sábado, 23 de septiembre de 2023

Contra-redditio de un hijo del Camino

 

Testimonio extraído del blog neocatecumenali. Es muy revelador porque el autor es hijo de kikotistas de una de las primeras comunidades kikotizadas en persona por el triunvirato original.


«Quiero dar mi testimonio personal acerca de la nocividad del Camino, expondré como las proposiciones heréticas de Kiko y Carmen causan graves heridas en el alma. Utilizo de forma intencionada el término "heridas" en lugar de "daño" porque hago referencia a algo más profundo que los daños materiales, puesto que las heridas son dolorosas, provocan sufrimiento y si no son curadas pueden infectarse y causar enfermedades,  espirituales en el caso del CNC.

Falsos profetas en el infierno
Mi experiencia no es un caso único, que quede claro: miles de jóvenes han padecido lo mismo que yo. Dejadme que lo cuente como una contra-redditio, porque Dios intervino en mi historia para salvarme de las trampas del Camino Neocatecumenal cuando todo parecía perdido desde el principio.

Nací hijo de un matrimonio de kikotistas de la primera hornada. Mis padres se conocieron en 1971 dentro del CNC. Desde el principio y en las décadas siguientes, no hubo ocasión en que mis padres dejaran de proclamar que le debía mi existencia al Camino, no a Dios, al Camino.

Fui educado en la pesadísima “lógica kikiana”, muy pesada, que incluye ser dejado en casa una y otra vez para que los padres puedan dedicarse a las muchas actividades de la comunidad, que son prioritarias frente a la prole. Uno de los primeros recuerdos de mi vida es el de mi madre atando mis zapatos conmigo sentado sobre la mesa de comedor mientras ella me explicaba que “tenía que ir a la iglesia”; con 5 años ya participaba en el teatrillo de los Reyes Magos y recibía la kikotesis navideña ideada por Kiko (siendo Italia un país donde lo tradicional son los regalos navideños, los niños “que deben su vida al CNC” no reciben nada el 25 de diciembre, sino el 6 de enero) y en Nochebuena participaba en la procesión para llevar al Niño al Belén.

Salvo ocasiones esporádicas, no asistía a misa dominical en la parroquia, tampoco a los oficios de Semana Santa, ni a ninguna celebración religiosa de la diócesis. A todos los efectos, vivía al margen de la Iglesia Católica de mi ciudad. Mi vida estuvo marcada solo por el Camino, por las Laudes dominicales que comenzaban a las diez de la mañana y terminaban casi a la hora del almuerzo. Recuerdo a mi padre leyendo pasajes de la Escritura y “partiéndolos” para sus hijos, una escena que hoy me recuerda mucho a "El cuento de la criada".

Nuestros amigos eran única y exclusivamente "hermanos" de la comunidad de mis padres, mis padrinos de bautismo eran un matrimonio del Camino y mis catequistas de Primera Comunión también eran del Camino. No tuve contacto con miembros de ninguna otra realidad, salvo el período de preparación a la Confirmación que aún no estaba monopolizado por el CNC.

Al vivir para el Camino, al escuchar una y otra vez las kikotesis de Kiko y Carmen, al participar en una liturgikika deformada con el añadido de significados ocultistas, el alma se envenena progresivamente; y esto es especialmente cierto si se ha nacido en esa realidad.

Desde muy pequeños, los niños asisten y participan en ciertas “celebraciones”, absorben esa doctrina retorcida a través de sus padres, aprenden pautas de comportamiento, descubren la fe católica a través de las “lentes” del Camino y no escuchan otro lenguaje que ese. Dado que el Camino no es solo un grupo de estudio bíblico, sino una iglesia paralela con ritos privados y su propia enseñanza "catequética", a menudo sus integrantes lo consideran la verdadera Iglesia. Si esto ya es grave para un católico adulto, que queda apartado de la parroquia, absorbido por las actividades omnipresentes del Camino, mucho más grave es para una mente y un alma que, habiendo nacido en una familia neocatecumenal, nunca entra en contacto con la realidad católica verdadera, ni en su infancia, ni en la adolescencia, ni en la edad juvenil y formativa.

