jueves, 30 de octubre de 2025

Otro error de Kiko

 


En el Camino se imponen (no se proponen, no hay libertad de elección) dos posturas para el rezo comunitario del Padrenuestro.

 Los neocatecúmenos inmaduros en la fe deben rezar con los brazos flexionados y las palmas hacia arriba; mientras que los más avanzados en el camino que no lleva a ninguna parte se distinguen porque extienden los brazos y presentan las palmas de las manos. 

 Conviene resaltar que el estatuto del Camino, el que regula lo que son, lo que pueden hacer y las barreras que no pueden franquear, no menciona en ningún artículo estas posturitas. Al contrario, resalta con mucha claridad que se debe respetar fielmente la Liturgia de la Iglesia, salvo las dispensas expresamente concedidas que, cosas que pasan, no incluye posturas especiales para la oración comunitaria del Padrenuestro.

 En un mamotreto, Kiko, que se declara a sí mismo, sin autoridad ni autorización para ello, eminencia en el conocimiento de la liturgia y la doctrina de la Iglesia  e incluso en lo que Dios quiere decir a otros, argumenta lo siguiente:

«El Señor nos quiere decir: cuando queráis rezar, la primera actitud que tenéis que tener es la confianza de un niño hacia su padre; ser niños, tener plena confianza en él. Cuando tú extiendas las manos... extender las manos es muy importante; la Iglesia romana permite que al rezar el Padre Nuestro se puedan extender las manos (hay una cláusula en el Misal Romano)» (Kiko en uno de los mamotretos del paso del “Padrenuestro”).

 Kiko yerra. No puedo saber si por ignorancia, incompetencia o a sabiendas, pero tergiversa y engaña a quienes se creen lo que él dice.

Cuando el Padrenuestro se reza en la Liturgia, la Iglesia es la única que puede decir cual es la postura correcta. Dicho lo cual, ¿existe alguna normativa sobre cómo poner las manos para rezar el Padrenuestro? Pues sí. Existe.

 «152. Terminada Plegaria Eucarística, el sacerdote con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor juntamente con el pueblo» (INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO, consultable en https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20030317_ordinamento-messale_sp.html).

     Según la Instrucción general del Misal romano al que alude el errado Kiko, el gesto de extender las manos siempre corresponde al sacerdote, y por ello, se recomienda a los seglares no imitar al sacerdote, sino unir las manos en gesto de oración. 

Y como una imagen vale más que mil palabras...   


 
Y una explicación mejor para aquellos a quienes aún no quede claro:

 

martes, 28 de octubre de 2025

Padre nuestro - parte 2 (VI)

 


Una monición a una lectura debe ser breve, pocas ideas concentradas en frases cortas, no hay que dar la experiencia personal, ni contar anécdotas de otros y jamás hay que destripar lo que se va a leer.

Por supuesto esas son normas que Kiko se salta siempre.

Tras hacer pasar por texto de San Gregorio lo que son ideas de un desconocido autor y emitir juicios contra todos, Kiko concluye la “monición” con un buen destripado de la lectura:

«Ahora vamos a escuchar un fragmento de la primera Epístola de S. Juan. S. Juan nos va a decir: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos!". Va a ser la palabra misma de Dios la que nos va a acoger en esta convivencia con su potencia, con su luz.

PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS: 1Jn 2,15-17; 3,1-24».

A continuación viene otro largo discurso de Kiko que reciben, indebidamente, el nombre de catequesis.

«¡Es un gran gracia para nosotros el poder escuchar la palabra de Dios! La palabra nos ha hablado de la luz y de las tinieblas. Dios es la luz. Sabemos, en efecto, que la luz es el amor de Dios que nos ha sido dado en Cristo, crucificado por nosotros, pecadores».

En este punto, una nota a pie dice que la Iglesia proclama a Cristo verdadero Dios y verdadero hombre… No veo la necesidad de tal nota en tal punto, salvo para aclarar que aunque Kiko parezca pensar que Dios y Cristo son distintos, la Iglesia proclama que son Uno.

