domingo, 14 de septiembre de 2025

Ennoviarse en el Camino

 

Para Ascen la familia y la Iglesia no son nada, la comunidad lo ocupa todo

Como se ha comentado en la entrada precedente, en el Camino solo Kiko y los itinerantes tienen dispensa para ser solterones, los demás son empujados al seminario o al matrimonio, aunque el empuje es mayor para los varones que para ellas, porque a ellas se les saca mucho partido como salmonetas, digooooo, como cuidadoras gratis total de los hijos de los itinerantes.

Sin embargo, ennoviarse en el kikismo tiene muchas condiciones.

Este verano he puesto algunos recortes de testimonios sobre lo difícil que es que marche bien el noviazgo cuando uno de los dos es neocatecumenal y el otro, no. Da igual que el no caminante sea católico practicante, el CNC nada tiene que ver con el catolicismo practicante, por eso a Kiko le espantaba tanto la pretensión de Benedicto XVI de que quienes terminasen el camino se fusionasen con la parroquia, cada cual con la suya,  y también por eso, en caso de noviazgo con un religioso de misa de 12, la consigna que se da a familia, parientes y comunidad es la que lograr que el elemento no neocatecúmeno “se convierta” al kikismo.

Aún más, la consigna kikil es que caso de no conseguirse la “conversión” del recalcitrante, ese noviazgo no debe prosperar, debe deshacerse, terminarse, destruirse, morir.

Esto es así. Y si algún neocatecumenal dice lo contrario, miente.

Ahora bien, si ambos novios dicen ser cristianos practicantes, si su fe, presuntamente, es la misma y si el juicio corresponde a Dios y no se debe de juzgar a nadie por no querer entrar en un grupo, ¿por qué, con la excusa de la religión y de poner a Dios primero, se hostiga, atosiga, coacciona y exaspera a quien se ha ennoviado con uno de fuera y también al elemento ajeno al CNC?

La respuesta, por desgracia, es que los neocatecumenales no sirven a Dios, sirven a un ídolo llamado Camino. Al Camino sacrifican a sus hijos y los noviazgos de sus hijos, no sea que diosito se enfade y les tenga que mandar «un cáncer o algo peor» (publicidad de Cuaresma 2013).

El caso es que pese a la apabullante cantidad de testimonios (uno solo ya sería evidencia de abuso espiritual) que refieren la presión y opresión a que son sometidos estos noviazgos por parte de los neocatecumenales (a todos los niveles, kikotistas presuntamente adultos, padres presuntamente amantes y hermanos neocatecumenales presuntamente amistosos), hubo comentarios en los que se mostraba no sé si escepticismo o sorpresa ante el hecho (concreto) de que tras sucumbir a la guerra sin cuartel y romper el noviazgo, la parte neocatecumenal acabe casada con quien el kikotista de turno indique.

Hay que tener en cuenta el entorno en que han crecido quienes así actúan.

Lo usual es que sea uno más entre un montón de hermanos y que desde su más tierna infancia se le haya inculcado la idea de que debe su vida “a la comunidad”, porque de no ser por “el Camino” sus padres no habrían tenido tantos hijos.

Una y otra vez habrá escuchado a sus padres decir que no lo querían, que ha nacido porque diosito quiso, pero no ellos.

A eso hay que sumarle las sesiones de todos los domingos, ideadas para evitar a las familias neocatecumenales la tentación de ir a la misa de 12 de los religiosos de domingo. No, ellos los domingos lo que deben hacer es sentarse alrededor de una mesa y, con la excusa del rezo de Laudes, tener un tiempo para sacar los trapos sucios y las quejas contra todos los presentes.

En esas sesiones los padres trasmiten a sus hijos sus problemas y sus rencores, no se los callan, no los tratan como adultos, sino que los sacan delante de los niños, para que se convenzan de que ellos son unos pobrecillos incapaces de amar al otro.

Esta es la realidad en la que viven los hijos de neocatecumenales: sus padres dicen y demuestran que no se soportan ni soportan a los hijos que tienen y que solo la comunidad, el ídolo, impide que el padre se vaya de casa aunque la esposa sea una histérica sentimental inaguantable y los hijos unos maleducados que no quería haber tenido.

No es el ambiente adecuado para tener un desarrollo mental sano.

Son niños que creen entre mensajes contradictorios. Por un lado, reciben la sentencia de ser los peores, merecedores de cárcel en esta vida y de la condenación eterna en la venidera; por otro lado, se les inculca que han sido elegidos para conocer la verdad que solo está al alcance de los que siguen a Kiko lealmente durante décadas y más décadas y de este modo, alcanzada esa esencia mágica, salvarse a pesar de la inevitabilidad de seguir siendo los peores por siempre.

Idolatría kikil: la comunidad es quien salva y quien se salva, no la gente

En muchos casos, esos hijos asumen que su salvación depende de hacer grandes ofrendas y holocaustos a diosito para que no se irrite y no les destruya del todo. Y el mediador, el que interpreta lo que complace a diosito es el kikotista. No es el Evangelio, tampoco es el sacerdote, ni el Papa, solo el kikotista que, no por casualidad, resulta que humanamente es un bruto, incluso si no es de Tudela.

Por eso hay tanto matrimonio desgraciado en el Camino y tantas solicitudes de nulidad de neocatecumenales.

 

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