Siempre me vi obligado a ir a la comunidad. De niño, para complacer a mis padres, kikotistas pata negra, los hermanos de mi comunidad venían a buscarme a casa y me traían de regreso y así nunca faltaba a una reunión. Dondequiera que iba yo era "el hijo de...", y esto me ensoberbecía considerablemente. Mi lenguaje y mi visión del mundo estaban completamente condicionados por el Camino y, en consecuencia, también mi forma de relacionarme con los demás: por esto tuve pocas oportunidades de encajar en sociedad. De hecho, viví cómo viven los miembros de las sectas, fui criado en una mentalidad muy cerrada y he adquirido una notable incapacidad para relacionarme con “el mundo exterior”. Los “otros” eran del “mundo” y “debían ser reeducados” para ser aceptables. 

Me volví particularmente arrogante, pues creía que por pertenecer al Camino tenía unos superiores discernimiento y conocimiento de la vida, pero lo único que hacía era repetir de forma maquinal conceptos que no entendía, incluso erróneos y con burdas aproximaciones doctrinales. Era muy ignorante acerca del Catolicismo. 

En realidad, no tuve una verdadera educación católica. Nadie jamás, en muchos años cruciales de crecimiento, me enseñó el valor de la reconciliación, la conveniencia de confesar con frecuencia (era costumbre esperar a la "penitencial"), la absoluta necesidad de la confesión antes de la Comunión, la diferencia entre pecados mortales y veniales, la presencia real de Cristo incluso en las migas de pan, por poner algunos ejemplos. En esa época, fuese la que fuese mi situación moral, nunca rechacé la Comunión, porque en una asamblea neocatecumenal es imposible abstenerse de comulgar.

Y sin embargo estaba convencido de que la Palabra de Dios no tenía secretos para mí y podía explicársela a cualquiera e incluso interpretarle los acontecimientos de su vida, porque con solo once años, durante la célebre "acogida" en la comunidad, me habían hecho “monitar” una palabra, con gran orgullo de mis padres que me escucharon. Durante y después de la Confirmación participé en numerosas "scrutatio" kikianas de estilo protestante, donde me explicaba a mí mismo lo que yo consideraba que la Escritura quería decirme "sobre mi vida". No se trataba de ver a Dios en la escritura, sino de buscar razones para mi presente o mi futuro. Durante años y años orienté mis decisiones en base a versículos leídos al azar, convenciéndome de que ahí Dios me mostraba su voluntad para que yo la comprendiese. 

Estaba convencido de ser un cristiano modélico, me afligía por los pecados de los demás, me sentía en gracia de Dios, no era consciente de que por dentro estaba lleno de "rapiña e intemperancia" (Mt 23,25). Nunca había oído hablar del "examen de conciencia", ni siquiera de contrición, de la que mi “catequista” de Primera Comunión se burló como un retazo medieval que debía olvidarse.

Nunca invocaba la intercesión de un santo, no conocía la vida de ninguno de ellos, ni jamás me han sido recomendados como ejemplo, salvo de manera fortuita, algunos Santos Padres de los primeros siglos. La misma idea de los santos me parecía cosa de viejas beatas de escapularios y medallas, una superstición del tiempo de nuestros abuelos, como las procesiones para pedir lluvia.

A mí me bastaba "superar los pasos" del Camino para sentirme cada vez más cristiano, creía avanzar hacia quién sabe dónde, pero en realidad cristalizaron en mí malos hábitos: en el Camino se enseña que por encima de todo es necesario un genérico "creer", "tener fe", para ser salvo de cualquier pecado, que "si tú quieres" Dios cancela sin ningún esfuerzo por tu parte. Nunca nadie me habló de virtudes, nadie me enseñó que para obtener ciertos “resultados”, se precisa compromiso y esfuerzo humano, es más, la misma palabra “esfuerzo” es ridiculizada en el CNC, sustituida por una "gracia" genérica que se da "gratuitamente". La idea de no volver a pecar está ausente en la prédica de Kiko, antes bien, se asume que no es posible abandonar los pecados, por lo que no merece la pena esforzarse en ello.

