Dado que las sectas atraen a la
gente a lo que podríamos llamar una trampa psicológica, mi trabajo como asesor
en abandonos es mostrar al adepto 4 cosas.
En primer lugar, le demuestro que
él está en una trampa: una situación en la que se encuentra psicológicamente
incapacitado y de la que no puede salir. En segundo lugar, le hago ver que
cuando realizó la elección no deseaba meterse en una trampa. En tercer lugar,
le señalo que las personas que están en otras sectas también se encuentran en
una trampa. Por último, le digo que es posible salir de la trampa.
Si bien estos cuatro puntos le
pueden parecer muy obvios a cualquier persona que no pertenezca a una secta, no
son tan evidentes para quien está bajo control mental. Se necesita alguien que
comprenda lo que de verdad significa estar apresado en la trampa de una secta
destructiva para transmitir este mensaje con la fuerza y determinación
necesarias.
Mi método descansa en varias
creencias esenciales sobre la gente. Una es que las personas necesitan y desean
desarrollarse. Es importante que la gente se centre en el aquí y ahora. Lo
hecho en el pasado ya ha quedado atrás. El enfoque no debe centrarse en lo que
"hicieron mal" o en lo que "no hicieron", sino en lo que pueden
hacer en la actualidad. El pasado es útil sólo en la medida que facilita unas
informaciones que pueden resultar valiosas en el presente.
Según mi experiencia, las personas
siempre harán aquello que creen que es lo mejor para ellos en base a su información
y vivencias. La razón por la que el adepto permite que le adoctrinen es sólo
que él cree que el grupo es maravilloso y que se trata de algo enriquecedor.
Mi aproximación se basa en el
convencimiento de que, en lo más profundo de él, hasta el miembro más
comprometido de un grupo de control mental desea abandonarlo.
Por último, mi aproximación está
centrada en la familia. Cuando alguien es reclutado por una secta destructiva,
todos y cada uno de quienes él conoce y ama resultan afectados. Los miembros de
la familia y los amigos son vitales en la mayoría de los casos resueltos con
éxito, puesto que se les puede entrenar para obtener un máximo de eficacia cada
vez que se comunican con el miembro de la secta. De esta manera, su influencia
emocional y personal puede ser utilizada para conseguir su cooperación.
El amor de una familia es una
fuerza mucho más poderosa que el amor condicionado que brindan los miembros y
líderes de una secta. El amor familiar apoya el derecho del individuo a
convertirse en un adulto autónomo y a tomar sus propias decisiones en la vida.
El amor de la secta pretende mantener siempre a la persona en un estado de
adolescente dependiente, de ahí las amenazas de retirarle el amor si el
individuo adopta decisiones sobre su propia vida en oposición a las órdenes del
líder.
Cuan asesoro a un adepto, jamás
intento separar el grupo de él o separarlo a él del grupo. Si lo hiciera, él
sólo se sentiría amenazado, y tendría motivos para ello. En cambio, siempre
busco la forma que madure ofreciéndole diversas perspectivas y posibilidades.
Ayudo a las personas a que consideren opciones de las que ni siquiera conocían
su existencia, después les animo a hacer lo que piensan que es mejor para
ellas. Hago todo lo que está a mi alcance para que lleguen a sentir que tienen
el control.
Como ya he dicho antes, el control
mental de la secta jamás consigue borrar del todo la personalidad anterior
("Juan Juan"). Lo que hace es imponer una identidad de secta
dominante ("Juan Secta") que suprime continuamente el yo real. Como
miembro de la Iglesia de la Unificación, pensaba que había tenido éxito en
"morir para mí mismo". Yo, Steve-Moonie, pensaba que el antiguo Steve
Hassan había muerto. Sin embargo, el "yo" dormido se despertó durante
mi desprogramación. Siempre estuvo allí. Fui capaz de recordar todas las contradicciones,
los conflictos y las promesas rotas de Moon que viví –pero sin actuar- cuando
era un converso, y estos recuerdos fueron lo que me hizo capaz de abandonar la
secta. Algo dentro de mí lo había sabido desde siempre.
Tener éxito al intentar conectar
con la personalidad soterrada de un individuo es lo que me permite ayudarle a
abandonar un grupo. Si la personalidad soterrada está feliz y contenta con su
participación en la secta, es muy poco lo que yo puedo hacer. Una persona así
jamás ha estado bajo control mental. Ha elegido estar allí.