«El que dice que camina en la luz y odia a su hermano, no camina en la luz, porque la luz es amar como Dios nos ha amado a nosotros, es decir, amar al hermano aunque sea un malvado. Si tú no amas a alguien, es porque te ha hecho algo malo, ¿no?»

No tiene nada que ver. Kiko no ama al prebi Eugenio y manda a Jesús Villada a que le cierre los canales sociales, pero Eugenio no le ha hecho nada malo a Kiko, al contrario, le hace publicidad a su criatura. Lo que pasa es que a Kiko le es imposible amar al otro, sin más, sin la menor provocación por parte del otro.

Pero Kiko sigue a lo suyo, sin darse cuenta de la incoherencia entre lo que él dice y lo que él hace.

«Si en este momento no amas a tu mujer, o a tu marido, o a quien sea, es porque te ha hecho algo malo, alguna injusticia. Según la justicia del mundo tú tendrías razón. ¡Pero la luz de Dios, la justicia de Dios, se ha mostrado en Cristo crucificado, que se ha dejado matar por nuestros pecados!»

Como tantas veces, Kiko se queda a medias. ¿De qué serviría que Cristo muriese por nuestros pecados si por ese medio no hubiese puesto la salvación al alcance de todos? Lo fundamental para la Iglesia es que Cristo asumió el rescate de la humanidad, no que el procedimiento de dicho rescate pasase por la muerte en cruz.

«Entonces, si no amas a algún hermano, si le juzgas, estás en la justicia del mundo, ¡pero no digas que estás en la luz! ¡Estás en las tinieblas! Tu justicia, la justicia del mundo, no es la luz, no es la justicia divina.

Dice S. Juan: "Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como Él es justo. Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano". Entonces, si tú no amas, no eres hijo de Dios, sino hijo del demonio».

Kiko, aplícatelo. Cerrar el canal del presbi Eugenio es “tu justicia”, la del mundo y, por tanto, ¡estás en las tinieblas y eres hijo del demonio! Y peor todavía es dejar que tus huestes calumnien públicamente al prójimo, que es Cristo. Además no te queda mucho tiempo, a ver si te conviertes de una vez.

«Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, dando la vida por nosotros, cuando éramos pecadores, nos ha mostrado una forma nueva de amor, un amor que no existe en el mundo, un amor que no existe en ninguna religión natural, porque es un amor sobrenatural: el amor de Dios, el amor en el que consiste la naturaleza divina. ¡Esto es la plenitud de la revelación de Dios! Pero no sólo, ¡en Jesucristo, Dios nos hace hijos suyos, nos da su naturaleza, la naturaleza divina, la capacidad de amar como Él nos ama!

Pero esta vida nueva de hijo de Dios puedes perderla a causa del pecado. Aunque estés bautizado, aunque estés en el Camino Neocatecumenal, aunque seas catequista, si pecas gravemente, si eres infiel a tu mujer, si cometes iniquidades, si detestas a un hermano, si endureces tu corazón y no perdonas a alguien, te separas de la vida divina y eres un malvado, eres un hijo del demonio, porque, como dice S. Juan, "todo el que ha nacido de Dios no comete pecado porque su germen permanece en él; y no puede pecar porque ha nacido de Dios"».

Insisto, Kiko, aplícate lo que dices: aunque seas responsable del Camino, si detestas a un hermano y denuncias su canal y arrancas contra él la máquina del fango, eres hijo del demonio.

«¡Hermanos, podemos perder la vida nueva de hijos de Dios! ¡El pecado de muerte, el pecado mortal, nos separa de la vida divina, nos hace perder la gracia santificante y nos hace hijos del demonio! "Hijos míos, que nadie os engañe. Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio". ¡Por eso, para llamar a Dios: "¡Padre!", hay que romper con el pecado! ¡Es imposible que tú seas iniciado por la Iglesia a la oración del "Padre Nuestro" si no quieres romper con el pecado!

No sé de qué iglesia habla Kiko, desde luego no de la verdadera Iglesia, quizá se refiere a la que él se ha montado, una en la que él decide, en función de antipatías personales, quién puede rezar a Dios y quién es hijo del demonio.