El condicionamiento recibido en el Camino, además de ser un obstáculo para mi crecimiento, también perjudicó gravemente mi vida posterior, me llevó a tomar decisiones equivocadas y, durante muchos años, la rebeldía contra las restricciones que sufría me empujó a pecar más en lugar de ayudarme a crecer en un camino de santidad. Por supuesto, se trata de elecciones personales, cuya responsabilidad no disminuye en modo alguno por la influencia del Camino, pero el CNC me privó, contrariamente a lo que siempre se asegura, de un verdadero camino de conversión y de santidad. 

En cambio, lo que creció en mí durante muchísimos años fue la hipocresía, el predicar una cosa y hacer otra. La hipocresía es un rasgo distintivo del Camino y sus seguidores . Durante mucho tiempo, además, fui una persona exigente y autoritaria, la imagen del fariseo, que impone cargas insoportables a los demás y no está dispuesto a moverlas ni con un dedo. 

La más perjudicada fue mi esposa. Aunque ella también creció en el Camino, siempre tuvo una actitud tibia y desconfiada hacia él. Nuestro matrimonio no fue bien visto por los líderes de la secta, que intentaron boicotearlo de muchas maneras sutiles y me infundieron dudas sobre mi vocación. 

En el Camino se enseña que el cónyuge es el enemigo, sobre todo si es contrario al CNC. Durante nuestro noviazgo me volví intransigente respecto al Camino Neocatecumenal: ella continuó frecuentándolo solo a causa de mi chantaje emocional. A menudo, sus dudas fueron motivo de agrias discusiones, mientras los kikotistas y mis "hermanos" de comunidad me presionaban para que fuese aún más intransigente y radical.

Con frecuencia los "hermanos" fueron agresivos con ella, varias veces durante la ronda de experiencias yo fui acusado de ser débil, de no jugármela por Dios, y a ella se la recriminaba por no ser sumisa. Nos inculcaron amargura y reproches mutuos, una y otra vez sus intromisiones nos llevaron a plantearnos romper.

Dada la teología distorsionada sobre la apertura a la vida en el matrimonio, tuvimos cinco hijos en pocos años. Todos dones divinos, sin duda, pero hoy veo que, condicionado por el Camino, no ejercí una paternidad responsable, sino que seguí los dictados de los kikotistas para no sentirme culpable ante el CNC. No ante Dios, sino ante el sanedrín del CNC. Amo a mis hijos, pero soy consciente de que he estresado mucho a mi pareja, sometiéndola a una carga psicológica excesiva, lo que le ha causado mucho dolor, preocupaciones y problemas físicos.

Cuando entendí esto decidimos no tener más hijos hasta que estuvimos listos, y desde entonces han nacido dos más por elección. También estos dos últimos han supuesto una renuncia, sobre todo para ella. En ocasiones comenta con pesar que tener tantos la ha privado de oportunidades de crecimiento laboral y personal. Hoy sé que Dios premiará su abnegación y los numerosos actos de caridad dentro del matrimonio. En el Camino, sin embargo, nunca se subraya la importancia de salvaguardar a los hijos y al matrimonio, que son secundarios, e incluso idolátricos, ante las actividades neocatecumenales, que se equiparan con Dios.

Durante años, como todos los matrimonios, nuestro caminar implicó dejar a los hijos al cuidado de otros. Siendo yo salmisma principal y, durante un tiempo, catequista no podía faltar. A menudo la comunidad nos separaba como pareja, ya que mi esposa no quería participar. Recurrí a muchas formas de chantaje emocional para obtener lo que consideraba santo y bueno, es decir, su participación en el CNC. Las discusiones aumentaron, pero a pesar de todo ni los hermanos ni los kikotistas se mostraban satisfechos con los resultados y la atacaban y criticaban en cada ocasión, mostrando gran desprecio por sus dudas. 

Como el Camino es absorbente e insaciable, a lo largo de los años fui descuidando a los amigos ajenos a las comunidades, hasta perderlos, pues banalizaba y despreciaba las relaciones con los de fuera. Considero muy grave esta pérdida porque me ha llevado a un cierto grado de aislamiento que repercute en la vida familiar. Progresivamente nos volvemos incapaces de hablar del verdadero Dios y de dar testimonio de fe con las obras, sustituidas por una jerga bíblica sin sustancia. La insistencia en hablar del Camino y tratar de hacer prosélitos me hizo semejante a un testigo de Jehová, y no ayudó en las relaciones sociales. Mi presunta superioridad moral, mis pretendidos discernimiento y mayor conocimiento me condujeron a caracterizarme por un cierto cinismo y falta de sensibilidad hacia los problemas de los demás. No era un rasgo solo mío, en la mayoría de los “hermanos” hay muy poca compasión verdadera, apenas una empatía superficial. 

