miércoles, 24 de septiembre de 2025

No se dijo en el inicio de curso 2025 (II)

 

Maqueta del tercer templo

Continúo donde lo dejé en la entrada precedente.

No tengo la menor idea de cómo de próxima o de lejana pueda estar la Parusía, pero hasta la fecha no se aprecia en los hebreos ninguna propensión a convertirse al cristianismo. Más bien el empeño de los más religiosos entre ellos es levantar el que sería el tercer templo del judaísmo, convencidos de que mientras no haya templo no se producirá la venida del Mesías. Porque ellos esperan aún la primera venida de su Mesías, de un Mesías solo para ellos que no tiene por qué venir más veces ni para nadie más.

Ignoro cómo de influyente sea la facción que ansía reconstruir el templo, pero da la impresión de que su interés va mucho más allá de la edificación de un gran complejo y que aspiran también a que el poder político vuelva a estar indisolublemente unido al poder religioso.

Y a propósito de la organización jerárquica de la religión judía en tiempos de Jesús vuelvo a referirme a asuntos que no se mencionan ni jamás se han mencionado en las concentraciones de inicio de curso.

En primer lugar, voy a dedicar unos párrafos a Caifás, el sumo sacerdote que condenó a muerte a un pueblerino de Nazareth llamado Jesús que le tocaba las meninges con sus palabras y sus actos.

Caifás en realidad se llamaba Yosef. Lo de Caifás era un apodo, uno con un sonido bastante parecido a Cefas. No es casual. Resulta que Caifás significa “roca”.

Jesús no ignoraba que al sumo sacerdote del momento le llamaban roca, sus discípulos, tampoco.

Cuando Jesús le dice a Simón: «Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo» (Mt 16, 17-19), lo que está diciendo es que él tiene autoridad para elegir al sumo sacerdote y para darle potestades nuevas.

¡Cómo se quedarían los discípulos! A un pescador bruto, pobretón e ignorante se le promete la más alta dignidad alcanzable dentro de la casta sacerdotal, que es, por entonces, una casta cerrada en la que no entra el que quiere, sino el que nace en ella.

Pero Jesús todo lo hace nuevo, porque tiene poder y autoridad para hacerlo.

Hay más detalles en los Evangelios que muestran cómo Jesús se desvincula de la religión oficial de los judíos, encorsetada de normas y formalismos, para implantar una religión nueva. Por ejemplo, en el envío de los setenta y dos discípulos a predicar el Reino.

En tiempos de Jesús (y como no soy historiadora no tengo ni idea desde cuándo ni hasta cuándo fue así), el órgano de gobierno supremo era el sanedrín, que presidía el sumo sacerdote y en el que estaban representados los estamentos distinguidos de la sociedad hebrea: los sacerdotes que se encargaban del templo, los levitas que enseñaban la ley, y los ancianos que eran garantes de la tradición de sus mayores. Había un total del veintitrés sacerdotes, veintitrés levitas y veintitrés ancianos, lo que hace sesenta y nueve miembros, muchos de los cuales eran fariseos, es decir, de los más cumplidores entre los cumplidores. Los sesenta y nueve miembros más el sumo sacerdote que los presidía más dos secretarios da un total de setenta y dos varones sobre los que recaía la tarea de impartir la justicia de Dios.


 

Eso decían ellos, al menos. Pero más bien se dedicaban a impartir castigos y multas.

Jesús envía a setenta y dos discípulos suyos por todos los pueblos y aldeas para que la gente perciba no al dios tronante y vengativo del sanedrín, sino al verdadero Dios, que es misericordia y perdón y sale en busca de la oveja perdida.

Pero estos temas no se tratan en las concentraciones de inicio de curso, donde el mensaje siempre va orientado a burlarse de la liturgia y de la tradición cristiana, que es apostólica, para volver la vista atrás y ponderar los rituales judaicos y las máximas del Talmud.

¿Acaso no son conscientes de que eligen al leño seco y no al verde? ¿No entienden que echar el vino nuevo del cristianismo en el odre viejo del judaísmo no puede funcionar?

Ciegos que pretenden guiar a tuertos.

 

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