lunes, 22 de septiembre de 2025

No se dijo en el inicio de curso 2025 (I)

 


Por ser las fechas que son, se me ha ocurrido dedicar un par de entradas a asuntos que ni este año ni ningún otro han sido tratados en la concentración de kikotistas llamada “convivencia de inicio de curso”.

Este año tocaba hablar del jubileo y también del nuevo Papa. Al jubileo se han referido para intentar colar la concentración del día siguiente con un divo muy sensible como parte del mismo y también han querido colar que se juntaron tantos o más neocatecumenales al día siguiente que jóvenes en la misa con el Papa León, de quien han asegurado que les quiere muchísimo a ellos, a Kiko sobre todo, que es tan sensible que se deprime si no cuenta ese cuento. Pero salvando la novedad de presentar a León XIV como un admirador secreto de Kiko, lo demás, incluida la insistencia en condenar las RR.SS. como destructoras de la juventud y culpables de los pecados de pornografía tan comunes en las comunidades, ha sido lo de siempre.

Y entre lo de siempre, un tema recurrente que no falla nunca es presentar la situación política y social de esta generación como signos y señales evidentes de la proximidad de la Parusía. Los mensajes del triunvirato no cambian de un año a otro, ni de una concentración a otra:

«Nos ha tocado vivir tiempos difíciles».

«La humanidad ha rechazado a Dios».

«Estamos al borde de una guerra mundial total».

 «La familia no existe. Todos viven solos y todos se emborrachan, abortan y se suicidan».

«Tenemos que saber discernir a nivel político lo que está pasando en el mundo».

«En la sociedad, la ciencia y la técnica reemplazan a la fe».

«¡Ya nadie tiene fe! Y los curas menos que nadie».

Sin olvidarse de mentar las catástrofes más o menos naturales: volcanes, terremotos, inundaciones, sequías, una pandemia mundial, los veranos cada vez más sofocantes... como otro tantos signos divinos.

Una y otra vez, en esas concentraciones llamadas convivencias, se utiliza la Escritura para sostener que está escrito que cuando veáis todo lo anterior es que el fin está cerca. Y junto con la casi inminencia del fin del mundo se deja caer el mensaje de que solo se salvarán los que perseveren en la comunidad.

Porque para ellos es obvio que diosito te ha llamado a una comunidad y “te ha regalado” unos kikotistas salidos de entre los últimos y los peores de todos. Por tanto, abandonar la comunidad es hacerle un feo a diosito y rechazar la salvación. Chimpún. Esto es todo, su señoría.

Este es el discurso de todos los años. Nada nuevo.

Pero el triunvirato se equivoca con los signos predichos por Cristo como señales de su segunda venida. 

Por eso he dicho al principio que esta entrada va de lo que no se menta en la concentración de inicio de curso.

Las revelaciones proféticas de Jesús parten de la observación de uno de sus amigos sobre la belleza del templo de Jerusalén. Jesús le contesta que «no quedará piedra sobre piedra», sin dar más detalle. Pero más tarde, en el monte de los olivos, los discípulos le preguntan: «Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?» (Mt 24,3).

Son dos preguntas. La primera sobre el tiempo de la destrucción del templo y la segunda sobre su segunda venida.

Respecto a la primera, Jesús indica que habrá guerra, peste, enfermedades, hambre y que toda Jerusalén será destruida, no solo el templo, que también. Y añade que habrá persecuciones contra ellos por ser sus discípulos.

Todo se cumplió antes de terminar el año 70 de la era cristiana, en vida aún de algunos de quienes le conocieron, tal y como él dijo que sucedería.

Respecto a su segunda venida, sin embargo, alega que solo el Padre sabe el tiempo, pero las señales que lo precederán superan el ámbito del planeta, son señales cósmicas. Jesús dice: «el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas» (Mt 24, 29). Y en la tierra, los muertos se levantarán al sonido de la trompeta, que los ángeles tocarán para convocar a todos ante la presencia del Rey.

Estas son las verdaderas señales de la Parusía que se dan en la Escritura, no las que cuentan año tras año en cada concentración de kikistas, porque guerras, hambres, enfermedades y persecuciones se han dado en todas las épocas y en todos los lugares desde que el hombre es hombre, y no son buenos indicios de algo excepcional. En cambio, hay otros que apuntan a que la conversión de los judíos y la unidad de todos los cristianos en una sola Iglesia, que sí serán hechos extraordinarios, sí son señales indicadoras de la cercanía del fin.

Pero el tema de la única Iglesia en la que entrarán todos los verdaderos creyentes, tanto judíos como gentiles, es algo que, por razones obvias, no tiene buena prensa entre los adeptos del todo aparte.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Antes de comentar, recuerda que tú eres el último y el peor de todos, y que el otro es Cristo.