Estábamos con un pie fuera del Camino cuando una de nuestras hijas enfermó de cáncer. Nadie se acercó a ayudarnos, nadie vino a visitarnos, excepto los más fanáticos que intentaron convencernos de que Dios había querido esa enfermedad para nuestra conversión.

En el tiempo que pasé en el Camino desarrollé miedo a Dios y a sus posibles "intervenciones" en mi vida. Lejos del Santo Temor cristiano, la relación con Dios en el Camino está fuertemente influenciada por el judaísmo veterotestamentario: de la predicación de Kiko emerge un Dios inmisericorde, celoso y causante de males y aflicciones. La insistencia constante de preguntarnos "¿qué quiere Dios de vosotros con este hecho?" lleva a pensar que incluso los sufrimientos más terribles sean "queridos" por Dios en pro de una "conversión" fantasma. El miedo a Dios me llevó a cerrarme a Él y a su intervención verdaderamente misericordiosa en mi vida. 

El miedo se extiende también a los kikotistas, laicos sin autoridad que se hacen pasar por la voz de Dios y gustan de ser venerados. En el Camino, la figura benévola y misericordiosa de Dios es sustituida por ellos, que reclaman el papel de "intermediarios de lo sagrado" e impiden al creyente conocer a Dios de forma autónoma, según sus propios tiempos y métodos. Por eso, cuando sales de la jaula del neocatecumenado, a menudo descubres que la fe que creías tener era de mentira y ni siquiera tienes la costumbre de asistir a la iglesia. Yo me encontré haciendo un esfuerzo enorme para cambiar mis hábitos y construir una vida cristiana y todavía hoy llevo esta herida con dolor.

Tras tantos años fuera del Camino, creo comprender por qué la Iglesia era tan severa con las herejías para defender la ortodoxia de la Doctrina y la Tradición: está en juego la salvación de las almas, que si son engañadas podrían perderse para la condenación eterna. No podemos quedarnos callados, porque el Camino desvía a las almas, las lleva por una senda tortuosa y tenbrosa, en lugar de conducirlas al redil del Señor, las conduce a la jaula construida por Kiko y su ego, al laberinto de sus neurosis y desórdenes mentales, de sus creencias erróneas sobre la vida, la sociedad, su visión del mundo y del hombre y su antropología distorsionada y enferma.

Estoy convencido de que Kiko y la fallecida Carmen eran dos fanáticos religiosos, llenos de sí mismos y que padecían diversos trastornos no diagnosticados que influyeron en la estructura y funcionamiento del Camino, los ritos, la "liturgia", la praxis e incluso el arte y la arquitectura. Esos garabatos fúnebres ante los cuales te llevan a orar, esos horribles cubos de mármol y cemento que llaman "catecumenium", esas habitaciones oscuras iluminadas con neón no son un instrumento de elevación, sino una escalera que conduce hacia abajo, hacia el infierno de alma de los dos falsos profetas».

 

19 comentarios:

  1. Una síntesis completa de lo que es el CN, un engendro de Satanás, que destruye la Fe y la Tradición, fanatiza a sus miembros, los hace inmisericordes, retorcidos y malévolos. No digo que todos sean así, pero en muchos, sí. Son ciegos que guían a otros ciegos al abismo.

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    1. Si aún algunos no tienen manifiestos los vicios y maldades que indicas y
      que produce la estafa catequética y religiosa que es el cnc.,es solo cuestión de un tanto más o menos tiempo para ello. La savia envenenada del árbol kikocarmenio ,mata a los ahí adheridos siempre. Se debe ineludiblemente salir radicalmente, incluso con violencia contra uno mismo pues no existe término medio para salvarse.

