso es todo.

Es decir, lo primero es esto: la gente no cree absolutamente que hayáis sido ciegos.

Es que hay que intoxicarse de kikotina para alcanzar la visión extra-sideral que permite conocer los pensamientos más profundos de toda la gente y saber lo que piensa y lo que no piensa, lo que cree y lo que no cree, pero sobre todo, se necesita mucha kikotina en vena para rechazar como ceguera y oscuridad todo lo que eras antes de ser kikotizado.

Por eso que la primera pregunta que os haremos es la misma que hacen al ciego. Este diálogo está en los Evangelios y hoy, después de dos mil años, se reproduce y está vivo, presente y maravilloso en nuestra vida de fe.
La primera pregunta dice:
¿Estabas ciego antes del Camino? Concretamente ¿qué cosas no veías?

Y pobre de ti como se te ocurra decir que ya veías antes y que no te ha servido de nada tanto calentón de metacrilato.
Es muy importante que la Iglesia te confronte con estas preguntas para que puedas reflexionar sobre tu vida pasada y puedas manifestarla dando gloria a Dios.

Más y más mentiras. La Iglesia no te confronta con unas preguntas ideadas para rendir culto al CNC. Y la Iglesia jamás requiere vocear y publicar hechos concretos de nadie porque tal voceo no da gloria a Dios, que no se complace en los errores de sus hijos.

Ya dijimos ayer que en lo que el hombre es ciego, lo que no ve es el amor de Dios en su vida. ¿Y dónde se ve el amor de Dios? En nuestros pecados.

No os dejéis engañar: es mentira. No hace falta estar empecatado ni envilecerse para ver el amor de Dios, al contrario, cuanto más te hundes, más difícil es advertir el amor de Dios porque el pecado ciega.

Pero no podemos ver nuestros pecados porque nadie en el mundo ama a nadie que tenga defectos; comenzando por la familia, en la cual, desde pequeño, si eres malo te pegan (¡es bueno que te corrijan, está claro! Pero ya hay una educación en este sentido, si no estudias, etc.)

Otra tontería. No estudiar no es un pecado. No estudiar no es ser malo. El menda está traumatizado porque no daba la talla ante su padre, y desbarra.

Es decir, lo que no vale no es amado. Entonces, el hombre normalmente esconde sus defectos, debe ocultarlos porque quiere ser amado. Todos hemos recibido, durante años y años, una educación para hacer esto.

Nueva tontería, quien no estudia porque tiene una dificultad que se lo impide, no lo puede ocultar. Y normalmente, los padres no quieren menos al hijo más débil, sino que se volcarán con él. Pero un menda marcado por sus traumas juveniles, no puede saberlo.

Quiero decir que tenemos una gran dificultad para ver nuestros pecados, nuestros defectos, porque durante años nos han enseñado a ocultarlos; todos nos ponemos una máscara de buena persona, de persona educada.

Otra chorrada. Para saber concretamente qué es lo que debo ocultar, tengo que conocer -y muy bien- eso que hay que ocultar y hasta dónde conviene ocultarlo.

Y constantemente firmamos un certificado de buena conducta: porque yo, porque yo, porque yo. Porque siempre tenemos miedo de que si nos conocieran como somos realmente, nos despreciarían; lo cual es bastante falso, porque una experiencia que se debe hacer en el mundo es que la gente te ama más por tus defectos que por tus virtudes.

No podía faltar la contradicción flagrante: según el iluminado, ocultas tan bien cómo eres realmente que ni siquiera tú te conoces, pero resulta que sabes lo que tienes que ocultar y además eres consciente de que si no lo ocultas nadie te querría. Y ahora te dice el listo de la clase que en realidad te habrían querido mucho más si hubiesen conocido tu ser auténtico. ¿Absurdo? De eso se trata: hay que confundirte para que no sepas cuál es el camino, porque se trata de que te dejes llevar por donde no irías si descifrases lo que te están haciendo.

Especialmente en España, porque como dice Unamuno: "el pecado de los españoles es la envidia", donde tan pronto como uno destaca un poco, todos se comprometen a derribarlo con mentiras o calumnias o lo que sea, hasta que nadie sobresalga. Nos enoja el hecho de que el otro triunfe y lo pasamos bien arrojándolo por tierra: por eso nos fascina hablar mal de la gente.

 En el CNC desde luego que sí, el chismorreo, la envidia y la calumnia son inseparables del "carisma" neocatecúmeno.

Incluso Cristo, como dicen los Evangelios, fue entregado por envidia.

Dije que la gente básicamente nos ama más por nuestros defectos que por nuestras virtudes. Por eso lo primero que hace el camino neocatecumenal es ponerte ante tu realidad; Por eso, la primera etapa del camino es la humildad. La humildad, como dijo Santa Teresa de Jesús, es la verdad, está situada junto a la verdad. Por eso el Señor se encarga de poner a los orgullosos (porque hay muchas personas muy alienadas y orgullosas que constantemente se creen alguien, creen que son el salvador del mundo)…

Alguno hay tan alienado que se cree un nuevo Moisés y no puede soportar no ser tratado como a tal.

…en su propia realidad a través de acontecimiento concretos, para que puedan ver quiénes son y de qué son capaces realmente. Pedro también creía que era un buen hombre, un buen amigo, un hombre justo y debía descubrir quién era realmente.

No penséis que es un juicio contra Pedro, es que el alienado que se cree Moisés invita de vez en cuando a merendar a Pedro y, en una de estas, Pedro le contó sus creencias y como el alienado es un chismoso, las va repitiendo por aquí.

Y tendrá que descubrirlo frente a la cruz: tan pronto como aparezca la persecución, tan pronto como aparezca la cruz, San Pedro debe descubrir que es capaz de traicionar, que no es un hombre justo ni un buen amigo, que es un mentiroso capaz de traicionar a Dios, al hombre y al amigo. Juró tomando a Dios como testigo que no conocía a Jesucristo, como dicen los Evangelios. Y San Pedro era un pescador, un operario, un trabajador, un hombre con virtudes naturales como parece, gente de campo, como la gente aparentemente es: buena, honesta. Sin embargo, Pedro no es mejor que Judas, absolutamente.

El error del alienado que se cree Moisés es que, entre otras cosas, se cree con derecho de juzgar a Pedro y a Judas, como si él estuviese por encima de ellos, como si le correspondiese a él decidir la culpa y el castigo. Es lo que suelen hacer los falsos profetas.