Los neocatecumenales bien kikotizados ven el mundo a través de los ojos de Kiko. Y ¿qué es lo que ven? El caos, la destrucción y la muerte. Kiko es así de optimista.
En el universo kikiano no existe el amor ni la bondad. Nadie ama a nadie porque al hombre le es imposible amar y porque el otro siempre siempre siempre es el enemigo, el que te destruye, el que te lleva a la muerte. Así que los esposos son enemigos irreconciliables, los hijos son una carga pesadísima, la amistad sincera no existe, el trabajo es una maldición, la sociedad está podrida…
Pero en
medio de tanta calamidad, Kiko, recibió un soplido en la nuca que le dio la
clave para resolverse la vida (la suya, porque los demás son el enemigo a combatir).
A grandes líneas, lo que se plantea en las kikotesis es lo que sigue:
· El hombre vive para sí mismo, incapaz de pasar al otro, incapaz de amar, prisionero de sus miedos. Esta situación de insatisfacción permanente le causa un gran sufrimiento, es infeliz y trasmite su infelicidad a todos los que le tratan.
· Cristo fue enviado al mundo por Dios Padre para... "destruir las barreras" que separan a los hombres, de forma que se formase una comunidad universal: la Iglesia
Según Kiko, Cristo no reconcilió a los hombres con Dios, es más, en el kikismo eso es una estupidez, porque nadie puede hacer algo que ofenda o que dañe a Dios. En el kikismo el pecado no es una ofensa contra Dios y, por tanto, no tiene poder para alejar al hombre de Dios, que nos ama tal y como somos y no necesita ni busca ni quiere que cambiemos; el pecado, dice Kiko, es fruto del miedo a la muerte y solo provoca daños al pecador y a los demás, pero de ninguna manera a Dios, porque eso es imposible.
En resumen, Dios no quiere sacrificios ni expiaciones, que son moralismos propios de paganos, ni precisa de nuestro arrepentimiento, primero porque nada puede dañarle a Él y después porque de sobra sabe Dios que para el hombre es imposible no pecar y pretender que fuese inmaculado sería pretender que el olmo diese peras. Si Dios quisiera que los olmos diesen peras los habría creado perales, no olmos.
Por
tanto, Cristo no vino a reconciliar a la humanidad con Dios, sino a vencer la
muerte y derribar barreras para que el ser humano pueda amar al otro. Es decir, la salvación es
en función de la comunidad, que es el meollo del asunto.
La comunidad es el centro, el núcleo, la causa, la finalidad, el todo, no Dios.
En consecuencia, la “Iglesia” que concibe Kiko solo es una asamblea humana, un grupo de hermanos, un gremio social, una asociación de amigos en el que Dios brilla por su ausencia. Y dado que lo importante es el amor y la unidad, como Kiko sostiene infinidad de veces, en un akikolarre lo que cuentan son las relaciones sociales y lo que dicen los demás.
Por eso la misa de 12 solo vale 20, mientras que un akikolarre con moniciones y ecos vale como 100. Porque Kiko no le da valor a lo sagrado, a la presencia de Dios, sino a la asamblea de chismosos y cotillas donde las noticias jugosas vuelan de un lado a otro.
Este es el mundo ideal soñado por Kiko, un mundo en el que él es Moisés y la Iglesia es su camino a ninguna parte.
Leyendo el post me hacía reflexionar sobre lo triste que me encontraba tras muchos años de kkamino. No tenía alegría de ser cristiano, y todo era obligación y obediencia ciega. Efectivamente yo vi cómo los matrimonios se describían así, uno la cruz del otro. ¡Qué triste es esto! Salvo honrosas excepciones, y si te fijas bien, los kaminantes a ninguna parte están siempre agobiados y tristes, y muchos (pero muchos) con medicación para combatir la ansiedad. De verdad que no me extraña nada, porque yo hubiera enfermado igualmente de no haber salido de ese pozo oscuro a tiempo.
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