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    2. Así es, Trento. Mi pregunta siempre ha sido y sigue siendo: se salvan estas personas que, aun sin saberlo, viven en una abierta herejía, puesto que, tanto en la doctrina como en su práctica es completamente protestante? No es Fe católica la que se profesa en el CN, por muy en comunion que estén con la Iglesia, según creen ellos que están. Y dada la situación general de la Iglesia católica, difícil es que vayan a ser corregidos.

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    3. Sabemos que solo Dios sabe si alguien se salvó.Ello no impide la licitud de razonar, con fundamento en el Magisterio y la Doctrina Católica , para reflexionar en qué situación nos encontramos respecto a nuestra salvación y así deducir cuál es el resultado de no querer sobrepasar,en este caso, la montaña oscura cnc .Lo cierto es que precisamente el demonio engaña con las herejías y demás, para que nos extraviemos del CAMINO y no llegue asi nuestra alma a Puerto Seguro.,perdiéndose por ende .

      El cnc es intrinsicamente perverso y homicida de almas.

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  2. Imaginaos, si esto lo denuncia un mismo chaval hijo de kikotistas como será el resto de abducidos por la secta. En esta Parroquia de 6 comunidades de esa secta sólo quedan 3, cuando hacen kikotesis solo asisten precisamente solo chavales hijos de kikotistas y asisten pero obligados por sus padres, solo Dios sabe como ya se ha denunciado muchas veces como los obligan a asistir y con qué amenazas. Por ejemplo unos amigos que no son kikotistas amenazaron a su hijo.. si no asiste se va de la casa, peor serán los kikotistas con sus hijos.

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  3. Esto fue lo que nos hizo salir de ese grupo a los pocos meses; los catequistas siempre nos repetían "tu cónyuge es tu enemigo, el otro es tu enemigo, tu esposa es tu enemigo, tu esposo es tu enemigo" fue tanto la insistencia en esto que por poco terminamos destruyendo nuestro matrimonio o tratandonos como hipócritas, esta pedagogía deformada llega a tener un efecto tan dañino para el matrimonio que los cónyuges pierden la privacidad, la intimidad y el respeto, de ahora en adelante cualquier mal entendido en el matrimonio no se maneja a solas si no que se espera a que en el giro de experiencias de cada mes se saque cualquier malentendido ante toda la comunidad y estos son los que te dicen como tienes que arreglar tus problemas ; es lamentable ver como mutuamente los cónyuges se quejan el uno del otro delante de la comunidad perdiéndose por completo el respeto y la privacidad que antes tenían, y si no lo hacen así los manipuladores catequistas te califican de no estar en comunión con ellos ni con la comunidad. Inclusive las praxis del camino llegan a un nivel tan bajo que hasta tus relaciones íntimas tienes que exponerlas en público.

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  4. Hola , todo eso es cierto pero tambien segun parroquias y catequistas por ejemplo parroquias grande donde el camino lo es todo eso es un gran Martirio pero en parroquias pequeñas donde son pocas comunidades el trato hacia la persona es distinto segun mi experiencia.
    Tambien los que estamos dentro y hemos salido es necesario tambien estar dentro para abrir los ojos a los demas y que vean la verdad del asunto.

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  5. Me conmueve leer el proceso de "desconexión" del que habla este chico. No conozco a nadie que haya sido hijo del CNC y después haya pasado a estar en la Iglesia como un Católico más. Los hijos del kamino que yo conozco o están en el CNC (algunos son más duros y soberbios que sus padres), o están fuera completamente de la Iglesia. Éste es el efecto que veo en algunos chavales "obligados" a hacer las catequesis y a asistir a la komunidad, que tienen un efecto "rebote" y no quieren saber nada de lo que huela a Iglesia. Me llena de tristeza que alguien que ha nacido supuestamente en un entorno cristiano, no haya conocido el Amor de Cristo, su Ternura y Fidelidad.

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    1. Así es. Los casos que conozco son, efectivamente, chavales que cuando salen del CNC, no quieren saber nada de la Iglesia. No han conocido la verdadera Fe católica, y, como les han enseñado que el CNC es la Iglesia, a su vez identifican a la Iglesia con el CNC.

