Una monición a una lectura
debe ser breve, pocas ideas concentradas en frases cortas, no hay que dar la
experiencia personal, ni contar anécdotas de otros y jamás hay que destripar lo
que se va a leer.
Por supuesto esas son
normas que Kiko se salta siempre.
Tras hacer pasar por texto
de San Gregorio lo que son ideas de un desconocido autor y emitir juicios
contra todos, Kiko concluye la “monición” con un buen destripado de la lectura:
«Ahora vamos a escuchar un fragmento de la primera Epístola de
S. Juan. S. Juan nos va a decir: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos!". Va a ser la palabra misma
de Dios la que nos va a acoger en esta convivencia con su potencia, con su luz.
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS: 1Jn 2,15-17; 3,1-24».
A continuación viene otro
largo discurso de Kiko que reciben, indebidamente, el nombre de catequesis.
«¡Es un gran gracia para nosotros el poder escuchar la palabra
de Dios! La palabra nos ha hablado de la luz y de las tinieblas. Dios es la
luz. Sabemos, en efecto, que la luz es el amor de Dios que nos ha sido dado en
Cristo, crucificado por nosotros, pecadores».
En este punto, una nota a
pie dice que la Iglesia proclama a Cristo verdadero Dios y verdadero hombre… No
veo la necesidad de tal nota en tal punto, salvo para aclarar que aunque Kiko
parezca pensar que Dios y Cristo son distintos, la Iglesia proclama que son
Uno.
«El que dice que camina en la luz y odia a su hermano, no camina
en la luz, porque la luz es amar como Dios nos ha amado a nosotros, es decir,
amar al hermano aunque sea un malvado. Si tú no amas a alguien, es porque te ha
hecho algo malo, ¿no?»
No tiene nada que ver.
Kiko no ama al prebi Eugenio y manda a Jesús Villada a que le cierre los
canales sociales, pero Eugenio no le ha hecho nada malo a Kiko, al contrario,
le hace publicidad a su criatura. Lo que pasa es que a Kiko le es imposible
amar al otro, sin más, sin la menor provocación por parte del otro.
Pero Kiko sigue a lo suyo,
sin darse cuenta de la incoherencia entre lo que él dice y lo que él hace.
«Si en este momento no amas a tu mujer, o a tu marido, o a quien
sea, es porque te ha hecho algo malo, alguna injusticia. Según la justicia del
mundo tú tendrías razón. ¡Pero la luz de Dios, la justicia de Dios, se ha
mostrado en Cristo crucificado, que se ha dejado matar por nuestros pecados!»
Como tantas veces, Kiko se
queda a medias. ¿De qué serviría que Cristo muriese por nuestros pecados si por
ese medio no hubiese puesto la salvación al alcance de todos? Lo fundamental para
la Iglesia es que Cristo asumió el rescate de la humanidad, no que el procedimiento de dicho rescate pasase por la muerte en cruz.
«Entonces, si no amas a algún hermano, si le juzgas, estás en la
justicia del mundo, ¡pero no digas que estás en la luz! ¡Estás en las tinieblas! Tu justicia, la justicia
del mundo, no es la luz, no es la justicia divina.
Dice S. Juan: "Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra
la justicia es justo, como Él es justo. Quien comete el pecado es del Diablo,
pues el Diablo peca desde el principio. En esto se reconocen los hijos de Dios
y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni
tampoco el que no ama a su hermano". Entonces, si tú no amas, no eres hijo de Dios, sino hijo del
demonio».
Kiko, aplícatelo. Cerrar
el canal del presbi Eugenio es “tu justicia”, la del mundo y, por tanto, ¡estás
en las tinieblas y eres hijo del demonio! Y peor todavía es dejar que tus huestes calumnien públicamente al prójimo, que es Cristo. Además no te queda mucho tiempo, a ver si
te conviertes de una vez.
«Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, dando la vida por
nosotros, cuando éramos pecadores, nos ha mostrado una forma nueva de amor, un
amor que no existe en el mundo, un amor que no existe en ninguna religión
natural, porque es un amor sobrenatural: el amor de Dios, el amor en el que
consiste la naturaleza divina. ¡Esto es la plenitud de la revelación de Dios!
Pero no sólo, ¡en Jesucristo, Dios nos hace hijos suyos, nos da su naturaleza,
la naturaleza divina, la capacidad de amar como Él nos ama!
Pero esta vida nueva de hijo de Dios puedes perderla a causa del
pecado. Aunque estés bautizado, aunque estés en el Camino Neocatecumenal,
aunque seas catequista, si pecas gravemente, si eres infiel a tu mujer, si
cometes iniquidades, si detestas a un hermano, si endureces tu corazón y no perdonas
a alguien, te separas de la vida divina y eres un malvado, eres un hijo del
demonio, porque, como dice S. Juan, "todo el que ha nacido de Dios no
comete pecado porque su germen permanece en él; y no puede pecar porque ha
nacido de Dios"».
Insisto, Kiko, aplícate lo
que dices: aunque seas responsable del Camino, si detestas a un hermano y
denuncias su canal y arrancas contra él la máquina del fango, eres hijo del demonio.
«¡Hermanos, podemos perder la vida nueva de hijos de Dios! ¡El
pecado de muerte, el pecado mortal, nos separa de la vida divina, nos hace
perder la gracia santificante y nos hace hijos del demonio! "Hijos míos,
que nadie os engañe. Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca
desde el principio". ¡Por eso, para llamar a Dios: "¡Padre!",
hay que romper con el pecado! ¡Es imposible que tú seas iniciado por la
Iglesia a la oración del "Padre Nuestro" si no quieres romper con el
pecado!
No sé de qué iglesia habla
Kiko, desde luego no de la verdadera Iglesia, quizá se refiere a la que él se
ha montado, una en la que él decide, en función de antipatías personales, quién puede rezar a Dios y quién es hijo
del demonio.