A continuación toca animar a la aburrida audiencia a escrutar la cita que Kiko ha dispuesto.
Para ello el mismo Kiko les arenga con la siguiente advertencia sobre los hechos concretos y la historia personal de muchos de los presentes, consumidores de kikotina desde su juventud:
«Después del verano, veamos en qué relación estás con la Escritura, si Dios te habla o no. Es una gracia que Dios os hable; muchos de vosotros no tenéis Palabra y estáis completamente áridos en vuestro espíritu, completamente oscuros».
Áridos y oscuros muchos de ellos, porque la kikotina no edifica, no construye, no sirve. Y la sal insípida es tan inútil que se la tira para que sea pisoteada.
Y acto seguido, por si alguno de ellos no se ha enterado de nada por más que lleve medio siglo de militancia en una comunidad, o por rellenar el tiempo, o por rutina, Kiko les explica cómo le gusta a él que se escrute la biblia.
Solo después de dar explicaciones para novatos la audiencia es despedida, con la advertencia de que mantengan el silencio, que es algo que nunca se respeta.
A la vuelta de las dos horas, que suelen convertirse en tres, arranca lo que recibe el nombre de penitencial que ¡oh, sorpresa! empieza con más de lo mismo: escuchar rolletes del triunvirato.
Primero es Kiko quien larga una “ambiental” que no hacía ninguna falta. Se supone que la gente viene de escrutar la palabra de Dios, si han tenido un rato de intimidad con Dios, ninguna monserga kikil va a aportar más a su presunta preparación para proceder a una buena confesión.
Dice Kiko:
«Dios quiere de todos nosotros la conversión (…) Porque todavía nuestro yo soberbio sigue vivo, no quiere morir, no nos hemos negado a nosotros mismos. El mismo Cristo resucitado viene aquí en la figura de los presbíteros vestidos de resurrección, para darnos a nosotros la posibilidad de nacer de nuevo a través de este sacramento.
(…) Si tenemos confianza en que ahora podemos nacer de nuevo, cuando mañana nos encontremos con un acontecimiento que nos mate Cristo estará en nosotros, lo viviremos con él y podremos subir a la cruz, podremos amar al hermano. (…) Para ver a Cristo en los hermanos de la comunidad tenemos necesidad de recibir el Espíritu Santo».
Conclusión: sigue sin darse el amor y la unidad en el CNC, siguen las disputas, los enfados, las tirrias, los follones y todo es culpa de quienes se niegan a dejarse pisotear.
Tras la confesión del fracaso del CNC, se canta el evangelio del día y después, en lugar de dejar que los congregados se confiesen de una vez, Mario, el que se ordenó sin conocimientos que le permitieran dar razón de su presunta fe, hace un “sermón” (o algo así).
De entrada se pone a hablar de unas reuniones de la ONU en septiembre de este año en las que asegura que se produjeron una serie de declaraciones que inexplicablemente no reproduce ningún medio de comunicación. Ni uno solo. Es como si Mario se inventase lo que pretende hacer pasar por declaraciones de políticos sin nombre ni rostro:
«No daré nombres, pero hubo alguno que dijo: tal vez nos encontramos en este momento de desastre, de guerra y de destrucción porque hemos rechazado a Dios (…) Otro criticó ese supuesto progreso (…) donde desaparece la identidad de las personas, de las naciones, de la cultura y se quiere programar una humanidad única, un pensamiento único, quitando la libertad a las personas».
Y a mí esa descripción me recuerda la obsesión kikil para que todos se transformen en loritos amaestrados.
Acto seguido, Mario arremete contra la Iglesia. Y lo hace aludiendo a un presunto discurso de Pablo VI que es una mentira más.
«Recuerdo una audiencia que tuvo el Papa Pablo VI el 11 de febrero de 1971 que me dejó huella. Comentando este evangelio dijo: ¿quién dice la gente que soy yo? Hoy también podríamos decir: ¿quién dicen que soy yo muchos teólogos y sacerdotes?».
He buscado ese discurso y Pablo VI no dijo lo que Mario pretende que dijo, Pablo VI no ataca a teólogos ni sacerdotes no afines, Mario sí lo hace. Él sabrá por qué miente y por qué ataca a sus hermanos sacerdotes, por qué no se sube a la cruz y no ama al otro, que es Cristo.
El caso es que la presunta “homilía” pézzima prosigue con más sofismas sobre la errada formación de todos los sacerdotes, que es la causante de que no haya que fiarse de ninguno salvo de aquellos que han sido kikotizados a fondo. Porque según el pézzimo Mario los demás sacerdotes no creen en la divinidad de Jesús, reducen los sacramentos a rituales sociales y vacían de contenido la fe.
«Lamentablemente, después del modernismo del siglo pasado, en el que Jesucristo no era considerado Hijo de Dios, sino inferior al Padre, una personalidad carismática, llena de dones de Dios, pero no Hijo de Dios, vaciando la fuerza de los sacramentos a través de los cuales el Señor, vivo y resucitado, actúa, realiza y continúa actuando en nuestra humanidad, para santificar, para perdonar. Y así han vaciado completamente la fe cristiana. Hoy tenemos teólogos titulados que no creen en Jesucristo. De ahí esta pregunta de Pablo VI».
Y el menda se queda tan pancho tal soltar tamaña calumnia.
Es más, lo remata con la aberración de que si ellos sí reconocen a Dios en Jesús es gracias al CNC. Para el pézzimo Mario la salvación viene del CNC:
«Si alguno de nosotros reconoce hoy al Señor como único Dios verdadero, Salvador de toda la humanidad, es por don de Dios, una revelación que el Señor nos ha hecho a través del bautismo y el desarrollo de la semilla del bautismo en el camino neocatecumenal».
(Continuará)
Tiene la iglesia acceso a estas convivencias? porque vaya herejía contra la iglesia, la doctrina y su historia se acaban de tirar tan tranquilamente
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