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  6. Soy el autor de este escrito, y confirmo cada palabra. Todavía sufro mucho, a pesar de los años que han pasado, dificultades para asistir a la iglesia. Inicialmente un sacerdote muy bueno me ayudó a salir de la CNC para acercarme a la Iglesia Católica, y fueron años muy hermosos. Entonces el párroco cambió a uno favorable al Camino, y perdí el hábito con Covid, y el confinamiento.
    Desconectarse del Camino es muy difícil, mucho peor que ser ateo o pagano.

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    1. "Querido compañero de viaje".... aún en la distancia, por extensa y fría que sea, pues existe un calor amigable para el que no existen fronteras ni millas, y que no todos conocen, pero todos podemos disfrutarlo, ese antídoto perfecto para la incomprensión. Porque el sufrimiento de abandonar lo que tanto se ha luchado, creído, sin darse uno cuenta, hasta idolatrado, somete al alma a una tensión vital descomunal.
      Hay recuerdos dentro de mi pequeña mochila que se activan mucho al leerte, y aunque aquí no lleguemos a conocernos, o nos separe el tiempo y el espacio, ya formas parte de alguna manera de mi memoria, de mi pesar y de mi alegría, porque inexorablemente viviremos arraigados a sentimientos contradictorios como la vida misma, pues aleatorio no es ni el batir de las alas de un pajarillo, casual no puede ser aquello que produce las heridas más profundas, y también, el consuelo más bello.

      No, no es casualidad poder describir tan perfectamente una vida (la tuya) con tanta precisión, con tanta sencillez, aquello que en suma es tan complejo que resulta casi imposible exponerlo a quienes no lo han experimentado.

      Por mi parte, a lo más que llego, es a darte las gracias más sinceras, y si me permites la osadía, enviarte un abrazo con toda mi alma.

      Sé que Jesús acompaña tus pasos, no los desvíes por favor creyendo que una idolatría se sustituye con otra. A la Iglesia hay que amarla porque está cimentada en Él, y solamente Él es fiel.

      Has escrito que ya conoces la diferencia entre el miedo, y el santo temor de Dios, que nada tiene que ver con las fábulas de Kiko y sus lugartenientes. Te diré algo, aunque quizás ya lo sepas, de lo contrario procura ahorrarte conocerlo en carne propia, mi querido, y usaré la Biblia para ello:

      5".Así dice Yahveh: Maldito sea aquel que fía en hombre, y hace de la carne su apoyo, y de Yahveh se aparta en su corazón.

      6.Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.

      7.Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza."
      (Jeremías 17)

      Y otra cosa más, que tampoco es "mía":

      "A mayor herida, mayor combate. Y también, mayor consuelo"

      Disfruta de la vida que te ha sido regalada.... otra vez.

      Besos...

      -sepul-

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    2. Beati Pauperes Spiritu28 de septiembre de 2023, 9:15

      Gracias Sepul por tus palabras :)

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  7. Hola, me pasó lo mismo que muchos comentan aquí. Salí del CNC (fui uno de los pocos que no era de familia kikiana) y "caminé" (la terminología kikotista merece un párrafo aparte, siempre) durante casi 20 años. Si bien tuve actividad parroquial porque mi formación familiar era parroquial, una vez que dejé el CNC he disminuido completamente mi asistencia a la misa dominical y mi participación en actividades diocesanas. Esto era algo que yo veía en mis amigos que ya habían dejado la secta de Argüello y su séquito, me terminó pasando a mí. Me costó horrores tomar la decisión de dejar la "comunidad", próximo a pasar el segundo escruticidio. El tiempo pandémico jugó en mi contra porque retrocedí casilleros al volver "a caminar". Pero luego entendí que ya no era para mí (ni para persona alguna, claro). Desde ese momento, la cantidad de "amigos del CNC" que tenía se olvidaron de mí. A muchos, incluso, les cuidé a sus hijos en sus innumerables convivencias eternas y hoy ni siquiera mandan mensaje alguno para saber cómo anda uno. Gracias a Dios, la terapia que vengo realizando con mi psicóloga me ayudó muchísimo y el sostén de mis amigos fuera del CNC, también. La Santa Iglesia Católica debiera hacer algo urgente con este "carisma" o "realidad", como ellos mismos se consideran. Las almas de miles de fieles están en juego. Cada vez son menos, es cierto (al menos en estos lares). Pero hacen mucho daño. Mucho.
    Abrazo enorme a todos/as los que hemos salido de allí.
    Javi, Argentina.

