Actividad rutinaria en las kikogrinaciones de jóvenes |
Todavía en la celebración de kikolaudes, que nada tienen que ver con las laudes de la Iglesia, hay un momento en que Ascen larga un discurso sociopolítico panfletario.
La cosa empieza con la excusa de hacer una innecesaria monición a la proclamación del evangelio. Pero en lugar de una monición lo que Ascen suelta es:
«Ayer, en el video de la domus, no sé si entendisteis lo que dijo el P. Mario, cuando hablaba de la diferencia entre tantos grupos que existen hoy en la Iglesia.
El P. Mario decía: "Todos estos grupos son muy buenos, pero el Camino es diferente: nosotros, como en la Iglesia primitiva, hacemos un catecumenado serio, en el que hay una verificación de la fe, con los escrutinios". No sé si entendisteis en qué sentido dijo estas palabras, pero es muy importante para los katekistas y los presbíteros; nosotros dejamos libres a todos, pero durante una crisis es muy fácil que un joven diga: "Voy a hacer un retiro con este grupo" y regresa entusiasmado. Bien, pero debemos ayudarlo a regresar al Camino, a no conformarse con una recuperación momentánea».
No hay por donde agarrar este discurso.
Primero, el CNC nada tiene que ver con el catecumenado de la Iglesia primitiva, porque se dirige a bautizados, porque no se acaba nunca y porque no predica a Cristo, sino a su moisés de pakotilla.
Segundo, nadie ha dado autoridad a los kikotistas para pretender verificar la fe de otros.
Tercero, está claro que muchos jóvenes prefieren otros grupos, así que corre la secre a vender la moto de que en esos grupos solo se puede lograr una “recuperación momentánea” de la crisis existencial, si acaso, y que el único remedio chachi es el CNC, en contra de la evidencia de más de medio siglo.
«Cuando hay un hermano en crisis no se trata de decirle: "Ve a este grupito y tal vez te ayude", lo digo sobre todo a los presbíteros, que pueden pensar en solucionar el problema de esta manera.
Como katekistas es muy importante saber la diferencia del Camino con estos grupos, tener discernimiento y saber ayudar realmente a los chicos».
Traducido: anatema para quien anime a un chico a probar en otro sitio. Anatema para todos esos grupos, sobre todo si tienen más éxito con los jóvenes.
Acto seguido, sin venir a cuento, Ascen saca el tema de los desórdenes en la sexualidad, porque al fin se han dado cuenta de que el hecho de nacer en una familia kikotizada no hace a los hijos inmunes a los instintos naturales ni al potaje hormonal de la adolescencia. Y dice:
«Nosotros hemos vivido en una sociedad en la que existían los valores de la castidad y la fidelidad, pero esto no existe hoy en nuestra sociedad y debemos transmitirlo nosotros. No podemos dar por sentado que los jóvenes crean en estos valores: la castidad es una palabra de la que nunca oímos hablar en la sociedad actual. ¡Enseñadles a los chicos a vivir esto!
Hemos dicho muchas veces que la respuesta no es -como nos dicen algunos-: "Debéis decir que el teléfono no se usa". Nosotros no podemos decir esto, los padres deben ser inteligentes y saber que esto perjudica a sus hijos. Durante las perekikaciones de este verano, los katekistas nos contaron: "La lucha más fuerte fue con los padres: no querían que sus hijos no llevaran sus teléfonos móviles con ellos durante la perekikación"».
Se entiende, ¿no? El triunvirato se lava las manos, la responsabilidad es de los padres, ellos son los que tendrían que prohibir y quitar los móviles a sus hijos para que los kikotistas tengan pleno poder sobre ellos. Para mí es absolutamente razonable que si un hijo se va de akampada zarrapastrosa durante dos semanas, lleve móvil, para que envíe fotos y comunicarnos. No es de recibo que los irresponsables que los acompañan dispongan sobre ese particular, se trata de niños en una acampada, no en un campamento militar.
Pues según Ascen lo que pasa es que «son hijos de padres que tienen un ansia de control, que tienen este miedo, y que no se fían, no confían en el Señor y ni siquiera en los katekistas. Si el Señor invita a su hijo a una peregrinación, nosotros invitamos a los padres a confiar en los catekistas, porque este miedo, esta vigilancia de sus hijos no los deja crecer, los deja niños, dependientes. Este súper control sobre los niños no es una ayuda».
En suma, los padres neocatecumenales son unos neuróticos, deforman a los hijos y los hacen incapaces, inseguros, dependientes, no se fían de Dios y lo peor de todo ¡ni siquiera se fían de los kikotistas!
Va a tener razón Kiko cuando se mete con los mega brutos de Tudela.
Según Ascen, lo que necesitan los chicos para madurar es hacer kikadas, ir a dar la tabarra de puerta en puerta por alguna comarca desconocida y acabar durmiendo en la calle, en el suelo:
«De las experiencias recogidas se ha visto que los chicos que han ido de dos en dos y han dormido una noche en la calle estaban todos contentísimos».
También resulta que ahora se han dado cuenta de que muchos jóvenes van a la comunidad porque no les queda más remedio, porque les obligan, pero se esmeran por no hacer ni caso. Por supuesto, Ascen le echa la culpa a la presencia de los móviles, pero cuando no había móviles tampoco hacían caso, se pasaban las dos horas dándose golpecitos o pasándose consignas, sin atender, así que no van a lograr nada por obligarles a apagar los teléfonos.
Sobre todo porque no quieren entender que los jóvenes no atienden porque ven que su familia es un desastre, su casa es una leonera y saben que las recetas del CNC no valen, por eso no compran el eslogan político de Ascen que asegura que Dios solo da la fe en el Camino:
«Pienso que muchos chicos quizás no valoran el don del Camino, de estar en el Camino.
Por eso hay una palabra para los jóvenes, para que vivan la vida con seriedad y valoren este gran don, que el Señor los ha elegido para estar en el Camino y darles fe».
Y este panfleto fue la presentación brutada tudelana al evangelio que se proclamó a continuación.
Estos miserables no se rodillan frente a Jesus Eucaristia pero si se rodillan frente a una heretica...
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