sábado, 30 de diciembre de 2023

Dios no da puntada sin hilo

 

Una curiosidad sobre el nacimiento del Hijo de Dios tomada de aquí.


Los pesebres son comederos para animales, pero en el antiguo Israel estaban hechos de piedra, no lo que verías en un belén moderno. No es cómodo, pero es excelente para protegerse. Por eso los que eran expertos en la materia, los sacerdotes, ponían en ellos a sus corderos recién nacidos para protegerlos. Pero no cualquier cordero, los corderos perfectos sin tacha destinados a ser usados ​​en el sacrificio por los pecados.

Y Belén, donde nació Jesús, era FAMOSA por sus CORDEROS SIN MANCHAS utilizados para el sacrificio. Estos corderos tenían que ser perfectos para que los envolvieran bien apretados en una tela y los tumbaran en el pesebre para mantenerlos a salvo.

Esta es exactamente la razón por la que la única vez que se menciona los pesebres en la historia del nacimiento de Jesús es a los pastores. En Lucas 2 dice: «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». ¡Los pastores habrían entendido este poderoso paralelo! ¡SABÍAN lo que significaban la tela y el pesebre!

¡Este bebé sería EL CORDERO PERFECTO DE DIOS! El Mesías que sacrificaría su vida por los pecados del mundo entero. Él no era solo un bebé envuelto en pañales acostado en un pesebre, Él era el MESÍAS: perfecto, sin pecado y santo, para convertirse en el sacrificio perfecto para reconciliarnos con Él.

¡Ese CORDERO PERFECTO, es POR QUIEN celebramos la NAVIDAD!

Todo bajo el control de Dios, cada detalle, cada situación… fue una manifestación de su glorioso plan.

 

Te cuento otra curiosidad sobre el ritual del cordero sacrificial. Desde la huida de Egipto y por disposición divina, el cordero era seleccionado el día 10 de Nisán y se sacrificaba el 14 de Nisán, a cuyo atardecer tenía lugar la gran ceremonia familiar con las hierbas amargas, el pan ácimo, las cuatro copas y, como plato fuerte, el cordero.

Pues bien. El 10 de Nisán, día en que el séquito del Sumo Sacerdote se desplazaba a Belén para escoger el cordero sin mancha ni tacha para el sacrificio, fue el día en que Jesús entró en Jerusalén montado sobre un pollino y fue aclamado como Mesías.

Y en esta ocasión, Jesús no se esconde, no desaparece, sino que acepta la aclamación del pueblo, asume su misión: ha sido elegido como cordero perfecto.

 

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