En la entrada precedente, Mario deja claro que no hay que fiarse de sacerdotes ni de teólogos, es decir, si alguien contradice las deformadas y heréticas enseñanzas del CNC, lo que hay que hacer es aplicar el cuento de que ese alguien es el errado, el que no cree en la divinidad de Jesús -porque así lo contó uno muy pézzimo-, el que no es cristiano ni lo puede ser porque no está kikotizado.
Así, con estas aberraciones, se va preparando a la audiencia para la desobediencia total a la Iglesia y a lo que disponga el Vaticano para el CNC.
Pero todavía hay más.
Lo siguiente es presumir de que ellos, los de CNC, son los únicos a quien Dios se ha manifestado:
«Nosotros creemos porque lo hemos visto y experimentado, sacándonos de nuestros sepulcros, de nuestros pecados, cambiando nuestra vida. Somos sus testigos, somos agraciados o podemos decir que somos privilegiados».
Para Mario, los demás, los de fuera, los que nunca entraron en el Camino, los que lo dejaron, no es que sean subhumanos, pero casi, porque no son merecedores de que Dios se manifieste a ninguno de ellos.
«Nos ha elegido a nosotros para ser luz, sal y levadura de esta humanidad que está perdiendo el sentido de vivir. Cuántos suicidios, cuántos se refugian en las drogas, en el sexo: falta el sentido de la vida».
Mario debería mirar dentro de las comunidades antes de mentar a la bicha: cuántos neohermanos ahítos de kikotina se refugian en las drogas o en el sexo, cuántos de ellos piensan en el suicidio porque viven una vida sin sentido.
Y justo a continuación, Mario suelta otra aberración kikil que asevera que toda desgracia, sobre todo si implica muchas muertes, viene de Dios, que es así de antipático:
«Cuántos desastres en estos últimos años, cuántas inundaciones, cuántos terremotos, cuántas señales de Dios, para llamar a la humanidad a retornar a Él. Nosotros debemos tener este discernimiento, cuando la gente queda de un día para otro sin nada, ni casa, ni trabajo, y esto también nos puede pasar a nosotros, en un momento. El Papa en Luxemburgo y en Bélgica lo ha repetido varias veces: estamos al borde de una guerra mundial total. Esta es la realidad en la que vivimos».
Discernimiento de los neokikos de Valencia ante una gran inundación que ha devastado la comarca: nada de ayudar al prójimo, ni con bienes ni con tiempo ni con palabras, ellos a recogerse en hoteles a calentar sillas. ¿Quién les habrá engañado para que piensen que eso es lo que quiere Dios de ellos?
Pues pese a la abrumadora evidencia de que los kikos viven alienados y de espaldas a la realidad, Mario insiste en transmitir la falaz consigna de que ningún teólogo ajeno al CNC debe ser escuchado, no sea que consiguiese deskikotizar a alguno. Y también aclara que aquellos dentro del Camino a quienes llama teólogos en realidad solo son loros:
«Esto es para nosotros, que tenemos este gran don de conocer un poco más a fondo al Señor, el tesoro escondido que nos ha hecho, que nos ha revelado, hecho carne dentro de nosotros. El otro día decíamos a los profesores de la universidad itinerante: ¡vosotros predicad lo que habéis vivido! En el camino, la Palabra de Dios se hace carne en nosotros. ¿Quién es el buen teólogo? Quien manifiesta esta experiencia, sabe comunicar esta sabiduría que viene del cielo hecha carne en su vida, entonces podrá transmitirla. Si es alguien que solo ha estudiado teología con un título pero no tiene experiencia de esta Sabiduría, transmite filosofías, teorías que nos alejan del Señor».
A ver si queda claro, para Mario escuchar a cualquiera que no sea kikotista es recibir teorías que alejan del Señor. Aún hay más: según Mario, pensar es abrir la puerta al demonio. ¿Puede haber algo más propio del ser humano que el pensamiento? No hay fe sin razón, no puede haberla, pero para Mario pensar es escuchar al demonio:
«El demonio entra por los pensamientos; un pensamiento, un apego, una avaricia, una impureza, empiezas a pensar, a pensar y directamente entra en el alma y te corroe, te lleva a beber».
En resumen, para ser un buen kiko hay que renunciar a la naturaleza humana, porque hay que renunciar a pensar.
Ahora entiendo lo que decía Kiko del pobrecito macho kiko que mira dos veces a los ojos a una mujer y queda dominado por la libido: tanto para que nadie piense que hacen de la gente seres infantiles dominados por sus instintos e incapaces de imponerse sobre éstos.
Precisamente a continuación Mario saca a colación el tema de la lujuria, tan presente en las comunidades. Y dice lo siguiente:
«¿Caísteis? Confesaos, acudid a los sacramentos, donde Jesucristo os levanta y poco a poco seréis sanados. Pero ¿por qué el Señor permite estos vicios por tanto tiempo? Para demostrarte que tú no puedes salvarte por ti mismo. Las víctimas de la pornografía no son sólo los adolescentes, también adultos, incluso sacerdotes, incluso seminaristas, incluso parejas casadas».
En el CNC la culpa de los vicios siempre es de diosito, siempre es diosito quien maniobra para que el pobre neocatecúmeno, que no se esfuerza para alcanzar la virtud porque sabe que eso sería un moralismo que asquearía a diosito, permanezca hundido en el fango hasta las orejas.
Y para terminar, Mario expresa con total claridad que en su opinión la conversión no viene de Dios ni de los sacramentos ni del perdón, sino de atender a las directrices de los jefazos del CNC:
«Lamentablemente conozco algunos que a pesar de toda la predicación no la aprovechan, están aquí con el paraguas, escuchan con el paraguas y el agua no penetra: aquí está la libertad de las personas. Pero si tú te arrepientes de verdad y te confiesas, el Señor tiene el poder de renovarte hoy».
Qué tipo tan lamentable el tal Mario.
La secta CNC llega al colmo de auroproclamarse que son los privilegiados, solo les falta decir que son los 144.000 de los que habla el libro del Apocalípsis, esta gente ciertamente está muy muy mal.
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