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    1. Si por allá llueve por acá no escapa. Ya se les está conociendo, cada vez engañan a menos personas, a sus kikotesis ya no asiste nadie a no ser que sean los hijos de los mismos kikos y van obligados, ya no nacen comunidades de la secta.

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    2. Hola Javi.
      La causa y el efecto nunca andan lejos la una del otro.
      La Iglesia somos todos, sorprendentemente, hasta los obispos y cardenales, pero ellos no van a hacer nada al respecto de algo que han fomentado, aupado, encumbrado.... y cuando entrevén que se les va de las manos, siempre es tarde, pues el ladino Kkmino prepara las celadas con mucho esmero y dedicación.

      ¿Todavía queda alguien que pueda creer que la jerarquía desconoce los malos pasos de estos tipejos? Me resulta muy difícil creer tal cosa.

      Un ejemplo, un servidor ya di a conocer a quien ya conocía, hablé a quien ostentaba la autoridad.... ¿Y? Pues eso, como decían en el cole: "Y" Conjunción copulativa...... pero vamos, como dice el refrán popular: "A quien copula, Dios le ayuda".

      Lo siento, es que si no me lo tomo con algo de salsa, se me atraganta.

      Sorry

      .sepul-

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  8. Me he puesto a leer la entrada y reconozco que en momentos, la he leído entre lágrimas debido al dolor y la tristeza que he sentido, ya que se ajusta perfectamente a la realidad de lo que es y que yo he conocido, desde mis suegros a otros de esos jóvenes matrimonios imbuidos por la mala praxis de esta perniciosa secta.
    Mis suegros, como los de la entrada, muy cercanos al Maicito desde siempre ( más de un café, copa, puro y cabezada ha dado el gurú en su casa), estuvieron totalmente fuera de la iglesia durante muchos años, solo vivían para el Kkamino y hacia afuera solo había desprecio "paganos", "clericalismo" y "perseguidores".
    Quiso la providencia que los años provocarán que descubrieran la verdadera maldad que había en el Neo-invento, pues sus hijos a pesar de ser ellos patanegra, sufrieron una serie de acontecimiento que les hizo abandonar el sendero ( hoy quedan dos dentro, un que volvió y mi mujer que está tan zombificada como el que más). Sin embargo, nunca lo han dejado, han seguido creyendo que en toda clase de males les aguarda fuera y así lo han seguido katekizando. Para lo único que les sirvió fue para entender a sus hijos e incluso a mí, cuando me fui. Han descubierto que "fuera" hay gente buena y que la Iglesia aún está viva; aún así, el daño sufrido es mucho mayor que su razón.
    La mayor tristeza de los más jóvenes, es que una vez dentro, no conocen nada más que el Kkamino, la iglesia católica y madre, es colocada siempre como enemigo, con lo que cuando alguno ve la luz de lo que hay dentro, no sabe a dónde ir una vez fuera, perdiéndose en la mayoría de las ocasiones, principalmente los hijos del Kkamino.

    Pablo VI tenía toda la razón con el humo de Satanás al igual que Padre Pio.

    La lástima es lo que se están retrasando en darse cuenta...y las almas perdidas.

    Lázaro.

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    1. Amigo Lázaro, sabes muy bien que el Kkmino produce más apostasía que la "temible" (me parto) secularización.

      Prefiero mil veces ir de viaje con unos cuantos paganos, ateos, etc, con algo de valores morales, que con hipócritas que no contentos con jactarse de que no tienen fe, pisotean y destruyen, la de aquellos que sí creen.

      ¿Retraso? Ya llevamos casi sesenta años con esa harina y ese costal, sesenta años de retraso en toda regla, nunca, jamás debería haber prosperado tal engendro demoniaco.

      Ha destruido todo a su paso, sin piedad.

      -sepul-

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    2. No hay mal que cien años dure. Si ya lleva sesenta, le queda poco para irse al garete.
      Lo tremendo es a cuantas almas arrastrará en la caída, en gran medida por desidia de quienes tendrían que haber velado por el rebaño.

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