Pero en contadas ocasiones me
encuentro con un caso semejante. Las familias me llaman porque ven que algo
terrible está sucediendo. Y yo he descubierto que cuando a alguien que está
sometido a la esclavitud se le da la oportunidad de escoger, no elige ser
esclavo; no cuando tiene la posibilidad de adoptar decisiones sobre su propia
vida, tener relaciones libres con otras personas, y dedicarse a la consecución
de sus propios intereses y sueños.
Cuando el miembro de una secta se
niega a hablar con personas que pueden "presentarle la otra cara de la
historia", o se marcha en medio de una intervención y vuelve al seno del
grupo, no está perdido. Al menos se ha establecido una comunicación sobre temas
de importancia. El adepto puede sentir remordimientos por haber tratado mal a
sus seres queridos y estar dispuesto a hablar en un futuro encuentro.
El momento de la intervención
quizá fuera poco propicio. Tal vez se realizó justo después de que la persona
saliera de un curso intensivo de readoctrinamiento, de que se acabara de casar
dentro del grupo, o de que le hubieran ascendido.
Como es lógico, la mejor ocasión
es cuando el miembro está en un período "bajo", y existen ciclos de
altibajos emocionales en la vida del miembro de una secta como en la vida de
todas las demás personas.
Tras el fracaso de una
intervención, a la familia le puede llevar varias semanas, cuando no meses,
restablecer las relaciones con el adepto. En ese punto, sólo
tienen dos opciones. Pueden decirle al miembro que han hecho todo lo que estaba
a su alcance y que cuando él desee recibir información o entrevistarse con ex
miembros, se sentirán felices de poder ayudarle. La otra opción es intentar una
intervención encubierta.
Es muy difícil tener éxito con una
intervención encubierta. Se trata de un intento de asesorar al adepto
sin que él tenga conocimiento de la participación de su familia para ayudarle a
realizar una nueva valoración de su compromiso con la secta. A mí me resulta bastante arduo encontrar una excusa para reunirme con una
persona y conseguir el tiempo suficiente para sacar algo de provecho.
Alguien que observase los
preparativos de una intervención encubierta podría creer que está viendo otra
vez Misión: Imposible. Se reúne un equipo. Se escruta e perfil psicológico del
objetivo para dar con sus puntos débiles, intereses y patrones de
comportamiento. Se urde una trama a fin de ponerse en contacto con él y retenerle
el tiempo suficiente para encarrilar la misión.
La intervención encubierta implica
la utilización del engaño, algo de lo que acuso a las sectas, lo que me hace
sentir incómodo. Sin embargo, no intento convertir a nadie en seguidor mío; una
vez que mi trabajo de presentar la información, exponer las alternativas y
ofrecer mi asesoramiento está acabado, queda en manos del individuo adoptar la
decisión que crea conveniente.
Pertenecer a una secta destructiva
siempre te marca para siempre. Llegas a comprender muchas cosas que habías dado
por sentadas: la familia, los amigos, la educación, la capacidad de tomar
decisiones, la individualidad, todo el sistema de valores. Abandonar una secta
brinda la ocasión única de sentarse "desnudo" con uno mismo y
analizar todo lo que has conocido o creído alguna vez. Este proceso puede ser
liberador, como también bastante terrorífico. Es una oportunidad para comenzar
de nuevo tu vida.
ResponderEliminarEn el caso de la familia en mi CN de la Piruleta intentan que te reconcilies con ellos, por ejemplo pidiéndoles perdón, no pugnando por las herencias, no denunciando. He visto milagros de familias reconstruidas por el Camino Neocatecumenal.
También he contado que una de las hermanas en misión tiene una hija que se ha casado con una personas que no quería estar en el Camino y el catequista le dijo que se saliera del Camino para acompañar a su marido.
Mi caso es al contrario, yo acudía a la formación del Opus Dei y como mi mujer quería hacer el Camino yo empece. También habre contado alguna vez que yo al principio y me quedan rescoldos, que el Camino era un Iglesia paralela, con una síntesis de protetantismo y judaismo, también Iglesia Ortodoxa, según lo que le gustase a Kiko y Carmen de cada cosa. Y tambien habre contado que mi director espiritual del Opus Dei me dijo que el Camino estaba muy bien y que aunque como el mismo no entendiese el Carisma que confiase en la Iglesia.