Entonces escuchemos
esto, hermanos. Está claro que para escuchar el kerygma es necesario abrir un
poco el oído, tener los oídos abiertos. A los apóstoles no los escuchaban en
absoluto, por eso San Pedro tuvo que curar a un lisiado. "¡En el nombre de
Jesús de Nazaret, te digo, levántate y anda!". Uno que toda su vida estuvo
ahí, con los huesos torcidos, se pone en pie para caminar, y esto abre los
oídos a los hermanos, y escuchan y les pueden anunciar el kerygma.
A mí me suena a que la fe sin
obras es fe muerta. Pedro da testimonio de su fe con la curación del lisiado y
por eso es escuchado. En cambio no se sabe que la fe de Kiko haya curado a
nadie nunca.
Bien, también vosotros
tenéis más o menos los oídos abiertos, no sé hasta qué punto los tienes abiertos;
pero también por las casas, vosotros mismos, caminando así, llamando al timbre,
arriesgando un poco vuestra vida en lugar de quedaos en casa a ver la
televisión, siendo capaces de perder un poco la vida, sin dinero, eres una noticia,
eres un acontecimiento que puede ayudar a abrir los oídos.
Atención, porque la
fe viene por la predicación. Y todos nosotros tenemos una fe débil, necesitamos
que nuestra fe aumente, aumente. Por eso estáis aquí, una escuela de
catequistas, verdaderamente, os estamos preparando para anunciar el Evangelio;
y para anunciar el Evangelio es necesario como primera cosa la fe, no las
nociones teológicas que vosotros tenéis -que también eso es necesario-, pero
más importante, más que eso, es qué fe tienes.
Hay algunos que se creen
dispensadores de fe en spray. Primero asegura estar preparando a gente para
anunciar el Evangelio, luego remata con que para ello es imprescindible tener
fe; en suma, su pretensión es que la preparación que da a otros otorga fe. En
realidad, lo único que hace es rociar con saliva a los oyentes, pero dada la
falta de nociones teológicas de estos, cuela.
Por qué el kerygma
no es nociones teológicas: la Iglesia tuvo un momento en el que tuvo que ir a
la escuela porque se enfrentaba a conflictos gravísimos, como dijo Carmen
antes. Esto no significa que no se deba estudiar teología y estas cosas muy,
muy importantes, sobre todo cuando la Iglesia pasaba por momentos en los que tuvo
que defenderse de herejías; por esta razón, casi todo lo que se estudiaba era
apologética, y la Escritura se razonaba en este sentido apologético para
defenderse, porque eran atacados. Hoy, gracias a Dios, estamos en otro momento:
ya no hay necesidad de esto. Antes había necesidad de esto porque la fe se daba
por supuesta, todos tenían fe religiosa, todos.
Hoy estamos en otro
momento, no se trata tanto de discutir apologéticamente sobre la pureza de la
fe como de buscar fe: hoy se cuestiona la fe, se cuestiona a Dios y se duda de
Dios. Por eso necesitamos testigos, testigos, testigos de la presencia de Dios.
Por eso el Señor nos toma, nos hace testigos y nos envía, a todos nosotros, a
anunciar la buena nueva, una bella y gran noticia. Como vemos aquí Pedro y Juan,
dos hermanos, como iréis vosotros de dos por dos, que anuncian una buena nueva a
los hermanos. Por eso digo: ¡atención, porque la salvación viene por la predicación!
Entonces, cuando yo
os anuncio el kerygma, en este momento aumenta vuestra fe, en este momento se
da la salvación.
El chiste es malo, malo, malo.
Por eso no se lo ríe nadie.
