viernes, 16 de abril de 2021

Violencia en nombre de Dios en el Camino (VIII)

 

“Ni individual ni colectivamente se crece a partir de la neutralización, del ahogo o de la muerte del otro.”

Michel Quoist

 

Para concluir, quiero hablar de cualidades que me parecen esenciales a propósito de la fe cristiana y que cada persona o grupo debería reflejar. 

1.     La necesidad de la diversidad

Rechazar la diversidad en el seno de la iglesia conduce rectamente al integrismo. Una iglesia en la que todo el mundo tuviera la misma teología a partir de la misma experiencia, la misma sensibilidad, el mismo comportamiento y el mismo lenguaje es un sueño babélico.

Seamos ricos o pobres, hayamos estudiado o no, tengamos una responsabilidad en la iglesia local o no, todos somos iguales ante Dios, pero la experiencia del encuentro con Jesucristo es diferente y única para cada uno. Nadie puede pretender que ha recibido del Espíritu Santo un don superior al de los demás grupos y asociaciones.

Cuando un responsable de un movimiento intenta unificarlo todo ¿qué ocurre? Aplasta completamente los valores y la personalidad del creyente.

El ejemplo de la torre de Babel en el cap. 11 del Génesis muestra la tragedia y el horror de una sociedad en la que todo es sistemáticamente unificado según un modelo: “todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje”. Cuando Dios dice: “descendamos y confundamos su lenguaje para que no entienda cada cual el de su prójimo”, su meta no es crear el desorden y el caos entre los seres humanos. Con esta acción, nos enseña claramente su desacuerdo con todo sistema social totalitario en el que la persona no puede existir y expresarse como sujeto.

Dios, confundiendo las lenguas, rompe el yugo totalitario que encadena toda la tierra. Y nos da a cada uno la posibilidad de volver a ser una persona responsable de sí y de sus acciones. Desea que según nuestro lenguaje, nuestra cultura y nuestra educación utilicemos los dones que nos ha atribuido para nosotros, para los demás y para su gloria.

2.     La autoridad: ¿poder o servicio?

Los responsables religiosos deberían también reconsiderar el sentido de la palabra “autoridad” que deforman a menudo completamente. Distintos pasajes del evangelio dicen que Jesús “hablaba con autoridad” o “mandaba con autoridad” (Lc 4:32,36). Pero es importante comprender que Él jamás usó la autoridad para controlar o aniquilar a nadie.

Jesús nunca reivindicó el poder. Incluso lo rechazó enérgicamente. Por ejemplo, justo después de su bautismo se retiró al desierto. Allí, soportó la tentación del poder, de usarlo con fines personales (transformar las piedras en pan para satisfacer su hambre) y de usarlo sobre otros (ser reconocido como Mesías). Rechazó entrar en ese sistema malsano de poder basado en la dependencia, la alienación y la coacción moral, espiritual o física que aniquila la individualidad de quien la padece.

Tener autoridad no es tener poder sobre el otro, es ejercer una influencia, pero una influencia reconocida, confirmada y aceptada por el otro. Esta influencia permite a este último crecer. Gracias a ella, es más el mismo.

3.     La tolerancia

La intolerancia es un rasgo distintivo de las comunidades en las que hay abusos espirituales. Es una de las razones principales de este mal. Empuja a los captados a tener una actitud hostil o negativa hacia los que no tienen las mismas opiniones y creencias que ellos. Está también en el origen de muchas discriminaciones, como la de los que creen que el color blanco es superior a otro (¿Qué se puede esperar de uno de Nigeria, donde casi todos son negros?), o que la religión de los que van a misa de 12 debe ser destruida. Incluso encontré “misioneros” en Japón que enseñan que cualquier religión que no sea la suya es del demonio. Hay también quién se apoya en la Biblia para explicar que el Anticristo del fin de los tiempos es el Islam o un cardenal negro de Nigeria o el Papa… Esta lista es muy larga y variada.

Este tipo de enseñanza lamentable y estúpida va en contra del mensaje de amor de Jesucristo. Cuando anunciamos el evangelio de nuestro Señor, debemos hacerlo con la misma humildad y sensibilidad que Él tuvo con la mujer samaritana (Jn, 4:1-42).

4.     La fe, factor de liberación

Cuando Jesús enseñó en la sinagoga de Nazaret, se le dio a leer el libro del profeta Isaías. Después de desenrollarlo leyó el pasaje que dice: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para curar a los que tienen el corazón desgarrado; para anunciar la buena nueva a los pobres; me ha enviado para proclamar a los cautivos la liberación, a los ciegos la recuperación de la vista, para liberar a los oprimidos, y proclamar el año de gracia del Señor”.

En estos versículos hay dos expresiones que me parecen importantes, “proclamar la liberación de los cautivos” y “liberar a los oprimidos”. Esas dos expresiones nos muestran claramente uno de los aspectos de la misión de Cristo: liberar a las personas de sus angustias, curar enfermos, dar la vida al que está muerto.

Este aspecto de la misión de Jesucristo está en todo el evangelio, en sus acciones y en sus palabras: “no llores…, no tengas miedo..., no te preocupes…, no te condeno: vete, tus pecados te son perdonados…, vete en paz y se curado…”. Jesús no ha venido a encadenar ni a hacer esclavos. Su evangelio es el de la liberación y no el de la esclavitud.

La libertad que Jesús da a toda persona que cree en Él es un don. 

Pero cada cristiano es responsable de su fe. Aceptarlo todo ciegamente sin reflexionar es algo muy peligroso. Ponerse a sí mismo en cuestión no es un pecado, es algo normal, sobre todo si se nota que hay un problema. La apertura y la libertad de pensamiento son indispensables a la fe. Jesús no echó jamás a los que dudaron de Él. Respondió a las preguntas de Juan Bautista y se dejó tocar por Tomás.

En resumen, aquello que somete a los demás no es fe, la fe da testimonio de la liberación que Jesucristo trae al mundo.

 

3 comentarios:

  1. Hoy mismo he visto la entrevista de Smdani a Ibai, donde cuenta su experiencia de como los marianistas le dejaban la puerta abierta por si queria irse y lo libre que se sentía por ello, y ha mencionado claramente a OTROS grupos de la Iglesia que "te hechan la cruz si te vas". Que un cura tan recto como Dani lo diga da fuerzas, la verdad.

    ResponderEliminar
  2. "vivía sometido a sus padres"

    ResponderEliminar
  3. Justo hace media hora que yo también vi el vídeo enterito de smdani. Sólo me sale decir que recemos todos por el cnc sus responsables y por todas las personas que están dentro y que viven con su corazón alejado de Dios sin saberlo... que se les abran los ojos y puedan gustar la auténtica libertad que da Cristo.

    UnAmas.

    ResponderEliminar

Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.