Kiko: «Tiene razón el cónyuge que no camina»

 

Una amable colaboradora me ha pasado varios mamotretos de orientaciones para kikotistas. Así que pronto iré publicando más arcanísimos del CNC.

Por el momento apenas he ojeado un par de ellos, aunque he advertido algo muy interesante: dos están “maquillados” para la galería, y los demás no lo están. Y al menos entre uno de los mamotretos maquillados y otro de los no maquillados hay cierto solape, lo que permite observar cuál es el discurso cuando “no mira nadie” y cómo cambia ese mismo discurso cuando hay extraños.

Para abrir boca aporto en esta entrada un fragmento del mamotreto maquillado de la segunda parte del paso del “Padre nuestro”.

Es un fragmento que me ha llamado la atención porque es radicalmente contrario a la praxis real del CNC. Y por este blog pasan algunos cónyuges no caminantes maltratados por la parte neocatecúmena que pueden acreditar que la realidad poco o nada tiene que ver con la ficción maquillada. 

«Quiero deciros también una palabra a los maridos, o a las mujeres, que no hacéis el Camino, y que habéis aceptado nuestra invitación a hacer con nosotros esta peregrinación [se refiere a la perekikación a Roma y la Loreto], y a los casados cuyo cónyuge no hace el Camino. Querríamos que os dierais cuenta de que (…) la familia es el centro. No puede ser en absoluto que el Camino divida al matrimonio. Por eso el Señor nos ha inspirado decir en la "Traditio" a los hermanos y hermanas que no tienen a su cónyuge en la comunidad que dejen el Camino, durante unos dos años, pensando en el bien de su cónyuge y de su matrimonio.

Hemos descubierto, en efecto, por ejemplo, que había matrimonios en los que, mientras la mujer iba a la comunidad, él se iba a jugar al póker, o se iba con otra mujer, y le resultaba muy cómodo que su mujer tuviese "su" comunidad y "sus cosas". El que su mujer dejase el Camino para estar más cerca del marido ha "incomodado" en el buen sentido a algunos maridos, etc., y hemos visto signos de Dios de que ese hecho era muy providencial para el bien del matrimonio. En otros casos hemos descubierto que a la mujer no le interesaba que el marido hiciese el Camino, porque para ella la comunidad era como su "refugio", un sitio al que escapar del marido, librarse de él y hacer lo que quería, etc. También hemos encontrado matrimonios en los que la verdad era que la mujer no le quería al marido, o le quería poquísimo».

Un rasgo que jamás abandona el discurso kikil es el hablar mal de todo prójimo. Un cristiano, si no tiene nada bueno que decir, se calla; un kikiano, ante todo, imita a Kiko, y Kiko siempre ha de sacar a relucir lo peor de cada casa: el marido encantado de que la mujer esté siempre fuera porque así se va con otra… ¿Y los hijos se quedan solos? No pasa nada, el discurso kikil jamás es coherente; la mujer que usa la comunidad como grupo de terapia, la que no quiere al marido… ¡Menuda sorpresa! Lo que se vende en el Camino es que el ser humano es incapaz de amar al otro y que el marido siempre es el enemigo que te destruye.

El caso es hablar mal del otro. Una y otra vez.

«Con esto sólo quiero decir que el Camino Neocatecumenal no puede servir en absoluto para justificar, para consolidar, situaciones matrimoniales de ese tipo, que son situaciones de pecado. De hecho, como os decía, en el Camino el matrimonio y la familia están en el centro. A lo mejor alguno está pensando: "Pues si es así, ¿por qué no lo hacéis antes esto de decir a los hermanos y hermanas que no tienen a su cónyuge en la comunidad que dejen el Camino?" Pues muy fácil: porque para hacer ese "sacrificio" -por así decir - hace falta una cierta madurez en la fe, ¿verdad? Pensamos que en la "Traditio" los hermanos tienen una capacidad mayor para comprender esto y para aceptar hacerlo con buen espíritu y por el bien del matrimonio.

Dice Jesús: "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre" (cf Mc 10,9). El matrimonio es para nosotros algo muy importante. Si alguien se apega al Camino y a su comunidad como a un fin, se equivoca, porque el Camino y la comunidad son medios, instrumentos, no un fin. El fin es Jesucristo y la vida eterna. Por eso en el Camino no tenemos problema, si vemos que es necesario, en juntar comunidades, en cambiar a algunos hermanos de comunidad, etc. Porque quizá algunos hacen un mito, un ídolo de su comunidad: para ellos sólo cuenta la amistad humana y el "calorcillo" comunitario, y no el misterio de la comunión, que es la Iglesia, y que el Señor nos está permitiendo vivir como un don gratuito. Como habéis experimentado tantas veces, Dios se encarga, a través de los hechos de la historia, de destruir nuestros falsos ideales y proyectos de comunidad.

Hemos visto que algunas veces tiene razón el cónyuge que no hace el Camino y le dice a la mujer: "¡Ah! ¡Esta noche te vas de nuevo a esa comedia? ¿Pero para que te sirve a ti el cristianismo? ¿Para estar siempre en casa con esa cara de bulldog? ¿Para no hablarme nunca? ¿Para no hacer el amor conmigo?". Por eso en muchos casos hemos visto que cuando la mujer da un cambio profundo, también el marido acaba entrando en el Camino.

No quiero decir con eso que tenéis que entrar forzosamente en el Camino. Si veis con claridad que la voluntad de Dios para vosotros no es entrar en este Camino hacéis muy bien en no entrar en él. A lo mejor formáis parte de algún movimiento de la Iglesia, que os está ayudando seriamente en vuestra vida espiritual; entonces me parece muy bien que vuestra mujer o vuestro marido os acompañé.

Lo que no puede pasar es que por esos motivos el matrimonio esté desunido. Quizá hace años se veía conveniente que en las realidades de la Iglesia las mujeres estuviesen por un lado y los hombres por otros. Hoy eso está cambiando en la Iglesia. ¿Por qué? Porque hay una urgencia gravísima: la familia está amenazada desde sus raíces, la sociedad está destruyendo a la familia.

¡La destrucción de la familia es una amenaza mucho más grave para la humanidad que la bomba atómica! Hoy tantos. jóvenes, muchos de ellos hijos de matrimonios separados, divorciados, ya no quieren casarse; empiezan a vivir juntos sin casarse; a lo mejor, cuando tienen un hijo, se casan civilmente y basta. En nuestra sociedad el modelo cristiano de familia es considerado como un atraso desde el punto de vista social. Hay hoy en el mundo una realidad muy grave en este sentido. La familia cristiana, cuya imagen es la Familia de Nazaret, está llamada a ser hoy más que nunca luz del mundo; y el Camino tiene la misión de hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret.

No hagáis violencia a vuestros maridos o a vuestra mujeres que no están en el Camino; pensad en ello con calma. Si tu marido, o tu mujer, no está aquí, conviene que reflexiones sobre tu situación con él, o con ella; quizá no le quieres lo suficiente. ¿Tú amas suficientemente, verdaderamente, a tu marido? ¿Eres humilde, paciente con él? ¿Y tú sirves a tu mujer como el Señor? ¿El Camino Neocatecumenal te está llevando a eso, o no? Nosotros sólo queremos obedecer a lo que el Señor nos marca hacer».

Por desgracia, ya digo que esto no es la praxis del CNC y que la violencia despiadada contra el cónyuge que no camina es lo usual. Y para más escarnio, es violencia conocida y amparada por los kikotistas de turno.

Mucho ánimo a los que estáis en tal situación. Dios es fiel y para Él toda lágrima cuenta.