¿Por qué? San Pedro lo dirá aquí: hermanos, lo
que escucháis es lo que Dios dijo a Moisés, cuando Dios se apareció en la
montaña y comenzó a temblar la tierra -porque ¿cómo podría Dios tocar la tierra
y que la tierra entera no tiemble, brrum?-; cuando todo se mueve, el pueblo
está aterrorizado. ¡Habla con la gente que escucha el terremoto! Todo se mueve,
es aterrador. Estaban tan aterrorizados, se veía humo, se oían truenos, la voz
de Dios que tronaba, la merkabà de Dios tocó la tierra. En ese momento el
pueblo estaba aterrorizado: "Moriremos todos, todos moriremos", y le
dice a Moisés: "¡No, nunca más! Nuestro corazón no lo aguantaría, moriríamos
todos. ¡No quisiera volver a tener esta experiencia en mi vida, nunca! No quiero
que esto se repita en mi vida, nunca. Mira, habla tú con Dios y tú nos lo dices
a nosotros, porque de lo contrario moriremos todos. Si en otra ocasión, estoy
seguro -dijo el pueblo-, que si esta experiencia se repite otra vez, me muero, me
muero, mi corazón no podría soportarlo más. ¡Es demasiado para mí! Entonces
mira, habla tú con Dios. Nosotros Le obedeceremos, te lo prometemos,
obedeceremos". Atención, esto es muy importante.
Se ve por donde va, ¿no? Primero
se hace pasar por interlocutor de Dios y a continuación reclama obediencia. Pero
resulta que falsea la historia: lo que narra el libro del éxodo es que desde el
principio hay un interlocutor entre Dios y el pueblo. No que el pueblo pida ese
interlocutor.
Entonces Moisés va a
hablar con Dios y Dios le dice: "Mi pueblo ha dicho bien: no hablaré más como
he hablado. Suscitaré un profeta" –hemos dicho que el Bautismo nos hace
profetas todos- "y quien lo escuche vivirá".
Inútil buscar la cita en la
Biblia, es falsa, como tantas otros embustes escritos en los mamotretos.
Entonces, la
salvación, la vida viene de escuchar a este profeta, lo que te
anuncia en el nombre de Dios. ¡Este profeta es Cristo, Cristo!
Ojo, porque luego vienen algunos,
como el padrecito Pezzi, y pretenden que el profeta es otro distinto a Cristo.
Pero mi primo, mi
hermano, que está casado con una sueca, es físico o lo que sea, tiene dos
hijos, ya no cree en nada, nunca ha escuchado la voz de este profeta. ¿Dónde
escuchará la voz de este profeta? Él dice que los sacerdotes dicen tonterías,
no quiere escucharlos, nunca va a la iglesia, nunca. Y aquí se dice que mi
hermano -mi hermano de carne, concreto, se llama Félix, mi hermano a quien amo,
lo quiero mucho... Somos cuatro hermanos, yo soy el primogénito de cuatro varones,
él es el último-, este hermano, yo sé que dice la Escritura que solo cuando
escuche a este profeta... ¿Y dónde lo escuchará? A mí no quiere escucharme,
nadie es profeta en su casa, piensa que estoy loco, que arruiné mi carrera,
pero ¿qué...? Había hecho exposiciones en el extranjero, todos los periódicos,
la televisión habían hablado de eso, y di una patada a mi carrera, y me fui allí
a hacer el loco con los pobres, ¡a predicar, con los sacerdotes!
A ver si se aclara. Lo cuenta
como si hubiera hecho cienes y cienes de exposiciones en solitario. Nada más
falso. Y en otros sitios asegura que se fue con los pobres a ponerse a sus
pies, pero nada de predicar y menos de juntarse con sacerdotes. ¿Fue mentira lo
que dijo antes, lo de ahora o todo ello?
Él dice que soy...
Pero a él, pobrecillo, ¿qué le pasa? Tiene conflictos en casa, apenas ama a su
esposa, va a escalar, practica el montañismo, ecología, hace cosas así, no
quiere tener más hijos, tiene dos y ya son demasiados, demasiados problemas, no
sé si se separa de su esposa, no sé, tiene problemas. Tiene los problemas que
tienen todos los hombres, todas las personas más o menos, ¿verdad?
Bien. Pero yo sé que
mi hermano, ya que lo quiero bien, también él podrá conocer a este profeta, la
voz de este profeta. Por eso estoy esperando que el párroco
de ese barrio acoja el Evangelio, acoja el Evangelio.
Otra falsedad. Lo que quiere es
que el párroco acoja una cosa que no quiere ser un grupito más de la parroquia.
Porque tal vez un
día llegarán allí, a su casa, bum bum, ¿eh? Ese día mi hermano: "No, pero
¿quiénes son?". Le dice a la esposa. "No, no son testigos de Jehová,
vienen de la parroquia, son católicos, quieren hablar con nosotros, tienen una
buena noticia para nosotros".